Descubro la Biblia
...y encuentro a Jesús
6 a 9 años
SEGUNDO TRIMESTRE AÑO C Serie Mi Biblia, mi tesoro
6 a 9 años
SEGUNDO TRIMESTRE AÑO C Serie Mi Biblia, mi tesoro
Textos:
Mercè Gascón
Esther Villanueva
Ilustraciones:
Ferni
Diseño:
Agustina Daniela Flores
Revisión Teológica:
Jonathán Contero
Es un proyecto de Aula7activa, editora digital de AEGUAE (Asociación de Estudiantes y Graduados Universitarios Adventistas de España), en colaboración con el Ministerio de la Infancia de la UAE (Unión Adventista Española).
Todo el trabajo de elaboración de textos, actividades y revisión se ha realizado de forma gratuita y desinteresada.
Edita:
AULA7ACTIVA-AEGUAE
Barcelona, España
E-mail: redaccion.aula7activa@gmail.com / info@aeguae.org
Web site: www.aula7activa.adventista.es / www.aula7activainfantil.blogspot.com / www.aeguae.org
Primera edición en español, 2022
Es propiedad de:
CC BY-NC-ND 2022, Esther Villanueva
CC BY-NC-ND 2022, Aula7activa-AEGUAE, en español para todo el mundo
Todos los derechos reservados al autor y los editores.
Contacta con nosotros infantil.aula7activa@gmail.com
Empezamos nuevo trimestre y es un trimestre vital en cuanto a la historia de la salvación. El problema surge cuando queremos explicar la muerte de Jesús a nuestros niños. La primera reflexión con la que nos enfrentamos es si contar o no la muerte de Jesús a niños. En edades tempranas, como más abajo explico, no es necesario. Pero llega un momento en el que no podemos obviar que Jesús murió en una cruz porque lo escuchan en la iglesia, en la calle, en las conversaciones de los adultos y porque la muerte de Jesús tiene un valor central en la historia de la salvación. Así que sí, debemos contar la muerte de Jesús a nuestros niños. Pero ¿cómo?
Nos podemos encontrar con dos casos principalmente.
1. Por una parte, nuestra cultura católica hace que algunos niños estén acostumbrados a la imagen del Cristo crucificado, sangriento y muerto. Y más cuando vivimos la Semana Santa de procesiones, tambores estruendosos, santos ensangrentados y llorosos y nazarenos encapirotados (eso cuando no con penitentes). Imaginad esta sensación en los niños, niños a los que hemos enseñado a amar a Jesús y que ahora ven esta imagen terrible de su amigo. Una de dos: o viven la muerte de Jesús con miedo, casi pánico o se protegen distanciándose emocionalmente de ella como si de una película de superhéroes violentos se tratara. Y no queremos que los niños vivan esto de ninguna de estas maneras.
2. Por otra parte, nos encontramos con otros niños que nunca, o muy pocas veces se han enfrentado a la imagen de Jesús crucificado bien sea porque sus padres no son creyentes o porque siendo de tradición protestante les hemos evitado estas imágenes. Para estos niños también es un choque saber que Jesús, que tanto bien hizo, que es su amigo, que hizo milagros, que es Todopoderoso, que es el Creador, muere de una forma tan cruel y despiadada.
Por eso os propongo una serie de consideraciones cuando trabajemos estas lecciones.
a. Como habéis visto, las lecciones de 3 a 6 años evitan la muerte de Jesús o la pasan por alto. La religiosidad de estas edades no necesita la muerte para comprender que Jesús siempre está con ellos, que se fue al Cielo y que volverá para estar juntos para siempre. Dependiendo de la madurez de vuestro hijo, se la podemos mencionar como que unos hombres malos lo mataron pero que, como era Jesús, resucitó y luego se fue al Cielo a prepararse para volver otra vez.
b. Evitad los detalles sangrientos y macabros. Cuanto más pequeños más debemos evitar regodearnos con la sangre, los latigazos o los clavos atravesando sus manos. Los niños tienen mucha imaginación y pueden llegar a pensar que eso les va a pasar a ellos por seguir a Jesús, así que no vale la pena ser amigo de Jesús. La tortura de Jesús no aporta nada al valor de su muerte dentro del plan de salvación.
c. Anticipad el final. Aquí sí que valen spoilers . Jesús avisó varias veces a sus discípulos que iba a resucitar. Los niños necesitan saber que, aunque las cosas se pongan feas, aunque el protagonista de la historia lo pase mal, al final todo se arregla y hay un final feliz. Eso les ayuda a no angustiarse, y según cómo contemos la muerte de Jesús puede ser una historia muy angustiosa. Así que en las lecciones previas idles anticipando que Jesús iba a morir, pero también que ya estaba prevista su resurrección. Y eso les ayudará también a que por muy mal que estén las cosas en este planeta, sabemos que Jesús va a volver y a darnos un final feliz y eterno.
Celebrad a Jesús resucitado, el Jesús de las buenas noticias, el Jesús que nos amó tanto que no dudó en dar su vida por nosotros.
LECCIÓN 1 HABLANDO DE FRUTOS
LECCIÓN 2 Y LÁZARO DESPERTÓ
LECCIÓN 3 DOS HOMBRES RICOS
LECCIÓN 4 JESÚS EN JERUSALÉN
LECCIÓN 5 UN REGALO DE AGRADECIMIENTO
LECCIÓN 6 ¿CUÁNDO PASARÁN ESAS COSAS?
LECCIÓN 7 LA BODA DEL PRÍNCIPE
LECCIÓN 8 “SÍ, PERO NO; NO, PERO SÍ”
LECCIÓN 9 LA CENA EN UN APOSENTO ALTO
LECCIÓN 10 ÚLTIMOS CONSEJOS
LECCIÓN 11 JESÚS ES DETENIDO
LECCIÓN 12 AMAR HASTA MORIR
LECCIÓN 13 ¡JESÚS ESTÁ VIVO!
VERSIONES DE LA BIBLIA
Hemos utilizado la versión Reina Valera 1995. Cuando se utiliza otra versión, se indica.
TLA Traducción en lenguaje actual
DHH Dios habla hoy
PDT Palabra de Dios para todos
«El árbol bueno no puede dar fruto malo, ni el árbol malo dar fruto bueno».
(Mateo 7:18, Dios Habla Hoy)
AJesús le gustaba poner ejemplos de cosas que todo el mundo pudiera comprender.
Mucha de la gente que le escuchaba trabajaba en el campo y estaban acostumbrados a plantar, a cosechar y a podar.
En la lección de esta semana hablaremos de una parábola que tiene como protagonista a un árbol, una higuera.
• ¿Conoces algunos árboles que se cultivaban en los tiempos que vivió Jesús? Lee Joel 1: 12. Después encuentra los frutos que daban esos árboles rodeándolos con un círculo.
Jesús explicó la siguiente parábola: «Un hombre había sembrado una higuera en su viñedo. Un día, fue a ver si el árbol tenía higos, pero no encontró ninguno. Entonces le dijo al encargado del viñedo:
—Tres años seguidos he venido a ver si esta higuera ya tiene higos, y nunca encuentro nada. Córtala, pues sólo está ocupando terreno.
El encargado le dijo:
—Señor, deje la higuera un año más. Aflojaré la tierra a su alrededor, y le pondré abono. Si el próximo año da higos, la dejará vivir; si no, puede ordenar que la corten» (Lucas 13: 6-9).
Nosotros representamos a la higuera y Jesús al que cuida de ella. Esta higuera estaba plantada en un viñedo. El amo de la viña había calculado que después de tres años de crecimiento ya debería tener higos, pero no fue así. Para que no ocupara tierra fértil, porque en Judea y Galilea había hay muy poca tierra buena para cultivar, decidió arrancarla para plantar otro árbol que diera frutos. El empleado que cuidaba la viña le pidió que le dejara cuidarla un año más para darle la última oportunidad de que diera frutos.
• Encuentra las higueras que tienen el mismo número de frutos
¿Has comido alguna vez una fruta que hayas cogido directamente del árbol? ¿Estaba rica o te supo mal?
Cuando coges la fruta madura de un campo de cultivo que ha sido bien cuidado, normalmente esta buenísima. Pero también puede ocurrir que encontremos árboles frutales silvestres (naranjos, cerezos, manzanos…) que en apariencia parecen buenos, pero sus frutos son muy malos: saben amargos o demasiado ácidos . ¿Sabes lo que pasa? Que para que un árbol dé buenos frutos necesita un agricultor que lo cultive y lo cuide. El agricultor lo riega, lo poda, le quita los bichos y le pone abono.
Lo mismo ocurre con nosotros, si nos dejamos cuidar por Jesús daremos buenos frutos, porque él será quién guíe nuestra vida. Pero si queremos hacer lo que nos dé la gana, posiblemente crezcamos como los árboles silvestres y nuestros frutos no servirán para nada ni nadie.
Para Jesús solo hay dos tipos de árboles; los árboles fértiles (que dan frutos) y los árboles infértiles (que no dan frutos). ¿Qué tipo de árbol quieres ser tú?
• Tú eres un árbol que tienes ramas buenas y malas, por eso necesitas un buen agricultor o jardinero que te conozca muy bien y sepa que ramas debe podar. Si eres un árbol sano podrás dar buenos frutos. Escribe en la copa del árbol qué te gustaría mejorar de tu carácter y pídele a Jesús que te ayude a conseguirlo.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Cuando dejamos a Jesús cultivar nuestro árbol, «el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos» (Gálatas 5: 22-24, Traducción Lenguaje Actual).
A todas estas cosas buenas que pone Jesús en nuestro corazón lo llamamos EL FRUTO DEL ESPIRITU.
• Vamos a leer otra vez el texto de arriba en tu Biblia. Escribe en cada fruta una característica del fruto del Espíritu según las palabras de tu Biblia.
Durante esta semana utilizad una planta que tengáis en casa y colgadle distintos dibujos de frutas como si fueran las distintas características del fruto del Espíritu. Explicad cada significado con ejemplos de la vida cotidiana.
Las personas que están a nuestro alrededor observan como nos comportamos (nuestro fruto) y se dan cuenta que nuestro mejor amigo es Jesús. Por eso Jesús dijo: «Por sus frutos los conoceréis» (Mateo 7: 20).
La parte más importante de nuestro fruto es el amor porque sin ese sentimiento las personas no pueden ser felices. Es muy difícil explicar qué es el amor, pero todos sabemos cuando alguien nos ama y cuando amamos a alguien, porque nos gusta compartir el tiempo y las cosas que tenemos con esa persona. Dios nos da su amor y cuando lo recibimos, nosotros también podemos regalarlo a otras personas.
Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús. • 9
Haced reflexionar a vuestros hijos sobre la importancia de poseer el fruto del Espíritu no solo para ser felices sino para hacer felices a los demás. Cómo cuanto más amamos más felices somos.
Vamos a seguir estudiando cada una de las características del fruto del Espíritu.
• Cuando Jesús está con nosotros sentimos alegría. Estamos contentos, con gozo por dentro, aunque tengamos problemas, porque sabemos que él nos ayudará a resolverlos. Estamos alegres porque Jesús nos ama, y nunca nos va a dejar solos en los momentos difíciles de nuestra vida.
• Cuando hablamos de paz siempre pensamos en la guerra o en la violencia. Pero tener paz no significa solamente que no exista guerra, sino el tener tranquilidad y calma. Tenemos paz cuando no estamos peleados con nuestros amigos o nuestros hermanos. Vivimos en paz cuando estamos seguros de que Jesús nos guía, nos ayuda, nos protege, nos perdona y nos garantiza la salvación.
