Green is
more!
Saldivia, Eduardo Green is more! : Reflexiones para una ciudad sostenible / Eduardo Saldivia . - 1a ed . Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Diseño, 2020. 188 p. ; 14,5 cm x 20,5 cm. ISBN 978-1-64360-313-1 1. Arquitectura . 2. Sostenibilidad. I. Título. CDD 720.1
Editor: Arq. Guillermo Raúl Kliczkowski Diseño gráfico: DG Cecilia Ricci Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina / Printed in Argentina La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, idéntica o modificada, no autorizada por los editores, viola derechos reservados; cualquier utilización debe ser previamente solicitada. © 2020 Diseño Editorial ISBN: 978-1-64360-313-1 ISBN EBOOK: 978-1-64360-314-8 Mayo de 2020
En venta: LIBRERÍA TÉCNICA CP67 Florida 683 - Local 18 - C1005AAM Buenos Aires - Argentina Tel: 54 11 4314-6303 - Fax: 4314-7135 - E-mail: cp67@cp67.com - www.cp67.com FADU - Ciudad Universitaria Pabellón 3 - Planta Baja - C1428BFA Buenos Aires -Argentina Tel: 54 11 4786-7244
Índice Prólogo
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Introducción
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Capítulo 1: Nuestro planeta Acciones para mitigar el cambio climático. ¿Cómo ser Eco-Friendly? 17 Vaquita por el mundo No tenemos un planeta B ¿Sostenible o sustentable? ¡El tiempo es breve! Un cambio de paradigma Los niños nos marcan el rumbo
Capítulo 2: Las ciudades ¿A que se llama “Smart cities”? Propuestas para nuestras ciudades. Posadas inteligente Posadas 2032 El desafío del Siglo XXI Ciudades donde todos ganen Entre médicos y arquitectos, la vivienda higienista Defensores del espacio público Una solución entre todos La era digital en los municipios
Capítulo 3: Movilidad y transporte ¿Podemos vivir sin el auto particular? Bicicletas, BTR y peatonales Bus de transporte rápido +Amor -Motor Rescatando al peatón Ciudades aptas para niños Los peatones son la nueva prioridad La ciudad medida en tiempos
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Capítulo 4: Tecnologías limpias Propuestas para empezar por casa
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Cerco verde La revolución eléctrica Uso eficiente del agua
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Capítulo 5: La Tierra Colorada El caso misionero. Resiliencia a los nuevos tiempos. Patrimonio Un país llamado Misiones Misiones Zona Franca El pasado abre puertas al futuro Las fronteras no son muros Recta final para el Plan Posadas 2022 Posadas Ciudad-Parque
Capítulo 6: Nuestros Héroes Arquitectos que nos marcaron con sus historias de vida y vocación Palancas por botones El tucumano que venció a Hitler La dignidad del adobe Los jardineros que cambiaron el mundo Adiós al caballo del comisario
Capítulo 7: Otros temas Misceláneas y contenido que profundiza capítulos anteriores Club de amigos de los ladrillos Ser o no ser profesor Cine y arquitectura Lugares para vivir Nadie usa el living ¿Qué es una pasión?
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Prólogo Por la Dra. Arq. Ana María Romano
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rologar un libro siempre es una responsabilidad, es abrir entusiastamente la puerta para dar la bienvenida al lector, siendo fiel al sentido del texto donde con tanta generosidad se exponen pensares y sentires.
Este es un escrito franco, sencillo y profundo, cuya lectura la facilita el estilo próximo, coloquial y amistoso con el que el autor nos acerca a un tema trascendental, como es la necesidad de preservación de nuestro mundo, del único que tenemos. Eduardo Saldivia cursó parte de su carrera de arquitecto, como él dice en la introducción, en el taller de arquitectura que yo integraba y en el cual me tocó ser testigo de su formación disciplinar, su entusiasmo de estudiante en el cual ya sobresalía su capacidad, dedicación y tenacidad pero, sobre todo, su pasión por la profesión que abraza con tanto amor y compromiso. Durante muchos años esas cualidades se fueron afianzando y ampliando en el ejercicio profesional, con la fuerza de las verdaderas vocaciones hasta alcanzar el lugar desde donde hoy redacta estas páginas, con el sentimiento ecuménico de quien no quiere pasar por la vida sin 7
hacer algo que mejore el mundo recibido y sin trasmitirle a sus hijos esas mismas convicciones. Lo hace desde la intimidad de la tierra misionera, el lugar que lo albergó y que el acogió como propio, donde la vida y la naturaleza se manifiestan con tal pujanza y desenfreno que no permiten mirar para otro lado a la hora de preservarla. Desde su lugar en el mundo Eduardo piensa sobre el mundo. “Green is more” o “verde es mejor” son las palabras que elije para contagiarnos el amor por el planeta, que no admite desmayos ni claudicaciones. Copio sus propias palabras “a lo largo de este libro podremos ver como el “verde es mejor atraviesa todo el mundo de la arquitectura, el urbanismo, el paisajismo y la construcción actual” Es un texto que habla del futuro, actúa en el presente y abreva en la cultura del pasado, desde la cual señala algunos referentes que nos muestran el espejo desde donde mirar hacia adelante. Los capítulos reúnen textos breves y profundos narrados con el mismo espíritu de las mateadas misioneras entre amigos en la pausa distendida de la sobremesa. Fueron anticipados en sus notas semanales para el diario El Territorio y, quizás por eso, la prosa es sencilla y clara, puesta al alcance de todos, sin renunciar a la profundidad del concepto, desde allí advierte sobre la crisis terminal del planeta sin permanecer en la crítica improductiva sino sugiriendo activamente soluciones a distintas escalas. Es un planteo optimista sobre las perspectivas futuras, a condición de comprometernos personal y socialmente con esa empresa, convencidos, como decía la Madre Teresa de Calcuta que “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota” 8
Eduardo comienza hablando de Nuestro Planeta y de la necesidad de un cambio de paradigma. En el primer capítulo propone los micro-mecenazgos, que impulsan nuevos proyectos con pequeñas contribuciones colectivas, e invoca la idea de la encíclica donde Bergoglio nos dice que ya no dependemos de grandes entidades para luchar contra el cambio climático, trasmitiendo la idea de que el cambio depende de cada uno de nosotros, de la suma de las gestiones individuales, solidarias y mancomunadas. Todo el libro refuerza con múltiples ejemplos esta idea donde fundamenta su optimismo, sin concesiones y dejando claro que si insistimos en una huella ecológica mayor de la tolerable nos dirigimos inexorablemente a una destrucción irreparable. Como contrapartida menciona los programas que tienden a revertirla y las campañas amigables con el ecosistema, con iniciativas sustentables y sostenibles en el tiempo. Nos ofrece numerosos ejemplos y advierte que el tiempo se agota. No se trata de un planteo fatalista, tampoco ingenuo, no desconoce los potentes intereses que obstaculizan los buenos intentos, pero nos presenta soluciones y una visión esperanzada, de profundo humanismo, a sabiendas de que “no tenemos un planeta B”. Por eso se ocupa entre otros temas, del problema de la basura y su recuperación, de la producción de energías limpias, de distintas formas de reciclaje y de las pequeñas acciones cotidianas que pueden revertir el impacto de la huella de carbono, sin olvidar la necesidad de formar, capacitar y enfrentar los problemas a través de la educación. En el segundo capítulo nos dice de las ciudades y nos lleva a la vanguardista Posadas y sus sucesivos programas de desarrollo que la conducen a consagrarse como ciudad inteligente (según la definición establecida por la ONU) en el Plan Posadas 2032. Al tiempo que nos lleva desde el pago chico a los desafíos del Siglo XXI, expone ejemplos de arquitectura y urbanismo que demuestran que las 9
propuestas no son una utopía y pueden lograrse, encontrando un equilibrio entre los intereses contrapuestos y buscando mediaciones posibles. No deja de involucrarse con la arquitectura doméstica y la necesidad de dar solución a marcados déficit cualitativos y cuantitativos, reivindicando soluciones para una vida digna, que prolonga al ámbito de los espacios urbanos, siempre con la gente como protagonista y la urgencia de recuperar espacios para la vida, multiplicando superficie verde, saneando y abriendo los cursos de agua entubados y generando más lugares saludables para juego y esparcimiento. Sirven de ejemplo ciudades que han cambiado su fisonomía y la vida de sus habitantes como Medellín, que ya exhibe sus resultados, conectando sus barrios, reduciendo la violencia, sacando a los jóvenes de la calle y brindando el equipamiento necesario, fruto de una gestión gubernamental sostenida a pesar de los cambios políticos. Demanda, de acuerdo a los tiempos una conectividad plena, acorde a la disponibilidad de las tecnologías, otro modo de ejercer la proximidad a distancia en la era digital. Eduardo extiende su mirada crítica, sus propuestas concretas y alentadoras, cuando nos habla de Movilidad y Transporte, en el capítulo 3, haciéndose cargo de la máxima “más amor, menos motor”, con soluciones sencillas, económicamente factibles donde la capital misionera ofrece soluciones ya implementadas. Aboga por una ciudad de cercanías, medida en tiempos, donde el peatón y el ciclista se impongan sobre el predominio vehicular, se recuperen espacios para la gente, veredas anchas y arboladas con lugares de permanencia y donde los espacios peatonales celebren la vida en una ciudad segura, amable, inclusiva y diversa. En esa línea, una vez más muestra las carencias sin dejar de proponer y ofrecer los recursos, ilustrando con ejemplos de distintos lugares del mundo y distintos momentos de la historia que mejorar es posible. 10
En el capítulo 4 se aboca al tema de las tecnologías limpias para la producción de energía, el uso eficiente del escaso e irrecuperable recurso del agua potable, su utilización sin desperdicios, su recuperación en usos alternativos, la utilización del agua de lluvia y nos da sólidos referentes, mostrando que todo lo dicho ya está probado, sólo hay que llevarlo a la práctica … y no es tan difícil. El capítulo 5 mira hacia distintos lugares como ejemplos de urbanismo. Lugares que han sabido ganar batallas medioambientales, como Portugal y Holanda, entre otras. Una Holanda donde, al tomar conciencia del impacto negativo de su estilo de vida, los habitantes han decidido revertir el proceso asumiendo un reto acorde a los tiempos. Nos habla de las cuencas a cielo abierta de ciudades como Brujas y la recuperación de la vida cotidiana de lugares donde la gente se apropió de la calle, recreando la vida vecinal en la proximidad barrial con aroma local. Enfatiza la importancia de recuperar la participación ciudadana creando formas de gestión donde se puedan tomar decisiones conjuntas. Pero no solo es mirar hacia afuera y nos lleva nuevamente a su Misiones, orgullosamente vanguardista. Una ciudad que asume el desafío del futuro repensándose y que reconoce su posición estratégica, abriéndose a la vinculación fraternal con los países limítrofes, en el turismo, la industria, el comercio, con un gesto en el que no sólo amplía sus límites, sino que se compromete con su tiempo, inventando un nuevo futuro, porque “las fronteras no son muros” y todas las transversalidades son bienvenidas. El capítulo 6 es un homenaje, a los “héroes” que Saldivia admira, arquitectos, urbanistas, paisajistas de ayer y de hoy, de aquí y de allá, los que están en su corazón, aquellos que se animaron a los cambios, los que dieron ejemplo con sus obras, los que pensaron su arquitectura en un marco ampliado de respeto, sabiéndose ciudadanos del mundo 11
y proponiéndose protegerlo con su obra, aún antes de que esta crisis amenazara con tanta proximidad. El libro cierra con ricos caramelos surtidos, diciendo lo que sentía que le faltaba decir, resaltando modos de gestión solidaria y volviendo a su otra pasión, la educación, la maravillosa aventura de enseñar, ser profesor y cómo serlo, las competencias profesionales y una mirada crítica que propone como corolario nuevas formas de habitar. En el cierre asume y reivindica, por si no quedó claro, su pasión por la arquitectura. Después del recorrido por estas páginas debemos volver a la propuesta, “verde es mejor”. Lo hacemos en un momento particular del mundo, una pandemia que nos obliga a mirarnos, volver a nuestros afectos, apreciar nuestro entorno, honrar lo cotidiano y el mundo que nos da albergue, pensar el daño que le infligimos y abandonar nuestra actitud adolescente. A los pocos días de la cuarentena que nos tiene dentro de casa, la contaminación retrocedió al nivel de los años 70. Era necesario “guardarnos” involuntariamente para darnos cuenta del daño perpetrado como especie y la confirmación de que el planeta no nos necesita, más bien todo lo contrario, vive mejor sin nosotros. En este contexto las palabras de Eduardo toman una dimensión inesperada. No hay un planeta B y este planeta, el único que tenemos, nos reclama sin darnos opciones. Ni la mirada apocalíptica, ni la esperanza ingenua, sólo la demanda de acciones concretas de salvataje. Para empezar a pensar en ellas estas páginas nos dan algunas pistas. Todo lo demás depende de nosotros.
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Introducción
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n 2001 empecé a estudiar arquitectura con el arquitecto Félix Casiraghi, quien por muchos años había sido socio de Roberto Frangella y Ricardo Cassina, la clase que él dictaba en su Cátedra de la FADU-UBA era atípica, en primer lugar por el horario, ya que era la única clase de Arquitectura que se dictaba a la tarde; y en segundo lugar por la poca cantidad de alumnos que éramos: en Nivel I siempre había 20 estudiantes, pero en Nivel II éramos 7, en Nivel III fuimos 5, y los otros 5 eran los niveles IV y V juntos. La escala del taller permitía un trato verdaderamente personalizado sobre cada uno, Felice y Ana María Romano recorrían las mesas llenas de planos y maquetas y él siempre preguntaba: ¿Qué trajo Eduardo hoy? Conocía el progreso y las ideas de cada uno de nosotros. Para luego sentarse a explicarnos las obras de Renzo Piano o de Toyo Ito. Según el Maestro Cesar Pelli -quien fue Decano de Yale- la única manera de aprender a ser arquitecto es trabajando junta a otro arquitecto y, en mi caso, ese fue Félix y su firme propósito de vernos crecer. En esos días comprendí la diferencia entre simplemente construir y hacer buena arquitectura. Casiraghi era un continuador de las obras de Alvar Aalto -al que conoció personalmente- y no dudaba en revisar aquello que promulgaba 13
Mies Van der Rohe de less is more. El arquitecto finlandés, lejos de despojar a sus obras de artesanía, les daba valor agregado con poesía, con materialidad, de esto se trataron las obras que Félix hizo junto Roberto y Ricardo y esperaba que nosotros hiciéramos los mismo. En la segunda mitad de mi proceso como estudiante -ya en la Cátedra de Arq. Jorge Moscato- conocí a los arquitectos Julián Sirolli y Claudia Resta. Julián desarrollaba teorías sobre operaciones morfológicas simples pero inteligentes, experimentaba en su estudio junto a Claudia sobre funcionalidades flexibles y me abrió las puertas al mundo de la indeterminación. Sirolli nos llevaba intelectualmente a Holanda, nos abría la cabeza al vuelo de Rem Koolhaas, de MVRDV o de Bjarke Ingels, y este último terminó sorprendiéndonos a todos con aquello de Yes is more! que no es otra cosa que el diseño práctico, propositivo, con lo difícil -y admirable- que resulta hacer las cosas simples. En definitiva, está claro que uno puede construir, o puede hacer buena arquitectura con lo que construye. Si hacemos arquitectura y la despojamos de la temporalidad, si creamos esa máquina de habitar despersonalizada de los modernos, será la arquitectura del: Less is more. Si hacemos un análisis detallado -casi obsesivo- de los materiales disponibles, de los usos que se le darán al espacio, y el resultado es en apariencia simple, pero producto de un profundo background que lo fundamenta, resultará un: Yes is more! Hoy tenemos una nueva manera de ver las cosas. Como docente de Arquitectura de la UCSF, en una provincia tan rica por su biodiversidad como Misiones -que alberga a las Cataratas del Iguzú, una de las siete maravillas naturales del mundo- empecé a comprender el compromiso que pueden tener los pueblos con el ambiente y con lo que llamamos hábitat urbano.
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Siguiendo mucho de aquello que nos transmitieron los Guaraníes y las prácticas respetuosas por el ecosistema en lo que fueron las Misiones de los Jesuitas, declaradas Patrimonio Mundial por UNESCO, podemos sustentar nuestro diseño desde una visión sostenible. Podemos reducir nuestra huella de carbono, reformular el estilo de vida que conocemos de las grandes capitales y proponernos cambiar nuestros hábitos de consumo. Podemos darle a la arquitectura el valor agregado de ser amigable con el ecosistema. Y a todo eso llamaremos: Green is more! A lo largo de este libro podremos ver como el “verde es mejor” atraviesa todo el mundo de la arquitectura, el urbanismo, el paisajismo y la construcción actual. Este es el desafío que se propone un recorrido al cual están invitados a sumarse. Comencemos…
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Vaquita por el mundo
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ésar Pelli decía que un arquitecto -por su propia condición de servicio- siempre iba a tener a alguien con mayor jerarquía dándole órdenes. Hasta el mejor arquitecto del mundo, hoy por hoy, tiene arriba a un jeque árabe que le dice cuándo hacer o deshacer las cosas, a su gusto. Así nació la figura del mecenas, una entidad que financia tu trabajo porque sabe que lo que producís vale la pena, aunque otros no lo vean así. Esto es algo que le pasó a Miguel Ángel en 1510 trabajando para la familia Medici -los millonarios de la Italia de aquel entonces- o en 1530, donde su mecenas pasó a ser el Papa, encargándole obras para el Vaticano, como las pinturas de la capilla Sixtina. Seguramente, este modelo es el mismo que encontró Pelli, sólo que en la actualidad, los únicos capaces de encargarle un nuevo rascacielos fueron todos banqueros y empresas petroleras. Actualmente ese paradigma está cambiando. Hoy empezamos a darnos cuenta que entre muchos tenemos el mismo peso que un solo mecenas. Colón podría haberle pedido 100 maravedíes a cada una de las 20.000 personas de Génova y hubiera podido hacer su expedición a través del Atlántico sin tener que deberle 2.000.000 de maravedíes a los Reyes Católicos. Seguramente hubiera 19
sido difícil convocar a tanta gente que colabore desinteresadamente. En tiempos de internet esto es bien distinto. En 2014, un americano anónimo y cansado de ir de camping lleno de bártulos, decidió hacer en el garaje de su casa el prototipo de una conservadora que tuviera ruedas, parlantes inalámbricos, un enchufe para cargar el celular, cajoncitos para guardar unas llaves o la billetera y hasta un destapador adosado (porque siempre falta uno). A esta heladerita “frankestein” la puso en la web y pidió que los interesados en comprar un producto así, le adelantaran unos dólares. Ryan Grepper -así se llama- tenía la esperanza de juntar unos 50.000 dólares para poder fabricar en serie su invento. Su heladerita fue un furor, a todos les pareció algo espectacular y que debería habérsenos ocurrido antes. Así fue como, en un solo fin de semana, recaudó 5 millones de dólares. Colón estaría indignado. De eso se trata el crowd-founding o también llamado micro-mecenazgo: todos aportan un poco para una gran causa. En definitiva, es lo que coloquialmente llamamos una “vaquita”. Todos suman, todos saben que su aporte, por mínimo que sea: suma. Hoy, 500 años después, el rol del Papa es otro. Ya no encarga obras de arte memorables a grandes artistas, porque entendimos que Dios no sólo está en las catedrales monumentales o en las capillas de los jardines vaticanos. En las últimas décadas se empezó a concebir que cada uno de nosotros tiene un pequeño altar en su propio corazón y Dios está en nuestro interior. En su escrito Laudato Si, el Papa Francisco propone empezar a sumar voluntades en el cuidado de nuestro ecosistema. En una revolucionaria encíclica, Bergoglio plantea que ya no dependemos de grandes entidades para luchar contra el cambio climático. Así como podemos juntar 5 dólares cada uno para fabricar un invento fantástico, sin depender de banqueros o grandes corporaciones, desde lo valioso que es cada uno de
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nosotros, podemos sumar un pequeño aporte en el cuidado de lo que él llama “nuestra casa común”. El cuidado del medio ambiente depende de nosotros y cada uno puede sumar una pequeña parte a un todo que nos une. A veces, pensamos que uno sólo no vale por sí mismo, que nuestro gesto no suma, pero tenemos que cambiar esa percepción. Todos los aportes suman y esto puede llevarse a cualquier tema de nuestra realidad, como puede ser cerrar la grieta política de nuestra sociedad o ayudar en el cuidado de los castigados bosques nativos, se encuentren ellos en la cuenca del Amazonas o en la República Argentina.
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ent al i m r e e l t Ma comp
Encíclica Laudato Si, Papa Francisco. Italia, 2015.
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No tenemos un planeta B
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l 21 de Octubre de 1993, el mundo ya había gastado los recursos naturales disponibles para todo ese año y que tardan un año en regenerarse. Todo lo que siguió, el resto de ese año, fue en deterioro del planeta. Si ya se habían usado todos los árboles cultivados por la forestoindustria y seguía haciendo falta madera, esos meses se completó el faltante talando bosque nativo. Lamentablemente, la falta de conciencia sobre este problema hizo que con el pasar del tiempo la situación fuera empeorando. En 2003, para el 22 de septiembre ya se habían consumido los recursos naturales disponibles. Alcanzando en este año el récord, ya que en 2019 fue: el 29 de julio. A esta fecha, los entendidos la conocen como el Día de la Sobrecapacidad. Surgió en 1986, a partir una investigación que realizó una ONG dedicada a analizar la huella de carbono denominada GFN, del inglés Global Footprint Network. Actualmente, la huella ecológica de muchos países es mayor de lo que el planeta puede soportar. Según la organización suiza Fondo Mundial para la Naturaleza, si todo el mundo se comportara como Francia, necesitaríamos los recursos de tres planetas para llegar a fin de año. El dato es más escandalizante cuando vemos el avance de 23
Estados Unidos. Si todos nos comportamos como el país del norte, necesitaríamos cinco planetas. Siguiendo con el ejemplo, un año pudimos completar el faltante de madera talando bosques nativos, otro año lo mismo y otro. Pero esto va generando cambios climáticos, degradando la calidad de nuestro aire, acelerando la desaparición de especies animales y va produciendo graves alteraciones en el ecosistema. Y así estamos, esto no es noticia. Pero, los recursos naturales que tapan el déficit cada año son limitados y en no muchos años ya no habrá con que cubrir ese faltante. Según el estudio de la universidad inglesa Anglia Ruskin, la sociedad -con su estilo de vida actual- no sobrevivirá más allá del 2050. Pero estamos a tiempo y todavía tenemos una opción. Es aquí cuando unos países deben ponerse a trabajar en contrarrestar lo que hacen otros. Las Naciones Unidas propusieron una agenda de acciones para todos los estados miembro hacia 2030. Los Objetivos para un desarrollo sostenible buscan disminuir la huella de carbono y que podamos darle a las generaciones un planeta con futuro. Este objetivo se logra cambiando nuestros hábitos de consumo. Un dato concreto: Por cada 60 kilos de papel que dejemos de usar, estamos salvando un árbol de un bosque nativo -tal vez de Misiones- que ya no va a ser necesario talar después del Día de la sobrecapacidad. Para los arquitectos, urbanistas y entidades gubernamentales o educativas interesadas en colaborar en frenar el cambio climático, la agencia dedicada al Hábitat de la ONU creó en 2019 el programa P4CA, que significa “Planificadores por la acción climática”. Esta iniciativa participa a todos los profesionales de una red colaborativa para trabajar en conjunto en promocionar y apoyar acciones que busquen mitigar el cambio climático. En un contexto de urgencia, este grupo busca implementar y canalizar soluciones responsables para las ciudades frente a este nuevo desafío ambiental. 24
Todos podemos empezar a colaborar en que los recursos naturales de cada año nos alcancen cada vez un poco más. Si vamos retrasando el Día de la sobrecapacidad por cinco días cada año, podríamos llegar a un mundo sustentable en 2050. Debemos tomar conciencia de lo que está pasando. “La conciencia es el mayor agente de cambio” y esta es nuestra única opción, porque no tenemos un planeta B.
