El fantasma de la revolución. El velasquismo y el Apra
La revolución militar y los partidos políticos La madrugada del 3 de octubre de 1968 se produjo el golpe militar encabezado por Juan Velasco Alvarado. Este venía preparándose durante cierto tiempo y se dio en el momento de mayor aislamiento político del régimen. Se trataba de un golpe atípico; no la iniciativa de un militar que asaltaba el poder, sino el resultado de una decisión largamente madurada por un grupo de oficiales del Ejército que tomaba el poder con la intención de realizar profundas transformaciones estructurales. No fue un golpe institucional sino de un sector de una de las tres armas, pero a lo largo del 3 de octubre, después de derrocar al presidente Belaunde y colocarlo en un avión con destino a Buenos Aires, Velasco negoció con la Marina y la Aviación, y consiguió acuerdos que comprometían a la Fuerza Armada en su conjunto. De esta manera, a las cinco de la tarde juramentó un gobierno institucional de las fuerzas armadas . No fue un simple cambio de gobierno o de representantes políticos. Clases y fracciones de clase, como los terratenientes costeños y serranos y los sectores de la burguesía financiera asociados a la propiedad de la tierra, fueron desalojados definitivamente del poder y las reformas redefinieron profundamente la estructura de clases, especialmente en el campo. No fue tampoco originalmente un movimiento de contención frente a una situación de ascenso popular —aunque en fases posteriores adoptara efectivamente este carácter—: el gran movimiento campesino había cerrado su ciclo en 1964 y los intentos de cambiar la sociedad por la vía armada revolucionaria habían sido derrotados por los militares un año después. Sin duda ambos
Que se lograra mantener la unidad militar, a pesar de las discrepancias existentes al interior del régimen fue posible gracias a su habilidad política.