V Carta Pastoral Miren: Yo soy Yo, y no hay otro fuera de mí; Yo doy la muerte y la vida; Yo desgarro y yo sano; Y no hay quien se libre de mi mano (Dt 32, 39). 160. Él es el Dios de la vida. Luchemos porque nuestro amado país se mantenga fiel al proyecto de vida que siempre le caracterizó y que tras la independencia ratificó al establecer en su Constitución la defensa de la vida. Que este Bicentenario sea un momento para ratificar aquel proyecto de vida; y se puedan superar esas leyes de muerte vigentes hasta ahora. Lo que este país necesita no son políticas de muerte; sino una verdadera educación sexual a la luz del Evangelio. - El Dios de la libertad integral 161. La siguiente revelación que Dios hace de sí mismo en este pasaje – y en esta dura experiencia de Israel – es su imagen de un Dios dueño de la libertad integral. Él creó al ser humano en libertad. Al colocar en el Edén el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal, fue para permitirle al ser humano ejercer su libertad. Y, así lo hizo: Escogió desobedecer a Dios (cf. Gn 2, 6b). A cambio, Dios no lo castigó. Simplemente lo dejó que afrontara las consecuencias de su acción. Consecuencias que Dios nunca mencionó sino hasta después de cometida la desobediencia. Y nunca las mencionó por una sola razón: No quería que el ser humano tuviera limitado el ejercicio de su libertad por el miedo. Quería que ejercieran su libertad por amor. Por esta razón nadie puede quitarle la libertad a los hijos e hijas de Dios, pues ni Dios mismo lo hace. El mismo Dios, siendo Dios tiene una sola barrera que lo aleja del ser humano y esa es: la libertad.
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