V Carta Pastoral el proyecto de Dios: Que todos sean la gran familia de Dios y que vivan unidos por los lazos del amor; el respeto, la fraternidad, la misericordia, la solidaridad, y demás valores del Reino. Pero, esos lazos de filiación surgen por el misterio de ser asumidos por Cristo y de ser unos con Él ya que su encarnación en carne humana divinizó al ser humano, y con su muerte la reconcilió con Dios haciendo de ella sus hijos e hijas; y en Él, sus hermanos y hermanas. Ahora corresponde a la humanidad vivir superando el “yo” para sumergirse en un “nosotros” que incluye al mundo entero como lo hemos expuesto anteriormente. III. PATRÍSTICA 224. Para los padres de la Iglesia la dignidad del ser humano era primordial. Ser uno con Cristo, para ellos, es la confirmación directamente revelada del Logos de ser el hombre y la mujer, creaturas hechas a imagen y semejanza de Dios. Y, aún más, su encarnación en carne humana (sarx) confiere un valor divino a los seres humanos como nunca antes. La Eucaristía; es decir, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, tomada a diario en la Santa Misa, cristifica a quien la toma, lo diviniza pues es asumido por el Señor convirtiéndose en otro cristo. De aquí nace, consecuentemente, en los Padres de la Iglesia; primero, su opción por las víctimas de la historia; y segundo, la defensa de su dignidad a través de la denuncia de la vulneración de los derechos fundamentales de éstos. Vulneraciones denunciadas durante sus homilías o en sus escritos llenos de sabiduría inspirada por el Espíritu Santo de tal forma que su mensaje sigue tan actual como al momento de pronunciarlas; y, por ende, sus denuncias siguen interpelando a quien contradice el valor divino del ser humano, querido y defendido por Nuestro Señor Jesucristo. He aquí al menos tres de los Padres de la Iglesia
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