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EL LIBKO DE MIS RECUERDOS.
naturales las efectúa el tiempo, quiérase ó no se quiera, pero al paso de los años, yendo siempre adelante y jamás retrocediendo, en tanto que las diabólicas, cuyos demonios transformadores son los vicios, convierten en un abrir y cerrar de ojos las inclinaciones de los viejos en las juveniles, ó convierten realmente al joven en viejo, con igual violencia, según observamos diariamente en la sociedad; mas estos modos de vivir son ficticios, á fuerza de ser contranaturales. Para dejar plenamente satisfecha á la lógica, tan ofendida en el primer párrafo, ocurro á la filosofía de las matemáticas, hija jaredilecta de aquélla. Los factores son: la juventud y la salud (salvas las causas perturbadoras naturales); la vejez ó la edad de los achaques; los años correspondientes á una y otra edad, y los desarreglos que con más ó menos abusos cometen los hombres y alteran el orden natural. Así tendremos: -+- edad X -)- desarreglos da + enfermedad ó muerte anticipada. + edad X desarreglos da enfermedad y vejez que conserva hermosos rasgos de la juventud. — edad X — desarreglados da + salud ó juventud en toda su lozanía. — edad X + desarreglos da — salud y vejez prematura. Ya vez, carísimo lector, (pie por tus dudas, he metídome, sin querer, en el laberinto de la filosofía alemana, mas te prometo que de él pronto he de salir, aunque sea saltando por las tapias. Dejemos á los franceses los acertijos ó rompecabezas de los hijos de la antigua Germania, que ellos nos los volverán muy cucos y enñoraditos, como sabe hacerlo su rica imaginación, unas veces para bien y otras para mal de la humanidad. Ya (pie hemos convenido en que fui joven, y no de esos (pie tontamente abrevian la carrera de su vida,, entro en materia, haciéndote presente que de todas las festividades del año, ninguna me hizo salir tanto de mis casillas como las Jornadas ó Posadas. Esta festividad
constituía la época más alegre y animada del año, y con razón, como que es aquella en que se celebra el acontecimiento más grato que registran los fastos de la humanidad: la venida del Salvador. En esa época, el nocturno é inmenso fanal que cubre nuestro Globo se ostenta más bello y más grandioso, permitiéndonos observar, en virtud de la diafanidad y pureza de la atmósfera, el mayor fulgor de las estrellas que centellean en las principales constelaciones, como si el firmamento, con la magnificencia de sus principales galas, quisiera unificarse al contento de los hombres. En tanto la Tierra, pasmada de frío, presenta sus árboles sin hojas, sus plantas secas y sus pastos abrasados, sustituidos por la nieve que cubre los campos, como que es la época del rigor invernal, cuya crudeza hirió, en su nacimiento, á Aquel que, después de enseñar al hombre á ser libre y á dominar sus pasiones, había de morir enclavado en una cruz. * La Iglesia, para santificar ese acontecimiento tan memorable, ha dedicado. á la oración, á la penitencia y al retiro, el tiempo llamado de Adviento, que da principio el cuarto domingo antes de la Natividad. Las abstinencias y sacrificios que constituyen la preparación para celebrar las tiernas y alegres ceremonias de la Pascua, redoblábanse en los monasterios y con mayor austeridad en los de religiosas, y no pocas familias se entregaban a tales prácticas. Los franciscanos celebraban la Calenda de Navidad solemnemente por medio de una ceremonia tierna, y conmovedora. El toque á vuelo de una esquila (pie dejaba oír su voz so* Kn México re ni voz envía el cielo á la tierra sus copos de nieve. Las heladas más notables de que se. tiene memoria fueron las del 2(5 de Diciembre de 1814 y del sábado 27 de Diciembre de 1856. Ksta última fué muy copiosa: los árboles y las plantas estuvieron cubiertos de nieve, de un espesor variable de 1 á 6 pulgadas. l>a ciudad era la que ofrecía el efecto más bello y extraordinario; las niveas cristalizaciones, mas ('i menus largas y de caprichosas lisuras, pendían de los balaustrados de los balcones, de los hilos telegralicos y de las molduras de las casas; los detalles arqiiitect 'micos de la Catedral, como los de los otros templo», estaban cubiertos de car¿imbanos, así como los postes y cadenas que limitaban el atrio, ofreciendo el edificio, ; en su conjunto, un aspecto piágico y encantador.