Una de las mejores virtudes que tiene la lectura es el poder para viajar en el tiempo, el poder para trasladarnos a lugares entrañables que ni siquiera nuestra mente puede imaginar. Es hora de viajar en el tiempo, de volver a hacer el viaje para el destino que todos estamos esperado: la Semana Santa. Este viaje que vamos a comenzar no …Aquella Semana Santa más verdadera que nunca… es como estamos Sandra Turrado Esteban pensando, porque es un viaje a un momento muy difícil, complicado, doloroso… Pero, no podemos dejar de pensar que “no hay gloria si antes no hay cruz”, el esfuerzo y el sacrificio tienen su mérito, su recompensa, un momento tan esperado y tan efímero a la vez. Comencemos este viaje: Comenzaba la Cuaresma, un miércoles de ceniza como otro cualquiera, la actividad de nuestras cofradías subía más que en otras épocas del año, nos paramos por la calle y la conversación que teníamos era sobre la mejor semana del año, en los grupos de WhatsApp hacíamos planes con la familia y con los amigos para que vinieran a Zamora a poder disfrutar de la fe en la calle. Sin embargo, se cruzó en nuestro camino algo que ninguno esperábamos, la actividad de las cofradías se redujo a las redes sociales, nuestras conversaciones tenían como único tema ese “virus chino” que tan lejos se veía, y los chats se convirtieron en una mina de mensajes para saber si toda nuestra familia y amigos se encontraban bien de salud. La puerta de la ilusión se había cerrado y todavía estamos en busca de la llave que nos haga soñar que existe en la realidad la pasión que estamos esperando. Los quince días que esperábamos estar en casa se convirtieron en meses sin saber qué hacer con nuestra vida. Y la pregunta que a tantos rondaba por la cabeza era ¿Cuándo podremos volver a tener Semana Santa? Y la respuesta era tan dura pero cierta; Semana Santa sí hay, a lo mejor más verdadera que nunca, pero sin procesiones, sin manifestaciones de fe, sin nuestra particular religiosidad popular a nuestro peculiar estilo por nuestras calles. Y así es, nos preparábamos para una Semana Santa muy diferente y revolucionaria que cambiaría nuestras vidas por completo, porque no faltarían las emociones; el llorar cuando vemos la subida de la Esperanza por Balborraz, el sobrecogedor canto del “Jerusalem, Jerusalem” en la Plaza de Santa Lucía, los pelos de punta viendo al Nazareno salir de San Frontis para dar comienzo a los mejores días del año o la alegría del encuentro entre Jesús Resucitado y la Virgen del Encuentro en la Plaza Mayor. Los sentimientos no iban a faltar, porque íbamos a tener más emociones que nunca. el itinerario 2021
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