JULIO FERNÁNDEZ (Veterinario español especialista en el toro de lidia) Una vez conocida la original teoría del ganadero mexicano Pancho Miguel Aguirre, desde mi experiencia de varias décadas como veterinario especializado en el toro de lidia, creo conveniente hacer algunas consideraciones que confirman la teoría. Estos breves “añadidos” que me permite el autor son también el fruto de muchos años de observación, trabajo e investigación. Es así como creo que el actual toro bravo, además de seguir el instinto de sus ancestros genéticos, también se comporta en la plaza según le ha marcado la selección ganadera de los últimos siglos. Es evidente que cuentan sus experiencias en peleas y en actitudes defensivas anteriores a su lidia, dado su sistema de cría extensiva en semi libertad, pero no nos olvidemos que bovinos de otras razas criados en similares condiciones no embisten, o embisten muy poco, cuando se les ataca o acosa. También es importante insistir en un aspecto muy decisivo, que ya Aguirre señala, como es la mirada del toro a la hora de embestir. En ese sentido, una de las ventajas que obtiene el torero al llevar al animal sometido por bajo es que hace que éste centre todo su campo de visión en el engaño/depredador, como lo califica el autor, y no tanto en el hombre que lo maneja. En esto también influye sobremanera la conformación de los ojos del animal, ya sea con más o menos párpado superior o más o menos prominentes, así como su posición en el cráneo: si están en un mismo plano -como los nuestros- ven mejor de cerca, mientras si están situados de forma más lateral -como los de los conejos- pueden ver incluso bastantes grados hacia atrás, lo que da lugar al complejo comportamiento de los toros que se conocen como “tobilleros”.
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Francisco Miguel Aguirre Farías (Pancho Miguel)
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