EXÉGESIS FRANCISCO JAVIER GALLEGO DUEÑAS Exégesis 2Dossier Segunda Época
José Luis Morante: Cartografías de la identidad [literatura-crítica-poesía]
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acido en El Bohodón (Ávila) en 1956 que lo sitúa, al menos cronológicamente, cerca de los principales representantes de la llamada “poesía de la experiencia” (Javier Egea y Jon Juaristi nacieron en 1951, Luis García Montero en 1958, Felipe Benítez Reyes en 1960, Carlos Marzal en 1961).1 Bebe tanto de Gil de Biedma y Ángel González, de Celaya, Fonollosa, Margarit y Cernuda, como de Borges y Nicanor Parra, de Julio Martínez Mesanza aunque su estilo carezca de la épica de éste. Con Blas de Otero comparte el lenguaje común, coloquial, sumamente cuidado, dotado de ritmo y fina ironía. No intenta, desde luego, deslumbrar con ingenio a través de metáforas artificiales, prefiere recursos como la concepción simétrica del poema, el léxico coloquial y selecto, la “adjetivación ajustada y plena de connotaciones, claridad sintáctica” (Gutiérrez Turrión 13). Según Fernando López Guisado, encontramos una “propuesta estética clásica en el autor que defiende una línea clara cuyas imágenes se alejan de cualquier artificio ostentoso pero también de la arbitrariedad y de la experiencia poética centrada en exclusiva en lo meramente anecdótico” (2013). José Luis Olmedo precisa, “también será constante la arquitectura imparisílaba de los versos: pentasílabos, heptasílabos y endecasílabos serán
los más recurrentes en una combinación de metros que irá floreciendo alejandrinos, en mayor medida, en detrimento del eneasílabo” (2019). Como en otros poetas de la experiencia, aunque hay paseos rurales, predomina el espacio urbano, “donde el personaje toma conciencia de los otros y esboza un álbum de imágenes naturales, realistas para reproducir sus pasos” (Gutiérrez Turrión 26). Y como defienden programáticamente, siguiendo a Juan Carlos Rodríguez (Dichos y hechos), la poesía es también un género de ficción: “Escribir es mentir. La mentira merece un crédito que valore su aspecto verosímil, su apariencia de normalidad” (MP); “Tanta dulce mentira esconde a otro” (“Autobiografía”, Causas y efectos). ¿Poesía de la experiencia? Pues claro. ¿Poesía narrativa? De acuerdo. ¿Dónde entonces, su trascendencia y su duración? En compartir los referentes y en extraer los denominadores comunes que los sustentan y que configuran seguramente la base vital de todos nosotros. (Gutiérrez Turrión 21) Su posición como excelente y reputado crítico2 y editor3 ha ocultado su carácter de poeta de cuidado lenguaje y dueño de una voz muy personal, poeta en extremo nada precoz, comenta José Luna Borge en la
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