«¡Usted fue aprista!»
estuvieron detrás de las grandes iniciativas insurreccionales de los comienzos del Apra, incluida la revolución de Trujillo de julio de 1932. El propio Manuel «Búfalo» Barreto, considerado el paradigma del trabajador aprista revolucionario, era un obrero anarquista proveniente del Callao —no de Trujillo, como suele creerse—, donde había activado en el gremio de estibadores, que se trasladó después a La Libertad, se incorporó al Apra y encabezó el asalto al cuartel O’Donovan, muriendo heroicamente en esa acción (Villanueva 1975: 99, Thorndike 1969).
Balas y votos. Los dos discursos del aprismo Haya cultivaba la pasión radical de sus bases estimulando permanentemente una atmósfera de preparativos insurreccionales que reforzaban entre los trabajadores la convicción de que el partido tenía como norte asaltar el poder por la vía revolucionaria. Pero al mismo tiempo, desde los primeros momentos, jugó a llegar al poder por la vía electoral. Como esta opción chocaba con la tradición radical de las bases populares36, al mismo tiempo que jugaba a las maniobras electorales alentaba simultáneamente la organización de intentonas insurreccionales. Esta línea dual de acción —sus adversarios la denominaron «la escopeta de dos cañones»— estuvo presente en el Apra desde los inicios37. En 1928 Haya de la Torre decidió lanzar su candidatura a la presidencia de la República. Lo hizo a través de una carta firmada por una supuesta célula de militantes del Partido Nacionalista Liberador, desde Abancay. Ni había ninguna campaña electoral en el horizonte, ni Haya tenía los 35 años que la Constitución estipulaba para candidatear a la presidencia, ni existía el partido, ni la célula, ni la carta había sido enviada desde Abancay. Fue redactada y enviada desde México —donde Haya residía en ese momento, luego de haber viajado desde Inglaterra a Estados Unidos formando parte de una delegación estudiantil para 36
Recuérdese que para los anarquistas la política era un quehacer sucio y corruptor. Los que se incorporaron al Apra —una minoría se dirigió al Partido Socialista— lo hicieron porque se convencieron de que era imposible hacer la revolución sin una organización política; pero esta solo podía justificar su existencia si luchaba por tomar el poder por la vía revolucionaria. 37 Afirma Hugo Neira: «Si hay una constante es ésta: la oposición democrática del aprismo a todas las dictaduras» (Neira 1996: 397). Esta afirmación no guarda correspondencia con lo que fue la práctica política del Apra, ni en lo que a la «oposición democrática» se refiere, ni a que el Apra solo insurgiera contra regímenes dictatoriales, como lo muestran los intentos insurreccionales contra José Luis Bustamante y Rivero, un presidente que el Apra había puesto en el poder con sus votos, pero contra el que estuvo conspirando virtualmente desde el inicio. Solo es válida para el periodo posterior al viraje que en los cincuenta convirtió al Apra en el partido del orden, aliado con la oligarquía y el imperialismo y profundamente hostil a cualquier intento de cuestionamiento del orden oligárquico. 75