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Transformar nuestro mundo. Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, ONU. A/RES/70/1 Planners for climate action, ONU-Habitat. Kenia, 2017.
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¿Sostenible o sustentable?
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os términos sostenible y sustentable, frecuentemente se confunden.
Separar la basura es algo a lo que muy pocos están acostumbrados, y ninguna campaña terminó de convencernos seriamente de hacerlo. Desde la ciudad se podría proponer que la venta de todos los residuos inorgánicos que retira el camión de basura se destinen a la creación y mantenimiento de una guardería de mascotas para animales de la calle, que es otro grave problema de la ciudad. Entonces, los residuos orgánicos se tiran en una bolsa que va por un circuito y que sirve -por ejemplo- para abono en plazas y parques. Y todo lo que sea papeles, aluminio y plásticos tirarlos en una bolsa bien identificada, ya que son reciclables. Se pueden vender por peso a las industrias y así, con lo recaudado de esa venta y gracias a la buena voluntad de los motivados vecinos, se podría mantener los gastos de la nueva guardería para perros y gatos, sin que el municipio tenga que poner un peso. Esto traería un beneficio social, ambiental y también económico, en definitiva, sería una acción “sostenible” en el tiempo. Pero cuando hablamos de sustentable, prefiero pensar en otros términos. 27
Un urbanista de renombre, el arquitecto David Kullock, suele insistir en que no existe eso de “ser amigable con la ecología” porque la ecología es una materia que da un profesor en un aula. En todo caso, se trata de ser “amigable con el ecosistema”. Ser “sustentable” es no dañar el medio ambiente, lo que un anglosajón llamaría: ser Eco-Friendly. ¿Y Cómo podemos medir el grado de sustentabilidad de las cosas? Básicamente nos podríamos guiar por lo que se llama su Huella de carbono, cuánto CO2 libera a la atmósfera. El impacto que tiene algo, sea un auto o una casa, en el ambiente que lo rodea es lo más importante. Lamentablemente muchas empresas caen en un fenómeno llamado Greenwashing, lo que en el barrio conocemos como una “lavadita de cara”. Esto sucede -por ejemplo- cuando aparece una estación de servicio regalándote una lamparita LED porque “les preocupa el planeta”. Muchachos, si les preocupa el planeta de verdad: no vendan nafta. No podemos seguir haciendo de cuenta que el petróleo nunca se va a acabar, el negocio de los hidrocarburos sólo los beneficia a ellos. La huella de carbono de un auto convencional es de 80 grs. de CO2 por cada kilómetro que circula, en algunas ciudades -como Barcelonalos vehículos anteriores al 2001 ya no pueden circular más por la cantidad de gases que emiten y se estima que en diez años, los autos a nafta también van a empezar a prohibirse. Pero de la misma manera que un auto, una casa también puede ser más sustentable. En mayo, la Fundación Vida Silvestre emitió un comunicado reclamando que las represas dejen de ser consideradas fuentes “limpias” y “verdes” de generación de energía. Por suerte esto es algo sabido desde hace mucho tiempo en la tierra colorada, aquí hay una conciencia sobre temas como la biodiversidad que en otros lados no hay, y ya hace varios años que los misioneros votaron que NO se construyan más represas.
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Y de eso se trata, de a poco, cada vecino podría producir su propia energía eléctrica. Los paneles fotovoltaicos cada vez son más económicos, y ya no necesitan que el día esté plenamente soleado para funcionar (puede estar nublado y andan igual). Como en la casa de nuestros abuelos, una casa sustentable puede obtener su propia agua, un molino de viento con una bomba y modernos filtros en la canilla o también ocuparse de los desechos cloacales con pozos de decantación y absorbentes, sin necesidad de contaminar arroyos ni ríos. Incluso, algún hippie podría pensar en producir en su casa sus propios alimentos, sin glifosato, ni ningún agroquímico. Se podría organizar una comunidad de granjeros urbanos y si vos plantás zanahorias, podés hacer un canje con el vecino que planta lechuga y con el que planta mandioca, todo en la feria de tu barrio. En definitiva, tenemos que cambiar nuestra mentalidad y empezar a pensar que la cosa así y como está no es sostenible en el tiempo, ni sustentable. El planeta ya está colapsando, hay animales y plantas en extinción, temperaturas de verano en el invierno y tormentas con inundaciones que hacen desmanes. Con pequeñas acciones, desde nuestro hogar o nuestro trabajo, pensemos una ciudad amigable con el ecosistema, que nos permita dejarle a las futuras generaciones un mundo mejor del que nos dieron.
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Mi casa, mi huerta. Técnicas de agricultura urbana. Janine Schonwald y Francisco Pescio. INTA. Argentina, 2015.
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El tiempo es breve
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os Objetivos de Desarrollo Sostenible, el pasado 1ro de Enero, cumplieron cuatro años de estar en vigencia. Y la ONU, principalmente desde ONU-HABITAT y UNOPS, ha sabido convertirlos en el plan maestro de muchas disciplinas que buscan mejorar nuestra calidad de vida. Las diferentes metas se han convertido en su conjunto en el faro hacia el que deseamos llevar al mundo en 2030. Nos hemos encontrado con Congresos de medicina tratando sobre sobre las mejoras en la salud pública, en particular que nadie quede afuera de los calendarios de vacunación. Hubo Jornadas sobre pedagogía donde se buscó la forma de avanzar sobre la alfabetización para toda la población. Se realizaron Conferencias dedicadas a profesionales del Derecho, tratando las metas sobre Paz, Justicia e Instituciones sólidas. Y los arquitectos, ingenieros y planificadores urbanos que tienen un compromiso con el clima, principalmente se ocupan de la meta que trata sobre Ciudades y comunidades sostenibles. Esta primera etapa de aproximación a los problemas fue sana y positiva. Sirvió para poner realmente en agenda temas importantes y necesarios. Pero a medida que nos vamos adentrando en las metas, llega el momento de asumir que cada uno de nosotros no puede encarar los 31
objetivos sin ayuda de los demás. El tiempo es corto, es breve, y buscamos salvar al mundo en diez años. Es por eso que debemos llevar a los ODS a su siguiente nivel. Pero no se trata de un trabajo interdisciplinario, donde estemos todos juntos capacitándonos unos a otros. Cada uno debe seguir desde su lugar, haciendo lo que sabe hacer, pero compartiendo con otros los mismos objetivos. Es una etapa Multidisciplinaria. Por ejemplo, podríamos aprovechar las obras en construcción como puente de alfabetización, ayudando a que cada persona que trabaja en una obra pueda terminar sus estudios. De esta manera las empresas estarían, no solo aportando a la meta de ciudades sostenibles, sino también a la meta de educación. Se podrían aprovechar las mismas salas de capacitación de las oficinas, para que -convenio mediante- los docentes puedan encontrarse allí con los empleados, fuera de su horario laboral. En los hospitales, se podrían dar cursos al personal sobre reciclaje. Que todos -desde el director hasta el último empleado- se capaciten en Producción y consumo responsable. Los trabajadores de la salud aportarían a otras metas, además de la propia. y todo podría volverse un círculo virtuoso. Este es el caso de muchas industrias, en varios puntos de Argentina, que cuentan con comedor para sus empleados, y que son conscientes del objetivo de reducir el hambre, además de buscar reducir el impacto ambiental en sus procesos, a través de la ONG “Plato Lleno” donan diariamente la comida que no se sirvieron los empleados, a los comedores sociales de sus alrededores. El desafío para el próximo año, es que cada uno de nosotros, y las organizaciones a las que pertenecemos, reconozca por cuál de los objetivos puede hacer más desde su profesión, desde su trabajo y sus conocimientos. Pero también asuma el compromiso de colaborar con otras metas en las que también puede ser de importante ayuda. 32
En definitiva, todos necesitamos de todos y cada uno cuenta. Así lo explicaba la Santa Madre Teresa: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.”
Los Objetivos de Desarrollo Sustentable, en la agenda mundial.
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Nueva Agenda Urbana. Habtitat III, ONU. A/RES/71/256
Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Una oportunidad para América Latina y el Caribe. CEPAL, Naciones Unidas. Chile, 2016.
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Un cambio de paradigma
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a cantidad de dióxido de carbono que emitimos al ambiente, junto a otros gases, viene aumentando -desde la Revolución Industrial- el efecto invernadero en nuestro planeta. A esto se ha sumado el deterioro de la capa de ozono, encargada de filtrar los rayos nocivos del sol. En consecuencia, en nuestro planeta -día a día- sentimos el aumento del calentamiento global y podemos ver los desastres bio-ambientales que produce del gran cambio climático. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2015, 195 países firmaron el conocido como Acuerdo de París -en vigencia desde 2016- en el que se comprometieron a mitigar y actuar para reducir sus emisiones de carbono en el ambiente, reduciendo así la huella de contaminación que cada uno deja en el planeta. En 2017, Estados Unidos se retiró del acuerdo, el presidente Trump explicó que reducir su industria del carbón afectaría las necesidades energéticas de sus ciudadanos y además generaría un desempleo difícil de afrontar. Consideró que las medidas del Acuerdo en definitiva sólo beneficiarían al desarrollo de China y no al medio ambiente. Ese mismo año, la ONG Greenpeace aprovechó para insistir y recordarle a China y a los países europeos que la única manera de avanzar en 35
una verdadera lucha contra el cambio climático es a través del uso de energías renovables. Sin dudas, el Acuerdo de París nos propone el desafío más grande de la humanidad, un desafío colectivo para gobiernos, empresas, inversores, grupo religiosos, jóvenes y ciudadanos de todo el mundo. Sobre todo si el segundo mayor país emisor de CO2 en el mundo no está dispuesto a colaborar. Actualmente, frente a la tragedia de las enfermedades globales, también se puede ver a muchos técnicos ambientalistas mostrar sorprendidos en los medios cómo han descendido los niveles de contaminación mundial. Es que los tiempos de cuarentena para muchos países desarrollados, le han dado tiempo al planeta de recuperarse un poco. “El beneficiario inesperado del coronavirus: el planeta” titula -por ejemplo- la cadena CNN. La Nasa comprobó que la nube visible de gas tóxico que se cierne sobre las capitales industriales chinas casi desapareció. Mientras tanto, en Venecia se puede ver a los delfines nadando por los canales y sus aguas más limpias. Ahora pueden verse pavos reales paseando por las calles silenciosas de Madrid. Está claro que los tiempos de pandemia nos dejarán muchas enseñanzas. Pero la más importante, claramente, es que la única manera de tener un desarrollo sostenible en el tiempo, para que podamos dejarles un planeta digno a muchas generaciones, es volviéndonos un mundo más calmado. Que dejemos de correr atrás del consumo desmedido. Evidentemente, tenemos que cambiar nuestros hábitos, vivir a contrarreloj no fue sano para nosotros, ni para nuestro planeta. En este sentido, muchas empresas empezaron a implementar los días de home-office para que sus empleados puedan trabajar desde sus casas, así la empresa se ahorra el costo de tener que darle durante toda una jornada un espacio adecuado al trabajador y además logra obtener los mismos o mejores resultados en la producción.
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Estos días nos demuestran que lo verdaderamente importante es tener buena salud y poder abrazar a las personas que queremos. La ciudad tiene que invitarnos a ser felices, a tener paz y alegría, a disfrutar de estar en nuestras casas. Pero las ciudades también tienen que permitirnos a todos que podamos ir a trabajar sin volvernos locos. Que podamos ir a eventos, hacer deportes, encontrarnos y disfrutar de los espacios verdes, con amigos y en familia o para conocer gente nueva. En este sentido, el urbanista Brent Toderian insiste en que, después de la cuarentena, la mejor manera de seguir teniendo las distancias adecuadas entre las personas por la calle, es sacando a los autos particulares de las áreas céntricas y privilegiando el transporte público. Las ciudades son el mejor invento del hombre, y lo seguirán siendo si son resilientes y pueden adaptarse a los cambios de estos nuevos paradigmas. Finalmente, tomemos esta cuarentena como una muestra del mundo hacia el que tenemos que aspirar en cuanto a cuidado del ecosistema, y el punto de partida para una nueva década, donde esperemos pronto podamos volver a salir a las calles para disfrutarlas, para sentarnos a tomar un café y dejar atrás la locura que nos dominó todo este tiempo.
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Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, 2019. Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, ONU.
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Los niños nos marcan el rumbo
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l arquitecto español Carlos Rubio Carvajal asegura que las ciudades son el mejor invento de la humanidad, ya que son impulsoras de prosperidad para la sociedad.
Actualmente, nos encontramos frente al desafío de repensar nuestras ciudades condicionados por el cambio climático y el surgimiento de enfermedades contagiosas. Debemos planificar ciudades que ayuden a prevenir el Covid-19 y a mitigar el calentamiento global. Lamentablemente, también hemos podido comprobar que si no se las planifican adecuadamente, las ciudades pueden caer en procesos que aceleran la inequidad. Por ejemplo, cuando se habla de temas vinculados con la movilidad sustentable y transporte, autoridades en el tema como Janette Sadik-Khan afirman que si una calle funciona para niños, una calle funciona para todos. Ellos son referencia en seguridad vial y diseño de un espacio público confortable. A muchos preocupa el tema de las ciudades apropiadas para la infancia, por ejemplo, el artista Ricky Martin se sumó como embajador de la buena voluntad en Unicef, enfocándose especialmente en la trata de menores que sufren muchos países. 39
Buscando promover ciudades responsables con los niños, esta agencia de Naciones Unidas dedicada a la infancia publicó en mayo de 2018 el Manual sobre la planificación urbana responsable con la infancia (se puede acceder descargando el código QR al pie de la nota). El documento titulado Dando forma a la urbanización para niños va de lo general a lo particular, desde una perspectiva global a un contexto local, teniendo siempre presente las metas para el desarrollo sostenible de 2030. A lo largo de diez puntos, Unicef nos propone ciertos principios fundamentales que debe atender cualquier ciudad en lo referente a sus menores, al momento de repensarse.
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Invertir respetando los Derechos del niño. Asegurando su desarrollo humano desde la infancia temprana hasta su adolescencia. Planificar ciudades que respondan a sus intereses, involucrándolos y participándolos en la toma de decisiones.
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Vivienda y acceso al suelo. Garantizarles hogares adecuados, un lugar donde puedan sentirse seguros y protegidos para vivir, dormir, jugar y aprender.
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Equipamiento urbano. Brindarles acceso a edificios para su salud, educación y otros servicios sociales.
Espacio público. Espacios de encuentro y espacios verdes donde los niños puedan encontrarse y participar de actividades al aire libre.
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Sistemas de transporte. Ofrecer sistemas activos de movilidad, bicicletas y peatonales. Es muy importante que los menores puedan acceder al transporte público de manera segura.
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Gestión del agua potable y la salubridad. Contar con acceso equitativo e igualitario a agua potable y sistemas de salubridad e higiene, como lo son baños con adecuadas cloacas y desagües.
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Provisión de alimentos. Crear un sistema de granjas, mercados y vendedores que fortalezcan la cadena de producción, llevando a los niños alimentos sanos y nutritivos.
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Manejo de residuos. Ofrecer un medio ambiente limpio, sin basura, como único camino hacia la sostenibilidad. Red energética. Que los niños y la comunidad puedan acceder a energías limpias tanto de día como de noche. Redes de datos. Garantizar una conectividad universal, que garantice el funcionamiento adecuado de las tecnologías de información y comunicación, TICs.
En definitiva. se propone conceptos, evidencia, herramientas y prácticas prometedoras para crear ciudades prósperas y equitativas donde los niños vivan en comunidades saludables, seguras, inclusivas y verdes. En estos momentos de cambio, y de reformular nuestra realidad, los niños nos marcan el rumbo. No debemos olvidar las palabras de quien fuera alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa: si podemos construir exitosamente una ciudad para nuestros hijos, construiremos una ciudad exitosa para toda la gente.
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Hacia unas ciudades apropiadas para la infancia, UN-Hábitat. The State of the World’s Children, 2012.
Shaping urbanization for children, UNICEF. A Handbook on child-responsive urban planning, 2018.
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Posadas inteligente
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na ciudad inteligente, en un país digital, suele confundirse y limitarse al uso masivo de internet, pero no se trata solo de una intendencia apuntalada por plataformas online para la gestión comunal, o anillos de fibra óptica. Una verdadera ciudad inteligente es el reflejo de la transparencia en sus procedimientos, un sistema de gobierno inclusivo que participa a los vecinos de las decisiones y promueve el desarrollo de los sectores comercial e industrial, todo en un marco de respeto por el medio ambiente. Las áreas de trabajo en una ciudad inteligente son: Gobernanza, un término que empezó a usarse hace relativamente poco tiempo y se refiere a participar a los ciudadanos de las decisiones que se toman, a través de foros, asambleas, consultas electrónicas. La municipalidad aspira a profesionalizarse y busca mejorar la calidad de su atención. La tendencia es convertir a los intendentes en administradores, convirtiéndolos en algo similar a auditores de la correcta realización de lo que los vecinos decidieron. Ambiente. Una ciudad consciente del cuidado del ecosistema, desde la comuna se debe promover la sustentabilidad. Es clave el respeto a los recursos naturales de manera que puedan aprovecharse nuevamente por generaciones futuras. El municipio debe tomar medidas frente al 45
cambio climático, la polución del aire, y fomentar el cuidado del medio ambiente, tanto por parte de la comunidad -como puede ser cultivando sus propios alimentos- como en los procesos propios de la municipalidad, ya que usando su lugar privilegiado de gran cliente puede influir positivamente en la reducción de las emisiones de carbono, el uso de insumos reciclados o el uso de energías limpias. En cuanto al Desarrollo Humano, se debe recurrir al uso de las nuevas tecnologías en la búsqueda de mejorar la seguridad y la salud de los vecinos. Son ejemplos de esto: La implementación de sistemas de video vigilancia para la prevención y esclarecimiento de delitos o actos de vandalismo. Y la implementación de la historia clínica online, permitiendo que cualquier centro de salud municipal disponer del historial del paciente, incluso en la ambulancia cuando atiende una emergencia, a través de conexión inalámbrica. La ciudad debe promover igualdad de género, tolerancia a las minorías y ayuda a los desamparados. Se busca crear una ciudad inclusiva y equitativa, fomentando el crecimiento de las personas. La Planificación Urbana es una dimensión clave para la calidad de vida de la gente. Como lo mencionamos en columnas anteriores, la gestión del lugar a habitar por parte de los ciudadanos es mucho más que vivienda e infraestructura. Un diseño urbano donde también son protagonistas la movilidad y el transporte, poniendo en el centro de las obras a las personas y no a los autos. Áreas céntricas sin ruido y libres de autos particulares, espacios verdes de dimensiones adecuadas y espacios públicos de los cuales los vecinos se apropien, tanto para sus actividades cotidianas como para su esparcimiento, siendo esencial bridarle paisajes atractivos a la ciudadanía para que se vuelque a realizar actividades deportivas con frecuencia. Competitividad. La ciudad debe facilitar el acceso a tecnologías que permitan mejorar la eficiencia de la producción industrial. Reforzar Convenciones, Exposiciones y Encuentros. Promocionar con descuentos
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e incentivos la ocupación de parques industriales y polos tecnológicos. Promover la innovación a través de mesas de diálogo donde creativos, laboratorios técnicos y las universidades participen en el desarrollo industrial. La municipalidad debe atender la organización de comitivas en busca de nuevos clientes y nuevos mercados. También, realizar acciones que apoyen a los emprendedores y faciliten el acceso al perfeccionamiento académico de todos, para su mejor integración al mercado laboral. Algunas ciudades, con el paso de los intendentes, parecen querer completar un álbum de figuritas. Crean una incubadora de emprendedores, una aplicación para ver las líneas de colectivo y hacen un nuevo sitio web del municipio, como buscando convertirse en una ciudad inteligente. Cuando las ciudades del Siglo XXI, primero, requieren de un plan integral interdisciplinario a mediano plazo, donde se definan prioridades y estrategias. Una ciudad inteligente es aquella que es más humana, saludable, segura, inclusiva, con comunidades prosperas y respetuosa del medio ambiente. En definitiva, Posadas ha estado en diferentes momentos de su vida a la vanguardia para Argentina en varios de los puntos que aquí se plantean, mientras que en otros cuenta con un equipamiento y condiciones suficientes como para enfocarse en ubicarse entre las primeras ciudades a nivel nacional. Por su gente, por su biodiversidad, por su vínculo terrestre hacia la región, hasta por su nuevo puente aéreo a Europa, Misiones tiene todo lo necesario para aspirar a que su capital sea una ciudad inteligente referente del mundo. Debemos proponernos sacar adelante hoy la ciudad que queremos dejarle a las próximas generaciones.
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Espacio Arquitectura, capítulo 19. Temporada 1. 2019.
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La Importancia de un Modelo de Planificación Estratégica para el Desarrollo de Ciudades Inteligentes. Presidencia de la Nación. Argentina 2019.
Estrategia argentina de Ciudades Inteligentes Presidencia de la Nación. Argentina 2019.
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Posadas 2032
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A qué nos referimos cuando hablamos de una ciudad inteligente? Según Hábitat III, organizado ONU en 2016, “Una ciudad inteligente debe gestionar el crecimiento y reordenamiento de los sistemas que la componen, garantizando eficiencia en los servicios y en las áreas urbanas, incluyendo transporte, vivienda, espacio público y zonas verdes y de esparcimiento.” Nosotros tenemos dos Posadas. Una es la Posadas actual, producto del devenir de procesos históricos y viejos planes. El primero fue el Plan Regulador de 1957 que el grupo de arquitectos URBIS -integrado por Juan Kurchan- elaborara pensando en la ciudad como la capital de una nueva provincia argentina. La propuesta era heredera de la Carta de Atenas que escribió Le Corbusier, se planteaban avenidas que conectaban el centro con la ruta, y en el medio daban lugar a grandes complejos residenciales, de alta densidad y rodeados de espacios verdes. Algo e esto puede verse entrando desde Quaranta por Lavalle o saliendo del centro por Francisco de Haro. El segundo fue el Plan Posadas de 1971, que la Municipalidad le encargara al arquitecto Jorge Vivanco. Cesar Pelli fue su alumno, y cuenta 49
que Vivanco era alguien apasionado por la arquitectura, que le abrió la cabeza y le dió su vuelo intelectual. Este maestro pensaba en Posadas como un nodo internacional, fue un visionario que propuso la capital de Misiones como un punto clave para la integración regional, casi como adivinando el Mercosur que iba a venir después. En la propuesta de Vivanco aparece un aeropuerto en la zona Oeste, el que conocemos hoy, y un parque industrial en la rotonda de la ex garita, ya que él consideraba que ese punto era el mejor para comunicar la ciudad con la provincia. Pero todo esto es pasado. La otra Posadas que tenemos es: la del futuro. ¿Cómo es la ciudad que queremos para los próximos años? Actualmente, la ciudad cuenta con un Plan Urbano Ambiental de 2013 y el Plan Estratégico de 2012 que son una guía muy valiosa para el crecimiento y el desarrollo de la ciudad, porque definen el modelo de ciudad que pretendemos tener. Pero, a pesar de esto, en estos últimos años aparecieron conceptos nuevos como la búsqueda de una ciudad más inclusiva con la mujer, la soberanía alimentaria de la provincia o la movilidad sustentable, que seguramente serán los protagonistas del próximo plan, el Posadas 2032. En la Conferencia de Desarrollo Sustentable de Naciones Unidas de 2012, el presidente de Uruguay en ese entonces, remarcando su oposición al consumismo y la materialidad, decía que “el desarrollo debe ser siempre a favor del amor, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos, porque eso es lo más importante. Cuando luchamos por el medio ambiente, el primer elemento del medio ambiente se llama la felicidad humana.” Podemos tener una capital verde como soñó Kurchan, podemos ser el faro del Mercosur que imaginó Vivanco. Debemos ir hacia una
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Posadas para la gente, inteligente y resiliente. Una metrópolis integrada y turística, con equidad territorial, que permita nuestro desarrollo. En definitiva -como diría Pepe Mujica- no debemos abandonar la búsqueda de una ciudad que nos permita ser felices.
