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CUADROS DE COSTUMBRES. rros
° los carros que conducían los consabi° s cueros repletos del blanco licor. InmediaWente procedía el jiearcro ó sea el expendedor del pulque á recibir éste midiéndolo en un cubo de hoja de lata, cuya capacidad era de fK) Cuartillos. Pura esta operación, el arriero en a C!l H<N desataba, la correa de la boca del odre y vertía en aquel cubo (¡1 blanco y espumoso nniitli q11(i ( í r a transportado do allí á los barries de la casilla, y tanto el conductor como el Jicarero, no se preocupaban, ni poco ni mucho, con manosear do lo lindo a q u e l líquido que habían de dar fi beber, después, á sus semejantes. Lo que acontece y s e g u i r á sucediendo, si Dios no lo remedia.
LA ENCHiLADERA.
E1 jicarero daba al arriero una boleta disparatada q u e era el correspon diente recibo del
pulque. 'j«- autoridad municipal daba alas pulqueó l a denominación de Casillas, distinguiénfls con números correlativos para el pago
de la licencia de instalación y del derecho de patente. Generalmente en alguna de las puertas de la casilla se instalaba la enchiladera, que vendía á más y j mejor el picante i aperitivo para las ¡ libaciones del pulque. Muchas veces una murga, de lo m á s destemplada lastimaba, d e s d e muy temprano; los oídos de los vecinos, á quienes se anunciaba la aper__^_^____^-_ tura ó renovación \ ' V*-* *"" ^#5 de
una
casilla, la
G R U P 0 DE
COCHEROS GUSTANDO EL "NEUTLI."
que en tales momentos aparecía con enramadas de sauz en sus puertas y banderillas de papel ó lienzo y muy pintada y enflorada en el interior. Desde muy temprano veíanse á los borrachines (pie andaban tambaleándose por las calles, pudiendo distinguir fácilmente al que había hecho la mañana con pulque, del que la había efectuado con chinguirito. Aquél, por lo pesado, embrutecido y pendenciero y éste por lo alegre, decidor y divertido. Tales son los pormenores que puedo darte, mi buen lector, acerca del pulqiurro y de las -pulquerías.