Stiopa
Tío Stiopa fue un poema antes de ser muñequito. Alguien escribió «mil cosas os contaré, de la guerra y los combates, de “Marat” mi acorazado y de cómo terminé herido, defendiendo Leningrado». Es la voz de Stiopa, un miliciano que alcanzaba fácilmente los doce pies de altura, que tanto en su versión escrita como en la animada inculca en los niñitos soviéticos y por extensión en los cubanos lindos valores cívicos. Stiopa va por las calles resolviendo diversos asuntos: rescatar el oso de peluche de una niña, liberar a un pajarito atrapado dentro de las luces del semáforo, arrestar a un ciudadano que explota globos con su cigarro en una juguetería. Muchas racionalidades no volvieron a ser las mismas después del Tío Stiopa. Los mismos muñequitos rusos no fueron igual después de que Stiopa desapareció de la televisión. En Cuba esto ocurrió a principios de los ochenta, de ahí que pueda sostenerse que después de Stiopa vino la Perestroika. Hoy Stiopa ha quedado reducido a un chiste generacional entre aquellos que fueron niños antes de la Perestroika, todo el que sea largo y flaco (los valores cívicos se han perdido con el tiempo) recibe el cariñoso sobrenombre de Stiopa.
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