V Carta Pastoral
a. La represión 116. El sufrimiento de los pueblos latinoamericanos nunca tocó fin. Después de la Colonia nuevas formas de reprimir al pueblo surgieron como si el despotismo de los antiguos monarcas con corona nunca hubiera desaparecido. 117. En El Salvador surgieron instituciones a cargo de reprimir al pueblo; si bien es cierto que, fueron descritos como organismos encargados de mantener el orden. Por ejemplo, la Guardia Nacional surgió en 1912 teniendo a cargo mantener el orden en las haciendas y caminos que a ellas conducían. Solo que en esta ocasión la represión no iba solo encaminada al sometimiento de los pueblos indígenas; se sumaban a éstos, los mestizos que más temprano que tarde se convirtieron en colonos, “piones” o jornaleros de las haciendas, todos ellos bajo el mando de los famosos caporales tan crueles y déspotas como sus amos. Así nació el “campesinado salvadoreño” siempre empobrecido y reprimido por los caporales, por la guardia, por el ejército, y por sus amos dueños de la hacienda. 118. En la ciudad la situación no era mejor. Nació una clase social llamada “obreros”; que lejos de ser cualificada e instruida en sus respectivas técnicas de trabajo, fueron abandonados a formarse empíricamente. No lo hacían mal. Muchas veces lograban cualificarse mejor que un obrero instruido en escuela; pero, cuando este osó reclamar sus derechos fue reprimido por la Policía y el Ejército. Formaron, entonces, los primeros sindicatos que desafortunadamente fueron sometidos al dominio de la ideología. Así, el obrero no defendió sus derechos sino las ideologías de partido y los intereses de los famosos bloques de la guerra fría (es decir; ideologías de derecha y de izquierda, cada uno representado por un bloque imperialista). Sus líderes se vendieron a los 70