Dioses de Lambayeque
dueños del cielo nocturno, por lo tanto pueden relacionarse no solamente con la luna y las estrellas, sino además del sol nocturno, en su periplo por el mundo subterráneo.
Fig. 341
El perro 2 Los perros en la cultura andina han sido considerados como uno de los animales más cercanos al mundo de los dioses. Es por ello que no son pocas las culturas peruanas que contribuyen con el pasaje de los difuntos al otro mundo con el entierro de un perro, caso de la tumba del señor de Sipán (alva s/f), cuya presencia garantiza el éxito de este viaje como hasta ahora se puede escuchar entre las creencias campesinas al sur del Perú (Millones, 2012: 60-61). En algunos casos, estos animales fueron tan pulcramente momificados, como lo eran los seres humanos. Felizmente, son diversos los contextos arqueológicos que han reportado entierros de perros como parte del contexto funerario, como los registrados en Chiribaya, en la costa sur (Guillén, 2000, comunicación personal) que son indicadores de su importancia en el pasaje al mundo de los muertos. La etnohistoria ofrece diversos relatos vinculados a las creencias relacionadas con el rol de estos animales durante los eclipses. A fin de evitar que sol o la luna desaparecieran, la gente tenía la costumbre de apalear a los perros para que sus lamentos o aullidos evitaran que el sol se apagara o la luna desapareciera. Seguramente, hubieron varias especies de cánidos en el Perú prehispánico, con pelo o sin pelo, dejando evidencias de ello en la iconografía, además de los rasgos físicos debidos al estudio especializado de sus restos óseos. 262