• Cuando tenemos paciencia sabemos esperar, pero esperamos contentos. No perdemos la calma, ni nos enfadamos a cada momento, cuando no nos salen las cosas como habíamos planeado.
Si Jesús vive en nuestro corazón confiaremos siempre en él, aunque tengamos problemas, porque tenemos la seguridad de que siempre responde a nuestras oraciones.
• La amabilidad consiste en ayudar a alguien cuando nos necesita, sin esperar nada a cambio, tratándolo con respeto, cariño y simpatía. La persona amable es servicial y solidaria con los demás. Jesús nos enseña a ser amables con todo el mundo y en especial con las personas que son despreciadas. Somos amables cuando tratamos a los demás de la misma forma que Jesús nos trata a nosotros.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
• La bondad es una característica del fruto del Espíritu que consiste en hacer todo lo que es bueno. Eso ocurre cuando Jesús pone en nuestros corazones el deseo de apartarnos del mal y hacer el bien. Cuando somos personas bondadosas todo el mundo confía en nosotros porque somos honestos y nos comportamos como Dios desea que lo hagamos.
• La fidelidad o la fe es la característica del fruto del Espíritu que hace que cumplamos la promesa de entregar a Jesús nuestro corazón y obedecerle. Significa ser un amigo leal de Jesús, aunque todos los que estén a nuestro alrededor se rían de nosotros. Cuando tienes un amigo fiel, nunca te traicionará y estará a tu lado, en los buenos y en los malos momentos. Jesús es tu fiel amigo y nunca te abandona.
• La humildad nos hace ver lo grande e importante que es Dios y lo pequeños que somos nosotros. Cuando somos humildes nos dejamos enseñar por Dios y por las personas que saben más que nosotros, y así aprendemos muchas cosas. Ser humilde significa sentirme igual que las personas que me rodean porque todos somos hijos de Dios.
• El dominio propio o templanza es poder controlar lo que sentimos, decimos y hacemos. Sin control de nosotros mismos nunca podremos hacer las cosas que debemos. Muchas personas creen que ellas solas podrán tener el control de sus vidas, pero si Jesús no está cada día con nosotros en todas las cosas que hacemos, eso será imposible.
No te pongas triste si te das cuenta de que tu árbol no está dando los frutos que te gustaría que diera. Explícale a Jesús lo que te ocurre y pídele que te ayude, verás como poco a poco irán mejorando. Si has escogido a Jesús como tu agricultor, él nunca va a dejar que te corten. ¡Qué suerte tienes! Eres el primer árbol que puede escoger quién lo cuide.
«Yo soy el que da la vida y el que hace que los muertos vuelvan a vivir. Quien pone su confianza en mí, aunque muera, vivirá».
(Juan 11:25, Traducción en Lenguaje Actual)
Preguntadles a vuestros hijos qué harían ellos si su hermano se pusiera enfermo. Es bueno explicarles que los tiempos han cambiado y que hoy en día tenemos hospitales, médicos y medicinas que pueden curar muchas enfermedades. Pero siempre debemos pedirle a Jesús que ayude en la curación: guiando al médico para que lo haga todo bien, dando ánimo al enfermo, tranquilizando a los familiares…
e acuerdas de Marta, María y Lázaro, los amigos de Jesús que vivían en Betania? A Jesús le gustaba ir a visitarlos y quedarse en su casa. Eran muy, muy amigos.
Un día, Lázaro comenzó a encontrarse mal. La Biblia no nos dice cuál era su enfermedad, pero cada vez estaba más y más enfermo. Seguramente llamaron a los médicos, pero, aunque le dieron las medicinas que ellos conocían, Lázaro no se recuperaba. Marta y María cuidaron de su hermano, pero cada día que pasaba se encontraba más y más débil. Estaba tan débil que pensaron que se iba a morir. Entonces se acordaron de que eran amigos del mejor médico del mundo. Ellas habían visto a Jesús sanar a enfermos de todas clases, a ciegos, a sordos, a paralíticos a personas que tenían fiebre… Estaban seguras de que Jesús podía sanar a su hermano. El único problema era que Jesús estaba lejos de allí, como a dos días de camino. Así que había que darse mucha prisa. Marta y María enviaron a un mensajero a avisar a Jesús. Ahora solo tenían que esperar a que Jesús llegara y su hermano se pondría bien.
El mensajero llegó a donde estaba Jesús con la noticia de que su amigo estaba enfermo. Los discípulos, que también eran muy amigos de Lázaro, se quedaron preocupados.
¿Cómo los tranquilizó Jesús? Completa la frase de la viñeta, colocando las palabras que faltan en el lugar correcto (Juan 11:4 DHH).
Cuando una persona que queremos se pone enferma o tiene un accidente, lo normal es que dejemos todo lo que estamos haciendo y vayamos rápidamente a ver qué le ocurre, para ver en qué podemos ayudar. Vuestros hijos pueden sorprenderse de la actitud de Jesús, porque no saben el final de la historia. A nosotros también pueden sorprendernos algunas actuaciones de Dios en nuestras vidas. Enseñad a vuestros hijos a confiar en Dios siempre. Algún día en la Tierra Nueva comprenderemos los silencios de Dios.
Los discípulos se quedaron más tranquilos y continuaron su trabajo. Pero mientras tanto, en Betania, Lázaro continuaba empeorando. Marta y María todavía confiaban en que Jesús haría algo. Sabían que el poder de Jesús era tan grande que podría sanarlo incluso estando a muchos kilómetros de distancia.
A los dos días de haber recibido la noticia de la enfermedad de su amigo, Jesús reunió a sus discípulos y les dijo que prepararan sus cosas porque iban otra vez a Betania. ¿Qué es lo que tenían que hacer allí? (Lee lo que Jesús les contó en Juan 11:11). Los discípulos se alegraron de la noticia. No sabían cómo Jesús se había enterado, pero si Lázaro estaba durmiendo es porque se encontraba mejor y se iba a curar solo. Ya no necesitaba a Jesús. Entonces, ¿para qué volver a Judea? Allí, al otro lado del Jordán tenían mucho trabajo qué hacer.
Pero los discípulos habían entendido mal a Jesús. Jesús no estaba hablando de un sueño como el que tú tienes todas las noches. ¿Qué había querido decir Jesús, entonces? (Léelo en Juan 11:14).
¿Los discípulos se quedaron impresionados. ¿Lázaro muerto? ¿Su amigo Lázaro había muerto? Cuando Jesús dijo que Lázaro dormía no pretendía engañar a sus discípulos. Para Jesús la muerte es como un sueño. Esta comparación aparece otras veces en la Biblia. Por ejemplo, cuando Job reflexiona sobre la vida y la muerte compara la muerte con un sueño. Dice: «Así el hombre yace [muere] y no se vuelve a levantar; hasta que pase el cielo [hasta que regrese Jesús] no despertará de su sueño» (Job 14:12, NRV2000).
Jesús les estaba explicando a sus discípulos qué es estar muerto: estar muerto es como un sueño.
Piensa cuando tú estás dormido. Hay momentos en la noche que sueñas y que estás inquieto, pero hay otros momentos de sueño profundo en los que no te enteras de nada. ¿Has dormido alguna vez tan profundamente que había personas hablando a tu lado, viendo la televisión o escuchando música y no te has enterado de nada? ¿Y cuando te duermes en el coche que parece que un viaje de tres horas se ha pasado en un minuto? ¿Recuerdas cuando eras pequeño que te dormías y tus padres te llevaban de un sitio a otro y no te habías enterado de nada? Pues así es la muerte.
Pero igual que cuando duermes llega un momento en el que también despiertas, los muertos también resucitarán algún día (ver Isaías 26:19) Y ese día será cuando Jesús regrese de nuevo (Puedes leerlo en 1 Tesalonicenses 4:16)
Muchos padres temen hablarles de la muerte a sus hijos y hacen de ella un tema tabú. Ignoran que, en nuestra sociedad, la muerte está presente diariamente. Los niños ven morir a su mascota, a sus abuelos… Si desde pequeños se les explica que morir es como ponerte a dormir y cuando te despiertas encontrarte en la Tierra Nueva con todas las personas que quieres, vivirían la muerte de forma menos traumática.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Después de que Jesús explicara a los discípulos qué era la muerte, se dieron cuenta de lo que iba a suceder. Jesús había dicho que Lázaro dormía y en realidad estaba muerto; entonces si Jesús iba a despertarlo era que... ¡lo iba a resucitar!
Y eso no se lo querían perder. Se pusieron en camino hacia Betania inmediatamente.
Debieron tardar como dos días en llegar. Cuando llegaron se encontraron con una malísima noticia. (Puedes leerla en Juan 11:17).
Aunque hacía ya cuatro días que habían enterrado a Lázaro, todavía quedaban muchas visitas en casa de Marta y María (ver Juan 11:19). Lázaro debía ser una persona muy querida y los vecinos, los amigos y otras personas que habían venido desde Jerusalén no querían dejar solas a las hermanas.
Antes de que Jesús llegara a la aldea, alguien avisó a Marta. Y Marta no pudo esperar más. Salió corriendo a buscarlo. Cuando Marta vio a Jesús lo abrazó. ¡Lo había echado tanto de menos! (Lee sus palabras en Juan 11:21,22).
Marta confiaba en Jesús. Sabía perfectamente que el poder de Jesús podía haber sanado a su hermano. Pero a pesar de que su hermano ya había muerto, Marta sigue estando segura del poder de Dios.
• Ayuda a Marta a llegar hasta Jesús.
No debemos reprimir nuestros sentimientos de tristeza cuando alguien muere. Algunas personas asocian la tristeza que produce una pérdida con la falta de fe. Es normal que la muerte de un ser querido produzca dolor y un vacío que solo puede llenarlo Jesús. No ocultéis esos sentimientos a vuestros hijos. Explicadles la razón de vuestra tristeza, como la que ellos sienten cuando un amigo se va a vivir a otra ciudad, y durante un tiempo no van a poder disfrutar de su compañía. Aprovechad esa situación para enseñarles a tener esperanza en la resurrección.
Haced reflexionar a vuestros hijos sobre la importancia de poseer el fruto del Espíritu no solo para ser felices sino para hacer felices a los demás. Cómo cuanto más amamos más felices somos.
Jesús estaba contento por la fe de Marta ¿Qué le prometió? (Lee Juan 11:23) Marta estaba segura de que Lázaro resucitaría. Estaba segura de que, cuando Jesús vuelva otra vez, Lázaro resucitará con todas las personas que vayan a vivir para siempre en la Tierra Nueva. También sabía que, si era la voluntad de Dios, Jesús podía resucitar a su hermano en ese mismo día.
Entonces Jesús pronunció unas palabras que han sido repetidas muchísimas veces por todos los cristianos de la historia. (Puedes leerlas en Juan 11:25).
Luego le preguntó a Marta: ¿Crees tú en esto?
En ese momento, Marta comprendió lo que Jesús iba a hacer: iba a resucitar a su hermano.
Y llena de agradecimiento reconoció que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios (ver Juan 11:27)
Luego Marta mandó llamar a María en privado, para que pudiera hablar con Jesús antes de que llegara todo el mundo.
María salió corriendo de la casa sin decir nada. No podía esperar a ver a su querido Jesús. Pero la gente que estaba en la casa, pensando que iba al cementerio la siguió. ¡Cuál fue su sorpresa al ver a María abrazando a Jesús!
Cuando todos se habían acercado, ¿qué preguntó Jesús? (Lee Juan 11:34).
