El valor de ciertas pausas Leonora Hardmeier De cuerpos detenidos y pausas obligadas Múltiples han sido los efectos que esta pandemia ha producido en nosotros, que continúa produciendo en la actualidad. Pérdidas de seres queridos, pérdidas económicas, situaciones de angustia, de incertidumbre. Este real surgido hacia fines de 2019 ha llevado a una situación inédita que obligó a pensar distintas estrategias para poder frenar, o de algún modo paliar, sus efectos. Una consecuencia fue el aislamiento como modo de protección frente al virus, aislamiento que llevó a una detención obligada del ritmo de vida que veníamos llevando. Una pausa impuesta, como si repentinamente alguien hubiera apretado el botón de “stop” y todo hubiera quedado detenido, congelado. Una detención que afectó actividades, vínculos, encuentros, proyectos. Que generó tristeza, angustia, rabia, enojo. Si bien estos efectos son evidentes, en particular en casos de grandes pérdidas de todo tipo, este detenimiento obligado me llevó a pensar si no podíamos ubicar además algún efecto positivo de esta pausa, considerarla como una detención productiva. Resaltar los beneficios de la pausa. En su libro “Pandemonium”, escrito durante la pandemia, Jorge Alemán plantea: El confinamiento también se abre a ser pensado desde una perspectiva filosófica. Porque para expresarlo en palabras de Heidegger, el sujeto en esta situación es arrojado a sí mismo. Por lo que surgen interrogantes que afectan a la condición humana. Al respecto, se debe tal vez tener en cuenta que, para el pensador alemán, la angustia de captarse a sí mismo sin fundamentos y sin justificación podía transformarse en la ocasión de la decisión singular y el proyecto (Alemán, 2020, 41). [El resaltado es del autor]
Una pausa necesaria. En su libro “El aroma del tiempo”, el filósofo Byung-Chul Han (2019) reflexiona sobre la sensación de aceleración del tiempo que ha cobrado la vida en esta época (aclaremos que este libro fue escrito antes de la
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