Nelson Manrique
40 años. Tenemos el ejemplo de Cuba para atestiguar en América la acción de ese nuevo y más terrible imperialismo» (Carneiro1964: 19-23). Mientras la administración Kennedy daba el pase libre a los planes iniciados durante el gobierno de Eisenhower para la invasión a Cuba, Haya fundamentaba el «derecho» de los Estados Unidos de intervenir. Además, proponía el Tratado de Asistencia Recíproca, suscrito en Río en 1947 —a través del cual Estados Unidos alineó a las fuerzas armadas latinoamericanas en su enfrentamiento con el bloque soviético—, como el instrumento que legitimaría la intervención. Sostenía que debía «considerarse agresión la imposición de ideas ajenas al hemisferio» (Carneiro 1964: 19-23)17. Es en ese contexto que el político brasileño Assis Chateaubriand invitó a Haya al Brasil, «tan necesitado de buenos ejemplos democráticos». Aparentemente la intención de su interlocutor era halagar a Haya cuando, «refiriéndose a la presencia del eminente peruano, dijo en su lenguaje pintoresco: “Hemos tenido aquí a varios y peligrosos osos blancos y rojos. Haya de la Torre es el primer oso manso que nos aparece dentro de la jaula democráti ca. No hemos hecho más que hacer pasear por Brasil a ese oso domesticado”» (Carneiro 1964: 19-23). En todas las entrevistas que respondió en adelante, Haya se ratificó en la idea de la existencia del lado bueno y el lado malo del imperialismo y en la necesidad de que América Latina se unificara para negociar y así aprovechar los aspectos positivos de la presencia de los capitales imperialistas18.
El antiimperialismo, el Apra y el gobierno militar A inicios de los años setenta en el Perú se vivía un período de radicalización, gracias a las reformas que implementaba la Junta Militar de Gobierno presidida por el general Juan Velasco Alvarado. Los velasquistas se habían desmarcado del alineamiento servil de la oligarquía con los Estados Unidos y habían abierto relaciones diplomáticas con todo el mundo. Se había retirado de los pasaportes el sello que hasta entonces prohibía expresamente a los ciudadanos peruanos viajar a los países socialistas. Poco después romperían la dependencia militar con los norteamericanos y renovarían todo su armamento con equipos soviéticos. La acción revolucionaria de los militares nacionalistas obligaba a Haya a radicalizar su discurso. En una entrevista concedida en marzo de 1971, afirmaba: 17
Naturalmente, no se refería a las ideas de Hegel, Einstein o Toynbee, de quienes se declaraba seguidor, sino a las del comunismo internacional. 18 Véase, por ejemplo, Arenas, Arana Freire y Tord 1970: 42-47, Hildebrandt y Lévano 1971a: 6-11, 46 y 48, Tarazona 1977: 10-15, Resumen 1977: 18-25, Volsky 1977: 84-89, Baeza Flores 1962, La Prensa 1974, Troiane 1974. 50