El gran debate y la última insurrección del Apra
La conspiración con Perón y la conexión boliviana Armando Villanueva del Campo constituye en el Apra el arquetipo del hombre de aparato. Sufrió carcelería varias veces, fue exiliado otras tantas, participó en varios intentos revolucionarios, llegó a ser candidato presidencial del Apra a la muerte de Haya y tuvo un rol protagónico en algunos de los conflictos internos más graves del partido. No es un intelectual. Es un hombre de acción y eso lo coloca en las antípodas de Luis Alberto Sánchez, un escritor reconocido al que las bases apristas le reprochaban que nunca había vivido la clandestinidad, pues cada vez que había una persecución optaba por asilarse en alguna embajada, para luego salir al exilio. Entonces, trabajando como profesor universitario y viajando constantemente entre eventos académicos, vivía una vida muy distinta a la de los apristas de base, pobres, sin contactos, en muchos casos viviendo abandonados a su suerte en un país extranjero. Las memorias de Villanueva del Campo brindan una excelente aproximación a la vida partidaria concebida como una pasión, una familia alternativa, una mística, una opción de vida. Al leer sus memorias, llama la atención que a lo largo de medio millar de páginas no existe referencia alguna a polémica, posiciones encontradas o disputas partidarias en el seno del Apra (V del C 2004). Esto es particularmente clamoroso cuando escribe acerca de la primera mitad de la década de los cincuenta, cuando Haya de la Torre estaba cautivo en la embajada de Colombia, en Lima, mientras que el gobierno de Manuel A. Odría le negaba el salvoconducto para poder abandonar el país. Los dirigentes más importantes del Apra se encontraban entonces en el exilio y la derrota experimentada a raíz del fracaso de la intentona revolucionaria de 1948 había provocado una gran diáspora.