José Mujica en la Conferencia de Desarrollo Sustentable, 2012.
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El desafío del Siglo XXI
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a Bienal internacional de Arquitectura de Buenos Aires es el evento más importante del país en la materia, fue creado por el arquitecto Jorge Glusberg hace casi cuatro décadas y continuó su legado por un tiempo el arquitecto Carlos Salaberry, quien fuera socio de Jujo Solsona. En las últimas ediciones, tuve la suerte de encontrarme con el maestro César Pelli, que viene desde Connecticut especialmente para la ocasión y -a sus 92 años- nunca faltó a una Bienal. Y también es un momento donde todos los profesionales profundizamos sobre diversos temas clave en la actualidad de la arquitectura. Entre esos temas, rescato dos: el paisajismo y los espacios públicos. Cuando hablamos de paisajismo, el desafío más grande para la arquitectura en el siglo XXI es integrar los edificios al entorno que los rodea. Esa Villa Savoye de Le Corbusier que aterrizó ajena en un bosque de Paris o la Casa Farnsworth de Mies Van der Rohe posada como plato volador en las coníferas de Chicago son muy del siglo pasado. Ya no pensemos en las construcciones por un lado y la naturaleza por el otro, son una sola cosa, integrada. Un ejemplo de esto es la Opera de Oslo (del estudio Snoetta), que por dentro tiene sus salas de concierto y por fuera parece un iceberg gigante que en verano sirve para que la gente se siente en sus orillas a pasar 53
tiempo al aire libre, bajo el poco frecuente sol. En cambio, en invierno, el agua del fiordo alrededor del edificio se congela y la obra se vuelve como un tempano de mármol que toda la gente usa de punto de partida para lanzarse a patinar sobre el hielo. Es bastante impresionante ver como este edificio participa del entorno e incluso lo mejora y lo hace más atractivo.
Opera de Oslo, Snoetta arquitectos. 2008.
Otro tema destacable de la bienal siempre es: el espacio público. En una ocasión se estudiaron casos de frentes costeros que estaban muy degradados, con puertos abandonados y que con la intervención de autoridades bien asesoradas se volvieron exitosos waterfronts. Nadie podría imaginar hoy Barcelona sin su Moll del la Fusta en el Puerto Vell o la ría de Bilbao sin el Museo Guggenheim que diseño el arquitecto Frank Ghery. En este sentido, Posadas es una ciudad privilegiada. Su frente costero en la nueva cota del río Paraná es la intervención urbana más importante 54
de la Argentina en los últimos diez años. No es casual que para su diseño hayan participado al arquitecto Fredy Garay, el mismo que transformó el viejo puerto de la avenida Madero en la zona más emblemática de la ciudad de Buenos Aires contemporánea. Pensada como un paseo, nuestra costanera es un lugar de encuentro entre la ciudad y el río y no una divisoria, por eso es importante evitar caer en la tentación de empezar a usarla como vial costero para llegar rápidamente al centro de la ciudad. A municipios como el de Vicente López, la separación que genera ese tránsito rápido es un error que casi le cuesta muy caro. La Organización Mundial de la Salud recomienda que una ciudad para ser saludable tenga 9,2 m2 de espacios verdes por habitante, en Posadas tenemos 7,9. Esto significa que necesitamos recuperar -al menos- 42 manzanas para espacios verdes. Es importante que la ciudad empiece a alcanzar estos espacios, por ejemplo recuperando predios. Hay muchos esperando ahí afuera. Una oportunidad importante para la ciudad es la ex usina de Emsa en El Brete, un edificio de valor patrimonial que podría volverse en un emblema de la costanera si se lo refuncionaliza adecuadamente, además de aportarle con su predio un mayor espacio verde para Posadas. Algunas crónicas cuentan que lo volverían oficinas provinciales, pero podríamos pensarlo también como un museo de arte moderno o hasta un escenario de eventos. Ojalá tuviéremos más lugares como el teatro lírico, para no terminar siempre con los espectáculos en el Tokio o en el teatro del Montoya. En conclusión, debemos pensar en equipar la ciudad con obras que la enriquezcan y respondan a su entorno. Necesitamos recuperar predios y metros cuadrados de espacios verdes para una Posadas del futuro. Dejemos atrás las obras cortadas y pegadas, y avancemos en el camino de una ciudad inteligente que participa y mejora el paisaje de nuestra Tierra Colorada, este es el verdadero desafío del siglo XXI.
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Visualización del waterfront para Posadas, EBY Yacyretá.
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Guía para el tratamiento del paisaje en la planificación urbana. Junta de Andalucía. España, 2018.
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Ciudades donde todos ganen
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n Buenos Aires, con la ampliación de la red de subterráneos se dio un fenómeno poco frecuente en las ciudades, que en el mediano plazo transforma mucho los barrios. Cuando se inaugura una nueva estación de subte, se ponen en valor zonas de la ciudad degradadas o retrasadas en el crecimiento. Lo primero que sucede es la aparición de nuevos comercios minoristas, compras al paso. Empiezan a cambiar las líneas de colectivos sus recorridos, para complementarse mejor con el nuevo transporte. Los alquileres de esa zona se encarecen. En poco tiempo, también suben de precio los terrenos y sin darnos cuenta, aparece algún nuevo edificio de viviendas en construcción. Así, la ciudad, deliberadamente, está fomentando el desarrollo de ese sector y a veces lo hace gratis y a veces no. En el caso de las zonas deterioradas o degradadas, se fomenta el crecimiento y esto le conviene a la ciudad. En Posadas, un ejemplo de esto sucedió en torno al campus de la UNaM, donde el barrio creció en torno a la universidad y apareció una infraestructura favorable para todo el barrio. 57
Pero no siempre sale bien. En Buenos Aires, el jefe de Gobierno propuso mudar la casa central del Banco Ciudad a la zona sur, también para revitalizarla apoyándose en obligar a los vecinos a trasladarse hasta allá. Se trajo al arquitecto más importante de la actualidad, Sir Norman Foster, y se construyó una obra en lo que (en teoría) iba a ser un verdadero caso de éxito y salió publicado en todas las revistas especializadas. Pero a la hora de inaugurarla, las autoridades del banco explicaron que no querían mudarse hacia Parque Patricios, argumentaron que estaban bien haciendo sus negocios en la city porteña y trasladarse sólo iba a complicarles la vida. Así fue como el edificio espectacular que diseñó el inglés, por no pensarlo antes, terminó usándose hoy para oficinas administrativas comunales. Un planteo bien distinto es el que se da en los barrios emblemáticos y de clases medias, donde se sabe que quienes van a aprovechar las obras públicas son los inversores inmobiliarios y las empresas desarrolladoras. Allí se plantea una oportunidad de recaudación para las arcas comunales. Las construcciones allí no tardan en llegar (y los bancos tampoco), entonces el barrio de casitas bajas y chalets queda chico. Desde el Municipio y el Concejo Deliberante se modifican los planes urbanos y se les permite a los proyectos tomar mayor altura, pero cobrando un impuesto en cada piso que los constructores se vayan para arriba. En Posadas esto es el: Fondo de Desarrollo Urbano. Eso que se recauda de los buenos negocios que hacen los privados se destina a obras de índole social, como un comedor barrial o un nuevo centro de vacunación, con muy buenos resultados. En definitiva, estamos hablando de lo que en la teoría se lo llama “captación de plusvalía”. Y se trata de la forma en que el Estado va a controlar que no aparezcan oportunistas, aprovechándose de las obras públicas que se hacen. Hasta hace unos años -en la capital de Misiones- la altura máxima que un edificio podía tener dependía del tamaño del terreno. Si una constructora compraba varios terrenos, iba a poder hacer muchos más pisos
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que si compraba un solo lote de la cuadra. Hacia 2014 esto se modificó; pensemos en barrios tradicionales, se estableció una altura máxima baja sea cual sea la medida del terreno. Así, se le garantiza a los vecinos que su casita de dos pisos no va a terminar al lado del Godzilla, de una empresa que compró media manzana. Esto que ya es algo sano y habitual para nosotros desde hace años, se implementó en Buenos Aires hace pocas semanas y todavía se están agarrando la cabeza unos y celebrando otros. Actualmente -habiendo domado la cuestión de las torres-, para nuestra ciudad son un problema a resolver los vacíos urbanos. Infinidad de lotes que triplicaron su precio gracias al nuevo frente costero de Posadas, que son el negocio de algunos que quieren enriquecerse sin haber hecho ni dar nada a cambio. Hace un par de años se dieron préstamos hipotecarios Procrear a familias para que compren su lote y en Posadas, que supo estar llena de terrenos para que uno pudiera proyectar hacer su casa, pero de pronto no había ninguno. Eran todos carísimos y estas familias terminaron desistiendo o yéndose a zonas en las afueras. Esto es algo que no puede suceder. Una posible solución podría ser el incremento de impuestos sobre los terrenos vacantes. Si alguien compró un lote por dos monedas, junto a un potrero, hoy lo quiere vender a diez veces su valor porque quedó sobre el cuarto tramo, y lo va a tener vacío hasta que encuentre un despistado comprador: bueno, está en la libertad de hacerlo. Pero permitirnos ese terreno ocioso entre las cuatro avenidas y la Costanera, frena el crecimiento de la ciudad y están queriendo hacer un buen negocio con el dinero de todos: algo deberían devolverle a la ciudad, al estilo win/win y que todos ganen. Esperemos que dentro de unos años, Misiones se mantenga a la altura de las circunstancias y así como tuvo la delantera en solucionar el problema de las torres residenciales, nos encontremos pronto a la vanguardia del tratamiento de los terrenos vacantes dentro de la ciudad.
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PUA Plan Urbano Ambiental Posadas. Argentina, 2012.
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Ente médicos y arquitectos, la vivienda higienista
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n la primera mitad del siglo XIX, empujados por la Revolución Industrial, miles de obreros y peones con sus familias empezaron a inundar de gente las capitales -sobre todo aquellas con grandes puertos- en busca de oportunidades laborales, de un mejor salario. Las ciudades no estaban preparadas para recibir a tanta población y se volvieron obsoletas. Un ejemplo claro de esto eran esas casonas de Buenos Aires, de familias tradicionales -pequeños hoteles de 10 habitaciones donde sólo vivían cuatro personas- que se transformaron en conventillos, y en cada habitación terminaba viviendo una familia entera. En otros casos, un obrero que trabajaba de día, le dejaba su cama a uno que trabajaba en el turno noche y cuando éste se iba a su turno noche, llegaba el otro a dormir: eran pensiones de “cama caliente”, porque el que llegaba encontraba así su lugar para reposar, gracias al que recién se había ido. El hacinamiento, la falta de agua potable, carencia de lugares adecuados para cocinar, una multitud compartiendo un baño, sólo podía terminar mal. Las enfermedades se propagaron fácilmente en ese ambiente. Primero fue el cólera y luego desastres como el de la epidemia 61
de fiebre amarilla. Esto, que también pasaba en ciudades como Manchester, en Inglaterra, llevó a las autoridades a replantearse las ciudades, a empezar a hablar de nuevo de planeamiento urbano. El gran antecedente del urbanismo era el caso de Roma y el papa Sixto V, que en el siglo XVI se había encontrado con una capital desbordada de peregrinos. Muy diferente a esas ciudades ideales que pintaban los artistas de la época, la ciudad real era bien diferente: miles de personas recorrían las calles visitando sus iglesias, durmiendo en cualquier parte, y merodeando sin asearse por días. Por ello, estableció una serie de normas para la vía pública que hacían a la higiene y la convivencia, se abrieron calles diagonales que permitían al visitante ir directamente de una iglesia a otra, y se abrieron plazas como la llamada Piazza del Popolo, con fuentes para que los parroquianos pudieran hacer un alto en la marcha y eventualmente higienizarse allí. Volviendo a Manchester, los arquitectos de la segunda mitad del siglo XIX empiezan a buscar formas de evitar nuevas epidemias y para eso trabajan en conjunto con los médicos, especialmente franceses. En lo que podría ser uno de los primeros antecedentes modernos de un exitoso trabajo multidisciplinario, crean una serie de reglas que deberían empezar a respetarse, basadas en lo que venía dando buenos resultados en la construcción de hospitales. Estas premisas establecían, por ejemplo, que en una habitación no debía albergarse a más de tres personas. Que todos los dormitorios -sin excepción- deberían contar con luz natural. También era fundamental la ventilación con el exterior, para orear los ambientes. Un solo baño no debería servir a más de cinco personas y se separa definitivamente lo que es el desagüe de agua de lluvia del desagüe cloacal. Todo esto empezó a verse plasmado en normativas de habitabilidad hacia principios del siglo XX. La autoridad de aplicación de esas normas era cada comuna, transformándose en los códigos de edificación que hoy to-
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dos conocemos. Hoy en día se sigue llevando a cabo este control por parte de los municipios para que esto, y muchísimas otras normas complejas que vinieron después, se respete en cada nuevo edificio de las ciudades. Algunas cosas pueden resultarnos sensatas o muy obvias, pero nuestro país aún sigue teniendo un déficit muy grande en dar soluciones habitacionales a la población. Según las estadísticas de la Cepal, tres millones de hogares viven en forma inadecuada. Un 60% necesitaría tener un dormitorio más, un baño salubre o la cocina adecuada para su familia. El otro 30% tiene problemas dominiales, esperan la escritura o están en un espacio informal. Y el 10% vive en lugares en donde una vida sana no es viable y es necesario sacarlos. En conclusión, es interesante reflexionar sobre los espacios que precisamos para poder tener una vida digna, el déficit de viviendas que enfrenta nuestro país y empecemos a analizar a conciencia que hacen los gobiernos frente a esta realidad.
La gestión integral del hábitat como protagonista del cambio.
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Defensores del espacio público
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a creciente conciencia ambiental y la necesidad permanente de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, proponen a las ciudades una serie de grandes desafíos. Uno de ellos es darle a los habitantes espacios verdes suficientes. Hoy son muy pocas las ciudades que cuentan con los 9 metros cuadrados por habitante -como recomienda la Organización Mundial de la Salud- y la situación empeora cuando lo medimos a nivel metropolitano. Muchas capitales con espacios verdes limitados tienen en su primera corona -ese primer anillo de ciudades aledañas- muchas veces situaciones peores, y el promedio de unas con otras da resultados aún más preocupantes. El arquitecto Jaime Lerner, en el caso de Curitiba, optó por convertir en áreas verdes a viejas canteras en desuso. Pero para darle mayor sentido de pertenencia y asegurarse que la gente se apropie de esos lugares, eligió dedicárselos y encomendarle cada uno a una colectividad inmigrante diferente. Los parques ucraniano, polaco, japones y alemán, junto al Jardín Botánico de Curitiba, permitieron que la ciudad brasileña pase de 0,5 a 52 m2 de áreas verdes por persona. 65
En esa línea, en Misiones contamos con dos proyectos muy influyentes. El primero es el del parque urbano La Cantera, en Apóstoles. Un espacio junto a la laguna Malarczuk, en el que el Iprodha proyectó un espacio verde con un anfiteatro y un gran espejo de agua, que sirve como lugar de encuentro tanto para eventos locales, como para alentar y animar a todos los vecinos a cuidar allí su salud haciendo actividades aeróbicas. El segundo caso es el de la antigua cantera Santa María de Posadas. Más conocida por su cascada artificial, se transformó en un lugar referente de la ciudad. A tal punto que empezó a cumplir con las funciones de una arena para eventos, sirviendo de espacio para recibir recitales, festivales y eventos similares. En definitiva, lo que los urbanistas recomiendan es empezar a revertir la situación actual recuperando predios en desuso. Un espacio con potencial en este sentido es -también en Posadas- el predio de la Usina de Emsa en El Brete, donde esperamos que la provincia aproveche la oportunidad de crear un nuevo paisaje. ¿Pero qué pasa cuando en la ciudad no hay predios para recuperar? Ningún político domina todos los temas de su cartera, son sus asesores los que realmente entienden al respecto sobre cada asunto específico, por lo que es más importante tener un buen asesor que un funcionario con buenas ideas. El mérito de cada político estará en decidir qué temas son prioritarios y a quienes convoca para ocuparse de eso. En Nueva York la necesidad de mayores espacios verdes era igual que en cualquier ciudad, por lo que -en 2002- el alcalde Blumberg, le encomendó a la planificadora Amanda Burden que se ocupara del tema. Su primer trabajo consistió en rezonificar la ciudad, ordenando las áreas residenciales en torno al sistema integrado de transporte, para que fuera menos tentador usar el auto. El nuevo plan estableció alturas máximas y usos para unas 1000 manzanas por año, durante 12 años, 66
y hoy ningún edificio nuevo en la ciudad está a más de 5 cuadras del transporte público. Pero convertir el espacio público y transformarlo haciendo foco en los peatones, en lugares para la gente, no se puede lograr sin áreas verdes. Aquí Burden tuvo su mayor desafío. En la Gran Manzana los predios vacantes son muy pocos, y a la planificadora se le ocurrió usar tramos muertos de ramales ferroviarios para crear parques lineales a través de tres barrios. Con una particularidad, estos ramales estaban elevados como autopistas, pasando por arriba de las calles, pero no fue un impedimento y avanzó creando el popular Highline Park. Evocando lo que proponía Le Corbusier con sus terrazas jardín, aquí se generaron muchos nuevos metros cuadrados verdes para la cuidad y un circuito aeróbico muy atractivo para los vecinos. Un éxito asegurado. Lo que no debemos olvidar en todo esto, es que siempre va a haber intereses privados sobre los espacios verdes de la ciudad. Desarrolladores inmobiliarios queriendo avanzar con buenos negocios o comerciantes queriendo desembarcar tentando a la comuna de ingresos, pero debe prevalecer la buena planificación del territorio. Seguramente había muy buenos proyectos inmobiliarios para el Jardín Botánico de Curitiba y muchas marcas quisieran poner su stand o su tienda en el highline park, por donde pasan miles de personas por día. Pero en ambos casos prevalece el bien común, aún cuando la ciudad gane menos por ello, lo toman como una inversión. En Posadas, nuestro futuro también está en el Jardín Botánico, en el Parque de la Ciudad y en el humedal del arroyo Zaimán. Esperemos que aquí tampoco se vuelvan centros comerciales a cielo abierto y nos permitan tener una mejor calidad de vida a todos. Depende de cada uno de nosotros ser siempre verdaderos defensores del espacio público y ocuparnos de que se los recupere para la comunidad, respetándonos a todos por igual. 67
Conferencia de Amanda Burden, en 2014.
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Una solución entre todos
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a desigualdad social es un fenómeno común en toda Latinoamérica. Argentina ha tenido gobiernos nacionales que han mitigado y otros que han acrecentado la velocidad de estos procesos, según cómo trataron a las clases medias, pero la favelización de las ciudades ha sido una realidad que llegó para quedarse. Favelización hace eco de las llamadas favelas brasileñas, territorios de la ciudad de Rio de Janeiro donde el estado no tenía presencia y muchos trabajadores y sus familias quedaban a merced de la delincuencia. Este proceso es complejo de resolver pero se puede empezar a contrarrestar por dos frentes: infraestructura y vivienda. Por un lado, el equipo técnico de Lula fue el primero en hablar de urbanizar las villas, hacer obras de infraestructura que le devolvieran la presencia del gobierno a esos barrios. Asfaltar sus calles, colocar alumbrado público, y que por allí lleguen a las viviendas el agua potable, la red eléctrica, y las cloacas. Por otro lado, en nuestro país, el arquitecto Victor Pelli, desde la UNNE en Resistencia, ha sido uno de los referentes en cuanto a planificar soluciones para las personas con problemas habitacionales serios. Convertir un basural en una escalera y una vereda que conecten el barrio con la parada de colectivos, abrir una calle por los pasillos para que 69
pueda entrar una ambulacia o construir un baño propio para cada familia son pequeñas obras que van devolviéndole la dignidad a las personas. El caso mas asombroso ha sido el de Medellín, transformando la presencia del Estado en algo más. En muchas ciudades, el servicio de telesféricos es usado con fines de paseo turístico -como puede pasar en Río de Janeiro para visitar el Pan de Azucar- pero en Medellín podemos ver uno de los casos donde las personas lo usan como un verdadero medio de transporte para ir a trabajar, para conectar sus barrios con el centro. Aunque la necesidad de condiciones sanitarias y de servicios es clave, como vimos en Brasil y en Argentina, en el caso colombiano se hizo hincapié en atender también las necesidades espirituales, culturales y deportivas de las personas que viven allí, que no pasan solamente por convertir en cancha de futbol un potrero como se hizo mucho en Buenos Aires. El arquitecto Giancarlo Mazzanti redobla la apuesta junto a gobierno local y construyen un centro cultural, un centro comunitario y una biblioteca pública en el complejo llamado Parque España. Allí se busca rescatar principalmente a los jóvenes de la calle, enseñándoles a tocar instrumentos, y brindándoles un abanico de actividades culturales que los enriquecieran, invitándolos a desarrollar sus artes y poniendo como protagonista del futuro a la educación. Esta actitud le valió a Mazzanti que la Fundación Pies Descalzos de la cantante Shakira también lo convocara para diseñar edificios educativos al norte del país, en Cartagena de Indias. Evidentemente, desde la planificación urbana, de la mano de obras de infraestructura y de arquitectura se puede hacer mucho por el hábitat y mejorarle la vida a la gente y este es el espíritu con el que cerró el décimo World Urban Forum que Naciones Unidas realizó en Abu Dhabi la semana pasada. Un optimismo colectivo por resolver cuestiones centrales para todos los países, como la pobreza, la inclusión y la falta de calidad ambiental. Sin embargo, no todo es color de rosas. 70
Desde Saplat -la Sociedad de Planificadores Territoriales de Argentina- su presidente, el arquitecto Roberto Monteverde, nos advierte: “Yo no estaría tan seguro que con buena planificación podamos superar temas de pobreza.” Y concluye con una mirada desde otra perspectiva preguntándonos: “¿Podríamos afirmar que el problema de las ciudades latinoamericanas es una mala planificación? ¿Todas las ciudades de América Latina planificamos mal y por eso no superamos la pobreza?”. En definitiva, es aquí donde nos debemos llamar a la reflexión. Es comprensible que nos entusiasme ver que es posible desde el urbanismo hacer un gran aporte, pero también debemos reconocer que esto no se trata de un tema de planificación urbana, la solución solo puede ser integral y multidisciplinar. Todos están llamados, médicos, periodistas, maestros, todos los ciudadanos pueden aportar mucho desde su lugar, sean lo que sean. Depende de un verdadero compromiso, porque la realidad solo va a ser diferente si la cambiamos entre todos.
