Número 10
Reconciliación
Joaquín
Valls
Te preguntarás a qué viene tanto preámbulo... ES MEDIODÍA en Nassau, capital de Bahamas. Rosendo Gómez, dueño de un pequeño negocio turístico, acaba de recibir en su domicilio dos sobres certificados procedentes de Madrid. Cuando ve quién consta en ambos como remitente, se los queda mirando con extrañeza. Los sopesa y termina abriendo el más ligero, que contiene una sola cuartilla manuscrita fechada el 19 de febrero, hace casi un mes. Va a la cocina a prepararse un té. Con la taza en la mano y frunciendo el ceño, se sienta en la butaca del salón y comienza a leer. Querido hijo: Supongo que te sorprenderá volver a tener noticias mías después de tantísimo tiempo. Ya te anticipo que no se trata de ningún sablazo, así que por ese lado puedes estar tranquilo. Te consta que yo para mis cosas he sido siempre una persona reservada, pero hace un par de semanas me sucedió algo que ha cambiado radicalmente el rumbo de mi vida, y siento la imperiosa necesidad de contárselo a alguien. Puesto que amigos no tengo (en eso nada ha cambiado), se me ha ocurrido que, pese a todo el daño que le causé a tu madre —que en paz descanse— y de paso y sin proponérmelo también a ti, si me lo permites podría llamarte por teléfono para explicártelo, y en qué medida considero que puede ser importante para nuestra relación futura. Incluso me haría ilusión a partir de ahora, si a ambos os parece bien, acudir a visitaros de tanto en tanto. Tiempo libre es lo que me sobra. Durante todos estos años y practicando el autoengaño, he querido pensar que no me alejé de vosotros para eludir mis obligaciones como marido y como padre, sino todo lo contrario: por un acto de responsabilidad, para que mi difícil carácter (por llamarlo de alguna manera) no terminara contaminando el vuestro. En fin, quedo a la espera de tus noticias, por el medio que consideres más conveniente. Un gran abrazo. 85