Número 10
Crisantemos
Jac
Andino Están cerca... «SIEMPRE ES LA MUJER quien debe meter al hombre en la cama», esta frase resuena en mi mente como el sonido retumbante de un tambor. Siento las vibraciones provenientes de los incesantes golpes en la puerta. Espero paciente, acompañada por una calma austera, hasta que logren traspasar el umbral que nos separa. Las voces gritan molestas en un idioma que he aprendido a ignorar porque no es mi lengua materna, la que intentaron quitar con la prohibición y la amenaza. Están cerca. Distingo los murmullos cada vez más agudos; sin embargo, ninguno de los que quieren entrar en la habitación estuvo tan cercano al hombre que yace acostado en el tatami con los ojos entrecerrados y la boca abierta. Él ya no respira y no sé si esas personas se habrán dado cuenta de lo que hice, pero
sus pensares me interesan muy poco. La habitación huele a flores de crisantemos, a ese símbolo icónico de estas islas llamadas Japón. El peculiar olor logra alejar los arrepentimientos y la cobardía. Más allá de estas paredes, se escucha al barullo de la ciudad aclamar un llanto de dolor, una congoja por perder a un ser amado y no recuperarlo jamás, como me llegué a sentir el día que los japoneses entraron en mi país. Yo era una niña ingenua, desconocedora del poder que puede tener un hombre sobre otro. Ahora este pueblo me da lástima y debería de compartir esta derrota con ellos. Recordar que se han convertido en víctimas de su propia jugada. Mas no debo tener compasión, como no la tuvieron al separarme de mi familia. No es el momento para echarme hacia atrás con esta ráfaga de pensamientos absur157