Como me lo contaron os lo cuento… Quedaban atrás los fríos días invernales y la primavera de 1945 intentaba hacerse un hueco tras los cristales del viejo zaguán. En aquella casa, situada en el moderno paseo de La Avenida, el tiempo parecía detenerse; el silencio lo inundaba todo, un mutismo roto, tan solo, por las carcajadas infantiles que provenían del exterior. Aquellos niños que, raudos, abandonaban sus pupitres hasta el día siguiente, para divertirse a la sombra de los viejos negrillos que aún oteaban el incipiente ensanche de una ciudad que crecía llena de vida y esperanza. En el piso superior se hallaba el salón principal, una acogedora estancia noblemente presidida por un hogar de granito sobre el que colgaba un el itinerario 2021
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