Giancarlo Mazzanti entrevistado por ArchDaily, 2015.
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La era digital en los municipios
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evisando los diferentes modelos de ciudad que se propusieron en los últimos años, podemos destacar a la conectividad como un aspecto central para un normal desenvolvimiento y una ciudad mejor.
Analicemos ahora tres casos de modelo de ciudad, donde vemos diferentes usos que se proponen para la conectividad: Empecemos por el modelo Smart Cities presentado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2014. El Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología aborda el tema definiendo como ciudad inteligente a aquella que es cruzada transversalmente en todos sus ejes por la conectividad: “Una Ciudad Inteligente es aquella que usa la tecnología para abordar de forma innovadora los desafíos de la ciudad y las demandas y necesidades de sus ciudadanos y visitantes.” El tema fundamental en este caso es cómo transportar datos de un punto a otro. Inicialmente, el desafío fue crear grandes autopistas estatales de información y los municipios empezaron a hablar de anillos de fibra óptica.
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En la actualidad, la conexión inalámbrica permite extender esta cobertura mucho más, a través de puntos de acceso con wi-fi. Si bien esto resulta mucho más práctico, en zonas céntricas es muy difícil de implementar por la obstrucción que generan los altos edificios. Por esto, básicamente, es muy probable que -en una ciudad promedio- encontremos fibra óptica para el área más densificada y conexión inalámbrica en las zonas residenciales o suburbanas. Pero tener la cobertura necesaria es solo el primer paso. Tener videocámaras por toda la ciudad requiere además de costosos centros de monitoreo, salas de situación y servidores de complejo mantenimiento que graben de manera segura para la Justicia. Así mismo, por ejemplo, que un médico, desde una ambulancia, pueda revisar en su dispositivo la historia clínica del paciente que está atendiendo en una urgencia significa no solo darle internet a la ambulancia, sino la digitalización de cientos de miles de historias clínicas en una base de datos. Un trabajo titánico y a largo plazo que solo puede realizarse con la decisión de varias gestiones. En segundo lugar, podríamos a echarle un vistazo a la propuesta de París 2020. El modelo que se plantea aquí es el de la ciudad del cuarto de hora, donde no vamos a alejarnos a mas de quince minutos de nuestra casa para ir a trabajar, ir al médico o estudiar. Aquí, los llamados kioscos comunales están desparramados por toda la ciudad, y son los puntos de atención al vecino sobre cualquier trámite municipal. El ayuntamiento esta atomizado, descentralizado, con presencia en cada barrio, y eso es solo posible eficientemente con conectividad. Por último, tenemos a Oosterwold, en los Países Bajos, un modelo de ciudad verde donde la comunidad se propone un híbrido entre democracia directa e indirecta, a través de la tecnología. Las decisiones son tomadas por cada una de las familias que vive allí. Todos votan en plebiscitos online sobre asuntos clave y el intendente local se limita a 74
administrar y ejecutar esas decisiones. Es interesante reafirmar que la vida amable con el ecosistema, como puede ser la eco-villa Gaia en Argentina o esta ciudad verde holandesa no reniegan de los avances en las comunicaciones: lo avances en la ciencia son buenos en tanto y en cuanto los usemos bien. En el caso de Posadas, gracias al fuerte respaldo provincial, la innovación está ligada al impulso que se le ha dado a la educación a distancia, algo esencial para el desarrollo humano. Tenemos en las capacitaciones online un buen protagonista para generar competitividad y empleo. Desde estas plataformas podemos darle forma al futuro que queremos para nuestra ciudad, su perfil, su carácter y en sus aulas virtuales podrá tratarse temas como piscicultura o robótica, según lo que queramos desarrollar. Desde el ámbito privado, hoy hay dos sitios que hacen punta en este tema: Coursera y EdX. Recomiendo a cada uno que los visite y recorra, allí todas las universidades tienen su página, y ofrecen cursos cortos -algunos más baratos que otros- con clases a través de youtube. Desde nuestro hogar podemos tomar clases en Harvard o el MIT, a través de teleconferencias. En conclusión, podemos ver cómo la conectividad brinda a las ciudades: eficiencia y transparencia, gobernanza -mayor participación de la gente- a una ciudad descentralizada. Pero también se vuelve un catalizador de una ciudad sostenible, permitiéndonos un mejor desarrollo económico. En definitiva, en todos los casos lo que ha permitido es empoderar a la comunidad y esa es la base del futuro.
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Visión de Microsoft sobre conectividad en el futuro, 2011.
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ítulo p a C
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Bus de transporte rápido
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n 1974, el intendente de Curitiba se encontró con un dilema en su gestión comunal: la gente usaba mucho el auto particular para a moverse y vivían lejos de sus trabajos. Tenía que buscar una manera de dar vuelta esa situación, le consultó a los expertos en movilidad y le aconsejaron que la solución perfecta sería un sistema de subtes. Eso desalentaría el uso del auto particular y la gente podría cruzar la ciudad en poco tiempo para ir al trabajo. Pero había un inconveniente, construir un subte cuesta 100 millones de dólares por kilómetro y en Curitiba no tenían ese presupuesto. Pero ¿Qué cosas tienen un subte que lo hacen eficiente? Viene rápido, sin estar demoras por embotellamientos, se detiene un minuto, la gente sube y se va. Simple. Entonces, el intendente Jaime Lerner preguntó: “Y si en vez de ser subterráneo, ¿va por la avenida?”. Estaban creando el Metrobús. A pesar de eso, todavía hoy se sigue viendo que algunas ciudades inauguran más y más estaciones de subte, como si siguiéramos viviendo en los 70’s. Es como comprarle a la Policía un Ford Fairlane en vez de autos Smart para que patrullen. En la tierra colorada, tenemos la suerte de que la cosa es bien diferente. La capital de Misiones fue la primera ciudad argentina en tener este sistema de movilidad, incluso 79
cuando los porteños no sabíamos qué era el Metrobús, por Posadas ya circulaban los colectivos con fuelle por novedosos carriles exclusivos. El BTR o Bus de Transporte Rápido es parte de esta ciudad hace tiempo, pero lo que fue vanguardia en nuestro país no se puede quedar atrás. Un verdadero sistema integrado de transporte debe pensarse como eso, como “un subte por arriba”. Por lo tanto, el coche se detiene, abre todas sus puertas (incluso la de atrás y la del medio) los pasajeros suben, y el coche se va. Todos tienen su pasaje pagado de antemano en la parada, en lugar de pagarlo -uno por uno- a medida que van subiendo, algo que demora varios minutos. Esto hoy solo pasa en las estaciones de transferencia. Deberíamos pensar en paradas/ estaciones, una cada cuatro cuadras, o en la esquina de cada chacra que recorre la avenida, donde los pasajeros esperen el transporte ya habiendo pagado su boleto. Esto es algo que en Buenos Aires puede verse mal implementado, la estación está, pero solo sirve para hacer fila mientras suben de a uno y pagan boleto, pasajero por pasajero. No sirve de mucho. Los carriles exclusivos están desdibujados, siguen siendo los mismos que hace diez años, cuando se inauguraron. Hoy, que todos ya comprendimos como es el sistema, podrían ser mejores y más eficientes, verdaderos carriles exclusivos que solo los detenga el semáforo en rojo y no unas líneas en el piso de la calle Buenos Aires. Por último, tenemos que pensar una capital misionera que integre los diferentes sistemas de transporte. Desde el colectivo debo poder usar una bicicleta publica para llegar a la zona bancaria, similar a la que hoy vemos para pasear por la costanera. O desde mi oficina hasta la parada debería haber calles peatonales por el centro. Este sistema, que convierte al clásico colectivo en un subte de dos o tres vagones que va por la avenida, permite que tengamos una mejor calidad de vida, que necesitemos usar menos el auto particular (al punto
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de que ni convenga sacarlo de la cochera). En el caso de Curitiba, hoy lleva más pasajeros que el subte de Rio o el de San Pablo. Y Posadas llevaba la delantera en este sentido, pero debe evitar quedarse en el tiempo como se quedó el Ford Fairlane.
Jaime Lerner en TEDx Buenos Aires, 2010.
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+Amor -Motor
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os ciclistas, actualmente, son una suerte de militantes extremistas, evangelizadores de esta opción de movilidad urbana. Tal es el caso de los Masa Crítica (cuya consigna es “+Amor - Motor”), un grupo de activistas que busca fomentar el uso de la bicicleta como medio de transporte recorriendo la ciudad el primer domingo de cada mes. Salen desde la plaza 9 de Julio, a la hora del mate, tienen su grupo en Facebook y sabían tener hasta un programa de radio. En Posadas, suelen ser varias decenas de personas cada vez que se juntan, este movimiento es mundial y en algunas capitales realmente son miles cada domingo. Cortan las calles y demuestran a la opinión pública lo distintas que podrían ser las áreas céntricas sin autos. Actualmente la ciudad de Posadas cuenta con dos realidades para los ciclistas. Por un lado, el sistema de alquiler gratuito de bicicletas para paseo costero, una modalidad que resulta muy amigable y tiene dos estaciones de alquiler separadas suficientemente una de la otra. Es un servicio gratuito y sólo hay que presentar el DNI. Su color celeste es bien reconocible, y eso desalienta bastante los robos. El precio por romperlas suele ser exagerado en estos sistemas, pero hay más de “obligarte a cuidarla por el bien de tu bolsillo” que realmente por el precio de los repuestos.
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De todas formas, sería interesante poder subirse a una en El Brete, no tener límite de horario (que actualmente es de una hora) y poder devolverla en la otra estación, o poder hacer el recorrido en viceversa. Supongamos que vivo por avenida Urquiza, salgo de mi trabajo en el centro, tomo una bicicleta en la ex estación y me voy andando desde el cuarto tramo hasta El Brete. Llego allá, la devuelvo y sigo mi camino a casa o me tomo el colectivo. Un paseo gratuito y saludable. Hasta podríamos pensar en replicar esa misma modalidad para el otro lado y tener una estación que te reciba en el Zaimán. Si algún guapo quiere pedalear desde El Brete hasta El Zaimán, también podría sentirse libre de hacerlo. La otra realidad es la de las llamadas bicisendas por dentro de la grilla de la ciudad. Se las pudo ver en los laterales de las avenidas Francisco de Haro y Rademacher. Hoy ya no cuentan con mantenimiento, por lo que apenas se distinguen en la calzada, pero más grave aún, es que no cuentan con un agente de promoción que aliente su uso y eduque sobre el tema a los vecinos. Por el contrario, cada vez son más los que estacionan autos particulares sobre ella o simplemente desconocen su uso. Esta modalidad no suele precisar un sistema de préstamo de bicicletas; los usuarios frecuentes tienden a tener la propia, pero precisa de estacionamientos adecuados, podríamos pensar, por ejemplo, una guardería de bicicletas en la plaza San Martín donde uno llega, la deja en un corralito custodiado y completa el recorrido hasta el trabajo o el banco, de a pie. En el mundo, la tendencia es fomentar el uso de la bicicleta para moverse. Por primera vez, desde la Segunda Guerra Mundial, en Europa hoy se venden más bicicletas que autos. Las automotrices lo saben y las bicicletas más bonitas, por ejemplo, son las Peugeot; vienen como los autos con su leoncito y todos los chiches, pero son a pedal. Mientras tanto, tenemos concejales locales que en vez de acompañar esta clara tendencia a favor del medioambiente, evalúan la posibilidad de sacar las bicisendas de Posadas y usar esos carriles para que lo vuelvan a
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usar otros transportes, como la moto o los autos particulares. Eso no puede pasar, sería ir a contramano de lo que nuestro ecosistema necesita. Creo que una demostración interesante del poder de esta opción para moverse por la ciudad y un llamado de atención claro para que las autoridades se ocupen de este tema fue la convocatoria que realizó un colegio conocido del centro, donde una vez más los chicos nos enseñaron a los adultos cómo podemos hacer para cuidar más el planeta que vamos a dejarles. Es necesario empezar a pensar en un sistema de ciclovías acorde al de una capital de la Argentina, donde todos respetemos a quienes quieren hacer uso de ella, y para poder usarla no tengas que ser un activista evangelizador del uso de la bicicleta, que puedan usarla simples estudiantes y ciudadanos que elegimos esta forma de transporte por ser económica, práctica y sana.
Domingo de Masa crítica en Buenos Aires.
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Rescatando al peatón
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e las principales ciudades argentinas, muchas se desarrollaron en torno a su estación de ferrocarril. La estación quedó metida en el medio del centro de la ciudad, y cuando el centro cívico estuvo a unas cuadras de esa estación, el camino entre uno y otro se convirtió en una calle comercial y a veces hasta en una peatonal. En Posadas, la candidata pudo ser la calle Córdoba desde Colón hasta el bulevar de Roque Saenz Peña que, sin dudas, se convirtió en una calle muy importante, pero no llego a ser peatonal. Hoy, en la ciudad de Posadas no hay peatonales. La tendencia actual en las ciudades es sacar a los autos del centro, dejar un acceso solo para los bomberos, una eventual ambulancia, el recolector de residuos o el camión que recarga los cajeros automáticos, pero nada más. No hay vereda que aguante la cantidad de personas que necesitan hacer sus trámites en los bancos, en las oficinas del área céntrica. Cualquiera que venga por San Martín y agarre Colón, yendo para Santa Fe, un martes a las 10 de la mañana, se va a dar cuenta que esa parte de la ciudad no puede ser así, tan congestionada y ruidosa. Una vereda ocupa el 15% del ancho de la calle y la del frente otro 15%, le regalamos a los autos el 70% de nuestro espacio público. La idea es 87
muy simple, empecemos a invertir la ecuación. Que las personas sean la prioridad de nuestras calles, y dejemos un 30% en el medio para que pasen autos ocasionalmente. En proporción, la Asociación Estadounidense de Direcciones de Transporte, estima que la cantidad de personas que podrán movilizarse por veredas más anchas es el doble de la actual. El único secreto es convertir en vereda ese espacio donde estacionan 15 autos de cada lado, transformando en un beneficio para cientos de personas por hora lo que ahora solo beneficia a 30 conductores en toda la mañana. ¿Qué pasa si quiero que un taxi me deje en mi oficina o si quiero entrar al garage de mi edificio? No pasa nada, el taxi va a poder seguir llevando gente a su destino y el particular va a poder seguir yendo a su casa. Lo que no pueden los taxis es circular dentro de estas áreas levantando pasajeros, igual que hoy nadie puede tomarse un taxi en la puerta de la Catedral. Pensando en el caos del estacionamiento, la normativa actual de la ciudad de Posadas -desde 2014- obliga a los constructores a que cada departamento de un edificio tenga su cochera. En Nueva York, frente a este gran problema, fueron por otro lado más drástico: prohibieron que los departamentos tengan cocheras. Ellos consideran que -a mediano plazo- no encontrar estacionamiento te va a sacar las ganas de usar el auto y te invitan a empezar a moverte en transporte público. El primer paso para poner en valor el centro es controlar la contaminación visual, retirar esos carteles que salen por arriba de la vereda e incluso van hasta por arriba de la calle. Carteles hechos para captar la atención del conductor, cuando este debe estar concentrado en el manejo. Luces que confunden, la luz verde de la farmacia junto al semáforo le puede jugar una mala pasada a cualquiera. Cuando se retira toda esa cartelería, empiezan a aparecer los frentes de los edificios y -detrás de las publicidades- vamos a descubrir la arquitectura escondida de nuestra ciudad.
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El segundo paso es avanzar en lo que en Holanda llaman “domar a los autos”. En vez de centrarse en políticas de bicisendas y peatonales, enfocarse en controlar que ningún auto circule a más de 30 km/h, y con eso: la gente caminando y usando segura su bicicleta florece sola. Y por último, hablemos de estas propuestas a la hora de decidir sobre el Presupuesto Participativo, se podrían hacer audiencias públicas sobre qué partes del centro podrían ser mejor sin autos. Incluso, la ciudad podría organizar consultas por internet donde cada vecino pueda entrar a una encuesta anónima online, con un usuario y contraseña para cada contribuyente que tenga su número de partida municipal. Porque las calles sin autos se llenan de mesas al aire libre, son arboladas, con flores y se convierten en plazas lineales, en paseos. En definitiva, tenemos una ciudad llena de vida que debe preguntarse cómo seguirá creciendo en el futuro. Entre todos, sumando acciones, podemos lograr una Posadas inteligente y seguir siendo una capital desarrollada, que nos permita siempre vivir mejor, disfrutarla más y ser felices.
Propuesta para la Av. Uruguay, 2019.
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Ciudades aptas para niños
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egún los especialistas en vivienda sustentable de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Nación, uno no debería vivir a más de 100 cuadras del centro de una ciudad, con sus hospitales, oficinas de atención municipal, centros comerciales o bancos. Esto significa 20 minutos de auto, 45 en bicicleta o 2 horas caminando. Fueron maestros del movimiento moderno en la arquitectura, como Le Corbusier, quienes proponían las llamadas ciudades satélite a 10 kilómetros del centro, conectándolas con vías rápidas. El maestro suizo teoriza en su libro Carta de Atenas (1933) dividiendo las actividades de la ciudad en cuatro: habitar, organizar el trabajo, espacios para aprovechar el tiempo libre, dedicados a la recreación y espíritu, y circular. Y fue siguiendo estos lineamientos que los brasileños Oscar Niemeyer y Lucio Costa proyectaron Brasilia, una nueva capital administrativa para nuestro vecino país en 1956. El problema con esta ciudad -y con las ideas de estos modernos- fue haber creído que con el urbanismo se puede limitar las actividades de las personas. Pero lo construido, si no es práctico, si no le resuelve la vida a la gente, no sirve. En Brasilia la gente terminó haciendo viviendas en lugares pensados para las oficinas, porque querían vivir cerca del trabajo, y 91
armaron canchas de fútbol en lugares que no estaban planeados para actividades deportivas ni jogo bonito. Para los urbanistas, Brasilia no fue todo fracaso, también fue un gran aprendizaje. Aprendimos que la ciudad debe ser inclusiva, diversa, y que su riqueza está en la mixtura de actividades. El arquitecto Jaime Lerner -también brasileño- dice que las ciudades son como el caparazón de una tortuga y no se puede separar en porciones, vivir por acá, trabajar por allá. Si rompemos el caparazón en partes, la tortuga se muere. Hoy en día, las nuevas ideas del urbanismo proponen planificar ciudades en las cuales uno tenga todo lo que necesita en 30 cuadras a la redonda. Ciudades compactas, caminables y accesibles, conectadas al transporte público. Esto significa, por ejemplo, que deberíamos empezar a pensar una red de ciclovías que nos permitan llegar -por lo menosdesde la avenida Rosales o desde la avenida Las Heras, en bicicleta hasta la plaza 9 de Julio, tanto a los adultos como a los niños que van a la escuela del centro. En otros países, en lo referente a movilidad y transporte, a capitales como lo es Posadas, se les está sumando infraestructura en tres frentes: para peatonales, para bici-usuarios y para el transporte público. En definitiva, todas apuntan a lo mismo, desalentar el uso del auto particular, cambiar nuestro estilo de vida y cuidar nuestro ecosistema. Gente caminando, biciusuarios y -a futuro- colectivos eléctricos, significarían el 90% menos de emisión del CO2 que emitimos actualmente. En Melbourne, se incentivó a las personas a caminar en lugar de ir al centro en auto, haciendo del peatón la prioridad del espacio público. La mitad de los chicos que iban a clases en auto -llevados por sus padres- eligió estos corredores para empezar a ir caminando a la escuela. Incluso el 10% de los padres que llevaban a sus hijos en su auto, ahora van con ellos caminando ese trayecto. En Ámsterdam, se removieron 92
10.000 lugares de estacionamiento -como el del SEM en Posadas- y se aprovecharon esos espacios para tener veredas más anchas y nuevas bicisendas, todo con resultados admirables. Una hora de estacionamiento significa 12,00 pesos de ingresos para la ciudad. Una mañana suma 48 pesos y a eso hay que multiplicarlo por los 15 autos que entran en una cuadra. Si el municipio dejara de ganar ese dinero y dedicara este espacio a ensanchar la vereda, en lugar de beneficiar a 15 automovilistas, podría beneficiar hasta a 4.000 personas por hora, que van a poder caminar por ahí. Todo por 720 pesos. En la vereda de enfrente, en el espacio para estacionamiento se pueden hacer ciclovías, y uno de los dos carriles vehiculares centrales -que sirven a 2.300 personas en auto por hora- se podría destinar para uso exclusivo de colectivos, que llevan hasta 6.000 personas por hora. Necesitamos empezar a tener una ciudad con carriles exclusivos en serio para los colectivos, la solución al problema del tránsito no es mover más autos: es mover más gente. Y es fundamental también mejorar las frecuencias: si perdés un colectivo, tenés que saber que atrás viene otro. A diferencia de lo que se suele hacer, los expertos recomiendan que, si se va a dejar en algún lugar estacionamiento medido, los vehículos se deben estacionar siempre entre el carril de las bicicletas y el carril de los autos. Las bicisendas no van pegadas a la avenida, los autos estacionados los separan, protegen y les dan mejor seguridad a los menores que van pedaleando. Como dice Janette Sadik-Khan, ex directora de Transporte en Nueva York, si el espacio público funciona bien para los niños, funciona bien para todos. El diseño de calles pensadas para los niños nos muestra la manera segura, accesible, saludable e inspiradora de hacer las cosas.
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Janette Sadik-Khan, transformaciones urbanas para la gente. 2015.