• Encuentra en la sopa de letras las siguientes palabras que aparecen en la lectura de hoy:
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Jesús pidió que le llevaran al lugar donde estaba enterrado Lázaro. Cuando llegaron al lugar, seguramente mucha gente se pondría a llorar. Echaban de menos a Lázaro y el dolor de las personas que lo acompañaban se hizo más fuerte. Jesús no desea vernos sufrir. Cuando nosotros sufrimos, él sufre. (Lee cuáles fueron los sentimientos de Jesús en Juan 11:35. Por cierto, este es el versículo más corto de la Biblia).
Luego pidió algo que sorprendió a todos. Pidió que abrieran el sepulcro y le obedecieron.
En aquellos tiempos, los sepulcros de la gente adinerada eran como habitaciones que se excavaban en piedra o bajo tierra y se tapaban con una gran losa de piedra.
Jesús oró. Cuando terminó de orar dio una orden en voz alta y clara. (Tú puedes leerla en Juan 11:43). Se hizo un gran silencio. Todo el mundo había estado pendiente de Jesús, pero ahora todos miraban a la entrada de la tumba. Al momento vieron algo que se movía dentro y que se asomaba por la entrada: ¡era Lázaro! ¡Se movía! ¡Estaba vivo! Todos estaban tan sorprendidos que nadie se atrevía a acercarse a Lázaro hasta que Jesús les dijo que fueran a ayudarle a quitarle las vendas y las telas con las que lo habían envuelto.
Marta y María por fin pudieron abrazar de nuevo a su hermano. Y esta vez estaba vivo y sano. ¡Qué alegría!
Nunca nadie había visto algo así. Jesús había resucitado a otras personas, pero nunca a un muerto que llevaba cuatro días enterrado. ¿Qué ocurrió entonces? (Lee Juan 11:45)
Ante la muerte de un familiar o amigo vuestros hijos pueden preguntaros por qué Jesús no resucita a esa persona como lo hizo con Lázaro. La mejor respuesta es que eso solo lo sabe Dios y algún día lo comprenderemos cuando estemos en la Tierra Nueva. Es muy cruel darle al niño respuestas que se acostumbran a oír: «Si ha muerto era porque era lo mejor para él, o porque Dios lo ha querido». Dios es un Dios de vida y no de muerte. Le entristece el sufrimiento humano y por eso quiere
(Mateo 19:21, Versión Reina-Valera 1995)
La respuesta de Jesús era sencilla.
En una ocasión, cuando Jesús ya había terminado de predicar y se estaba yendo a descansar llegó un hombre corriendo y se arrodilló delante de él. Tenía una pregunta muy importante y no podía esperar más. ¿Quién era? (Búscalo en Lucas 18:18)
No era una persona cualquiera. Era un dirigente. La Biblia también nos dice que aquel hombre era joven. Y por eso se le conoce como el joven rico. ¿Te imaginas a un joven vestido con ropas elegantes llegar corriendo y arrodillarse delante de Jesús? Eso no era muy normal. Lo normal hubiera sido que las demás personas se inclinaran ante el joven.
Pero el joven rico se daba cuenta de que Jesús era más importante que él y se inclina ante Jesús para mostrarle su respeto. ¿Qué pregunta tan importante quería hacer el joven rico a Jesús? (Puedes leerla en la segunda parte del Lucas 18:18).
—Ya sabes los mandamientos —le dijo Jesús—. No robes, no mates, no mientas, respeta a tus padres…
Si te das cuenta Jesús le hace una lista de los seis últimos mandamientos de la Ley de Dios, los que nos dicen cómo debemos comportarnos con las personas que tenemos a nuestro alrededor y le nombra cinco.
El joven rico se tranquilizó. Todas esas cosas las había aprendido desde pequeño. Sus padres lo habían educado para guardar la ley y él había tomado la decisión de ser obediente a todas las normas de los sacerdotes y fariseos. El joven no robaba, ni mataba; era honesto, buen hijo y no mentía.
«…dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme».
• Con la ayuda de tus padres lee Éxodo 20:1-17 y Lucas 18:19, y escribe en las tablas del dibujo el número de los mandamientos que le preguntó Jesús al joven rico si cumplía.
Es importante enseñar a nuestros hijos a obedecer, pero tan importante o más es que sepan por qué deben hacerlo. Al principio lo harán porque confían en vosotros, pero a partir de los 7-8 años ya empiezan a preguntarse qué hay detrás de la obediencia. Si deben ayudar a poner la mesa no es por capricho de los padres, sino por solidaridad con las tareas del hogar. Si no pueden jugar a un videojuego es porque primero tienen que hacer las cosas más importantes como los deberes o salir a jugar con los amigos. Y sobre todo porque detrás de la obediencia está el amor: el amor de unos padres que ponen unas normas para proteger a sus hijos, para ayudarles a convivir y para que sean más felices; y el amor de los hijos que se demuestra aceptando las normas de los padres y confiando en ellos.
—Todo esto ya lo he hecho desde que era pequeño —le respondió a Jesús—. Pero yo sé que hace falta algo más. ¿Qué más tengo que hacer?
El joven era obediente y una buena persona. Pero se daba cuenta de que no bastaba con cumplir los mandamientos y ya está. Se daba cuenta de que su vida no estaba completa. Tenía dinero, familia, un trabajo importante y era buena persona ¿qué más le podía faltar? La respuesta de Jesús le sorprendió. (Léela en Mateo 19:21)
El joven había demostrado que sabía obedecer. Pero Jesús quería que demostrara que sabía amar. ¿Recuerdas cuál era el resumen de la Ley de Dios? «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo».
¿Cómo podía demostrar el joven que amaba a Dios por encima de todas las cosas? Dejando sus riquezas y siguiendo a Jesús. Para seguir a Jesús no necesitaba una gran casa, ni criados, ni ropa lujosa.
¿Cómo podía demostrar su amor hacia los prójimos? Si el joven amaba de verdad a sus prójimos como a sí mismo debía demostrarlo y Jesús le pide algo muy sencillo: comparte con los demás lo que tienes. Es como si le dijera:
—Si vas a seguirme no necesitas tus riquezas, pero otras personas sí que necesitan que tú les ayudes. Demuestra tu amor hacia los demás con actos de amor.
Pero para el joven era más importante tener su mansión, sus criados o sus ropas caras que seguir a Jesús. Él obedecía las normas, pero no quería compartir sus riquezas con los demás. Así que se fue triste (ver Mateo 19:22)
AJesús le entristeció la decisión del joven rico. Jesús le había pedido dos cosas. Jesús le había pedido una demostración de que cumplía la Ley de verdad, por amor. Pero también le había pedido que le siguiera, que se convirtiera en su discípulo. Y el joven se marchó.
Los discípulos estaban asombrados porque el joven rico había rechazado la invitación de Jesús. Pero Jesús les explica cómo era posible que algunas personas prefieran sus riquezas. Jesús les puso un ejemplo. (Léelo en Mateo 19:23,24).
¿Pasar por el ojo de una aguja? Por supuesto que Jesús no se estaba refiriendo a una aguja de coser sino a una puerta pequeña que había en la muralla de Jerusalén que se llamaba el Ojo de la Aguja. Era una puerta estrecha para que pudieran pasar las personas cuando las puertas grandes se cerraban por la noche. Para que un camello pudiera pasar, tenían que quitarle toda la carga y hacer que el camello se arrodillara, bajara la cabeza y hacerle entrar poco a poco. Era una tarea muy difícil para el animal y su camellero, pero no imposible.
Seguramente los discípulos se miraron los unos a los otros. En el grupo había personas ricas, por ejemplo, Mateo. Jesús tenía amigos ricos como Nicodemo, Simón o algunas de las mujeres que seguían a Jesús. Había gente rica que seguía a Jesús. Entonces ¿por qué decía que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos?
Porque para muchas personas, sean ricos o no, el amor al dinero puede ser más fuerte que el amor a Dios, porque se preocupan más de sus posesiones materiales que de Dios.
Tener muchas cosas NO es malo. Pero si nuestras cosas son más importantes que Dios ¿cómo vamos a seguirle?
• Con las siguientes palabras podrás componer el texto de 1 Timoteo 6:10 en la versión Palabra de Dios para Todos. Con las palabras que sobran construye una frase ¿Es lo que tú quieres hacer?
Explicadles a vuestros hijos que Dios no nos pone la condición de ser pobres para seguirle y ser buenos cristianos. Abrahán, Isaac, Jacob, José, David, Salomón, Ester y muchos más personajes y héroes bíblicos eran ricos, pero antepusieron su amor a Dios a sus riquezas. El problema no son las posesiones o las riquezas sino cambiar el amor a Dios por el amor al dinero. Lee 1 Timoteo 6:10.
Se acercaba la fiesta de la Pascua y Jesús quería celebrarla en Jerusalén con sus discípulos. Por el camino debían pasar por la ciudad de Jericó. Conforme se acercaba a la ciudad, mucha gente se unió al grupo de Jesús y pronto era toda una multitud la que lo seguía. De todas formas, Jesús quiso entrar en la ciudad.
Las ciudades de Israel no tenían grandes avenidas. Solo unas pocas calles tenían el ancho para que pudiera pasar un carro y apenas había espacios abiertos como plazas. El resto de las calles eran bastante estrechas. Te puedes imaginar el lío que se organizó en Jericó cuando de repente una multitud entró en la ciudad siguiendo a Jesús. Todo Jericó se enteró de que Jesús estaba en la ciudad.
Entre los habitantes de Jericó había alguien muy especial. (Podrás saber quién era si lees Lucas 19:2). Zaqueo también tenía muchas ganas de ver y escuchar a Jesús. Cuando intentó acercarse a él se encontró con tres problemas:
El primero, la multitud. ¿Has intentado moverte en medio de una calle abarrotada de gente? Es muy difícil.
El segundo problema era la estatura de Zaqueo. Era un hombre bajito (ver Lucas 19:3). Ser bajito es un problema cuando se junta mucha gente, ¿verdad? Lo que hacen tus padres es auparte para que puedas ver. Te suben a algún sitio más alto o te aúpan en brazos. Pero Zaqueo no tenía a nadie que le aupara. El tercer problema era su profesión. Zaqueo era publicano. Los publicanos cobraban los impuestos para los romanos. Todo el mundo odiaba a los publicanos porque los consideraban unos traidores por trabajar para los invasores. Además, siempre estaban bajo sospecha de que eran unos ladrones. Todo el mundo sospechaba que cobraban más de lo que los romanos les pedían y se quedaban con parte del dinero que recogían. Pero es que Zaqueo no era un publicano cualquiera. ¡Era el jefe de los publicanos! Era el que mandaba. Era al que más odiaban. Y nadie le dejaba un hueco para acercarse a Jesús.
Reflexiona con tus hijos sobre cuáles son sus problemas para acercarse a Jesús: no quieren hacer la escuela sabática porque tienen muchos deberes y prefieren jugar, no recuerdan que Jesús está a su lado siempre y se olvidan de hablar con él… Muéstrale las ventajas de ser amigo de Jesús.
Pero Zaqueo quería ver a Jesús y no le importaban los empujones, pisotones o los insultos que podía recibir de la gente que abarrotaba las calles de Jericó. Pensó un poco y se dio cuenta de que Jesús se dirigía a una plaza, a un lugar un poco más ancho donde crecía un sicomoro. Un sicomoro es un árbol parecido a la morera pero que da unos frutos como higos. Puede crecer hasta 20 metros de alto y sus ramas dan mucha sombra.
Seguramente Jesús se pararía en esa plaza para descansar o para predicar. Zaqueo no se lo pensó dos veces y se fue corriendo a la plaza antes de que llegara la multitud y se aseguró de tener un sitio que nadie le quitara. (Si lees Lucas 19:4 sabrás dónde se colocó)
¡Pero esto no era serio! Un hombre adulto, con un puesto importante y con ropas muy caras subiéndose a un árbol como si fuera un chiquillo. Pero Zaqueo no quería que nadie le molestara ni le impidiera ver ni escuchar a Jesús. Allí se quedó, escondido en medio de las ramas, hasta que comenzó a ver llegar a la gente y se llenó la plaza.
