Cine y arquitectura
L
as vanguardias del arte suelen contagiarse entre sí, alcanza con que una de ellas empiece a tratar problemas y cuestiones propias del hombre de su tiempo, para que otras disciplinas la sigan en ese abordaje, desde su propia óptica. En realidad, esto se debe en buena parte al hecho de que músicos, pintores, escritores y los artistas en general comparten los mismos espacios, van a las mismas muestras y a las mismas reuniones. Desde Victoria Ocampo y su Revista Sur, en 1931, donde los intelectuales discutían y se interesaban por la arquitectura moderna y la literatura, pasando por la década del sesenta con los Happening del Instituto Di Tella, similares a esas reuniones de las que nos cuenta Federico Fellini en la Dolce Vita, en las que Marcello Mastroianni se enamoraba de todas las musas. Más acá en el tiempo, también pudimos verlo recreado por el cine en 2011, con esas trasnoches de los bares bohemios de los años veinte, donde un escritor ansioso termina conociendo a Picasso, Buñuel y Hemingway en una Medianoche en París de Woody Allen. Hoy, con Instagram y YouTube, todos los que buscamos inspiración vemos las mismas obras y a los mismos artistas. Ya no hace falta ir al MALBA para ver las pinturas arquitectónicas de Guillermo Kuitca y con 171