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ta rial plemen e t a M com
Presentación sobre Vivienda sustentable. Lucila Rainuzzo y Prem Zalzman. Presidencia de la Nación. Argentina, 2019
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Los peatones son la nueva prioridad
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ualquiera de nosotros puede percibir que la tendencia actual en las ciudades es devolverle protagonismo a las personas que caminan por la calle. La idea es clara, volver a poner el bienestar de los peatones entre las prioridades del espacio público. Consideremos -por ejemplo- el espacio público que va desde el frente de un edificio o un local, hasta el frente del que está al otro lado de la calle. En ese ancho, habitualmente hay dos veredas que ocupan el 15% cada una y la calle para que pasen o estacionen los autos que ocupa el 70% del total. El protagonista de ese espacio público evidentemente es aquel que tenga cuatro ruedas. Sobre este problema, hay ciudades que han avanzado mucho, invirtiendo la ecuación con la que están diseñadas nuestras calles y se le dedica 30% del ancho a los autos y con veredas generosas, amplias, plantas y árboles, ocupan el 35% de cada lado, devolviéndole a los peatones el 70% del total. Cuando una escuela tiene que poner una baranda sobre el cordón para que los padres y los alumnos no caminen por la calle, entre los autos y las motos, a la salida, nos damos cuenta que esa vereda les quedo 95
chica. Lo mismo podemos ver antes o después de una función en el teatro, gente reunida sobre la calle, entre los autos tocando bocina, con una vereda por la que no se puede pasar. Y no estamos hablando de casos excepcionales, en un teatro o en una escuela esto algo que pasa todo el tiempo y el caos es habitual. Ahí es cuando empezamos a pensar porqué esa vereda no es más ancha, y la respuesta es que la vereda no es más ancha para que ocho simples conductores puedan dejar estacionado allí su auto particular. Es el beneficio de ocho perjudicando a cientos, todos los días. El SEM, la aplicación de celular para que sea más fácil estacionar en el centro de Posadas, no es un avance, es seguir teniendo al auto como protagonista del espacio público por sobre la gente. No tenemos que olvidarnos nunca de que una ciudad es su espacio público. Pensemos en algún viaje o vacaciones que hayamos hecho. ¿Dónde nos sacábamos fotos? Los turistas no se llevan de recuerdo una foto adentro de la municipalidad, o una foto del despacho del intendente, se llevan recuerdos de las esquinas, de las plazas, de los monumentos y de las ferias, en definitiva, de sus calles. Querer recuperar el protagonismo de los que van de a pie no alcanza y es por esto que, en un momento donde además todos estamos preocupados por mitigar las causas del cambio climático, muchas ciudades han decidido redoblar la apuesta. Así aparece el movimiento llamado Car Free, lo que significa expulsar del centro de la ciudad a todos los autos, las motos y su polución de una manera inteligente. Compensándolo con un trasporte público barato, rápido, frecuente, cómodo y tentador. Con una matriz de ciclovías que permita animarnos tener una vida más saludable y a manejarnos en bicicleta. Con veredas equipadas para sentarnos a conversar o tomar un refresco. Y agregando carteles adecuados para saber dónde estamos parados. Posadas también puede ser una ciudad mejor. Imaginemos un centro exclusivamente peatonal en el sector delimitado entre Sarmiento y 96
Córdoba, y desde Buenos Aires hasta San Lorenzo. Donde se terminen los autos con balizas en doble fila y solo pueda entrar un taxi hasta un hotel, o camión de caudales a la velocidad de una persona caminando. Pensemos en La Rioja como un paseo comercial en la que podemos ir desde las paradas de colectivo en Buenos Aires hasta las que están en Junín y la plaza San Martín, que sea un corredor escolar seguro para todos los chicos que vienen a clases en el centro. Así como en la década anterior, Misiones fue pionera en toda la Argentina implementando un Sistema de Transporte Integrado, hoy su capital entra en una nueva década con todas las oportunidades en la palma de su mano. Los invito a los lectores de Oberá, de Iguazú o de cualquier ciudad misionera a que piensen cómo podría ser el área libre de autos y motos ahí donde viven, y qué le hace falta a cada ciudad para convencernos de no usarlos más para ir a trabajar. El futuro puede y debe ser mejor, depende de nosotros.
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t rial plemen e t a M com
The Car-free Livability Programme, Oslo commune. Noruega, 2019.
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La ciudad medida en tiempos
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stamos en tiempos de emergencia climática y muchos países han acordado -durante los próximos diez años- enfocar sus esfuerzos en revertir o al menos mitigar esta situación. La manera de medir la contaminación es a través del dióxido de carbono que generamos, los gases de combustión que emitimos. Y aunque -lamentablemente- los países que más contaminan son los menos preocupados en dejar de hacerlo, todos debemos ocuparnos de cuidar -como la llama el Papa Francisco- nuestra casa común, que es nuestro planeta. Durante el siglo pasado, la necesidad llevo a las clases obreras a vivir en donde el suelo era barato, aunque trabajaran en áreas céntricas, teniendo dos o tres horas de traslado por día. El ritmo de vida contemporáneo hace que trasladarnos de un lugar a otro sea de las actividades que hoy más contamina, el Observatorio de Cambio Climático español estima que un 40% de los gases del efecto invernadero provienen de ello. Y es por esto, que los protagonistas en la ciudad del futuro serán la movilidad y el transporte sustentable. El transporte público debe volverse amable con el medio ambiente. Primero, debemos invertir en poder viajar mejor en colectivo, acortar los 99
tiempos de traslado, con más frecuencias y paradas seguras a cualquier hora. De la misma manera, los trenes metropolitanos (como el que se proyecta entre Garupá y Posadas) emiten solo el 27% de los gases que se generan viajando en automóvil. El criterio es pensar en un transporte público tentador, que nos resulte a todos una buena idea usarlo. Incluso que aliente a los que tiene auto, a dejarlo en su casa. En cuanto a la movilidad sustentable, la posibilidad de recorrer la ciudad por peatonales, en bicicleta o con un monopatín eléctrico requieren mucho más que ciclovías. Es preciso repensar la ciudad, las distancias que un vecino puede recorrer a pie o pedaleando no son muy largas, la gente se cansa rápido. Todas las grandes ciudades tienen los mismos problemas, y es interesante conocer cómo otras buscan solucionarlo de maneras que a nosotros -adaptándolo a ciertas particularidades- también pueda servirnos. Anne Hidalgo es la actual alcaldesa de París, y consciente de esta problemática empezó a preparar junto al especialista en Ciudades Inteligentes Carlos Moreno, un programa para rediseñar su ciudad en cuatro años. Según el catedrático asesor, seis cosas hacen feliz a una persona: vivir con dignidad, trabajar en condiciones dignas, comprar, bienestar, educación y ocio. Para mejorar la calidad de vida, es necesario reducir el perímetro de acceso a estas seis funciones. Así fue como presentaron recientemente “La ciudad de los 15 minutos” donde planifican una reingeniería de la capital francesa de manera que desde las zonas residenciales no quede ninguna actividad a más de quince minutos caminando. Primero removerán 60.000 espacios de estacionamientos de autos para ocuparlos con veredas más anchas, huertas urbanas y ciclovías. Y reingeniería significa que, por ejemplo, si hay un hospital a media hora de viaje, es necesario proyectar y construir un nuevo centro de salud a mitad de camino. Descentralizar es la clave. El programa revisa que todo ciudadano tenga próximo a su hogar el obtener alimentos, aprender, trabajar, comprar artículos para el hogar, asistir
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a eventos culturales y religiosos, atender su salud, ejercitarse y contar con espacios de esparcimiento. Pero no todo queda en la misma dirección, la escuela puede estar quince minutos hacia el norte de nuestra casa, y las canchas de fútbol quince minutos hacia el sur. Para cubrir estas distancias entre las actividades, un anillo de metro ligero, colectivos en carriles exclusivos y trenes metropolitanos complementan la red de transporte integrado. El desarrollo debe buscar la felicidad de la gente e impulsar la transformación de la ciudad para volverla amigable con nuestro ecosistema. Es una nueva manera de encarar los problemas y es casi seguro que lleve a la funcionaria a una reelección pronto. Desde la Sorbonne, donde Moreno es docente, empezaron a llamar a esta manera de repensar las urbes como el cronourbanismo, distancias medidas en tiempos y no en kilómetros. No pasará mucho tiempo para que empecemos a ver cómo aplican esta solución otras ciudades del mundo interesadas en revertir su contaminación. Quedará en manos de los equipos técnicos locales hacer la labor de verdaderos maestros sastres, y entallar a medida de cada ciudad misionera este traje que ofrecen en las galerías Lafayette de París.
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Cerco verde
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or alguna razón, las casas nuevas en barrios abiertos o cerrados, se entregan sin medianeras. A lo sumo, con suerte, pueden tener un cerco perimetral con alambrado. Lo más importante -además de la seguridad- es crear una barrera entre la vivienda y lo que la rodea. Mas allá de elegir conservar el alambrado o hacer un muro de ladrillos, es importante crear también un “cerco verde”. Una vivienda rodeada de árboles, aunque sean jóvenes, tiene muchos grados menos que el ambiente y el asfalto que la rodea. He visto algunas incluso, al lado de las vías del tren -la residencia del arquitecto Berdichevsky en Nuñez- que valiéndose de unos árboles frondosos entre la propiedad y las vías, cuando escuchábamos el tren pasar, parecía estar a una cuadra y no en tu patio. Una barrera sonora. Otra barrera muy rentable, porque te ayuda a vender y valorizar tu inversión en ladrillos, es la barrera visual. Muchas veces vemos departamentos del segundo o tercer piso que aprovechan y disfrutan mucho más del verde de la vía pública, más que los mismos peatones, porque sus ventanas quedan a la altura de las copas de los árboles, llenando el departamento de verde, sol y pájaros cantando casi en la ventana, aun cuando uno está ubicado sobre una avenida caótica del centro. Esta barrera visual, además, protege de miradas indiscretas o simplemente nos aleja de ver las latas en la terraza del vecino. 105
Los árboles sirven también como barrera de viento, muchas veces vemos en la ruta esos campos sembrados rodeados por filas de pinos. Esos árboles cumplen una función muy sencilla y fundamental, que no se vuelen las semillas del campo y los plantines puedan crecer sin que el viento los doblegue. Esos árboles son una barrera de viento. En Misiones, los vientos predominan del sur y del norte durante casi todo el año. Si uno quiere aprovechar este viento para ahorrar en aire acondicionado, debe abrirse una buena ventana al sur, el viento del sur por estas tierras es más amable que en Buenos Aires. Por el contrario, es mejor evitar el viento del norte, sino me creen pregúntenle sobre el viento del norte a cualquier amigo chaqueño. Los árboles nos aportan oxígeno, en realidad, los expertos dicen que “secuestran el dióxido de carbono del aire”. Y esto nos ayuda a tener un medio ambiente mejor. En Suiza, si construís con madera (o en otras palabras, con carbono secuestrado para que el aire sea más limpio) te premian con un voucher, y cuantos más cupones uno junta, más fácil es acceder a un crédito para tu próxima construcción en madera. Deberíamos pensar en una cultura forestal así para Misiones, con madera cultivada y créditos de promoción para el consumidor final. Por lo pronto, cualquier vecino que esté pensando en un cerco verde para su casa, tiene que saber todos los beneficios que trae rodearse de árboles. Como dice ese chiste, no dan wi-fi pero purifican el aire que respiramos, si dieran wi-fi: todos plantaríamos uno. Es una cuestión de prioridades.
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Manual de Vivienda Sustentable. Presidencia de la Nación. Argentina, 2018.
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La revolución eléctrica
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egún la norma IRAM 11.603, nuestro país se encuentra divido en seis zonas bioambientales diversas. Cada una con características bien definidas de clima, topografía y biomas. Esto nos permite diseñar claramente un espacio confortable según cada zona, correspondiéndole a Misiones la zona 1: Muy cálido. Así, también podemos definir qué energías renovables sirven para la eficiencia energética de cada lugar y cuáles no. Por ejemplo, a nuestra zona le resulta poco interesante los avances que se están haciendo sobre biomasa para la calefacción domiciliaria en la zona 5 de la ciudad de San Juan. Allí los avances de calderas eficientes que funcionan con pellets es notable. A nuestra zona la caracterizan las posibilidades que brinda la radiación solar. Siendo evidente esto en el crecimiento que están teniendo productos como los termotanques solares, que permiten tener agua caliente sin costos en una vivienda y con calidad en eficiencia calificada con una A. La otra parte del buen aprovechamiento de la irradiación solar es la generación de energía eléctrica. Un panel fotovoltaico nos brinda unos 300 watts y el consumo de una casa ronda los 3000 watts, la cuenta es simple: con 10 paneles al sol podemos tener energía eléctrica en nuestro 107
hogar. Y ahí es donde debemos tomar una decisión, las opciones son tres y cada uno de nosotros puede elegir la más conveniente para su caso.
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Panel fotovoltaico y baterías: Esta es la opción más costosa, para tener 3000 watts, necesitamos 3000 dólares en paneles y 3000 dólares en baterías. Baterías que ocupan un espacio considerable y que cada cuatro años hay que cambiarlas, pero nos permiten tener una independencia total. Si estamos en un barrio donde hay muchos cortes de luz, o directamente donde no llega el suministro, podemos tener energía eléctrica sin problemas. Esta opción es muy elegida también por los más interesados en frenar el cambio climático, es la más cara, pero -según ellos- el único planeta que tenemos vale el desembolso.
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Panel fotovoltaico sin baterías: Esta opción cuesta la mitad que la anterior, porque solo consiste en los paneles con su tablero inversor y de allí se alimenta toda la instalación. Al no tener baterías, solo funciona de día, pero sirve mucho para lugares que no se ocupan a la noche: escuelas, oficinas, consultorios, talleres. Por nuestra ubicación, la radiación solar es suficiente para que el sistema funcione aún en días nublados. No necesita red eléctrica, y es una buena opción para ahorro institucional.
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Instalación mixta. Al igual que el anterior, esta opción solo nos cuesta la mitad que el sistema con baterías. En un hogar donde contamos con el suministro habitual de la empresa local, colocamos además los paneles en la azotea o sobre el techo y conformamos una instalación que de día usa nuestros paneles y de noche el servicio de la red.
Lo revolucionario en esta alternativa es la incorporación de un Medidor Bidireccional. Así, cuando no haya nadie en la casa o apenas se esté ocupando algún aparato mínimo: la energía que sobra de los paneles, va
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al poste de luz para que esa energía la pueda aprovechar otro vecino. Mi medidor en este caso va a contar tanto lo que consumo como lo que devuelvo, y va a descontarnos de la próxima factura eso que mandamos a la calle. Dicho en otras palabras, nos da créditos para que no nos cobren lo que se consume de noche. Así, de día uso mis paneles, y de noche uso los créditos que gane gracias a vender lo que me sobró. En conclusión, el consumo de mi factura termina siendo: cero. Esto puso nerviosa a más de una empresa y cooperativa de energía eléctrica y en noviembre pasado se sancionó la ley 27.424 que regula el uso del medidor bidireccional. La solución a todo esto es implementar que el Kw que usemos de la empresa prestadora va a costar 6 pesos y por el Kw que devolvemos a la red para que use un vecino, la empresa nos va a reconocer la mitad, 3 pesos. Porque ellos se ocupan de mantener el tendido de la red. Polémico, pero a los fines del ahorro: todo suma. El panel fotovoltaico es la llave, se ha vuelto una más de las commodities: una verdadera materia prima para nuestro futuro. Cuando escuchamos reclamos como el de la adolescente sueca Greta Thunberg ante el Parlamento de las Naciones Unidas, en Nueva York. O cuando vemos convocatorias como la del viernes organizada por Fridays for future participando de la Marcha mundial por el clima, en la Plaza de los dos Congresos. Llega un momento en el que debemos empezar a preguntarnos qué podemos hacer desde nuestro lugar en el mundo, desde nuestras casas, para ayudar a nuestro ecosistema, cada pequeño aporte suma en salvar el planeta para las generaciones futuras. Esperemos que los gobiernos oigan estas voces, den el ejemplo a los pueblos y empiecen a utilizar energías renovables lo antes posible.
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El Estado como principal promotor del uso de energías limpias.
Biopiscinas, explicación sobre las piscinas naurales. Colombia, 2019.
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Uso eficiente del agua
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l agua potable es un recurso caro, cuesta mucho trabajo obtenerla, tecnología, y no estamos usándola de una manera correcta. En las antiguas ciudades, los efluentes cloacales y los pluviales eran transportados por el mismo sistema y en todas pasaba lo mismo, terminaban en el río. Es muy común en Buenos Aires encontrar casas viejas, en barrios como San Telmo, donde todo confluye a la misma red cloacal, venga del baño o de las canaletas del techo. En la actualidad esto ya no es así, aunque todo sigue terminando en el río, el agua de lluvia va al cordón de la vereda, y los efluentes cloacales van a una planta de tratamiento previo. Pero vayamos un paso anterior a los desagües. En todas las casas convencionales hay una sola red de distribución de agua y según qué parte de la vivienda sea, también tenemos la posibilidad de agua caliente. Pero lo que nos deberíamos preguntar es si realmente toda la casa necesita de esta agua potable. En Mendoza -por ejemplo- todo el sistema para regar los viñedos y los olivares proviene del agua que se escurre desde las altas cumbres andinas hacia el valle. Se canalizan en acequias y con eso se riegan los campos, no es ni siquiera agua de lluvia porque casi nunca llueve, pero tampoco es agua tratada en una planta potabilizadora. Según la Opad, en Posadas contamos con más de 1700 milímetros de lluvia por año. Lo que se propone desde un mejor aprovechamiento 111
de los recursos naturales, es dejar de tirar el agua de lluvia a la zanja de la calle. Es agua limpia, no está testeada y no la vamos a tomar, pero podemos usarla de una manera diferente, o mejor dicho: podemos usarla. Una vivienda sustentable es aquella que realmente aspira a hacer un uso eficiente del agua. En primer lugar, hay que diferenciar las tareas. Hay cuestiones sensibles como lavar los alimentos, o propiamente el agua que vamos a beber. Y por otro lado tenemos el agua que usamos para regar las plantas, para lavar el auto, para baldear la vereda. Para las primeras, sin duda, necesitamos agua apta para el consumo humano, es parte de nuestra salud y de nuestra calidad de vida. Pero para las otras actividades podríamos usar agua de lluvia o agua limpia de cualquier arroyo, sin que eso afecte nuestro bienestar. Por ejemplo, en el centro de cualquier ciudad, en los edificios en altura, la condensación de los equipos de refrigeración puede llegar a producir 600 litros diarios de agua que no se están aprovechando. Lo que se propone es hacer lo que se llama una cosecha de agua de lluvia. Tendríamos que tener en nuestra casa un segundo tanque, al que llegan todas las canaletas y la zinguería de los techos. Son instalaciones muy interesantes, que tienen redes para frenar alguna hoja que arrastre. En definitiva, aunque los dueños de casa, seguramente van a mirar con desconfianza el gasto que esto implica, cuando comprenden toda el agua que se puede usar de este sistema, para tantas cosas de la casa y todo con agua que no va a tener ningún costo, es una cuenta que se paga sola varias veces. Las posibilidades de potabilizar este cultivo no son complejas y teniendo en cuenta que en el supermercado 1 litro de agua cuesta 20 pesos, tampoco son caros. Se pueden usar por ejemplo, filtros domiciliarios de carbón activo. Es necesario que empecemos a pensar en un uso eficiente del agua. Esperemos en los próximos años dejar de ver a vecinos con la manguera en la vereda, usando para limpiar la misma agua que podemos darle de beber a nuestros hijos. 112
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Un país llamado Misiones
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uando hablamos de las vanguardias, etimológicamente hablamos de aquellos que llevan la avanzada, y por una cuestión tal vez mediática o -más atinado aún- por una razón comercial, solemos pensar que esa delantera la llevan países del primer mundo, como puede ser Estados Unidos, Japón, Alemania o Francia. Pero cuando buscamos innovación creativa para el mundo de la arquitectura y el urbanismo, los referentes son dos: Holanda y Portugal. Cuando hablamos de urbanismo, miramos a Holanda, pero en realidad se trata de los Países Bajos y toda un área de influencia que abarca desde Bélgica hasta Dinamarca. Como cualquier país europeo, durante los setentas, Holanda se dedicó a entubar sus arroyos, a ensanchar las autopistas y a darle prioridad al auto particular. Era el paradigma de la época y ellos eran uno más que no se quería quedar atrás. La diferencia está en que actualmente Holanda se atreve a experimentar soluciones nuevas y se permite aprender de sus errores. Los habitantes tomaron conciencia del impacto negativo que su estilo de vida estaba generando en el planeta y decidieron dar un golpe de timón. Ciudades como Brujas, en Bélgica, con sus cuencas y arroyos a cielo abierto, se volvieron un modelo a seguir en la región. 115
Se empezó a recuperar el valor por lo cotidiano, por lo amigable, las ferias francas le ganaron a los shoppings y las personas se volvieron los dueños de la calle. Hoy, Ámsterdam es una ciudad donde sólo se ven peatones por el centro y en Copenhague van en una misma bicicleta el papá con sus dos hijos camino a la escuela. Se logró desplazar -y hasta vedar- a los autos particulares. No es casual que el pabellón de Dinamarca, diseñado por el estudio BIG, para la Feria Internacional de 2010 fuera una bicisenda que subía y bajaba por una rampa alrededor del monumento a la sirenita (su personaje tradicional). En cuanto a la vanguardia de la arquitectura: Portugal, con el arquitecto Álvaro Siza -y toda la península ibérica- ha sabido entrar en el Siglo XXI, con austeridad y eficiencia. De esta manera, podemos ver cómo usando mucho la influencia de sus tradiciones y con bajos presupuestos, pueden dar soluciones dignas de admiración. Un caso que participó de esta movida es el de Pabellón español en la Exposición Internacional de 2008. Allí, cada potencia presenta al mundo lo mejor que tiene, toda su tecnología y sus avances. En ese momento España estaba por desaparecer, estaba entrando en una crisis profunda y terminó tan endeudada con la Merkel que solo faltó izar la bandera alemana en el palacio de la Moncloa. En ese contexto le encargaron al arquitecto Francisco Patxi Mangado, de la Universidad de Navarra, que se ocupe de proyectar lo que sería la vidriera de los españoles al mundo. Para Patxi Mangado, el mayor problema era refrigerar los 8000 m2 del Pabellón al rayo del sol del verano, y recordó la casa de sus abuelos: como un casco de estancia, fresco debido al bosque que lo rodeaba y protegía. Y con su equipo, resolvieron el problema diseñando un pabellón sobre un espejo de agua, en ese gran charco enclavaron columnas revestidas en arcilla, con un techo cubriéndolo todo y en el centro pusieron la muestra. Las columnas de arcilla cocida absorbían el agua, como cualquier pared sin buenos cimientos. La humedad subía y las columnas estaban
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siempre frías. Con este sistema, cuando pasaba el calor zigzagueando entre las columnas, el aire bajaba su temperatura y si venía muy seco se humidificaba con el espejo de agua. Así, a los expositores en el centro de la construcción, a la sombra de la gran cubierta, les llegaba todo el tiempo una brisa refrescante sin usar ni un solo aire acondicionado. Esto, que algunos mal lo consideraron una solución de gente rústica, puso a España a la vanguardia de la arquitectura sustentable, los mostró como un pueblo respetuoso del medio ambiente y que no hacía falta tener grandes partidas de dinero como los otros pabellones, que lo importante era cómo ponían en valor su historia y se destacaban por su creatividad. Siguiendo esta línea, Misiones es como un “pequeño país” de 30.000 kilómetros cuadrados. Tenemos el mismo tamaño que Bélgica, Países Bajos Países y comprendimos que entubar el arroyo Vicario no es el progreso, que el futuro se trata de poder navegarlo con unos amigos en un kayak. Queremos calles con gente conversando, que se escuchen los pájaros cantar y las campanas de la catedral en punto, como en la casa de nuestros abuelos. Que alrededor de la plaza 9 de Julio y de la plaza San Martín, la gente tendría que poder caminar por el medio de la calle y que no debería circular ningún auto, como si todos los días fueran Black Friday. En conclusión, Misiones tiene que despojarse definitivamente de los prejuicios que todos tuvimos y permitirse soñar. No es una cuestión de presupuestos, como lo demostró Patxi, se trata de respetar nuestra tradición y poner nuestra inteligencia al servicio de sacar adelante la vocación de Misiones de convertirse en una provincia de vanguardia.
