El Callejón de las Once Esquinas
Los cultivos
Oswaldo
Castro Era marcadamente diferente al resto...
SIEMPRE HE CREÍDO que diariamente se aprende algo nuevo. Ha sido la conducta que gobernó mi vida como médico y, tras medio siglo de ejercer la profesión, sostengo que aún sé muy poco. Desde las aulas universitarias me enseñaron que no hay enfermedades sino enfermos y este principio me motivó a experimentar tratamientos atrevidos, innovaciones quirúrgicas y formas elegantes de practicar la eutanasia. Sería inadecuado e indecente afirmar que nunca he perdido un paciente. El médico es un ser de carne y hueso con sentimientos, frustraciones y capacidades limitadas. No siempre le gana a la muerte. 128
Me jubilé hace un año y conservo la lucidez y cordura de mis años mozos. El retiro oficial no me cogió de sorpresa y luego de un par de meses reflexivos, y por momentos deprimentes, decidí dar un giro a mi futuro. Conocedor de la mente y fisiología humanas, me fue muy sencillo reordenar mis prioridades para no encajar en la tropa de desempleados neuróticos e hipocondríacos. Lo primero que decidí fue dedicarme a la jardinería. Lo hice porque las plantas son seres vivos, llenos de sorpresas y expectativas. Fue así como edifiqué un pequeño invernadero en el jardín de mi casa. Diseñé un domo transparente con humedad y temperatura controladas, su-