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EL LIBEO DE MIS BECUEKDOS.
auras fué por cierto la. que llevaron á cabo con puerta de la celda y se retiró á su habitación, aquel individuo del ojo eclipsado, y al efecto dejando entretanto á Pepe el tuerto dormir la embriagáronle cierta noche, condujéronle á una mona. barbería é luciéronle afeitar y abrir cerquillo Ya puedes imaginarte, querido amigo, el por el barbero, y después pusiéronle el sayal y sobresalto de aquel desgraciado al despertar, capilla de franciscano, con todo lo cual quedó viéndose encerrado en la mística estancia y convertido en uno de los hijos del Seráfico Pa- vestido de franciscano; al tocar con sus manos dre. el sayal, la tonsura, circular, y, sobre todo, al Entretanto, la fuerza de la mona habíale ver delante de sí al Padre Guardián que con cedido un poco al desventurado hombre, y así, un tono severo le reprendía, lanzándole textos pudiéronle conducir entre dos de aquellos jó- latinos, los que sólo servían para aumentar venes calaveras, sosteniéndole por los brazos más su confusión. Observando el P . Guardián para ayudarle á caminar, aunque con vacilan- (pie el idioma de Horacio no hacía mella en el tes pasos, en dirección del Convento de San caletre de aquel desventurado, continuó diciéndole (>n el de Cervantes: Francisco. Ya sabéis, hermano, que por nuestras A los fuertes aldabazos (pie en la portería del monasterio daban los troneras, pregunta- constituciones os está vedado el vino, y debéis ba por la parte de adentro el hermano portero: tener presentes ""las penas á que están sujetos —¿Quiénes llaman á estas horas (eran las '• los tpie so- hallaren defectuosos en beberlo, doce de la noche), turbando el sosiego de esta *• dentro ó fuera, de la casa, sin grave necesi" d a d ; si fueren sacerdotes, no sean hechos Santa Casa y " prelados; si fueren coristas, no sean ordenaUnos que traen á un religioso enfermo. — No sé quién pueda ser ese religioso, re- " dos de orden sacro; si legos, traigan tres meplicó el hermano portero, pues ya todos los del " ses caparon." Convento se hallan recogidos en sus celdas. ¿ Pero quién soy yo, interrumpió Pepe el Abra pronto, hermano,dijeron losdeafne- ¡ tuerto, para que así me hable su Paternidad.'' Eso es lo que yo os pregunto ¿quién sois? ra, porque el caso es apurado en virtud del nial estado en que se encuentra este pobre? religio- ¿A qué convento pertenecéis^ so, á quien la falta de pronta asistencia puede - Yo no pertenezco á Convento alguno, sicausar la muerte, y tal desgracia recaería so- no á la cantina del Cazador. bre vuestra conciencia. Padre. -Parece que os burláis ó que aun no es— Yo no abro, contestó éste, si no me lo or- táis en vuestro juicio. dena el Padre Guardián á quien voy á dar parEs verdad, Padre, no estoy en mi juicio te inmediatamente. i H sé lo (pie me pasa, mas suplico á Su ReveA poco volvió el hermano portero en com- rencia se sirva mandar preguntar al Cafe del e pañía del Superior, quien precavidamente di- Cazador por Pepe el tuerto; si contestan qu rigió sus miradas hacia afuera por el ventanico ; no está allí, ese Pepe soy yo, y si dicen que se de la puerta y cerciorado de que entre aque- ; encuentra en el establecimiento desempeñanllos individuos había efectivamente un reli- : do su oficio, en ese caso, padre, no sé quién soy • El Padre Guardián no pudo menos, en esos gioso, mandó abrir aquélla, permitiendo la en- i j momentos, que reírse; comprendiendo, al fim trada en el Convento á la turba de calaveras i la burla que se les había jugado, quitóle al que conducían al beodo de Pepe el tuerto, que | pobre hombre el hábito é hizo llamar á un barapenas podía mantenerse en pie. Lleváronle á una celda, pusiéronle sobre bero para que; acabase de trasquilar aquella un cutre y le abandonaron á los cuidados del j cabeza, y así, mondo y lirondo, pudo volver á su cantina el bueno de Pepe el tuerto, renecustodio del Convento. Muy pronto hubo éste de descubrir que gando de su amistad con aquellos troneras. ninguna enfermedad aquejaba al religioso, siEs de presumir que el autor de esta traveno un» magna borrachera, por lo cual creyó sura tuvo por inspiración, para llevarla á caprudente aplazar la reprimenda para cuando bo, el precioso cuento de Tirso de Molina; aquélla se hubiese disipado; así es que cerró la "Los tres maridos burlados."