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Misiones Zona Franca
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a preocupación de los comerciantes de Iguazú por instalación de Loja França, volvió a poner sobre la mesa un tema que podría beneficiar a muchos misioneros, las llamadas zonas francas, donde se exime del pago de todo impuesto nacional a un area en particular. En el caso de Foz, son muy pocos los productos no eximidos, y vuelve a poner a Brasil en un precio competitivo. Desde la Cámara de Comercio de Puerto Iguazú piden que la nación de una respuesta para nuestra provincia. Se habla de la nueva ley de PyMEs y tratamientos impositivos diferenciados. El antecedente argentino sobre esto es el de Tierra del Fuego, apoyándose en su ubicación alejada y su relación marginal con el centro federal, se declaró a toda esa provincia Zona Franca, por la ley 19.640 de 1972. Desde la sanción de esta ley, el desarrollo de Tierra del Fuego la convirtió en un polo tecnológico, junto a la brasilera Manaos, para todo lo que es la Industria electrónica regional. ¿Podríamos pensar en algo así para toda la Tierra Colorada? Un gran avance en la búsqueda de políticas nacionales para el desarrollo y el ordenamiento territorial es el PET, nuestro Plan Estratégico Territorial. Con su última versión en 2018, es un documento realizado por el gobierno nacional, extenso y profundo que viene elaborándose desde 119
2004. La última actualización del PET incorporó los Objetivos de Desarrollo Sustentable, planteados por la ONU para 2030, tratados en esta columna anteriormente y conceptos nuevos como el de Gobernanza. El PET propone “un país equilibrado, sustentable y justo, un plan que permita incrementar la competitividad e insertar a nuestro país en el mundo” y como todo Plan se propone ser el motor que coordina diversos Programas para que todos trabajen en la búsqueda de un mismo fin. En definitiva, el PET busca ser un instrumento de partida para que cada provincia lo continúe profundizando, y después cada municipio, yendo siempre de lo general a lo particular. Este documento ordena las prioridades, por ejemplo, de las obras públicas por hacerse y es un generador de políticas a largo plazo. En el caso de Misiones, el Plan primero analiza el Modelo Actual, donde se pueden estudiar las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas. La consolidación provincial en la producción de yerba, tabaco, té y la industria forestal. Luego, propone un Modelo Deseado donde -entre otras cosas- se busca consolidar el turismo generando “Corredores Ecoturísticos” que vinculen por las Rutas 14 y 12 a Posadas con los Saltos del Moconá y las Cataratas del Iguazú, respectivamente. En el Modelo Deseado, también se busca que Misiones ponga en valor su forestoindustria, participe de una integración transfronteriza, y se vuelva competitiva. Todo lo que propone el PET está en clara sintonía con lo que podría ser declarar zona franca a Misiones. Permitámonos soñar una provincia potencia mundial, una que exporte viviendas de madera al mundo, que reciba turistas de todas partes que visitan el Patrimonio de la Humanidad UNESCO que tiene la provincia. Donde se nos identifique con el cuidado del ecosistema, gran productor de energías limpias. Donde podamos exportar saquitos de té a Inglaterra y que no nos devuelvan en un paquete Made in England nuestro propio cultivo. Todo a precios competitivos con el mundo. 120
Declarar Zona Franca a Misiones permitiría promover el desarrollo económico de aquí y de toda la región. Sin dudas, en una provincia donde el 90% de su frontera es con el Mercosur, Misiones podría sacar mucho provecho de esa situación y se vería altamente beneficiada. Si la ciudad de Ushuaia -estando en el lugar más austral del mundo- pudo crecer más de once veces desde que se sancionó la ley, Misiones por su clima, su biodiversidad, su gente, y su industria, podría crecer aún mucho más. Con Misiones en una Zona Franca podríamos tener un país más equitativo y devolverle a los misioneros la cosecha de décadas sembrando trabajo en la periferia del país, alejados de la Capital Federal. Se podría saldar una deuda histórica.
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Plan Estratégico Territorial, Bicentenario, 2010. Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios.
Plan Estratégico Territorial, Argentina 2018. Ministerio del Interior, Obras públicas y Vivienda.
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El pasado abre puertas al futuro
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n la actualidad, parece difícil pensar en poder innovar radicalmente en la construcción y el diseño de una casa, pero al igual que sucede con la movilidad urbana, donde el futuro está en volver a usar la bicicleta como antes de la Segunda Guerra Mundial. Muchos aspectos del futuro en nuestros hogares también encuentran su inspiración en las ideas donde no se recurría al derroche de energía y se respetaba el medio ambiente. Es que en aquellos tiempos, la creatividad estaba aplicada para los mismos problemas de ahora, pero con escasos recursos, se buscaba aprovechar de manera racional las posibilidades con las que se contaba. Si uno quiere hoy lograr un espacio confortable para vivir puede ir por el camino de los arquitectos Mario Soto y Raúl Rivarola o por el camino del ingeniero Willis Carrier. Es más fácil para nosotros pensar en refrigerar una habitación con un buen aire acondicionado, incluso usando tecnologías de menor consumo. O podemos ir por un camino más austero. En la hostería que fuera del Automóvil Club en Apóstoles, de 1957, Soto y Rivarola recurrieron a técnicas y estrategias de construcción y 123
diseño que permitieron lograr habitaciones frescas y confortables sin recurrir al aire acondicionado, pensando con precisión de relojería la orientación de cada ventana, aprovechando el sol de la mañana y con galerías que protegieran del calor de la tarde. Pérgolas pintorescas con abundantes plantas y ansiada sombra. También utilizaron un sistema de doble techo que -sumado a los blancos muros- frenaba la radiación solar, y estudiaron una correcta alineación con los vientos predominantes para que la brisa permanentemente limpiara el calor. Esta hostería, logra tener espacios amables y cuenta con una muy generosa piscina, todo para que el visitante pueda pasar varios días cómodo, sin usar ni un solo aire acondicionado. Actualmente la hostería pertenece al Sindicato de Luz y Fuerza, que -con mucha dedicación- logra tenerla mantenida y conservarla respetando mucho cómo era originalmente. Visitarla es realmente comparable a andar en un auto clásico. Mario Roberto Álvarez, un maestro de la arquitectura argentina, decía que el buen diseño no tiene época y manejaba un Fiat Spider rojo de 1959, creado por el mismísimo Sergio Pininfarina. Soto y Rivarola, sin embargo, lograron su trabajo más destacado en la Escuela Normal de Alem. Esta obra es una de las pocas en el país que fue declarada Monumento Nacional. Por ejemplo, una gran cubierta con forma de embudo, permite recolectar el agua de lluvia, y crea unas pequeñas cascadas que van rociando el aire, lo humidifican y ayudan a refrescar los espacios interiores, de forma natural. La escuela aún hoy en día, no necesita de aire acondicionado para funcionar y sus alumnos aman el edificio. Estos mismos arquitectos también se ocuparon del Hotel del Turismo en Posadas y de las hosterías en Montecarlo y San Javier, en las cuales integraron las construcciones al paisaje propio de cada lugar, con un profundo respeto. Ellos son parte de un grupo de profesionales que
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sembraron obras de gran diseño por todo Misiones junto al Automóvil Club. Marcos Winograd, autor de la primera Terminal de micros de Oberá, diseñó también el hotel del ACA en Eldorado (1958). Y el arquitecto Antonio Vilar hizo una emblemática estación de servicio en el centro de Oberá en 1944. Hoy -por alguna razón inexplicable- estas joyas de la arquitectura de Oberá, se encuentran en polémicos proyectos de demolición: la terminal ya está en un estado avanzado del proceso, pero esperamos que la inquietud de los vecinos unidos alcance a frenar que se demuela también la estación de servicio. El ACA llegó a crear por las rutas nacionales de nuestro país una red de estaciones de servicio y hosterías cada 150 kms. Esto permitía que cualquier conductor pudiera aventurarse en su vehículo particular y con su familia a recorrer y conocer todo el país. Fue un momento clave de crecimiento en Argentina y del nacimiento de Misiones, Territorio Nacional hasta 1953. Sin dudas, ciudades como Oberá le deben en buena parte al ACA el poder ser conocidas por todos en cualquier lugar de Argentina que se las mencione, o que muchos visitantes hayan podido llegar hasta allí, algunos varios que pasaron para quedarse y ya no volver. Afortunadamente que cada vez somos más las personas conscientes del gran valor que tienen estas obras para nuestra historia y nuestra cultura. En ellas encontramos el camino a seguir que nos marcaron quienes con inteligencia nos precedieron en el camino. Es fundamental proteger nuestro patrimonio para poder aprender de aquellos que resolvieron -de forma admirable- problemas complejos con soluciones simples.
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Corte transversal de la Escuela Normal de Alem, Misiones. Soto-Rivarola Arqs. 1957.
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Las fronteras no son muros
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stamos de acuerdo en que administrar una ciudad supone un gran desafío para cualquier gestión y comprendemos que cuando hablamos de ciudades inteligentes no estamos hablando de un municipio con un buen sitio en internet. Una ciudad inteligente ofrece tecnología, transparencia y -ante todo- calidad de vida a sus ciudadanos. Pero para cualquier Intendente es importante asumir que la ciudad no es un evento aislado, es vecino de otras ciudades con las que comparten los mismos problemas de transporte y movilidad, de residuos o reducir nuestra huella de carbono en el ecosistema. Hoy, hasta los cementerios son un problema que los intendentes deben unirse para responder adecuadamente. Es en este punto en el que empezamos a pensar en grupos de ciudades que tienen una vida en común y en lo que llamamos un área metropolitana. Así, lo que ahora empezamos a ver como el futuro objeto de estudio del urbanismo son las llamadas metrópolis inteligentes. Un buen antecedente sobre esto es la Autoridad del Gran Londres. Creada en el año 2000, es una administración colectiva compuesta por la Municipalidad de Londres y las 32 municipalidades que la rodean. Desde la AGL se decide sobre la red de subterráneos que atraviesa los 33 127
municipios o sobre los espacios verdes, organizando el cinturón verde que rodea a la capital inglesa. Otro antecedente es el de Acumar. La Administración de la Cuenca Matanza-Riachuelo, que se compone por 15 ciudades, 14 municipios de la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma se unieron para sanear uno de los cursos de agua más contaminados del país. Este arroyo desemboca en el Río de la Plata a pocas cuadras del estadio de Boca Juniors y le dio el famoso apodo a su hinchada. Ya en 1993, la Secretaría Nacional de Recursos Naturales prometía rescatar el curso de agua en 1000 días, pero la verdad es que las cosas han tomado mucho más tiempo de lo previsto en cambiar. El desafío que enfrenta Acumar es tan monumental que aun teniendo todas las administraciones de la misma bandera política se avanza lentamente. Para octubre de 2019, todavía se están retirando casi 3000 toneladas por mes de basura del Riachuelo y todavía en La Boca sigue habiendo mal olor. Alentados por la experiencia de Londres, Mendoza pudo consensuar en el 2016 la creación de una entidad que coordinara a todos los municipios de la capital y su área metropolitana. Así nació el Unicipio, formalmente llamado Consejo de Coordinación de Políticas Públicas para el Área Metropolitana. Actualmente avanza con pasos firmes en temas de arbolado y áreas verdes y espera pronto alcanzar la meta de su propio cinturón verde. Otro tema que protagonizan su agenda es el Transporte. En este sentido, desarrollaron una verdadera red integrada que combina un metro ligero, buses de paseo, colectivos urbanos y una nueva red de ciclovías por todo el Unicipio. Las sendas para bicicletas fueron pensadas de manera que las bicicletas circulen separadas de la calle convencional de los autos y por su buen diseño obtuvieron la financiación del Banco Interamericano de Desarrollo para hacer las obras.
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Afortunadamente -en nuestra provincia- los planificadores misioneros también decidieron empezar a pensar a nivel metropolitano temas como el Turismo o el cuidado ambiental y crearon una Mesa de trabajo para la integración territorial con todas las municipalidades del Gran Posadas, pero una cuestión marcó la diferencia. Todos los ejemplos que vimos hasta ahora son dentro de un mismo país, como si las fronteras entre las naciones fueran un límite hacia la nada, como si no nos afectara lo que pasa del otro lado. Y ahí es donde Misiones empezó a darle un mensaje al mundo, participando del encuentro sobre la metrópolis de su capital tanto a Garupá y a Candelaria, como a las municipalidades paraguayas de Encarnación, San Juan del Paraná y Cambyretá. En definitiva, toda Misiones está caracterizada por metrópolis binacionales, esto mismo sucede en Puerto Iguazú con Foz do Iguazú, en Bernardo de Irigoyen con Dionisio Cerqueira o en San Javier, con la llegada de su esperado puente internacional a Porto Xavier. Las fronteras no son muros, son espacios de encuentro con otro igual a mí, pero lamentablemente -en estos casos- al financiamiento del BID le cuesta entenderlo. Avanzando por el camino de integración territorial binacional, Misiones puede ponerse a la vanguardia de las metrópolis inteligentes. Y para ello, es fundamental continuar aprovechando esta oportunidad de trabajar en conjunto con las ciudades de los países vecinos.
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Cartografía del área metropolitana Posadas-Encarnación. Municipalidad de Posadas, 2019.
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Recta final para el Plan Posadas 2022
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l primer Plan Estratégico de la capital misionera se acerca a su recta final. Desde hace años, la ciudad viene trabajando -a lo largo de diferentes gestiones- en hacer realidad esa visión que teníamos para Posadas en el 2022. En un documento innovador para su momento, ya en 2010 se estaba hablando de ir hacia una ciudad sostenible e inclusiva, que pueda ser reconocida por su cultura. A través de un análisis técnico entre diferentes actores, se hizo una elaboración profunda de Ejes, Programas y Proyectos sobre los que deberían girar los trabajos para sacar adelante este plan, definiendo dónde enfocar los esfuerzos para alcanzar esta ciudad que todos deseamos. Algunos de esos proyectos han crecido de manera notable durante estos últimos diez años y el resultado es -sin dudas- muy positivo. El primer eje es el dedicado a la Integración Urbana y la Calidad Ambiental. Sobre este aspecto, la ciudad ha tenido avances que todos los que viven aquí hace más de diez años pueden percibir. Concretamente, el impacto de las obras promovidas por la Entidad Binacional Yacyretá para alcanzar la cota máxima se enmarcaron en el Proyecto para el 131
Frente Fluvial y grandes parques urbanos. En esta materia el llamado waterfront de Posadas ha avanzado a pasos firmes, sumando muchos puntos al Programa de Imagen de la ciudad y espacios públicos. En el eje Competitividad, Empleo e Innovación, durante este tiempo nuestra capital se ha vuelto una atractiva e interesante opción como Ciudad de Congresos y Eventos. Hemos sido anfitriones de numerosas cumbres, jornadas y encuentros que les han permitido a los visitantes descubrir una nueva ciudad, a la cual pueden regresar. Por lo que podemos afirmar que el Programa Posadas es Turismo también ha tenido resultados positivos. El fin último de este eje busca posicionar a Posadas como el Gran Portal Urbano de la Selva Misionera, una tarea para nada sencilla, pero para la cual el municipio cuenta con todos los recursos y las personas capacitadas para lograrlo. Por otra parte, el Parque Industrial Posadas con su espacio de co-working gratuito para emprendedores, o la fábrica de casas de madera mas grande de la región avanzan en la dirección que propone el Plan Estratégico sobre innovación y tecnología. Es un gran mérito lograrlo, y será aún más meritorio sostener este polo y sus iniciativas en el tiempo. El tercer eje del PEP 2022 está dedicado a la Inclusión Social e Identidad Local, abarcando educación, deportes y salud, entre otros. Aunque si bien parece abarcativo, están todos claramente vinculados. Por ejemplo, los índices de calidad de vida mejoran con cada espacio nuevo que se inaugura para que los vecinos hagan actividades aeróbicas, salgan a correr o a caminar. Por su parte, la Agencia Universitaria municipal ha sabido direccionar el rumbo y coordinar las acciones para que todos empecemos a pensar seriamente en Posadas como una Ciudad Universitaria, siendo las casas de altos estudios verdaderas usinas de conocimiento para la comunidad, pero también para las empresas ya que el sector privado y el público
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pueden dar pasos firmes cuando trabajan en el marco de convenios con las facultades y sus investigadores. El ultimo eje del PEP está destinado modernizar la gestión comunal, descentralizarla y articularla con otras instituciones. Llegaremos al fin del plazo para cumplir este plan habiendo dado los primeros pasos firmes sobre la experiencia del Presupuesto Participativo. Es importante que esto crezca, se consolide y cada vez tenga partidas presupuestarias mayores, para propuestas mas ambiciosas. Finalmente, en este tiempo se quiso avanzar sin éxito en legitimar a Posadas y Encarnación como una sola área metropolitana, pero los esfuerzos deben redoblarse en este sentido. Siempre va a ser sano para todos dejar de tratar al que está del otro lado del río como alguien ajeno a nuestros problemas, aunque las financiaciones externas nos inviten a pensar lo contrario. En conclusión, la gestión que comienza tiene la responsabilidad de llevar el PEP a buen termino, es por esto que se hace imprescindible revisar el estado de avance en cada uno de los ejes. Queda mucho por hacer sobre movilidad, sobre vincular el Oeste con el Este de la ciudad de manera radical para controlar la dispersión urbana. Hay mucho todavía por hacer sobre la Red Logística Multimodal o temas tan cruciales como la soberanía alimentaria misionera apuntalada en nuestro cinturón verde agrícola. Pero aún estamos a tiempo de aprovechar el mediano plazo para lograrlo con acciones certeras. En definitiva, debemos buscar llevar el barco a buen puerto, o al mejor puerto posible, ya que la sociedad también se ha transformado en esta última década. En estos años han surgido nuevos puntos de vista, una conciencia diferente sobre ciertos problemas y la madurez propia de nuestra comunidad es otra, en especial cuando hablamos de cuidado de nuestro ambiente, o equidad de género. Sobre estas nuevas inquietudes, será trabajo del PEP 2032 encararlas y materializarlas en la capital de la Tierra Colorada. 133
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Plan Estratégico Posadas 2022. Municipalidad de Posadas, 2012.
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Posadas Ciudad-Parque
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lega el momento de empezar a pensar una nueva ciudad. Cuando en 2010 se pensó en la capital del futuro muchos aspectos fueron acertados, por ejemplo, seguimos convencidos que Posadas debe ser el Portal urbano hacia la selva misionera. Esta idea fue ratificada por el Plan Estratégico Territorial de Nación que fue revisado en 2018, allí se habla de una provincia donde la forestoindustria y el turismo sean protagonistas, ninguna actividad es más importante que la otra. Por su biodiversidad, por sus maravillas naturales, es necesario seguir creciendo por ese camino planteado. Pero el urbanismo no adivina el futuro y mucho menos podía prever los cambios culturales o en la sociedad. Es por esto, que, en otros aspectos, es necesario revisar qué deseamos para Posadas. Nuestro Plan Estratégico fue pensado para una ciudad entre el arroyo Mártires y la costanera del río Paraná, con un sur que apenas llegaba al Centro de Cazadores. Hoy la ciudad ha crecido descontrolada e imperfecta, Itaembe Miní e Itaembé Guazú dejaron fuera de juego todo lo previsto y nos piden repensar la conexión del oeste con el este, más allá de Villa Cabello. Así mismo, esta última década le ha servido de aprendizaje a la sociedad, sería interesante empezar a proponer el plan para una nueva ciudad teniendo en cuenta los siguientes cinco ejes. 135
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Descentralizada: Aspiramos a tener una ciudad con cada barrio como protagonista comunal. Un municipio con una administración inteligente y moderna. Reconociendo a la gobernanza como factor clave de una gestión participativa y transparente.
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Sostenible: Nuestra capital puede convertirse en un actor clave para que la provincia avance en un desarrollo perdurable y competitivo. Desde Posadas hay mucho por hacer en innovación, por ejemplo, por nuestra soberanía alimentaria. Los movimientos de urban farmers alientan a que cada vecino produzca alimentos en su casa, desde especias hasta frutales, cada uno de nosotros puede cultivar parcialmente los alimentos que consume, teniendo como espacios de intercambio las ferias francas. Volvamos a la huerta en casa, desde el municipio se pueden dar valiosas capacitaciones abiertas al público en general sobre crear abono tipo compost o hidroponía, para el cultivar plantas en espacios reducidos como canteros o balcones.
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Inclusiva: Repensar la equidad de género, empoderando a la mujer, en la búsqueda de una igualdad de oportunidades para todos. Es necesario revisar las paradas de colectivo actuales, su estado y ubicación. En el 70% de las familias que tienen un auto, al vehículo lo usa exclusivamente el hombre, dejando el transporte público para que lo ocupen predominantemente las mujeres y los niños. Tenemos que aspirar a un sistema de transporte más seguro, para que ellas puedan usarlo en cualquier hora del día, con paradas bien iluminadas por la noche, mayor presencia policial, y esquinas videovigiladas. En este sentido, vemos muy útil las aplicaciones como Moovit donde se indican recorridos, horarios y frecuencias de las líneas de colectivo.
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Sustentable: Buscamos reducir nuestra huella de carbono. La bicicleta debe pensarse para moverse entre las zonas resi-
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denciales y las terminales de colectivo o las estaciones de tren. Es necesario que en lugares como Transferencias Quaranta y UNAM contemos con espacios de guardad, guarderías de motos o estacionamientos vehiculares a precios amigables. Desde allí, por carriles dedicados, el colectivo nos trasladará rápidamente hasta el área central. El que baja del colectivo en la calle Buenos Aires o el que va a tomarlo a la calle Junín se maneja de a pie, por eso es importante empezar a considerar sacar al auto particular del centro. Podríamos crear una super manzana entre Córdoba, San Lorenzo, Sarmiento y Buenos Aires donde la circulación sea exclusiva para los peatones.
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Verde: La ciudad necesita recuperar sus espacios públicos, acrecentarlos y mejorarlos. Contamos con un instrumento valioso como el Plan Forestal Urbano, sancionado por el Concejo Deliberante en 2013, donde técnicos idóneos ordenan las especies y aconsejan un lugar de la ciudad para cada una. Coloridos lapachos, cedros misioneros o pindó, tienen su calle o su avenida, por un motivo argumentado. Hay movimientos ambientalistas que invitan a que cada habitante del mundo plante un árbol, en sintonía con esta iniciativa el vivero municipal podría orientarnos en conseguir y cuidar la especie más adecuada para nuestras cuadras. Así la ciudad-parque de los que queremos sombra no va a tardar mucho en llegar.
Es necesario que entre todos logremos el cambio cultural que hace falta para concretar una nueva ciudad, donde podamos ser más felices. Es importante que cada uno -desde su lugar- brinde su aporte, no adivinaremos los problemas que vendrán, pero podremos enfrentarlos desde un lugar mejor. El debate está abierto y hay mucho por hacer.
