15 Ácaro Rojo Después de tantas trastadas como empleado en las posadas habaneras, Ácaro Rojo fue amonestado y castigado severamente… lo mandaron a atender el baño público de la terminal de trenes. Tras un tiempo de sentirse humillado y avergonzado, se fue habituando a aquella nueva función que le había sido conferida. En realidad no le iba tan mal, al fin de cada día lograba acopiar las monedas necesarias como para no morirse de hambre y de vez en cuando poder tomarse una cervecita con los otros ácaros que le rodeaban. Esos ácaros eran gentiles con él y a menudo le hacían donativos de periódicos viejos para facilitarle su gestión de trabajo. La estabilidad no duró mucho, fue destruida por la buena intención de uno de esos ácaros que le llevó unos cuantos suplementos del periódico de más circulación en todo el país. Se trataba de un documento crucial para el destino de la nación. Nadie, ni el propio Ácaro Rojo, se percató de ello, rasgándolos a la mitad para el bienestar de los usuarios. Cuando todo fue descubierto ya no había remedio: el asunto estaba en manos de la Seguridad del Estado y el pobre ácaro podría ser acusado de Traición a la Patria.
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