Zaqueo estaba feliz. Vio llegar a Jesús. Seguro que Jesús se pararía debajo del sicomoro para predicar. Y él estaba justo encima y lo iba a poder escuchar todo, todo.
Pero cuál fue su sorpresa que cuando Jesús llegó y se colocó bajo el sicomoro, miró hacia arriba y lo vio. ¡Qué vergüenza! Seguramente toda la multitud quiso mirar a ver qué había en el árbol y cuando descubrieron que era Zaqueo… Lo que le faltaba a Zaqueo: todo el mundo se reía de él. Pero Jesús lo miró y le sonrió. No con una sonrisa burlona, sino con una mirada de cariño. Y lo que Jesús le dijo a continuación no se lo esperaba ni en sueños. (Lee las palabras de Jesús en Lucas 19:5).
• Encuentra siete diferencias entre los dos dibujos.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Zaqueo no se lo podía creer. Jesús se estaba invitando a su casa. Y no, Zaqueo no pensó que Jesús era un maleducado. Para Zaqueo el que Jesús quisiera ir a su casa era un gran honor, como si un día tu actor preferido o tu cantante favorita te llama y te dice que quiere ir a tu casa. De todas las casas que había en la ciudad Jesús no quería ir ni a casa del jefe de la sinagoga ni a la del alcalde ni a la de ningún levita. Jesús quería ir a casa de Zaqueo.
Ya no le importaba que la gente se riera de él. Jesús lo había elegido a él. Iba a tener en su casa al Maestro. Así que Zaqueo bajó rápido y se fueron caminando hacia su casa.
La gente empezó a hablar mal de Zaqueo. Le dijeron a Jesús que no podía ir a casa de ese hombre porque era muy malo, era un pecador. Pero Zaqueo tenía algo que decir. Él amaba a Jesús con todo su corazón y quería demostrarlo. No solo iba a recibir a Jesús en su casa y lo iba a atender con todos los cuidados, sino que se ofreció a mucho más. (Lo sabrás si lees Lucas 19:8).
Voluntariamente Zaqueo donó la mitad de su fortuna para los pobres, porque él quiso, no porque nadie le obligara. Y por si alguien sospechaba que era un ladrón y un corrupto, se ofreció a compensar al que hubiera perjudicado devolviéndole el dinero defraudado y hasta cuatro veces más.
¡Qué diferencia entre el rico Zaqueo y aquel otro joven rico!
Jesús entró en la casa de Zaqueo y descansó allí. No sabemos cuánto tiempo. Pero seguro que Zaqueo pudo disfrutar, no solo de sus enseñanzas sino también de su compañía y cariño.
Hoy también podemos invitar a Jesús a nuestra casa. Jesús dice que cuando hacemos algo a una persona que lo necesita se lo hacemos a él. ¿A quién invitamos a nuestra casa? Solo a los amigos de nuestros niños o aquellos niños que son pobres, diferentes; aquellos que tienen algún problema que produce rechazo.
Se acercaba la fiesta de la Pascua y Jesús quería ir a Jerusalén a celebrarla. Así que llamó a sus discípulos y todos juntos se pusieron en camino. El camino hacia Jerusalén estaba repleto de gente. Muchos judíos tenían por costumbre ir al Templo de Jerusalén los días de la Pascua. Venían de todas partes de Israel y también de otros lugares mucho más lejanos. Durante años, muchos judíos se habían ido a vivir a otros países, pero seguían adorando a Dios. Por eso, si podían, viajaban a Jerusalén para celebrar la Pascua. Era fácil encontrar esos días a judíos que vivían en Roma, en Grecia, en Persia o en Egipto.
¿Te imaginas lo divertido que podía ser viajar acompañado de personas que vivían muy lejos? Cuando paraban a descansar o por la noche se contaban historias de lugares lejanos. Era una buena ocasión para aprender: sus ropas eran raras, hablaban en distintas lenguas o compartían frutas o panes hechos de formas diferentes. Aunque las costumbres parecían muy distintas todos amaban y adoraban a Dios.
En tu iglesia hay personas que han nacido o han vivido en lugares diferentes. Tal vez tú o tus padres no habéis nacido en la ciudad donde vivís. Seguro que tienes amigos que han nacido en diferentes lugares del mundo. ¿A que es divertido tener amigos de todo el mundo?
Ya quedaba poco para llegar a Jerusalén, como dos o tres kilómetros. Habían pasado por Betania, el pueblo donde vivían Marta, María y Lázaro. Allí todo el mundo conocía a Jesús porque hacía poco tiempo que Jesús había resucitado a Lázaro.
Mucha gente se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén y quiso acompañarlo. Pronto se vio rodeado de una multitud que caminaba con él.
Cuando llegaron cerca del Monte de los Olivos, Jesús se detuvo. Cerca del camino había unas casas. Entonces Jesús llamó a dos de sus discípulos y les pidió un favor. ¿Qué debían hacer? (Lee Marcos 11:2,3) . Los discípulos obedecieron. Se acercaron a las casas y vieron un burrito joven atado junto a una puerta, exactamente igual que les había dicho Jesús.
Los discípulos comenzaron a desatar al burro como les había pedido Jesús. Pero enseguida llegaron los dueños. Y no estaban nada contentos de que unos desconocidos se llevaran al burro. Los discípulos se disculparon y les dijeron lo que Jesús les había dicho: Jesús de Nazaret necesitaba el burro y que se lo devolverían enseguida.
Es posible que los aldeanos hubieran oído hablar de Jesús. Vivían muy cerca de Betania y seguro que habían escuchado la historia de cómo Jesús había resucitado a Lázaro. Así que cuando se enteraron de que Jesús necesitaba a su burrito se lo prestaron encantados.
Es posible que encontréis relatos de la entrada a Jerusalén que hablen de un pollino y su madre asna. Mateo hace mención de que el pollino estaba atado con el asna y que ambos fueron llevados ante Jesús. El resto de los evangelistas cuentan el relato con otros detalles. Enséñales a tus hijos la importancia de compartir lo que tenemos, pues es un regalo de Dios.
• Los discípulos necesitarán algo de comida para el burrito. Encuentra en el dibujo tres lechugas y cinco manzanas: ¡ñam, ñam!
En realidad, la palabra hosanna parece ser que tiene un profundo significado mesiánico, pero que escaparía a la capacidad de comprensión de vuestros hijos. Hemos querido darle un significado aproximado para que ellos comprendan un poco el ambiente en el que se produjo la entrada a Jerusalén.
Los discípulos llegaron con el burro hasta donde estaba Jesús. Lo cubrieron con mantas y Jesús lo cabalgó. La gente se lo quedó mirando. Parece ser que en Israel los reyes no montaban en preciosos caballos o en camellos adornados. Los reyes en Israel montaban en burros. Así que cuando vieron a Jesús montado en un burro, enseguida lo relacionaron con un rey que se dirige a la ciudad real, a Jerusalén.
Por eso, en cuanto la multitud vio a Jesús montado en un burro, comenzaron a hacer cosas raras. La gente echaba sus mantos al suelo para que Jesús pasara por encima como si fuera una alfombra. Otros cortaban ramas de árboles y palmeras y también las tiraban al suelo para hacer una alfombra vegetal. Otros agitaban las ramas de árboles y las hojas de palmera como si fueran banderas. Y mientras, todos cantaban y gritaban.
• ¿Qué gritaban? Escribe la primera letra del dibujo y lo descubrirás (Marcos 11:9,10).
Seguro que tú no has usado nunca esta palabra por la calle. Era un grito de alegría. Hoy en día diríamos algo así como: «¡Viva!». Todo este cortejo acompañó a Jesús por el camino hacia la ciudad. Tanto era el jaleo y el alboroto que se produjo en el camino que mucha gente que ya estaba en la ciudad quiso salir a recibirlo.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
El cortejo que seguía a Jesús con canciones y alabanzas llegó a un lugar desde el que se veía toda la ciudad de Jerusalén. Era una gran ciudad. Los romanos habían hecho reformas que la hacían ser una ciudad agradable y limpia. Jerusalén era moderna, con calles anchas, plazas y jardines. Había barrios de trabajadores, pero también había palacios y mansiones. Herodes había ordenado construir un templo enorme, con muros de mármol blanco que sobresalía sobre toda la ciudad.
Entonces, Jesús se paró para observar la ciudad. ¿Qué es lo que pasó? (Lee Lucas 19:41). Esta es la segunda vez que la Biblia dice que Jesús lloró. La otra vez fue unos minutos antes de resucitar a Lázaro, ¿recuerdas? ¿Por qué en medio de toda la alegría que rodeaba a Jesús, Jesús llora?
En realidad, Jesús no llora por la ciudad, llora por sus habitantes. Los habitantes de Jerusalén creían que para ser felices necesitaban tener una gran ciudad y un gran templo. Y, además, que se fueran los romanos. Habían construido una ciudad grande y rica. Sin embargo, habían olvidado a Dios, al verdadero Dios de amor.
Y Jesús lloró porque sabía que Jerusalén sería destruida y que todas esas personas sufrirían. Muchos de los habitantes de Jerusalén prefirieron seguir luchando contra los romanos antes que creer en el reino de amor que Jesús les ofrecía. Jesús había intentado enseñarles el Dios de amor, pero ellos preferían a un Mesías vengador y guerrero que destruyera a los romanos.
Esta es la foto de una maqueta que reproduce lo que podría haber sido el templo de Jerusalén en tiempos de Jesús. Actualmente solo queda un muro de piedra.
Jesús entró por las puertas de Jerusalén mientras todo el mundo lo aclamaba como a un rey. De allí se fue directamente al Templo. La Biblia nos cuenta que en aquellos días había unos hombres griegos que sintieron curiosidad por ese hombre que acababa de entrar en la ciudad rodeado por la multitud. No sabemos si eran judíos que vivían en Grecia o eran turistas o comerciantes griegos que aprovecharon los días de la fiesta para visitar Jerusalén. Estos hombres fueron a ver a Felipe, un discípulo de Jesús, y le dijeron: —Señor, queremos ver a Jesús (Juan 12:21).
• Coloca cada palabra de la petición de los griegos (el texto de arriba) en el crucigrama.
Jesús aceptó hablar con ellos. A Jesús no le importaban si eran griegos, judíos o romanos; nunca rechazó a nadie y mucho menos por ser de distinto país o de distinta raza. Él había venido a enseñar el amor de Dios por cada uno de los seres humanos. Y para Dios todos, judíos, griegos o egipcios, todos eran sus hijos. Y esos griegos, cuando volvieran a su casa contarían a todo el mundo que habían conocido a Jesús.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Mientras todavía hablaba con los griegos, Jesús oró y dijo: «Padre, glorifica tu nombre».
Glorificar significa mostrar el cariño que le tienes a alguien, aunque en la actualidad solo usamos la palabra glorificar cuando hablamos de Dios. Jesús estaba pidiendo a Dios que mostrase alguna señal. Y entonces ocurrió algo. (Puedes leerlo en Juan 12:28). Dios estaba reconociendo otra vez que Jesús era su Hijo, que era el Mesías prometido.
