Dilemas en la clínica vincular. Construyendo parentalidades posibles Gloria Abadi, Bettina Laster y Fabiana Stivelman1 Como equipo de familia y pareja de un Centro de Salud Mental que depende del Gobierno de la Ciudad recibimos derivaciones de juzgados de familia y de defensorías zonales que trabajan con la vulneración de derechos de niños, niñas y adolescentes. Éstas nos llegan bajo las siguientes denominaciones: terapias de coparentalidad, solicitud de diagnóstico de interacción familiar, capacidad de maternaje, revinculaciones, tanto en casos de divorcios controvertidos como en niños que se hallan alojados en hogares. A partir del inicio de la pandemia por Covid19, y la instalación del período de Aspo (aislamiento social preventivo y obligatorio) tuvimos que revisar nuestros modos de trabajo con las familias que estaban judicializadas. Dado que las recomendaciones desde los distintos organismos de Salud Mental proponían arbitrar los medios necesarios para continuar los abordajes psicoterapéuticos de modo remoto; decidimos darle continuidad al trabajo con las familias que ya veníamos atendiendo y admitir las nuevas solicitudes de atención a partir de que los juzgados comenzaban a retomar sus actividades. Fue así que se transformó la modalidad de atención presencial, en el territorio del hospital; hacia una virtual variando las condiciones de cada encuentro, ingresando en la intimidad de las casas u hogares donde residían los niños y adolescentes. Para poder sostener estos espacios nos servimos de diferentes plataformas digitales, como videollamada, zoom, o las que estaban al alcance de las familias. Si bien era momento de hacerle lugar a una experiencia diferente, que incluía lo imprevisto y la incertidumbre; sumado a la dificultad que presentaba poder contar con los recursos tecnológicos tanto de las familias
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Integrantes del Equipo Pareja y Familia del turno mañana
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