Notas para una odontología del Hombre Nuevo (Fragmentos de un texto escrito por Severo en la revista cubana de estomatología hacia 1980)
A veinte años de distancia, puede afirmarse que se ha manchado de melancolía la sonrisa del Hombre Nuevo, se ha vuelto como plomiza. La sonrisa del Hombre Nuevo debe sugerir una franqueza ingenua, de lo contrario o es cínica o es una mueca. La razón de que su boca hoy tenga la forma y el color aproximativos de un pescado no es sólo la baja calidad de la pasta dental. Es que cuando reflexiona sobre las personas y las cosas se le dibuja una sonrisita distante, semicerrada, como la de alguien que siempre habla en susurros y para no alterar la cadencia de sus palabras sonríe sin mostrar los dientes. La razón es la falta de aire. Mostrarnos los dientes unos a otros es un claro gesto de sinceridad, en lo que es ahora el papel de los odontólogos –o el compromiso, para emplear un término afín– parece ser que el principal atributo de nuestros clientes sea una dentadura abiertamente blanca para comunicarse sin sombras. Nótese aquí que blancura y sinceridad van enlazadas (…) En las reuniones del sindicato nos han hecho creer que como parte de su innegable evolución, al Hombre Nuevo no le salen las muelas del juicio y tampoco ese vestigio del mono comúnmente llamado huesito de la alegría. Yo sostengo que esos son delirios de ancianos que se doblan de miedo ante una silla de ortodoncia. Al Hombre Nuevo las muelas del juicio deberían salirle derechitas y sin dolor. Y aunque de un tiempo hacia acá algunos colegas me han contado que cada vez presencian con mayor frecuencia tal suceso, en lo que a mí respecta sólo he visto cordales perfectamente formados en varios retrasados mentales que traen a la clínica a fin de mes (…) 132