¿Puedes recordar en qué otros momentos de la vida de Jesús se oyó una voz del cielo? La primera fue con ocasión de su bautismo. La segunda en el momento en que aparecieron Elías y Moisés en el monte Tabor. Ahora, en el templo, todo el mundo pudo oír algo. Pero no todos oyeron lo mismo, o no quisieron oír lo mismo. ¿Qué oyeron unos y otros? (Lee Juan 12:29)
Seguramente entre los que oyeron la voz de un ángel estaban los griegos que hablaban con Jesús. Aquellos hombres fueron testigos de cómo Dios reconocía a Jesús como su Hijo y creyeron en él. Al contrario que muchas otras personas que, a pesar de todas las señales, de todos los milagros y de todas las enseñanzas de Jesús, nunca creyeron.
Pero no podemos decir que los judíos en general no creyeron en Jesús. La gente que se reunía para escucharle sí que creía en Jesús. Incluso personas importantes de la sociedad creyeron en Jesús. (Lee Juan 12:42). Pero tenían miedo de que los sacerdotes y los fariseos pudieran hacerles daño y lo guardaban en secreto.
• Sigue los caminos para saber qué es lo que escuchó cada pareja de personas.
Lo que ocurrió con la voz que se oyó del cielo ocurre hoy también. Hay personas que pueden ver la mano de Dios en el diseño de una flor y otras personas no le dan importancia. Para escuchar la voz de Dios en los detalles más pequeños de la vida debemos tener un oído entrenado. Ayuda a tus hijos a ver las maravillas de los pequeños detalles de la vida como un regalo de Dios.
Después de la visita a Jerusalén que estudiamos la semana pasada, Jesús regresó a Betania. Allí, además de Lázaro y sus hermanas, vivía un hombre importante que se llamaba Simón.
Simón había tenido la lepra y por eso lo llamaban Simón «el leproso». Pero ya no tenía esa terrible enfermedad. Seguramente Jesús lo había curado en una de sus visitas a Betania.
Simón estaba muy agradecido a Jesús por curarle. Estaba tan contento de que Jesús estuviera allí que lo invitó a cenar con sus discípulos. Era la forma de decirle «Gracias». Pero en aquella cena en honor a Jesús había también un invitado muy especial. ¿Quién era? (Lo sabrás si lees Juan 12:2).
Lázaro también tenía mucho que agradecer a Jesús: lo había resucitado. Ahora aprovechaba todas las ocasiones para poder contarle a todo el mundo el poder de Jesús. Seguro que en aquella cena todo el mundo hablaba de los milagros de Jesús.
• ¿De qué te hubiera gustado hablar si te hubieran invitado a la cena?
«Nosotros le amamos a él porque él nos amó primero».
(1 Juan 4:19, Versión Reina-Valera 1995)
Simón era una persona importante en Betania y seguramente habría muchos otros invitados. Imagínate la escena. Una gran mesa baja llena de comida. Los hombres reclinados cómodamente en alfombras o en asientos bajos mientras hablaban de cómo Jesús había cambiado sus vidas. Las mujeres comían en otra sala y algunas de ellas servían la comida en la sala de los hombres. Era una fiesta muy especial.
Marta, la hermana de Lázaro, estaba, como siempre, dispuesta a ayudar. Ella era mujer y no la dejaban sentarse a la mesa con los hombres, pero sí que podía ayudar preparando comida y sirviendo la mesa. Esa era su forma de agradecer todo el amor que Jesús había mostrado a su familia. Esa era la forma en la que ella podía estar cerca de Jesús, y, entre plato y plato, escuchar sus enseñanzas.
¿Y María? ¿Dónde estaba María? María también quería mostrar su agradecimiento a Jesús, pero eligió otra forma de hacerlo. María prefirió hacerle un regalo. ¿Qué le podría gustar a Jesús? Decidió comprar un perfume de nardos.
En los tiempos de Jesús los perfumes eran muy caros y se utilizaban solo en ocasiones muy importantes. Algunas mujeres solo se ponían perfume el día de su boda. También se utilizaba para envolver el cuerpo de una persona muerta antes de enterrarla. Un perfume era un regalo tan especial que María decidió que quería dárselo a su Maestro. Le daría una sorpresa.
Enseñad a vuestros hijos que hay muchas formas de mostrar agradecimiento. Decir «gracias» con el corazón, una sonrisa o un beso son suficiente. Pero acostumbradles a ser agradecidos siempre.
• ¡Vaya desorden! ¿Puedes encontrar el bote de perfume de María en este batiburrillo?
No permitáis que vuestros hijos aprendan de esta historia que solo los regalos caros son los mejores regalos. María no compró el perfume por ser caro sino porque era algo muy especial.
María entró en la sala donde estaban los hombres sin decir nada. Se acercó hasta donde estaba Jesús y se sentó a sus pies como tenía por costumbre. De momento todo estaba bien. Parece que nadie se había dado cuenta de que estaba allí.
Entonces, con cuidado abrió el frasco de perfume y lo derramó sobre los pies de Jesús. Esa era otra forma más de mostrar agradecimiento a Jesús. Y Jesús aceptó el regalo con alegría.
Pero enseguida todo el mundo se dio cuenta de que María estaba allí porque la sala se llenó con el perfume. Todo el mundo se puso a buscar a ver de dónde venía el olor y descubrieron a María a los pies de Jesús.
Jesús sonreía, pero los demás hombres estaban enfadados. Primero, porque una mujer había interrumpido la conversación de los hombres. Eso les parecía de muy mala educación. Pero a Jesús no le importaba; todo lo contrario, estaba contento.
Entonces buscaron otra razón para regañar a María. El perfume era carísimo. ¿Cuánto podía costar? (Lee Marcos 14:5 y lo sabrás).
¡300 denarios! Eso era el dinero que ganaba un hombre en el campo durante todo un año. ¡María estaba derrochando el dinero!
¡Pobre María! Ella que quería darle una sorpresa a Jesús y ahora todo el mundo la regañaba. Pero Jesús se levantó y les dijo a los demás que se callaran. A él le gustaba que María le hiciera ese regalo (ver Marcos 14:6)
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Pero los hombres seguían insistiendo. ¿Cómo habían pensado ellos gastar el dinero? (Léelo en Marcos 14:5) . Esa era una buena razón. Los pobres necesitaban el dinero más que Jesús. Eso era verdad. Pero no era la intención de ellos en su corazón: su intención era dejar mal a María.
Pero ¿qué les recordó Jesús? (Lee Marcos 14:7). Lo que decía Jesús era cierto. Siempre tendremos la oportunidad de ayudar a los que tienen menos suerte que nosotros, porque hasta que Jesús vuelva, por desgracia, siempre habrá injusticias y pobreza.
Jesús aprovechó el momento para recordarles que le quedaba poco tiempo de vida. Los dirigentes judíos estaban intentando matar a Jesús y Jesús sabía que iba a morir. Y ese perfume que María había puesto en el cuerpo de Jesús serviría para su entierro (ver Marcos 14:8)
Además, les dijo que no menospreciaran a María, ¿por qué? (Lee la conclusión de Jesús en Marcos 14:9). Y es cierto. Es una de las historias más contadas de la Biblia.
• Colorea los espacios con un punto y descubrirás el nombre de la protagonista de esta historia, un nombre que se relaciona con Jesús después de 2000 años.
Este relato es un poco diferente según el evangelista que lo cuenta. Según Juan, la cena ocurrió antes de la entrada a Jerusalén; según Mateo y Marcos sería la cena del miércoles. Juan, que es el único que menciona el nombre de la mujer, dice que derramó el perfume en los pies de Jesús; Mateo y Marcos dicen que lo hizo en la cabeza. Estos detalles no tienen importancia. Lo que cuenta es la enseñanza que podemos sacar de esta historia.
• Colorea a las personas que hacen lo correcto dentro del templo.
Recordad que Jesús no utilizó la fuerza ni hizo daño ni a las personas ni a los animales. Jesús no causó ningún alboroto. Si lo hubiera hecho se lo habrían llevado preso inmediatamente. Solo la mirada de Jesús imponía respeto y hacía que todo el mundo le obedeciera.
Jesús regresó a Jerusalén para ir al Templo. Y no le gustó nada lo que se encontró.
Hacía tres años, Jesús había visitado Jerusalén también en la fiesta de la Pascua. Se había encontrado con que el patio del Templo se había convertido en un mercado ruidoso y Jesús expulsó a los mercaderes. ¿Lo recuerdas?
Cuando Jesús entró en el Templo se encontró otra vez con los vendedores de animales y los cambistas. Los sacerdotes les habían dado permiso de comerciar, otra vez.
El mercado se situaba en un patio muy bonito que se llamaba «atrio de los gentiles». El atrio de los gentiles servía para que las personas que no eran judías de nacimiento pudieran comenzar a conocer al verdadero Dios. Todos los días llegaban a Jerusalén muchas personas de todas partes del mundo que no conocían a Dios. Si entraban en el Templo, en vez de maestros que les hablaran del Dios verdadero, se encontraban un mercado de animales y gente gritando. Así era imposible que los extranjeros conocieran al Dios de Israel. Todo lo contrario. Se marcharían creyendo que el Dios de Israel era igual que los dioses paganos de sus ciudades.
Entonces Jesús volvió a hacerlo. Con autoridad, comenzó a echar de allí a todos los mercaderes y a los que cambiaban dinero (ver Marcos 11:15). Volcó las mesas de forma que los mercaderes no tuvieran otro remedio que marcharse de allí. Y cuando todos se fueron, explicó la razón por la que había expulsado a toda esa gente. (Tú también puedes leerla en Marcos 11:17)
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Una vez que el atrio quedó libre de animales y mercaderes, la gente se acercó a Jesús. Todos los enfermos de la ciudad que creían en Jesús se acercaron. ¿Qué hizo Jesús? (Seguro que lo sabes, pero lee en Mateo 21:14 qué es lo que pasó).
La gente estaba feliz. ¡Por fin se hacía algo bueno en el atrio del Templo! Pero los escribas y los sacerdotes no estaban nada contentos. Ya nadie les hacía caso, todos buscaban a Jesús. Preferían escuchar las enseñanzas de Jesús a estar en las clases de los maestros del Templo.
Lo que más les molestaba eran los niños que cantaban cantos y alababan a Jesús como si fuera un rey (ver Mateo 21:15). Y es que los niños no podían entrar al Templo hasta que fueran mayores. ¿Qué hacían allí tantos niños alrededor de Jesús? Cuando quisieron hacer callar a los niños, nadie les hizo caso. Así que fueron a Jesús a quejarse y a pedirle que hiciera callar a los niños. Jesús respondió (Mateo 21:16): «Los niños pequeños, los que aún son bebés, cantarán alabanzas». A Jesús le gustaba que los niños pudieran aprender a amar a Dios igual que los mayores. Por eso tú también debes estudiar tu escuela sabática todos los días, para llegar a conocer mejor a Jesús y hacer que sea tu mejor amigo.
Jesús siempre defendió que los niños pudieran aprender las verdades del reino de Dios. Dios los llama a ellos igual que llama a los adultos a vivir a su lado. Disfrutad como familia de su compañía.
Jesús había hablado muchas veces con sus discípulos para decirles que dentro de poco tiempo debería regresar al cielo, pero que no debían estar preocupados porque regresaría para vivir para siempre en una Tierra Nueva donde no habría más dolor ni muerte ni cosas malas que nos pongan tristes. Una tarde, los discípulos le preguntaron a Jesús:
—Maestro, ¿cómo podremos saber cuándo volverás?
La respuesta de Jesús fue muy larga porque iban a pasar muchas cosas. ¿A que a ti también te interesa saberlo? Vamos a estudiarlo esta semana.
Lo primero que tenían que hacer es estar muy atentos a lo que les iba a contar. Era importante para ellos y también para nosotros. ¿Por qué era tan importante para ellos? (Lee la respuesta de Jesús en Marcos 13:5).
