Historia y Desastres en América Latina (Volumen I)
concepciones fueron reducidas a un fenómeno atmosférico, tal como se puede apreciar en los escritos de los cronistas hispanos y, por asociación del rayo con el fuego de las armas, el campo de uso de esta palabra es extendido al terreno militar, llamándosele también Illapa al arcabuz y a la artillería. Sin embargo, a nuestro parecer Fossa descuida lo que podría ser una resacralización del fenómeno atmosférico, por medio de su asociación con la figura cristiana de Santiago. El apóstol Santiago fue el patrono de las guerras de Reconquista española, ganándose por ello el sobrenombre de "Santiago Matamoros". Posteriormente, fue el adalid de la conquista española en América. El virrey Toledo, quien gobernó entre 1569 y 1581, lo menciona en sus Ordenanzas,() y dice que este santo fue visto luchando por los españoles en el Cusco. La ampliación del campo semántico de la palabra quechua Illapa al terreno militar, más la asociación de este apóstol cristiano con las gestas militares españolas, permitió al poblador andino fusionar estas dos entidades en una sola. Desplazamiento y conservación de la dualidad Pachacamac o Runa Camac, al igual que todos los dioses andinos, presenta atributos duales en el texto de Guamán Poma. De un lado, podía provocar la lluvia y salvar con ello a un pueblo de la desertificación, es decir, poseía atributos celestes; por el otro, con sólo moverse podía producir temblores y terremotos.() Por lo tanto, poseía a su vez atributos y poderes propios del mundo subterráneo. En la costa del Perú prevaleció durante un largo período de la historia la asociación de Pachacamac con los movimientos sísmicos, mientras que en el resto del territorio nacional se le asocia más con la lluvia, polarizándose de esta forma la dualidad de sus atributos. Al igual que en el caso de Pachacamac, y debido a la influencia del cristianismo, Tunupa también sufrió un desplazamiento de sus características celestes hacia otras más vinculadas con el Uku Pacha (mundo de abajo)() a través de su asociación con los volcanes, que son expresión del mundo subterráneo. Aunque Guamán Poma no lo señala, los relatos donde Tunupa (o San Bartolomé) castiga con inundaciones, éstas son generalmente producidas por filtraciones de agua subterránea.() En general, podríamos decir que durante los siglos XVI y XVII se da en los Andes un proceso en el cual las deidades cristianas fueron asimiladas al culto nativo; esto, en algunos casos, generó la incorporación de nuevos atributos a los dioses indígenas. Así, muchos de estos dioses perdieron gran parte de su naturaleza dual, pues los nuevos atributos incorporados desplazaron sus características anteriores hacia uno de los polos de la dualidad. Sin embargo, simultáneamente a este desplazamiento, existe un reacomodo del panteón andino, ya cristianizado, por medio del cual el dualismo se mantiene, pero a otro nivel. Es así que la complementariedad de atributos deja de ubicarse en una misma divinidad, para pasar a ser un atributo relacional entre distintas divinidades; tal es el caso de Pachacamac, al que se le considera deidad asociada con el agua del cielo, mientras que Tunupa es una deidad del agua subterránea.
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