Fin y principio
Una descripción acertada de La Víbora, podría comprender desde la Calzada de Palatino a la Avenida de Agua Dulce (Vía Blanca), que la separa de El Cerro al norte, continuando por la Avenida General Lacret, límite con Santo Suárez, a la Calzada de 10 de Octubre (antes Calzada de Jesús del Monte), por la Avenida San Miguel (Avenida Andrés) hasta Mayía Rodríguez y por la Avenida de Santa Catalina hasta la Calzada de Palatino. De acuerdo a este esquema, el área que abarca Villa Marista (terreno de beisbol incluido) es parte de La Víbora. Aunque hay quienes aseguran que en realidad pertenece a la barriada de El Sevillano, con el fin de evitar debates superfluos es preferible ceñirse a los trazados oficiales. Ya un poco hacia el Suroeste se encuentra el reparto Aldabó, nombre procedente de una fábrica de licores ya desaparecida y que aquí no tiene nada que ver. Su configuración, larga y estrecha, colinda con tantos municipios que parece que lo harán saltar del mapa de tanta presión. Su población estimada para 1992 era de 29000 habitantes, si bien después del 16 de enero pasó a ser de 28999, cifra de una exactitud chirriante y que merece ser redondeada en cualquier censo que se respete. El ausente responde al nombre de Severo, odontólogo de profesión, sesenta años de edad, caucásico, seis pies dos pulgadas de estatura, ojos claros (su esposa preferiría decir color cielo), hijos, nietos, cabeza de familia en definitiva. Entre La Víbora y Aldabó median aproximadamente seis kilómetros, el camino más rápido para llegar es tomando la calzada de Vento, como quién 11