Seguro que has oído muchas historias sobre «el fin del mundo», pero muy pocas están basadas en lo que dice la Biblia. Entre otras cosas porque no será el fin del mundo. El mundo seguirá existiendo. Jesús vendrá para arreglar este planeta que está tan estropeado y convertirlo en una Tierra Nueva para que podamos vivir en ella. Por eso es importante que no nos dejemos engañar y que estudiemos en la Biblia lo que Jesús ha dicho que pasará, no lo que otras personas se imaginan.
Cuando hablamos de las señales del fin, siempre nos viene a la cabeza el texto de Mateo 24. El mismo relato lo recogen tanto Marcos como Lucas con muy pocas variaciones. Para estudiar la lección con vuestros hijos hemos elegido el relato de Marcos 13 por ser más conciso y tal vez más fácil de comprender, aunque también hagamos referencias a algunos textos de Mateo o de Lucas.
Las señales que vamos a estudiar esta semana nos ayudarán a confiar en las promesas de Jesús. Son señales que nos aseguran que Jesús volverá. Seguro, seguro.
«Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios».
Jesús habló de muchas «señales» o situaciones que pasarían. Jesús avisó que habría falsos mesías y falsos profetas (ver Marcos 13:6,21,22)
Siempre ha habido personas que se hacían llamar profetas y que hacían milagros, pero que no venían de parte de Dios. Hoy en día, de vez en cuando, aparecen noticias de personas que dicen que son Jesús, que ya ha vuelto y que todo el mundo le tiene que obedecer. Y hay personas que se lo creen. Y también hay personas que dicen que son profetas, que adivinan el futuro, que dicen tener mensajes de Dios o de los santos o que hacen milagros en el nombre de Dios. Jesús nos dijo que no nos dejemos engañar.
La Biblia nos dice que un verdadero profeta es el que predica lo mismo que lo que dice la Biblia (ver Isaías 8:20 y en Apocalipsis 19:10). Si no, no hay que hacerle caso. Eso no quiere decir que Dios no envíe a ningún profeta. Solo que hay que saber cuál es verdadero y cuál es falso.
• Con la ayuda de tus padres colorea cada frase de verde o naranja según lo diría un profeta verdadero o un profeta falso.
Enseñad a vuestros hijos que los adventistas del séptimo día creemos que Dios envió a una profetisa, Ellen G. White, para ayudar a su pueblo antes de que Jesús regrese. Ellen G. White siempre dijo que la Biblia era la Palabra de Dios y que todo lo que creemos debe estar en la Biblia. Ella fue una gran ayuda para comprender la Biblia.
Recordad a vuestros hijos que las profecías no están hechas para dar miedo ni como un castigo. Las profecías no explican la voluntad de Dios. La voluntad de Dios viene marcada por las promesas. Dios tampoco nos dio las profecías para que juguemos a intérpretes o a adivinos. Las profecías son como un escaparate, avisos de lo que puede suceder, para estar preparados y, sobre todo, «os lo he dicho antes de que suceda, para que cuando suceda, creáis» (Juan 14:29); para que creamos en las promesas de vida que hay después de todo lo malo de este mundo.
Jesús avisó a sus discípulos de que hasta que él regresara habría momentos de grandes peligros. ¿Qué pasaría? (Lee Marcos 13:7)
Desde el principio de este mundo, desde que entró el pecado, ha habido luchas y guerras. La gente malvada odia a sus vecinos y por eso se pelean. Cuando un país quiere hacerse más grande y más rico le declara la guerra a otro. Todo es por culpa del egoísmo. Por eso, Jesús les advierte que, mientras haya pecado, siempre habrá guerras. Pero eso no tiene que desanimarles. Jesús regresará para que nunca más haya dolor, enfermedad y muerte.
La Biblia habla de hambre, enfermedades y terremotos. Dios no desea que eso ocurra. Todo lo contrario. Él vendrá para acabar con todas esas cosas que producen tanta tristeza.
Los cristianos podemos ayudar un poco cuando esto ocurre. Podemos ser solidarios con los que tienen menos y compartir nuestras cosas con aquellos que lo necesitan. Podemos ser cariñosos con las personas que están enfermas o tienen problemas.
Jesús les dijo a sus discípulos, y nos dice a nosotros, que tengamos confianza y paciencia, que algún día todo esto terminará.
• Encuentra en la sopa de letras las palabras en negrita del texto de Lucas 21:10,11 en la versión Palabra de Dios para todos.
• «También les dijo: Peleará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, y en algunos lugares habrá épocas de hambre y epidemias. Pasarán cosas horribles y vendrán grandes señales del cielo».
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Hoy estudiaremos algunos sucesos que ocurrirían con los seguidores de Jesús. (Lee lo que pasaría en Lucas 21:12,17)
¿Por qué hay personas que quieren hacer daño a los cristianos? Satanás no quiere que la gente sepa cuánto nos ama Dios. No quiere que se sepa que Jesús nació en Belén, que vivió en la tierra, murió, resucitó y va a volver a rescatarnos. Cuando una persona conoce a Jesús y aprende a amarlo, reparte un poquito de amor de Dios a todos los que le rodean. Por eso Satanás intenta que algunas personas odien a los cristianos, para que no hablen de Jesús.
Durante mucho tiempo los cristianos sinceros han sido perseguidos y llevados a la cárcel por predicar a Jesús. Hoy en día ocurre lo mismo en algunos países. En nuestro país, aunque no nos llevan a la cárcel por ser cristianos, Satanás intenta por todos los medios que dejemos de creer en Jesús y que no enseñemos a los demás que existe un Dios que los ama y que volverá a buscarnos.
Comentad con vuestros hijos cómo hoy en día, hay muchos países donde por tener una religión diferente las personas están perseguidas. Enseñadles a respetar todas las creencias y a no rechazar a ningún amigo por tener una religión diferente. La mejor forma de predicar el evangelio es mediante el amor y el respeto a los otros. Cuando nos vean diferentes, porque lo que nos diferencia es el amor y la aceptación, entonces podremos explicarles que nuestro amor proviene de Dios.
Cuando Jesús contó a los discípulos lo que iba a pasar, seguro que se pondrían un poco tristes. Pero Jesús los animó. Él no los iba a dejar solos en ningún momento. Aunque no pudieran verlo él siempre los ayudaría. Y les daría la seguridad de que el poder de Dios es mucho más fuerte. Por mucho que Satanás lo quiera impedir, ¿qué pasará antes del regreso de Jesús? (Lee Mateo 24:14)
Jesús nos asegura que cuando él venga, todo el mundo habrá tenido la oportunidad de conocer el amor de Dios, porque siempre habrá cristianos que muestren que Dios nos ama.
• ¿Conoces a algún niño que tenga una religión diferente a la tuya? Escribe su nombre y su religión en los cuadros que correspondan. En el último escribe tu nombre y el nombre de tu religión.
NOMBRE DEL NIÑO O NIÑA NOMBRE DE SU RELIGIÓN
Los escritores bíblicos no sabían de los fenómenos electromagnéticos de las tormentas, de contaminación atmosférica o de rayos ultravioletas. Es la forma que tenían de explicar que ocurrirían fenómenos fuera de lo normal en la naturaleza.
Jesús describe también otras señales en la naturaleza. (Lee Lucas 21:25,26)
La Biblia habla de señales en el sol, la luna y las estrellas, tempestades en el mar y en el espacio. La naturaleza está tan estropeada que las personas tienen miedo y no entienden lo que ocurre. Ya en nuestros días las personas viven con miedo a los huracanes, a las tormentas de frío, a las olas de calor. Incluso los científicos están preocupados por los meteoritos o por los rayos solares que atraviesan los agujeros de la capa de ozono.
¿Has oído sobre el cambio climático? El cambio climático está producido por muchas malas costumbres de las personas, por gastar demasiada agua, por usar productos químicos y demasiado petróleo. Poco a poco, sin darnos cuenta, estamos destruyendo la tierra. Jesús quiere que cuidemos de nuestro planeta. ¿Recuerdas qué le pidió a Adán y a Eva? Tenían que cuidar a los animales y todo lo que Dios había creado.
Y Jesús no va a permitir que nosotros destruyamos esta tierra. ¿Recuerdas la profecía del profeta Daniel de la estatua? La estatua significaba los reinos de esta tierra que son destruidos por una piedra. Pero esa piedra no estaba cortada con mano humana. Eso significa que no serán las personas las que destruyan el planeta. Porque antes de que los humanos destruyamos el planeta, regresará Jesús.
Coloca las cinco palabras del dibujo en el lugar correcto y pídele a tus padres que te expliquen su significado. Si prácticas las cinco ayudarás a que todos vivamos un poco mejor.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Después de todo lo que les había contado Jesús, los discípulos tenían una pregunta. Todos querían saber cuándo iba a volver. ¿Cuál es la respuesta de Jesús? (Lee Marcos 13:32). Dios no ha dicho en la Biblia cuándo será la segunda venida de Jesús. No lo ha dicho en la Biblia ni en ningún otro sitio. Si alguien te dice que Jesús va a volver en tal día o en tal año, no te lo creas. Es un engaño.
Para que quede bien claro, Jesús pone un ejemplo. Léelo en Marcos 13:34,35
Imagina que un hombre tiene que salir de viaje. El hombre va a volver esa noche y el portero de la casa tiene que esperar a que él vuelva para abrirle la puerta. El problema es que no sabe a qué hora va a llegar. Puede ser al anochecer, a medianoche, de madrugada o cuando amanezca. Pero el portero tiene que estar preparado para abrirle la puerta cuando llegue.
Eso es lo que Jesús nos aconseja: que estemos preparados siempre para recibirle. Que esperemos a Jesús como si fuera a regresar esta misma noche, con la ilusión y la esperanza de que todo lo malo va a desaparecer y viviremos felices en una Tierra Nueva durante toda la eternidad.
Algunas veces los padres transmiten a sus hijos el miedo que ellos tienen a los acontecimientos previos de la segunda venida de Jesús. Si eso ocurre, los niños no desearán que Jesús retorne porque asocian este hecho a sufrimiento, dolor e incluso terror. Los padres deberían explicar la segunda venida de Jesús como el hecho más importante y maravilloso de la historia de la humanidad porque será el fin de todo lo malo y podremos vivir la mejor vida que hayamos podido imaginar. Pero las palabras sin la vivencia diaria de esperar con alegría servirán de muy poco en la educación para la fe de vuestros hijos.
(Mateo
Contad a vuestros hijos los preparativos del día de vuestra boda. Con qué ilusión, tiempo y esfuerzo lo organizasteis. Jesús está preparando una Tierra Nueva con esa misma ilusión y cuidado.
Esta semana vamos a estudiar dos parábolas que Jesús contó durante la semana de la Pascua en Jerusalén.
¿A qué se parecía el reino de Dios en esta historia? (Puedes leerlo en Mateo 22:2). El reino de Dios se parece a una boda real. ¡Imagínate! ¡La boda de un príncipe!
¿Has ido alguna vez a una boda? Es un momento de mucha alegría para los novios, para los padres de los novios y para todos los invitados.
Preparar una boda lleva mucho trabajo. Hay que elegir el sitio donde se va a celebrar la fiesta y en cómo vas a decorarlo. Después hay que pensar en la comida que vas a ofrecer. Tiene que ser una comida especial que sepa rica y que no se coma todos los días. ¿Te imaginas una boda en la que se sirva acelga con patatas? ¿O hamburguesas?
También hay que pensar en las invitaciones. Hay que hacer una lista de invitados y mandar unas tarjetas especiales.
