«¡Usted fue aprista!»
que en el de los campesinos a los que este expoliaba: «tenían el control político del departamento o zona respectiva, a través de los Prefectos, Subprefectos o Alcaldes o Caciques de la zona. El Apra jamás podría propiciar una efectiva reforma agraria porque iba contra sus propios intereses» (Cristóbal 1985: 223). Sin embargo, al mismo tiempo, el Apra necesitaba mantener y ampliar su apoyo popular entre los trabajadores, especialmente entre los jornaleros de las plantaciones azucareras en la costa norte, entre ciertos grupos mineros en los Andes centrales y los más organizados elementos del proletariado de Lima. «En esto radica el gran dilema para Haya y el resto de los funcionarios de clase media del APRA: cómo ganar y mantener su radical apoyo de las clases más pobres sin alarmar o alejarse de sus aliados de las clases media y alta […] lo que explica el posterior flirteo de Haya con oficiales militares de alto rango, esperando convencerlos de liderar revoluciones para él, en lugar de fiarse de levantamientos populares» (Davies 1989: 73). Davies coincide pues con la tesis planteada por el mayor Víctor Villanueva.
Crónica de una amistad: Víctor Raúl y Luis Alberto Sánchez Entre los dirigentes del Apra, posiblemente fue Luis Alberto Sánchez quien mayor influencia ejerció sobre Haya de la Torre en el período del gran viraje. Por eso reviste especial interés analizar la naturaleza de sus relaciones. Haya era siete años mayor que Sánchez, pero el prestigio continental del que este gozaba como intelectual acortaba las distancias y lo convertía en un interlocutor privilegiado. No es que Sánchez le dijera a Haya qué debía hacer, sino que en él Haya encontró el más firme respaldo al cambiar algunas de las definiciones fundamentales de lo que hasta entonces había sido la doctrina y la práctica aprista. Como se verá, Sánchez cambió de línea más tempranamente en algunos temas medulares, como los relativos a la posición antiimperialista del Apra, el rechazo a la tradición revolucionaria insurreccional y la violencia como la vía para llegar al poder. Virtualmente desde el inicio, Sánchez manifestó una posición abiertamente hostil hacia cualquier acercamiento del Apra con el socialismo, y eso lo diferenciaba de la mayoría de los líderes apristas. En una fecha tan temprana como el 21 de diciembre de 1930, escribía: «El público tiene dos direcciones que el Apra debe canalizar […] anti civilismo, anti comunismo y cierta desconfianza del socialis mo. Por cuanto esta palabra inspira temor» (VRHT y LAS 1982: vol. 1, 28; las cursivas son originales del autor). Un intercambio epistolar entre ambos, desarrollado durante 1943, puede echar luz sobre la naturaleza de sus relaciones personales. Sánchez estaba exiliado, viviendo en Chile y moviéndose continuamente entre Buenos Aires, 63