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Plan Forestal Urbano Municipalidad de Posadas, 2013
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Palancas por botones
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Remment Koolhaas muchos lo llamamos “Culjas” pero la correcta pronunciación es “Colás”. Es un holandés -su nombre hace casi obvio este dato- que nació en 1944. Hijo de un periodista, heredó esta profesión de su padre. Con veintitantos, era de los que tenían futuro en el periodismo. Trabajando para un diario, le encomiendan que empiece a escribir la columna de Arquitectura -una igual a ésta, pero en el diario de La Haya- y Rem empieza a conocer sobre los grandes maestros de la arquitectura moderna: Le Corbusier, Alvar Aalto, Frank Lloyd Wright y Mies Van der Rohe. Pero -como todo buen periodista- se empieza a cuestionar las supuestas “verdades” de estos grandes arquitectos. Es escéptico, empieza a formar su propia opinión sobre cómo deberían ser las ciudades, cómo debería ser una vivienda, a tal punto que empieza a estudiar para ser Arquitecto en la Architectural Association de Londres. Cuando se recibe, el aporte que hace desde su Oficina de Arquitectura Metropolitana (OMA) -así lo bautizó-, se vuelve un antes y un después para la disciplina. Koolhaas termina de sepultar al Movimiento Moderno en 1985 cuando construye para un cliente la Villa dall’Ava en París. Allí, 141
echa por tierra todos los postulados de su vecina: la Villa Savoye, que Le Corbusier construyó en 1929. Rem se caracteriza por ser irónico, inteligente y tener una cuota de humor en sus modos; en el fondo parece un tipo serio que está jugando. Donde todo era blanco y puro para los modernistas, él lo hace con colores. Donde todo era derecho, él lo hace torcido. Donde todo parecía rígido y pesado, él lo hace liviano y parece estar flotando en el aire. Le Corbusier decía que las casas eran “máquinas de habitar” y como si esa máquina se tratara de una imprenta donde iba una palanca, Koolhaas pone un botón. Deconstruyó ideas instaladas y las reformuló. Así, con sus obras, dio inició a un nuevo paradigma: la arquitectura posmoderna. Pero si bien es fundamental para un arquitecto concretar en obras sus ideas, el mayor aporte que hace a la arquitectura es el teórico. No debe haber un arquitecto que haya vendido más libros que él, su manifiesto sobre urbanismo ‘Delirante Nueva York’ es revolucionario desde la portada y con una profunda mirada crítica sobre el crecimiento de una ciudad descontrolada y derrochadora. Sólo podríamos compararlo con ‘Yes is more’, de su discípulo danés Bjarke Ingels, pero es una historieta publicada en 2010: habrán vendido muchas, pero ese manifiesto en formato de cómic me genera ciertas dudas. No sabemos si Koolhaas ya es un arquitecto-periodista o un periodista-arquitecto, pero constantemente sigue escribiendo artículos y columnas, cada ladrillo que pone tiene un respaldo intelectual del que podemos estar de acuerdo o no. El curso de la arquitectura actual, posmoderna y deconstructivista, sigue el envión que Koolhaas le imprimió y los arquitectos que reciben premios hoy en día han sido sus colaboradores o sus alumnos. Un ejemplo es el estudio MVRDV de Rotterdam que sigue esta línea y son “una fija” en cada concurso de proyectos. Merecen ser googleados.
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Rem Koolhaas recibió en el año 2000 el premio Pritzker, el equivalente al Nobel en la arquitectura, que lo entrega la Fundación Hyatt (unos conocido hoteleros filántropos) y en 2007 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica. Evidentemente no todos los holandeses son tan errantes y tal vez los periodistas no sean tan malos para el mundo.
Rem Koolhaas en la Villa Dall’Ava.
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El tucumano que venció a Hitler
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or alguna razón, los grandes arquitectos realizan sus obras emblemáticas después de los 60 años de edad. Luego de ejercer la profesión por 40 años, logran alcanzar un dominio del arte tal que les permite hacer sus obras maestras. 68 años tenía Frank Lloyd Wright cuando construyo la Casa de la cascada para el Doctor Kaufmann, Le Corbusier diseña a los 63 años la capilla católica en la campiña francesa y Antonio Gaudí encara la construcción de la Sagrada Familia en Barcelona a los 63 años, en 1915. Esta última, una obra tan magnífica que todavía hoy sigue en construcción. A los pocos años, en la década del veinte, el diseño y la arquitectura tenían su polo de nuevas ideas en Alemania. La Bauhaus era un modelo de Facultad superador, que dejaba atrás la tradicional École des BeauxArts. Los profesores de la Bauhaus enseñaban a optimizar los recursos, a sacarle provecho a los materiales. Se eliminaron todas las decoraciones innecesarias en los productos, simplificando los procesos industriales y se buscaba diseñar objetos para todos, sin discriminar entre sexo, clases, razas o religiones, un diseño con fines sociales que les sirviera a todas 145
las personas. Alemania había perdido la Primer Guerra Mundial y estaba buscando volver a crecer, reconstruirse. La Bauhaus funcionó hasta la llegada del Nazismo, cuando su fin universal ya no tenía más cabida en Alemania y Hitler la clausuró en 1933. Los profesores de la Bauhaus, Walter Gropius, Mies van der Rohe y tantos otros emigraron a América, tierra siempre de nuevas oportunidades. De este lado del océano, la vanguardia de la Bauhaus se trasladó a dos Facultades que la continuaron: A Harvard, en Estados Unidos, y a Tucumán, en Argentina. De la mano de profesores como Eduardo Sacriste, Jorge Vivanco y Horacio Caminos. Un día, mientras Europa estaba sumida en la Segunda Guerra Mundial, en la Facultad de Tucumán sus alumnos estaban en la clase, dibujando con tinta china panteones familiares, usando los órdenes dórico, jónico y corintio. Llegó Jorge Vivanco y le dijo a sus alumnos: “Guarden todo. Vamos a diseñar una casa para los peones de la caña de azúcar.” En ese momento, uno de sus alumnos llamado César Pelli, un adolescente, sintió que todo cobraba sentido. Los órdenes griegos le resultaban aburridos, y con estos profesores empezaron a diseñar escuelas, hospitales, lugares llenos de vida que hacían crecer las ciudades y mejoraban la vida de las personas. Con ese impulso, César Pelli viaja a Estados Unidos en 1956 para seguir aprendiendo, después de recibirse de Arquitecto de la Universidad Nacional de Tucumán. Llega a Chicago con 30 años, acompañado por su esposa y un hijo en camino, donde -siempre trabajando para otrosse pone a hacer los planos de un nuevo edificio para el Aeropuerto de Nueva York. Mas adelante, ayuda a unos desarrolladores a rentabilizar sus inversiones diseñando un ingenioso sistema para lotear las sierras en California y ya no vuelve a vivir a la Argentina.
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Curiosamente, Pelli -mientras trabajaba para grandes constructoras y estudios de renombre- nunca abandonó su actividad docente. Tal vez con una vocación heredada de su madre maestra, había empezado como Ayudante en Tucumán, siguió de profesor en Illinois y en 1976 le ofrecieron ser el Decano de Arquitectura en la Universidad de Yale. Un grupo de filántropos pensaba que, si era el Decano, debía ser buen arquitecto, y le pidieron que proyecte la ampliación de un museo que ellos costearían. Así fue como los benefactores del Museo de Arte Moderno -MoMA de Nueva York- confiaron en él y llegaba el momento de que Pelli, a sus 50 años, pusiera su propio estudio. Después vendrían el Centro financiero mundial de Manhattan, un complejo de edificios frente a lo que eran las torres gemelas, donde el espacio más lindo del complejo no es la oficina del presidente de la empresa en el último piso, sino un inmenso jardín de invierno a orillas del Hudson que sirve de punto de encuentro para todas las personas que trabajan allí. Así fué como, a sus 68 años, llegó a proyectar su obra más emblemática. La sede de la empresa estatal petrolera en Malasia. Las torres
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Petronas son el emblema del progreso de una ciudad que no existía en el mapa y de pronto se convirtió por años en el lugar con los edificios más alto del mundo. Hubiera sido muy fácil ilustrar ese progreso con una caja de vidrio de cien pisos como cualquier rascacielos, pero allí -con la experiencia de un avezado arquitecto- Pelli logra diseñar un “portal al futuro” para los malayos, con un estilo que respeta y complementa la arquitectura local. Sin embargo, lo más memorable de las torres sigue siendo abajo, en su plaza, las fuentes del espacio público donde los niños se mojan jugando cuando hace calor. Como si hubiera sido un profesor más en la Alemania de la Bauhaus, logró superar el nazismo y sin discriminar a nadie, buscó siempre un diseño con fines sociales que le sirviera y pudieran disfrutar todos. Cesar Pelli mantuvo a lo largo de toda su vida, aún sumergido en el capitalismo más exigente, el impulso por proyectar lugares llenos de vida que hacían crecer las ciudades y mejoraban la vida de las personas, tal como le habían enseñado en Tucumán.
César Pelli dando una charla en Tucumán, en 2012.
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La dignidad del adobe
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urkina Faso no tiene salida al mar, es uno de esos países que están literalmente en lo profundo del continente africano. Allí, en un pequeño pueblo de nativos llamado Gando -similar a una reserva aborigen- la gente vive con grandes limitaciones y tiene muchas necesidades, no hay escuelas y el estado está ausente. En la década del 70, apenas 10 años después de que Burkina Faso dejara de ser una Colonia francesa, el jefe de la comunidad de Gando era el Sr. Keré. Era un líder muy consciente de las limitaciones de vivir en la aldea, por lo que decidió enviar a su hijo Francis a aprender a leer y escribir a una escuela en la capital del país, la ciudad de Ouagadougou. La idea del padre era que su hijo pudiera recibir y contestar la correspondencia que enviaban al pueblo. Quería que su hijo se forme y vuelva para servir a la comunidad. Francis se fue y pasaron los años, hizo la primaria y la secundaria lejos de su familia y hasta aprendió el oficio de carpintero. Curiosamente, a los 18 años, ese oficio hizo que le ofrezcan una beca para ir a estudiar a una Universidad en Europa. Francis aceptó esa oportunidad y ya no volvió a Ģando.
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Inteligente, dedicado y humilde, Francis viaja y se recibe de Arquitecto en la Tecnológica de Berlín. Es aquí cuando llega el verdadero momento de inflexión en su vida. Sin dudas, tenía un futuro asegurado en el primer mundo, se le abría el acceso a una vida acomodada, a tener un trabajo estable, una casa, su auto propio. Algunos que lo conocían en la intimidad le decían “te salvaste de vivir en África, te aseguraste un futuro mejor”. Pero Francis ahora sabía muchas cosas nuevas, cómo construir edificios, cómo ser el líder de un centenar de obreros en una construcción. Y nunca olvidó aquello que le había pedido su padre: que viajara, se educara y vuelva a servir a su comunidad. Así fue como Francis Kere dejó su Audi y eligió volver a Gando. La realidad es que en su aldea no había nada. Ni ladrillos, ni baldosas, tampoco ventanas para construir. Por lo que el mismo tuvo que poner en práctica todo lo que sabía de carpintería y avanzar con lo que disponía en el lugar. A los hombres que sabían hacer ladrillos de barro secándolos al sol, les pidió que se pongan a trabajar. A los jóvenes que solo tenían su juventud les pidió que lo ayuden haciendo fuerza. A las mujeres que sabían hacer cestería les pidió que hagan paños para usar como puertas o cortinas con cañas, y a las que sabían hacer vasijas, que hagan aros de terracota para usarlos de agujeros en la pared o en el techo para que por ellos entre la luz. El arquitecto tenía la confianza de su gente, ellos lo conocían desde que nació, era uno de ellos que había podido estudiar. Así, entre todos, construyeron la primera escuela en Gando y el pueblo estuvo feliz de haberlo logrado todos juntos. Tan contentos estaban que lo miraron a Francis y le dijeron: ¿Por dónde seguimos? En la página web del estudio Kere Arquitectos puede verse una gran galería de obras en Gando: La primaria, la secundaria, la huerta y el pozo de agua, la biblioteca y las casas para los maestros, todos hechos por la misma gente, en busca de su dignidad y un mejor futuro para sus hijos. 150
Hoy, muchos benefactores apoyan a Francis donando para que la comunidad siga creciendo por lo que puso en marcha una Fundación local. Y como arquitecto, Kere recibe premios distinguidos porque sus obras no contaminan, aprovechan las brisas del viento, usan doble techo como sombra y reflejan toda una serie de conocimientos aprendidos en Alemania que son aplicados en hacer construcciones sustentables admirables. El caso de Francis debe llevarnos a reflexionar sobre el valor de nuestra tierra, y en su ejemplo podemos ver cómo en el Siglo XXI no hace falta grandes presupuestos en dólares para generar un cambio social. La inteligencia, el respeto y un pueblo unido, pueden sacar a la luz lo mejor de nuestro propio lugar, aún si está hecho con adobe.
Dando su conferencia TEDx, Francis Keré en 2015.
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Los jardineros que cambiaron el mundo
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n 1851, se celebró en Londres la primera Exposición Internacional. Se trataba de un encuentro donde se mostraba al mundo todos los progresos de cada país y las nuevas tecnologías. Por lo que los organizadores decidieron llamar a un concurso de proyectos para lo que sería el pabellón principal de la feria. Ese año, la Revolución Industrial ya era un hecho. Los avances estaban cada vez más a la vista, en Inglaterra las fábricas de Manchester y el puerto de Liverpool eran el epicentro de un nuevo mundo. Pero la arquitectura seguía mirando al pasado, a los héroes del Renacimiento en Italia, 300 años atrás. Los arquitectos diseñaban fachadas atendiendo a los órdenes griegos. Las columnas se escondían adentro de los muros y aunque los edificios estuvieran construidos con ladrillo tradicional, se revocaba todo con trabas robustas para que parezcan paredes hechas de piedras apiladas. Los arquitectos eran estudiosos de los edificios de la antigüedad y se habían subido a un pedestal desde donde le decían a los demás qué era bello y qué no. En esa misma época vivieron dos jardineros, que no se imaginaba que con su trabajo iban a ser los diseñadores más influyentes del mun153
do moderno. En ese momento no había una conciencia por el medio ambiente como hoy, pero sin embargo ellos se animaron a cambiar el mundo desde el paisajismo, desde la jardinería. Uno fue el escocés Tom Morris Senior, que vivió en Reino Unido entre 1821 y 1908. Hasta entonces se jugaba al golf en espacios abiertos naturales, pero él decidió intervenirlos, enriquecerlos, mejorarlos. Fue el primer diseñador de campos de golf, hizo unos 75 en los cuales aún hoy se sigue jugando. Cambió el deporte para siempre y fue incluido en el Salón de la Fama del Golf Mundial en 1976. Su sueldo en el club Saint Andrews era de una libra esterlina por día, pero su legado es invaluable. El otro jardinero influyente hasta hoy en día se llamó Joseph Paxton, oriundo de Bedfordshire, vivió entre 1803 y 1865. Era un autodidacta, inquieto, apasionado. Su talento lo llevaba por los jardines de las casas más lujosas de Inglaterra, donde se destacaba por su gran trabajo. Fue así como aprendió a diseñar y construir jardines de invierno para sus clientes, familias adineradas. Esqueletos de metal, paños de vidrio y un gran espacio verde alrededor. Al concurso por el Pabellón principal de la Exposición Internacional se presentaron cerca de 250 proyectos. Todos parecían un templo griego con escalinatas de mármol y pesadas columnas que marcaban el acceso, menos uno. Paxton había decidido desafiarse a si mismo y hacer el jardín de invierno más grande que se pudo haber construido jamás, uno de más de quinientos metros de largo por cien de ancho, al que llamó el Palacio de Cristal. Los jueces quedaron desconcertados y no se expedían en un resultado, entonces el jardinero ansioso por saber qué opinaría el público en general de su propuesta, decidió publicarla en el diario local. El resultado fue que a todos les encantó y empezaron a pedir que se le diera el premio a ese proyecto. Por las presiones, el Jurado se animó a declarar a Paxton como ganador, aunque fuera un proyecto fuera de lo convencional y finalmente se construyó el proyecto en el Hyde Park, el parque principal londinense tenía ahora también su jardín de invierno.
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Se considera que allí nació el movimiento moderno de la arquitectura, fue el primer edificio construido con una estructura metálica y revestido en vidrio. Hasta hoy en día, los edificios contemporáneos continúan el legado de aquel sistema constructivo. Todas las capitales del mundo tienen en su centro edificios que parecen enormes cajas de cristal, hechas de acero y vidrio. Las exposiciones internacionales fueron tan importantes para la época, que aún hoy en día seguimos admirando lo que se exhibía en ellas. Tal es el caso de la Torre Eiffel, diseñada y construida por dos ingenieros como punto clave de la Feria que se celebró -años más tarde- cuando la sede fue en París, en 1889. Un jardinero cambió el curso de la historia de la arquitectura, sin ego, ni saberes sobre las civilizaciones clásicas. En definitiva, la lección más importante que le dejó a los arquitectos fue comprender la necesidad de la arquitectura por conectarse con la realidad -con la vida actual de las personas- porque si no lo hacen ellos, otra persona lo hará.
Representación del Palacio de Cristal.
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Adiós al caballo del comisario
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fines del Siglo XX, con la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, el mundo empezó un proceso de transformación en muchos niveles. La sociedad empezó a tender lazos de unión entre los países. Unos empezaban a depender de otros, y generaban tratados de comercio internacional, uniones económicas o mercados abiertos entre difetentes naciones. Al mismo tiempo empezaba a crecer a pasos agigantados internet y el mundo ya no sería el mismo. A este proceso, que tendía a unir nuestro planeta convirtiendolo en uno solo, se lo llamó Globalización. La arquitectura, por aquellos años, acompañó los vientos de cambio y también comenzó un movimiento nuevo. Desde las universidades con los profesionales mas vanguardistas, se empezó a hablar de desarmar y volver a pensar todo lo que se tenía por cierto. Hasta entonces, las enseñanzas de los grandes maestros no se habían cuestionado, pero era evidente que habían perdido su vigencia. Los arquitectos empezaron a trabajar en el deconstructivismo. Y no es casual que quien haya llevado el estandarte de ello no haya sido un hombre. Fueron la iraquí Zaha Hadid, fallecida hace cuatro años, junto a Rem Koolhaas y Frank Ghery, entre otros, quienes empezaron un movimiento 157
que llega hasta nuestros días, influencidos por el filósofo Jacques Derrida. Las obras deconstructivistas son hitos para cada ciudad, como el Museo Guggenheim de Bilbao o el estadio mundialista Al Janoub para Qatar 2022, diseñado por una mujer. Ya no resulta extraño escuchar que alguien diga que se está decontruyendo, y eso se lo debemos en buena medida a Zaha. En 2001, el atentado a las Torres Gemelas, del 11 de Septiembre en Nueva York, marcaría definitivamente el comienzo de una cruzada contra un enemigo concreto, en un mundo globalizado, el terrorismo internacional. Durante los últimos diez años, venimos escuchando a investigadores, y a miembros de la comunidad científica hablarnos de posibles enfermedades que podrían afectar a esa aldea global. Los pronósticos mas dramáticos anunciaban el desastre que podría causar en todo el mundo, por ejemplo, un nuevo virus que viajase por el aire. Hoy nos encontramos frente a esa enfermedad global sin vacuna, la pandemia de coronavirus está afectando a países de todos los continentes y a personas de cualquier posición social, no importa si es un ciudadano de a pie, un Primer Ministro o el mismísimo Principe de Gales. El enemigo público número uno no es un grupo de mercenarios, no es un individuo, no tiene rostro. Y ésta nueva realidad nos ha llevado a cerrar las fronteras, entre países, entre provincias y entre ciudades. Muchos analistas empiezan a escribir sobre un nuevo orden mundial, pero que no se va a tratar de si China logra tener mayor desarrollo que los Estados Unidos. Ha comenzado un nuevo paradigma, se empieza a hablar de la Desglobalización. Se han repartido las barajas a cada jugador y ahora llega el momento de ver qué hace cada uno con lo que le tocó. Sin caer en un sálvese quien pueda, cada país debe plantearse cuáles son sus prioridades y qué jugada van a querer hacer con la economía, con la salud, con el medio ambiente y con la tecnología.
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Y así vemos que mientras un Presidente dice que prefiere más pobres pero no descuidar la salud, su vecino dice que no va a parar las industrias y deja que su gente se enferme. Nos encontramos con un millonario conservador intentando salvar al país de norte con su máquina de hacer dólares, mientras hacen tumbas colectivas y hospitales de campaña en el Central Park. En poco tiempo tal vez veamos surgir a países impensados como nuevos protagonistas de la historia. Sin dudas, serán aquellos que sepan priorizar el cuidado ambiental los verdaderos ganadores, porque sin ser amigos del ecosistema no hay modelo sostenible en el tiempo posible. Toda crisis es una oportunidad y dependerá de nosotros el saber aprovecharla, tomando ya mismo decisiones políticas que vayan a lo sustentable como base fundamental para cualquier progreso. Es evidente que el mundo cambió para siempre y esta vez no va a ganar el caballo del comisario.
Estadio mundialista Al Janoud de Qatar, diseñado por el estudio Zaha Hadid Architects.
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Club de amigos de los ladrillos
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n la construcción, un fideicomiso es un sistema a través del cual un inversor puede adquirir un departamento. Tiene dos características clave, que se compra la propiedad al costo (o casi) y que se puede comprar financiando el monto total a pagar. Un fideicomiso funciona como un club de amigos: hay una persona referente -en la que todos confían por algún motivo- y esta persona te invita a que le vayas dando dinero en cuotas mensuales, hasta que cubras el total del costo de un departamento. Pasando en limpio, uno le va a ir dando sus ahorros a una persona que se compromete a devolvernos un departamento a estrenar, dentro de tres años. Por esto es muy importante quién organiza el fideicomiso, tener la confianza de un inversor para un emprendimiento que no existe debe ser de las cosas más difíciles de lograr en el mercado inmobiliario. Este fiduciario se compromete contractualmente a ir administrando lo recaudado entre todos los “socios del club” para ir construyendo el edificio, como contratar un arquitecto que haga el proyecto y pagarle a una empresa constructora que lo edifique. 163
En Buenos Aires, hace mucho tiempo, tuve la oportunidad de conocer a un pequeño estudio de arquitectos con gran empuje. Ellos empezaron con un grupo de primos y cuñados que se juntaron en un fideicomiso, le dieron sus ahorros al arquitecto capitán del equipo y este se ocupó de construir un edificio de diez departamentos. Todos eran amigos y estaban muy contentos de poder compartir el quincho los fines de semana, de poder vivir ahí juntos como si fueran una gran familia. Después el hermano de uno vendió su unidad y otro la alquiló, pero esa fue una de sus primeras construcciones y gracias a eso empezó a llegar gente al estudio consultándoles para repetir esa modalidad. Hoy, en su sitio web, anuncian que van por el edificio 14. ¿Pero qué pasa cuando el fiduciario no es un familiar? Es importante que tengamos buenas referencias de él, en lo posible gente que lo conozca, pero -tal como sucede en el caso que relataba al comienzo- lo más importante es poder tener un edificio ya construido como referencia, algo en lo que uno pueda ver cierta trayectoria o experiencia. Por ejemplo, Alan Faena ha sido un buen fiduciario con las inversiones de Eduardo Costantini. Otro punto importante en un fideicomiso son los que van a ser beneficiados, los otros socios de este club. Nuestro fiduciario necesita de lo recaudado para poder seguir construyendo, si la gente se empieza a dar de baja o a ser morosos, la obra no puede continuar. Va a ser muy difícil que me den mi departamento en el 5º piso, si el del 3º y el del 4º no se construyen. Por esto es muy importante que no cualquiera se sume al fideicomiso al que nos adherimos. Woody Allen decía que él nunca querría ser socio de un club a donde le dieran la membresía a gente como él. Idealmente, el fideicomiso cobra su cuota mensual en dólares y en efectivo (o en su equivalente en pesos) pero conocí a buenos fiduciarios que aceptaban gallinas, autos usados, cargas de pino talado o con hoja
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verde de yerba, y ellos después se ocupaban de venderlo todo, con tal de no parar la obra en construcción. Y acá entramos en una parte áspera del tema. ¿Qué pasa con el fideicomiso si se cancela a mitad de camino? Esto es importante dejarlo en claro: si compré un departamento en lo que iba a ser el 5º piso del edifico y sólo se construyó un departamento en el 1º, lo que se llegó a construir le pertenece a todos por igual y no sólo a las personas que iban a vivir allí en el futuro. En esos casos, se suele vender lo que se construyó, y lo recaudado de la venta se reparte entre todos, proporcionalmente. En este sentido, considero que el dueño del terreno es quien más se arriesga. Es un fiduciante: pone toda su inversión junta y desde el principio, a diferencia de los otros que van aportando de poco, mes a mes. La rentabilidad de un fideicomiso, asumiendo el riesgo de adquirir la unidad de un edificio que todavía no está construido, reside en que ese departamento que uno compra al costo, va a valer -por lo menos- un 25 por ciento más, cuando esté terminado. Así, por 100.000 dólares invertidos en un fideicomiso, vamos a estar comprando un departamento que en la inmobiliaria -dentro de tres años- va a valer 125.000 dólares. Encontrar esa misma rentabilidad en una entidad financiera o con un plazo fijo en dólares es algo muy posible, pero pertenece al mundo de la timba financiera. Los ladrillos siempre ofrecieron una seguridad incomparable. En conclusión, quiero que quede claro para el lector que esta es una modalidad para financiar obras que no ofrece soluciones mágicas ni rentabilidades extraordinarias. Es una opción de hacer buenos negocios, con gente de confianza, que genera trabajo y es un engranaje más que ayuda a motorizar nuestra economía, sin especulaciones.