Y no nos podemos olvidar de la música, los regalos para los invitados y… ¡los trajes! Hay que preparar los trajes de novia y del novio, de los padrinos… ¿Te imaginas a una novia vestida de vaqueros y camiseta?
Así es la vida que Dios tiene preparada para nosotros en la Tierra Nueva. Todo está preparado con mucho cuidado, con cariño y ofreciéndonos lo mejor de lo mejor.
«Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos».
22:14, Dios Habla Hoy)
Algún tiempo antes de la boda hay que repartir las invitaciones. El rey llama a sus criados para que vayan a todas las casas a entregar en mano las invitaciones. Es muy importante que todos reciban la invitación personalmente. ¿Qué ocurrió cuando los criados llevaron las invitaciones a los invitados? (Lee Mateo 22:3)
¿Te lo puedes creer? ¡Hay gente que no quiere ir a la boda del príncipe! ¡Hay gente que no quiere estar en la mayor fiesta que se va a celebrar en el reino! Seguramente que el rey se sentiría muy triste. Lo está preparando todo con tanta ilusión y cariño y esos invitados no quieren ir a pasárselo bien. Jesús también nos invita a su fiesta en la Tierra Nueva. Ahora tú puedes elegir entre aceptar la invitación o rechazarla. A Jesús le gustaría muchísimo que aceptaras, pero no te va a obligar a ir si tú no quieres. ¿Qué te gustaría hacer?
• Elige qué camino quieres seguir en el laberinto. Siguiendo cada flecha podrás componer una palabra distinta que describe la meta. ¿Cuál de los dos finales encontraremos en la Tierra Nueva?
Explicadle lo bueno y lo divertido que será vivir en la Tierra Nueva. Hay niños que no tienen ilusión de vivir allí porque creen que será muy aburrido. Reflexionad sobre como transmitís, en la vivencia del día a día, esa ilusión.
Comentad con vuestros hijos qué cosas de su día a día son más importantes para ellos. Intentad hacer una lista de prioridades. Por ejemplo, cuánto es de importante es ver la televisión, hacer los deberes, alimentarse, dormir, pasar tiempo con los amigos, pasar tiempo con los padres, salir al parque…
Pero el rey insiste. Los preparativos de la boda siguen adelante. Tiene preparada la comida y el salón. Ha contratado a los camareros. Es el día más importante para su hijo. El rey quiere que todos sus invitados disfruten de la fiesta. Así que envía otra vez a sus criados con otras invitaciones.
Les dice:
—Ya sé que antes me dijiste que no podías venir a mi fiesta, pero ya lo tengo todo preparado. La comida va a estar buenísima y la fiesta será muy divertida. A lo mejor has cambiado de opinión y ahora sí que quieres venir.
Jesús siempre espera que nos lo pensemos mejor y cambiemos de opinión. Dios, al igual que el rey de la parábola, nos invita una y otra vez. Él quiere que estemos con él celebrando el regreso de Jesús.
Pero los invitados de la parábola son unos desagradecidos. ¿Qué hicieron? (Lee Mateo 22:5).
En la historia, tal como la cuenta Lucas, los invitados les dicen a los mensajeros que están muy ocupados y que no pueden ir a la fiesta del rey. ¿Qué es más importante que ir a la boda del príncipe?
Para uno de los invitados, ir a ver unos campos que se ha comprado; para otro probar a ver si los bueyes que se ha comprado son buenos para labrar la tierra; para otro, es que está muy cansado porque se acaba de casar y ya ha estado de fiesta. Todas esas cosas son muy necesarias, pero ¿tú qué habrías hecho? ¿Qué es más importante para ti?
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
El rey ya no podía retrasar más la boda. Ya estaba todo preparado y había que celebrar la boda. Pero sin invitados toda la comida se echaría a perder. ¿Qué decidió hacer el rey entonces? (Léelo en Mateo 22:8,9)
Esta vez el rey invita a todo el mundo que quisiera ir. No le importa quienes sean, lo importante es que cuantos más invitados haya, mejor. ¿Consiguieron convencer a alguien para que fuera a la boda del príncipe? (Lee Mateo 22:10). ¡Claro que sí! La sala se llenó de invitados. Y fíjate que los criados traen «a buenos y malos». Para nuestro rey todos son bienvenidos. No importa si son ricos o pobres, si son judíos o romanos, o si son listos o no. Solo hay una condición: que se vistan de boda.
No pueden entrar en la fiesta con la ropa de estar trabajando en el campo o con la de limpiar la casa. Pero ese no es un problema porque al llegar, en la puerta, el rey les ofrece una ropa especial para la fiesta.
En aquellos tiempos el rey o el señor solía regalar un kaftán (manto o túnica) a sus invitados más pobres para que todos se sintieran cómodos y elegantes. ¡Qué lujo! ¡Poder vestir ropa cara y elegante! Y esa ropa se la podrían quedar para siempre.
Muchas personas creen que Jesús no las quiere porque son malas, porque son desobedientes o porque se han portado mal con su amigo. Esa es nuestra «ropa harapienta y de trabajo». ¡Claro que no podemos entrar con esa ropa sucia al banquete del rey! Y por eso Jesús nos regala ropa nueva y lujosa: su amor. Cuando aceptamos la invitación de Dios, el amor de Jesús nos envuelve. Y ese amor nos va cambiando poco a poco el corazón.
Pero cuando el rey entra en la sala del banquete se encuentra con que una persona no se ha querido poner la ropa de boda (ver Mateo 22:11). Eso era una falta de respeto a los novios y al rey, que te ha regalado una ropa muy cara. Debería haber agradecido al rey la invitación a la fiesta y el regalo poniéndose la ropa. Pero no quiso hacerlo. Entonces el rey tuvo que echarlo de la fiesta. (Ver Mateo 22:13)
Para estar en la fiesta de la Tierra Nueva es necesario que dejes que el amor de Jesús cambie tu vida. Si no quieres ser cada vez más obediente, más amable y mejor persona, Jesús no te puede obligar a cambiar.
Enseña a tus hijos que solo Dios puede juzgar a los demás. Nadie de este mundo puede saber si una persona se salvará o se perderá. Puedes leerles o explicarles la parábola de la mala hierba entre el trigo de Mateo 13:24-30 y la explicación de Jesús a la parábola en Mateo 13:36-42.
En su siguiente historia, Jesús comparó a la gente con ovejas y cabras. Normalmente, los rebaños son de ovejas o de cabras porque tienen costumbres muy diferentes.
Las ovejas son obedientes, siempre van en grupo y les gusta pastar en praderas. Pero a las cabras les gusta subirse a todas las rocas, comer hojas de los árboles y corretear a su antojo. Por eso es más fácil tener un rebaño solo de ovejas o solo de cabras.
Jesús dijo que cuando él regrese encontrará a dos tipos de gente: uno serán ovejas porque obedecen a lo que Jesús les pide y van juntas a todas partes para ayudarse unas a otras; otro serán cabras, de las que hacen lo que quieren y no se preocupan por nada.
¿Qué les dirá Jesús a las ovejas? (Léelo en Mateo 25:34-36)
Pero esas personas se sorprenderán. Ellos le dirán que nunca han visto a Jesús enfermo, o hambriento, o en la cárcel. Entonces, ¿cómo es posible que hayan hecho cosas bondadosas a Jesús? (Lee la respuesta de Jesús en Mateo 25:40). Estas ovejas habrán hecho muchas cosas buenas que ni siquiera recuerdan porque las hicieron por amor a las personas a las que ayudaron, sin pensar. No lo hicieron para que los demás vieran lo buenos que eran ni para recibir ninguna recompensa. Lo hicieron por amor, porque les salió de dentro. Y Jesús quiere que esas personas vivan para siempre con él en la Tierra Nueva.
Luego habló acerca de las cabras. Les dijo: «Apartaos de mí. No os quiero a mi lado». Pero ¿por qué? Ellas pertenecían al pastor igual que las ovejas. ¿Qué habían hecho mal? (Léelo en Mateo 25:42,43).
Ellos creían pertenecer al reino de Dios, pero estaban llenos de egoísmo y del «yo» y Jesús no puede bendecir a las personas egoístas.
El grupo de las cabras pensaban que todo eso de ayudar a los demás daba igual. Pensaban que para estar en la Tierra Nueva lo único importante es Jesús. Nunca lo vieron enfermo, ni hambriento ni en la cárcel. Seguro que si hubieran visto a Jesús en problemas le habrían ayudado. Pero nunca vieron que Jesús tuviera problemas. (Ver Mateo 25:44)
Las cabras nunca aprendieron que el amor de Jesús en nuestro corazón nos ayuda a tratar a todos como trataríamos a Jesús mismo. Cuando escogemos servir a Jesús, aprendemos a amar y a ser buenos con todas las personas, hasta con nuestros enemigos. (Lee las palabras de Jesús en Mateo 25:45).
• Con la ayuda de tus padres piensa qué hacéis (tú y tu familia) o qué cosas podéis hacer para pareceros más al grupo de las ovejas de la parábola.
Lee el versículo de memoria ¿Has comprendido lo que Jesús quiere decir con estas palabras? Quizás te resulte un poco difícil poder explicar su significado, pero al final de esta semana, después de haber estudiado cada día la lección de la escuela sabática, podrás hacerlo fácilmente.
¿Cuántas veces les has dicho a tus papás que los quieres? Muchas, ¿verdad? ¿Qué ocurre si les dices a tus papás que los quieres mucho, pero siempre los desobedeces y te portas mal? La mejor forma de mostrar tu cariño es por medio de tu buen comportamiento. Eso es lo que nos intenta explicar el versículo de memoria de esta semana.
Todos debemos decir a Dios y a nuestros padres que los queremos. Se ponen muy contentos cuando escuchan palabras de cariño, pero lo realmente importante no es lo que decimos sino lo que hacemos. Cuando quieres realmente a una persona quieres hacerla feliz y la mejor forma de hacer feliz a Dios y a nuestros padres es obedeciendo que es lo mismo que «hacer su voluntad». «Nosotros demostramos que amamos a Dios cuando obedecemos sus mandamientos; y obedecerlos no es difícil». (1 Juan 5:3, Traducción en Lenguaje Actual).
Trasmite a tus hijos que deben obedecerte por amor y no por miedo o para conseguir regalos. Si tus hijos viven esa experiencia en tu hogar podrán entender mejor el amor de Dios. Dios nos ama siempre pero el mejor regalo que podemos ofrecerle es nuestro amor. Cuando nosotros dejamos que Dios entre en nuestro corazón obedecemos sin ningún esfuerzo, porque nos sale de dentro, por eso resulta algo muy fácil. Enseñar a amar es el reto más importante al que se enfrentan los padres a la hora de educar a sus hijos.
• Encuentra en la sopa de letras la palabra «obedecer» 10 veces. Con el resto de las letras ordenadas de forma horizontal, podrás leer un mensaje.
«No todo el que dice “¡Señor, Señor!” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos».
(Mateo 7:21, Dios Habla Hoy)
Algunas veces Jesús usaba historias cortitas para que las personas que lo escuchaban reflexionaran sobre su comportamiento.
Un día que Jesús estaba en el Templo, se acercaron a Jesús los sacerdotes y algunos de los principales dirigentes de Israel. Estaban molestos porque Jesús pasaba tiempo conversando con personas marginadas de la sociedad.
Los sacerdotes pensaban que había que castigar a las personas que habían hecho cosas malas. El castigo consistía en marginarlos. Pensaban que las personas buenas no debían relacionarse con las personas malas.
Pero ¿quiénes eran las personas buenas según los sacerdotes? Para los sacerdotes y dirigentes los buenos eran ellos y los que hacían todo lo que ellos mandaban. Todos los demás eran malos, eran pecadores. Los que pensaban o hacían cosas diferentes, no se merecían su compañía. Y Jesús también debía alejarse de ellos.
