Nelson Manrique
Villanueva se incorporó al grupo de Seoane y Barrios cuando llegó a Santiago de Chile, la ciudad que en adelante se constituyó en su lugar de residencia principal, alternada en algunos momentos con Buenos Aires. Poco después, asumiría un rol protagónico en la trama revolucionaria aprista que se empezaba a armar con el apoyo del general Juan Domingo Perón.
La conspiración aprista con Perón El grupo aprista radicado en Buenos Aires había establecido relaciones con el gobierno de Juan Domingo Perón, buscando su apoyo para realizar una revolución contra Odría y así rescatar a Haya de la Torre de su cautiverio. Siguiendo las tradiciones conspirativas del aprismo, se trataba de promover un levantamiento militar, encabezado por un general amigo del partido, al que, llegado el momento, le brindarían apoyo brigadas de militantes apristas. Era un proyecto de vastas dimensiones, según la versión de Villanueva del Campo, que se autodefine como la persona clave de un movimiento revolucionario que comprometía a Perón, al presidente de Bolivia, Víctor Paz Estenssoro, «a un numeroso grupo de militares peruanos y a la juventud aprista» (V del C 2004: 469). Existían vínculos entre los apristas y personajes del entorno de Perón. José Barsallo Burga, un militante aprista, tenía inclusive relaciones personales con el general argentino. A fines de noviembre de 1952 los más importantes dirigentes apristas en el exilio se reunieron en Buenos Aires para conversar con el general. Según Villanueva del Campo, en la conspiración de Buenos Aires participaban Manuel y Juan Seoane, Luis Alberto Sánchez, Luis Barrios y él. Como se ha señalado en otra parte, el enfrentamiento de Perón con los norteamericanos le había ganado las simpatías entre varios de los apristas exiliados, aunque este sentimiento no era compartido por Luis Alberto Sánchez. Durante los últimos días de noviembre de 1952 llegaron a Buenos Aires los conjurados con el objetivo de reunirse con el presidente argentino. La cita con Perón había sido arreglada desde Bolivia, a través de Paz Estenssoro, con la participación del comandante Silveira Casares, un militar peronista a quien recurría Perón para manejar esa clase de asuntos extraoficiales. Aunque Luis Alberto Sánchez llegó a Buenos Aires el mismo día de la cita, decidió no asistir a la reunión. Según Villanueva del Campo, solo después ellos se enteraron de que Víctor Raúl no veía con buenos ojos el proyecto: «Seguía encerrado en la embajada de Colombia y no podía conocer los alcances del movimiento. Sánchez se había enterado de la actitud de Víctor Raúl y se abstuvo de asistir» (V del C 2004: 463). Sánchez ratifica que faltó deliberadamente a la cita. En su Testimonio personal, publicado en 1969, narra que cuando Luis Barrios le 128