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Ser o no ser profesor
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e los tres arquitectos más prestigiosos que hicieron su carrera en Argentina, sólo uno ejerció la docencia desde un aula, o un taller de la Facultad. Mario Roberto Álvarez se enojó con sus profesores cuando estudiaba arquitectura -mientras participaba del Centro de Estudiantes- y prometió nunca ser parte de ellos. Desde la humildad de un gran maestro, Clorindo Testa sentía que no tenía nada para ir a enseñar. Y el tercero es Justo Solsona, quien además de tener uno de los estudios que más trabaja, toda su vida fue docente, y aún hoy lo sigue siendo. Incluso a veces existe el prejuicio que quien se dedica a la docencia es porque no debe ser bueno en su trabajo independiente, y Solsona es un pilar en que nada está más alejado de eso. A tal punto llega la vocación de docentes como Solsona que a finales de los 70, con los militares en el poder, las universidades públicas se vaciaron de ideas, algunos profesores se exiliaron, como el arquitecto Mario Corea en España, otros se fueron a universidades privadas, como el arquitecto Julián Sirolli en la UM de Morón. Pero hubo un grupo -con Jujo al frente- que decidió armar su propia academia, donde daban cursos para estudiantes de arquitectura y enseñaban sus teorías a las nuevas generaciones. Este instituto fue conocido coloquialmente como “la es-
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cuelita” y se convirtió en un hito de resistencia intelectual en la historia argentina. Recomiendo el documental al respecto que realizó la arquitecta Cristina Fernández para el ciclo Moderna Buenos Aires organizado por el Consejo Profesional de esa ciudad. En Misiones, aproximadamente uno de cada diez matriculados se dedica a la docencia y los motivos por lo que lo hacen pueden ser muy variados, pero todos comprenden la importancia de facilitarle a una persona el poder aprender cosas nuevas y adquirir nuevas habilidades. Lamentablemente, el prestigio que tenía en la sociedad ser docente se ha ido perdiendo, reflejo de esto es que ya nadie lo haría ad-honorem. Y si de algo estamos todos de acuerdo, es que no conocemos a nadie que se haya vuelto millonario siendo profesor. Se trata, en definitiva, de una vocación de servicio por colaborar en el crecimiento del prójimo. En la docencia se puede crecer por cuatro caminos paralelos: Con Posgrados: es importante que los docentes se continúen formando permanentemente en sus disciplinas. Las especializaciones, las maestrías y los doctorados son requisito en las universidades para ir mejorando los roles a los que un docente puede aspirar. Los posgrados nos obligan a seguir estudiando y a seguir aprendiendo de la profesión. Con Investigación: a través de institutos específicos o de las mismas facultades, se busca crear nuevos conocimientos. Desde que uno se inicia como investigador hasta poder dirigir un proyecto de investigación, diferentes entidades van patrocinando el tiempo dedicado a esta tarea. Las becas más conocidas son las del Conicet, que -luego de una serie de evaluaciones- por considerarla muy oportuna o adecuada, decide acompañar económicamente ciertas líneas de investigación. Con capacitación pedagógica: la vieja escuela consideraba que ser un profesional con experiencia era suficiente para ser buen profesor, pero transmitir los conocimientos de una forma adecuada y -más difícil aún- evaluar cuánto sabe otra persona, es algo complejo que necesita 168
capacitación permanente. Las técnicas cambian, los contenidos evolucionan. Todos tuvimos un profesor que enseñaba con el mismo libro desde hace 40 años y eso ya no puede suceder, necesitamos siempre innovar. Y por último, relacionándose con el medio: la carrera docente necesita involucrarse con la sociedad. Es sano para cualquier comunidad que los profesores publiquen sus trabajos, en revistas de divulgación científica y en publicaciones de interés general. Que expongan en conferencias, que participen con ponencias en congresos donde pueda intercambiar con sus colegas sus experiencias tanto para su disciplina, o temas sobre cómo enseñarla. La docencia es una especialización de la carrera profesional que necesita ser más respetada. Incluso en muchas universidades dictan el posgrado en Docencia y Gestión Universitaria como una sola cosa y creo que ambas son bien diferentes y que deberían tratarse por separado, o en todo caso que la Gestión sea una subespecialización de la Docencia. Es necesario que reflexionemos sobre el ser profesor. Que los profesionales comprendan que la docencia es una carrera a la que hay que dedicarse. Todos conocemos casos de arquitectos que se ocupan de lleno a su estudio, a sus obras y cuando llegan las últimas horas del día -como quien no quiere la cosa- también dan unas horas en alguna facultad, y encima son malas clases. La docencia necesita formación permanente y dedicarle tiempo, mucho tiempo, no sólo a preparar las clases, sino a perfeccionarse uno mismo como profesor. Pero antes que todo, la docencia necesita vocación.
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Rafael Viñoly en el documental “La escuelita”. CPAU, 2017
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Cine y arquitectura
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as vanguardias del arte suelen contagiarse entre sí, alcanza con que una de ellas empiece a tratar problemas y cuestiones propias del hombre de su tiempo, para que otras disciplinas la sigan en ese abordaje, desde su propia óptica. En realidad, esto se debe en buena parte al hecho de que músicos, pintores, escritores y los artistas en general comparten los mismos espacios, van a las mismas muestras y a las mismas reuniones. Desde Victoria Ocampo y su Revista Sur, en 1931, donde los intelectuales discutían y se interesaban por la arquitectura moderna y la literatura, pasando por la década del sesenta con los Happening del Instituto Di Tella, similares a esas reuniones de las que nos cuenta Federico Fellini en la Dolce Vita, en las que Marcello Mastroianni se enamoraba de todas las musas. Más acá en el tiempo, también pudimos verlo recreado por el cine en 2011, con esas trasnoches de los bares bohemios de los años veinte, donde un escritor ansioso termina conociendo a Picasso, Buñuel y Hemingway en una Medianoche en París de Woody Allen. Hoy, con Instagram y YouTube, todos los que buscamos inspiración vemos las mismas obras y a los mismos artistas. Ya no hace falta ir al MALBA para ver las pinturas arquitectónicas de Guillermo Kuitca y con 171
solo un Enter podemos ver volar a Sergei Polunin o el ballet La Silphide todas las veces que tengamos ganas. El caldo de cultivo para las nuevas ideas se nutre de muchas maneras, esculturas, fotografías, danza clásica o contemporánea son favoritas de los arquitectos por su juego de luces, la relación de los cuerpos en el espacio, pero el cine con películas como Metrópolis -obra maestra del cine alemán de 1927- o Blade Runner -con Harrison Ford, de 1982- son luces rojas alertando sobre las ciudades que tendríamos si nos dejamos llevar por los tiempos modernos y han transformado definitivamente la forma de hacer arquitectura y la planificación urbana. En el caso argentino, el guionista y director Gustavo Taretto es uno de los talentos más influyentes de la última década. Con sus películas ha logrado registrar la complejidad de la vida actual en dos largometrajes que nos recuerdan que entre edificios, asfalto, y sus terrazas: viven personas que aman, que dudan, que tiene sueños. Taretto hace de sus comedias un manifiesto donde le dice a la ciudad que no se olvide de sus habitantes, que por anónimos no son menos protagonistas. Tal es el caso de Medianeras, de 2011 donde Mariana -una arquitecta que ama las calles de Buenos Aires y sus mitos- y su inseguro vecino Martín, se animan a desafiar los códigos de edificación de una capital a la que solo le preocupa el negocio de los metros cuadrados. Por esta línea también transitan las Insoladas, película de 2014 en la que un grupo de amigas con ansiedad y buen humor se permiten soñar una vida mejor aunque estén rodeadas de chimeneas y cemento. Un concierto de los tres tenores puede inspirarnos y motivarnos a cambiar el mundo, pero una buena película de tiros o una comedia musical también puede hacerlo. Es importante que nos animemos a explorar en otras disciplinas que no sean la nuestra, para enriquecernos y poder ver las cosas desde perspectivas diferentes.
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Buenos Aires le da su espalda al Río de la Plata. Medianeras, 2012.
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Lugares para vivir
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fines de los años 80, se sancionó una ley que pasaba en limpio qué cosas podía hacer alguien que se recibía de arquitecto. Es una lista larga -de 21 puntos- donde la mayoría de las tareas son compartidas con otras carreras; por ejemplo, tasar inmuebles lo puede hacer tanto un arquitecto como un martillero público. Calcular estructuras para edificios es una incumbencia compartida con los ingenieros. Y un punto incorporado posteriormente agregó lo relativo a evaluar la seguridad e higiene en una obra, algo compartido con los técnicos que se dedican a eso. En 2019, el Ministerio de Educación de la Nación publicó la lista de las tareas que son exclusivamente incumbencia de un arquitecto, y los que obtienen este título no comparten con otras carreras. Es una lista con cuatro puntos, que no significa que a las otras no las siga haciendo, sino que significa que a estas cuatro no las puede hacer otro. Específicamente, son las cuestiones vinculadas a diseñar, proyectar, construir, dirigir y todo lo referente a los espacios donde habitan las personas. Un arquitecto puede definirse como ese profesional dedicado a los lugares que van a ocupar los seres humanos para vivir. Entendiéndolo así, no nos va a llamar la atención que el arquitecto inglés Norman Foster esté dedicado a diseñar el asentamiento donde 175
van a habitar los enviados por la Nasa a la luna, o que el danés Bjarke Ingels esté proyectando los lugares donde van a vivir los astronautas en Marte. En Buenos Aires -hace pocos años- en el Instituto de la Espacialidad Humana, el arquitecto Roberto Doberti ya estudiaba cómo deberían ser los espacios para poder vivir en gravedad cero, y en ese momento era algo que parecía una visión del futuro inalcanzable en el mediano plazo; sin embargo, cuando un cosmonauta habla de la estación espacial internacional, hoy la llama su casa. El hecho de compartir incumbencias no significa restarle protagonismo a una profesión. Por el contrario, hoy todo se hace en equipo y no existe un arquitecto que haga las cosas solo. Si tengo que lotear un campo para hacer un barrio privado, va a ser un ida y vuelta permanente y lo harán multidisciplinariamente arquitectos, paisajistas y agrimensores, y no uno u otro. Algo así sucedió en 2011, cuando el estudio holandés MVRDV recibió el encargo de una nueva planificación urbana para 43 kilómetros cuadrados de Almere, una ciudad al oeste de Amsterdam. Así como pensamos en las colonias humanas en otro planeta, este equipo de arquitectos se puso a trabajar y a pensar en cómo podría ser nuestra vida en este mundo, si empezáramos de cero. MVRDV arquitectos siempre se caracterizó por dar respuestas innovadoras, con la visión de un futuro mejor, y de eso se trata su propuesta en Almere. En primer lugar, los terrenos del loteo no responden a una medida. Cada uno podrá comprar uno de las dimensiones que pueda, lo importante es respetar las proporciones. En otras palabras, cada terreno debe tener el 13% de su superficie destinado a un cinturón verde a su alrededor, que le permitirá tener privacidad y agradables visuales. Y adentro, cada uno puede hacer lo que quiera: una casa, un taller, una sala de 176
ensayos o una escuela. Lo único que te piden es que no ocupes más del 20% de tu terreno. Sea del tamaño que sea. El primer principio que organiza Almere dice que “la libertad conlleva responsabilidades” por lo que, para poder mantener su grado de libertad, cada vecino debe ocuparse de colocar sus propios paneles fotovoltaicos, sus molinos de bombeo de agua y sus calderas a leña chipeada o calefactores solares. Y así no depender de terceros. Lo segundo que manda en Almere es que “mi derecho termina donde empieza el del otro”, por lo que cada vecino es responsable de cuidar el espacio verde, la vereda, la limpieza, la iluminación y hasta el bacheo de la calle en el tramo de su terreno, aunque lo vayan a usar todos. Pero pasa algo curioso cuando no lo hace el Estado, porque nadie ensucia ni rompe lo que el vecino cuida. Todos producen su propia comida, como granjeros urbanos, y dedican el 60% de sus espacios a la producción. Pero nadie puede producir toda la comida, y los vecinos son necesarios para poder intercambiar algo de lo que producen ellos por un poco de lo que produce uno. En definitiva, el futuro de los asentamientos humanos, para estos holandeses estudiosos, se parece más al interior de Misiones en 1960 que a una ciudad actual. Es muy probable que el interior de la Tierra Colorada haya sido arada por los primos o los hermanos de los mismos europeos que hoy estos urbanistas toman como ejemplo a seguir cuando piensan el futuro. Tenemos en el ADN de Misiones eso que hace que lo que unos llaman “mi tierra”, acá hayamos aprendido a llamarla “nuestra tierra”.
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Representación de una vivienda en Almere. MVRDV, 2012.
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Nadie usa el living
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uchas veces, empujados por los desarrolladores inmobiliarios, aceptamos diseños y construcciones que responden a un mercado anónimo, despersonalizado y que nada tienen que ver con aquellos espacios que realmente necesitamos para vivir. Incluso hasta desde lo constructivo, seguimos viendo el uso de materiales fríos para lugares que van a estar en contacto con nuestro cuerpo, por ejemplo a la salida de la ducha. Los metros cuadrados de una casa se pueden distribuir de otra manera, más acorde a la vida actual. Un ejemplo contundente de esto lo plantea el arquitecto Jorge Sarquis cuando diseña -para su tesis doctoral- una casa sin living. Nos puede parecer un poco raro imaginar una casa sin living, pero el argumento es claro. Hoy, el espacio público de la casa, el lugar de encuentro con visitas, necesitamos que esté repartido dentro de las habitaciones. Así, mi hija puede estar ensayando un instrumento con una amiga en su habitación. Mi hijo puede estar con un vecinito jugando videojuegos, mientras los adultos miran una serie en la habitación. Nadie usa el living. El espacio protagonista de esta familia -su lugar de encuentro- es el comedor diario, verdadero centro de la vida familiar. Siguiendo nuestra 179
tradición latina, serán las comidas el tiempo de reunión, de compartir vivencias, de hablar. Es aquí cuando comprendemos que el living, con los sillones antiguos, con los portarretratos de viajes hechos o de quienes ya no están, se vuelve un espacio museo, un lugar de la casa que no participa de nuestra vida cotidiana sino que responde a esa necesidad de ser aceptados por la comunidad, de participar de la sociedad. Es lo que le mostraban nuestros abuelos a las personas que las visitaban. Así, nos resulta claro comprender al arquitecto Sarquis cuando afirma en su tesis que el living es un fenómeno costumbrista, que pertenece al imaginario social y nada tiene que ver con la vida actual. Podemos destinar esos mismos metros cuadrados a otras actividades, dentro de una casa. O a la misma actividad que cumplía en el living, pero repartiendo un poco por todos lados. Los dormitorios pequeños son molestos cuando los hijos crecen porque quieren tener su computadora y su escritorio. Las casas carecen de espacios adecuados para trabajar o para hacer yoga y gimnasia. Tenemos que recurrir a sótanos, entretechos o cocheras cuando son actividades centrales en el estilo de vida actual, pero las casas no los están reconociendo así. En el Siglo XX, en las residencias se escondía la cocina, era un lugar tras bambalinas. La trastienda de un escenario que recibía al público. Eso hoy ya no es así, la cocina se muestra, se piensa para recibir gente. A muchos dueños de casa le gusta recibir a sus visitas mientras cocinan, como ese parrillero que conversa mientras da vuelta las achuras. Lo mismo sucede en muchos restaurantes donde la gente se sienta alrededor del cocinero a verlo, a conocer cómo prepara sus platos. Tal es el cambio cultural, que casi ninguno de nosotros se siente cómodo yendo a un restaurante donde no se ve la cocina. Donde no sabemos qué están haciendo, como lo están preparando, o si será o no tan limpio como lo imaginamos.
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Es aquí cuando aparecen los lavaderos dentro de la cocina, otra rara cuestión que aceptamos como parte de los departamentos más modernos y no tiene ninguna explicación. Sería interesante que nos reformulemos ciertas propuestas actuales. La aparición del secarropa permitió reducir todo lo que eran espacios con sogas para tender la ropa. El lavadero reducido terminó integrándose a la cocina, cuando en realidad, el camino de la ropa sucia no es por la cocina, sino por el baño, y es junto a estos que deberíamos ubicar nuestros lavaderos actuales. Por último, los balcones de nuestras casas tampoco son realmente expansiones, parecen más bien pasillos para macetas donde uno debe elegir entre entrar de pie o poner una bicicleta y esto no tiene sentido. Los balcones deben permitirnos disfrutar del aire libre, poder tender prendas si lo necesitamos y contar con espacio adecuado para sentarnos cómodamente con un amigo a tomar mate. Los balcones de compromiso, para cumplir, no sirven. Lamentablemente -y salvo excepciones- las casas, a lo largo de los últimos 100 años, no se han ido adaptando a las necesidades reales de la gente, y esto no es culpa de los arquitectos, ni de sus comitentes. Es un problema cultural que entre todos deberíamos empezar a cambiar.
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El Arq. Jorge Sarquis en 2018, en la FADU-UBA.
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¿Qué es una pasión?
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a pasión se trata de ese interés vivo que nos mueve a limites inusuales, el diccionario de la Real Academia Española lo relaciona con el amor y un poco también con cierto sufrimiento. Yo no entendía de que se trataba la pasión -ni estaba seguro de cuál era la mía- hasta que la vi en mi hermano Leandro. Siempre que yo volvía tarde de alguna reunión social, un viernes o un sábado a la noche, solía encontrarlo a mi hermano mirando algún partido de fútbol, transmisiones de esas ligas insospechadas que emiten los canales de cable a las tres de la mañana y, sin embargo, él sabía encontrar allí algo interesante que valía la pena ver. Aunque fuera en la Primera C del torneo alemán, veía las jugadas o me mostraba algún jugador y me decía: “Mirá qué bueno ese mediocampista, cómo gambetea, estoy seguro de que en la próxima temporada lo vamos a ver jugando en la primera del Bayer Leverkusen”. Sus pronósticos no sólo suelen cumplirse, también me ayudaron a ver que a mí me pasaba lo mismo con la arquitectura. A mí no me importa quién haya hecho un plano o cuándo, puedo quedarme horas estudiando el proyecto de cualquier edificio por sencillo que sea, viendo cómo resolvieron tal o cual cosa y estudiando “jugadas magis183
trales” que me gustaría intentar en mi próxima obra. Puedo ver diseños de gente joven y saber quién tiene más o menos talento. Igual que un apasionado de fútbol, yo también podría pasarme la noche en vela viendo una obra desconocida y encontrarle algo interesante o atractivo para ver. Otra clase de pasión que me dio mi hermano fue cuando la AFA cerró las tribunas para evitar episodios de violencia y sólo podían asistir aficiones locales. Pero eso para él no fue un impedimento. Si el partido era un encuentro importante para River -el club de sus amores-, no tenía problema en ir a la popular de Boca a verlo, lo importante era ver cómo su equipo ganaba ese encuentro con sus propios ojos, aunque estuviera en el medio de La 12 y no pudiera gritar los goles. Estar ahí acompañando a sus jugadores era lo único que importaba. En 2015 vino a Argentina el arquitecto tucumano César Pelli a dar una clase magistral en el Centro Cultural Recoleta, y sentí lo mismo que sentía mi hermano por River: yo tenía que estar ahí, como sea, para mí era todo. Iba a ser el Gran Maestro explicando su admirable proceso creativo. ¿Quién se lo perdería? Cuando llegué no había más entradas, así que intenté acreditarme como prensa de un diario universitario que había inventado diez segundos antes, pero tampoco pude ingresar. Finalmente, decidí dar una vuelta a la manzana, buscando la puerta de atrás del escenario que diera a alguna calle lateral, esa por la que salen los artistas. Caminé y encontré abierto un portón enorme, lleno de escenografías. Asumí que era lo que buscaba e ingresé con la mayor naturalidad posible, recorrí tras bambalinas los auditorios del complejo y terminé adentro de la sala Villa-Villa viendo el espectáculo de Fuerza Bruta. Colado, por supuesto. Esa vez lamenté que no pude verlo a Pelli, ese debe ser el sufrimiento que tienen las pasiones, aunque lo había visto personalmente otras veces, quería estar en este como si fuera el último. Pero confirmé que me pasaba con la arquitectura lo mismo que los hinchas en un superclásico.
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Hoy en día conozco sobre arquitectos que nadie conoce y sé qué cosas lo caracterizan a cada uno, a qué movimiento pertenece, qué obras hizo. Porque me gusta, porque es mi pasión. Igual que mi hermano puede contarte sobre el semillero que tiene Gallardo en las inferiores de River Plate y el nombre de cada uno de ellos. Y cualquiera de los dos somos capaces de colarnos sólo por estar ahí presentes, en eso que nos gusta tanto. Pude entender gracias a los amantes del fútbol de qué se trata una pasión y cuál era la mía. Comprendí que hay personas que harían esto y mucho más por el básquetbol, por la medicina o por la danza. En definitiva, por algo decía Steve Jobs que, si uno trabaja de lo que lo apasiona, sentirá que no trabaja ni un solo día de su vida.
Steve Jobs le habla a los graduados de Stanford, en 2005.
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s unte os p a s Otro sugerid
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Agradecimientos: A Gonzalo Peltzer, Carlos Serenelli y a todo el equipo periodístico del diario El Territorio. A Ana María Romano, Cecilia Ricci, Guillermo Kliczkowski y Emilio Lattes. A Horacio Szeliga, Atilio Pentimalli, Zulma Cabrera, Daniel Melgarejo, Fernando Domínguez y Ricardo Cáceres. A todos los colegas de la Facultad de Arquitectura, UCSF. Y especialmente a mi familia.