¿Conoces a algún niño o niña en tu clase que tenga fama de ser malo? ¿Cómo crees que la trataría Jesús? ¿Crees que se alejaría de ese niño o intentaría tratarlo bien a pesar de todo?
Muchas veces los padres, en nuestro intento de que nuestros hijos tengan las mejores influencias, nos olvidamos de que tal vez otros niños necesitan la buena influencia de nuestros hijos. Hablad con vuestros hijos de que no deben tratar mal a nadie, aunque se porten mal con ellos. No se trata de obligar a tus hijos a ser amigos de niños que se comportan mal, ni siquiera de que se dejen avasallar por compañeros que les puedan estar haciendo bullying. Se trata de que ellos los traten de forma cordial y amable independientemente de cómo los traten a ellos. Se trata de ayudar a nuestros hijos a ser un poco parecidos a Jesús.
• Encuentra siete diferencias entre los dos dibujos.
Había una vez un hombre que tenía una viña. Cuidar una viña lleva bastante trabajo. Hay que entrecavar el suelo para que le entre oxígeno a las raíces, hay que podar para que crezca adecuadamente… Pero durante algún tiempo, no hay que hacer nada: solo esperar a que las uvas maduren. Y luego otra vez hay que trabajar duro para vendimiar en el menor tiempo posible. Luego también hay que darse prisa en preparar las uvas para comer, o para ponerlas a secar y tener pasas durante todo el año o para exprimirlas y sacar el zumo.
Ese hombre tenía también dos hijos en edad de ayudar en el campo. Un día, el hombre se levantó y fue a trabajar, pero antes se encontró con uno de sus hijos. ¿Qué le pidió?
(Lee Mateo 21:28).
¿Sabes qué le contestó? (¡No te lo vas a creer! Lee la primera parte de Mateo 21:29)
Pero luego el hijo se lo pensó mejor. Se dio cuenta de que su padre trabajaba muy duro en la viña. Sabía que el dinero que tendrían saldría de la venta de la uva, de las pasas o del vino. Sabía que su padre necesitaba ayuda. Así que se lo pensó mejor y al final acompañó a su padre y trabajaron juntos (ver la segunda parte de Mateo 21:29).
Para Jesús, todas esas personas que alguna vez se han portado mal, pero que deciden seguirle y obedecerle son como el hijo mayor. Se han equivocado, se dan cuenta de su error y rectifican. Por eso Jesús no quería marginar a nadie, porque sabía que si les daba otra oportunidad querrían ser mejores personas.
• El padre y el hijo han ido a vendimiar y han hecho un buen trabajo. Cuenta cuántos racimos recoge la línea azul y cuántos recoge la línea verde.
Al poco, el padre se encontró con su otro hijo. A este también le pidió que fuera a trabajar con él a la viña. El segundo hijo quería agradar a su padre y le dijo que sí, que iría enseguida. ¡Qué contento estaba el padre! ¡Qué hijo más obediente! ¡Y a la primera! Ojalá todos los niños y niñas fueran tan atentos y obedientes como este hijo, ¿no?
Pero la historia no termina aquí. ¿Qué ocurrió con el segundo hijo? (Léelo en Mateo 21:30).
Ayudad a vuestros hijos a descubrir los talentos que Dios les ha dado y cómo podrían utilizarlos para ayudar a los demás. La mejor forma de que aprendan a disfrutar utilizando sus dones es mediante vuestro ejemplo. Si os ven colaborando en la iglesia, en ADRA, en el barrio o en la escuela de forma altruista, ellos se sentirán motivados a hacer lo mismo.
Imagínate al padre esperando todo el día en la viña a ver si venía su hijo a echar una mano. Seguramente le dolió más que lo engañara que el hecho de no ir a ayudar.
Para Jesús esos sacerdotes, dirigentes o fariseos eran como este hijo. De boquilla, de postureo decían que eran buenos, pero luego trataban mal a los demás y solo hacían las cosas para presumir de lo buenos que eran. Jesús seguía esperando a esos hijos pequeños que se decían «buenos hijos» pero que solo pensaban en sí mismos. Jesús deseaba de todo corazón que esas personas le siguieran y se convirtieran en personas buenas, de verdad.
• ¿Cómo crees que se sintió el padre?
Rellena los espacios y descubrirás la palabra que describe el sentimiento del padre.
Leed Hechos 20:35,36 y explicadles a vuestros hijos el significado de la palabra bienaventurado (feliz) y por qué se puede ser más feliz dando que recibiendo.
Mediante la parábola que leímos ayer, Jesús quería hablarnos de dos tipos de comportamiento que, alguna vez, hemos tenido:
1. NO, PERO SÍ. Desobedientes al principio, pero, cuando nos damos cuenta de nuestro error hacemos lo que nuestros padres nos piden.
2. SÍ, PERO NO. Decimos que vamos a hacer lo que se nos pide para quedar bien y después hacemos lo que queremos.
• Escribe el final de cada una de las historias:
Carolina
Es una niña que nunca dice que no, cuando le piden algún favor, pero a la hora de hacerlo siempre se inventa alguna mentira para disculparse. Un día su vecina le pidió que cuidara su perrita mientras ella iba al médico. Ella le dijo que sí. Pero vinieron sus amigas y se fue a pasear con ellas, dejando a la perrita sola en el jardín. La perrita se asustó y se escapó ¿Qué crees que pasó después?
Es una niña un poco impulsiva. Siempre que sus padres le piden que les ayude a hacer alguna tarea de la casa, pone cara de pocos amigos y contesta que no puede. Pero cuando ve a sus padres cansados, se arrepiente de lo que les ha dicho. Se da cuenta que sus padres trabajan todo el día para que ella pueda estudiar y comprarse alguna cosa que le gusta. Cuando sus padres regresan a casa se encuentran una gran sorpresa. ¿Qué crees que es? ¿Cómo reaccionarían sus padres?
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Dios quiere que le obedezcamos, pero no de palabra, como hizo el hijo pequeño, sino con nuestro comportamiento. Es muy fácil decir que somos cristianos porque vamos a la iglesia todos los sábados. También significa que debemos obedecer lo que Dios nos pide.
Ser obedientes significa hacer lo que Dios pide. Y ¿qué es lo que Dios nos manda? En la Biblia hay muchas normas y mandamientos que es lo que Dios quiere que hagamos para ser mejores personas y seamos más felices. Pero para poner en práctica todas esas normas solo hay que hacer dos cosas. Es lo que dijo Jesús en Mateo 22:36-40. Léelo.
Si decimos que somos cristianos y que amamos a Dios, entonces confiaremos en él. Y cuando confiemos en él, seguiremos los consejos escritos en la Biblia para ser mejores personas y más felices. Y no lo haremos porque pensemos que Dios se va a enfadar y a castigarnos, lo haremos porque sabemos que Dios quiere lo mejor para nosotros.
Si decimos que somos cristianos y que amamos a Dios, entonces amaremos y ayudaremos a las demás personas. Y no lo haremos para presumir de lo buen chico o lo buena chica que soy. Lo haremos porque de verdad nos gusta ver a las demás personas felices como yo lo soy.
Puede ser que alguna vez cometamos errores, puede que nos comportemos mal, que contestemos mal o que hagamos alguna trastada. Pero si reaccionamos como hizo el hermano mayor, si nos arrepentimos e intentamos reparar nuestros errores y portarnos mejor, Dios se alegra y se siente orgulloso de nosotros.
• La cosecha de la uva ha terminado. Ya está todo guardado en el almacén. Aunque se les ha quedado algún racimo sin colocar en su sitio. ¿Puedes encontrar los siete racimos que están fuera de lugar?
lguna vez has te han invitado a una fiesta de despedida?
En algunas ocasiones nuestros familiares, amigos o vecinos se van a vivir a otros lugares y hacen una fiesta de despedida. En ese tipo de fiestas muchas veces nos sentimos un poco tristes, porque esa persona a la que queremos y nos gusta estar con ella va a estar lejos.
Imagínate que ese hermano, primo o amigo te dice que no te pongas triste porque solo va a irse por un tiempo y que volverá pronto para que podáis volver a estar juntos. Esperarías ese día con mucha ilusión, ¿verdad? Seguramente irías tachando los días en el calendario para recordar que ya falta menos para el encuentro.
Jesús también invitó a sus amigos a una cena de despedida. Sus amigos estaban tristes porque Jesús les había dicho que lo iban a matar y que después de tres días resucitaría. Que más tarde iría al cielo a preparar un lugar para ellos y volvería a buscarlos. Pero los discípulos no se lo acababan de creer. Solo podían pensar en que Jesús los dejaba y se iban a quedar muy solos. Durante esa cena pasaron cosas muy extrañas. ¡Vamos a descubrir que ocurrió!
• Elimina las letras Q, P y U y descubrirás el mensaje de Jesús.
Comenta con tus hijos los sentimientos que produce una pérdida: por alejarte de un familiar, de un amigo, por la muerte, etc. Y cómo Jesús nos explica que la separación no es para siempre. Él se despedía de sus amigos por muy poco tiempo, para poder estar con todos y en todos los lugares. Hoy, aunque no lo podamos ver o tocar, nos ama, nos cuida y nos escucha.
Los judíos celebraban cada año la Pascua, una fiesta muy importante para recordar que Dios los sacó de Egipto y los liberó de la esclavitud. La fiesta duraba siete días y comenzaba con una cena donde se comía pan sin levadura y cordero en representación de que Jesús iba a morir por nosotros para salvarnos. También se bebía vino sin alcohol.
Los discípulos no sabían dónde iban a hacer esa cena especial. Así que le preguntaron a Jesús qué pensaba hacer esa noche.
Jesús sabía que en una casa de Jerusalén había una sala muy grande donde todos podrían estar cómodos y tranquilos. Pero los discípulos no sabían llegar hasta allí para preparar la cena. En Jerusalén había calles anchas, pero la mayoría de las casas estaban en un laberinto de calles estrechas y callejones. Y Jerusalén era una ciudad muy grande.
¿Cómo podrían encontrar la casa?
Jesús les dijo que no se preocuparan. Cuando entraran en la ciudad encontrarían a un hombre con un cántaro de agua. Él los llevaría hasta la casa. Luego, cuando llegaran, le tenían que decir al dueño de la casa que iban de parte de Jesús (ver Marcos 14:13-15). Los discípulos llegaron a Jerusalén y encontraron al hombre del cántaro, tal y como les había dicho Jesús, y, siguiéndolo, encontraron la casa donde podrían hacer la cena (ver Marcos 14:16).
• Averigua qué casa es a la que se dirige el hombre del cántaro. Allí cenarán Jesús y sus discípulos.
Al anochecer, llegó Jesús con los demás discípulos a la casa. En Israel, era costumbre que al llegar a una casa te recibiera un criado. El criado era el encargado de guardar el manto o la capa. También tenía que hacer un trabajo muy desagradable: les tenía que lavar los pies.
En los tiempos de Jesús los caminos y las calles eran de tierra. Si entrabas en casa con los pies sucios, llenos de tierra, la casa estaría siempre muy sucia. Además, si te limpiabas los pies antes de entrar te sentirías mucho más cómodo y fresco, ¿verdad?
Pero esa noche no había criados que sirvieran la mesa ni que atendieran a las visitas. Todos entraron en la sala y se sentaron rápidamente en la mesa que ya estaba preparada, seguramente buscando el mejor sitio y sin preocuparse por los demás. Entonces Jesús, en silencio, se levantó, se quitó el manto, llenó una vasija con agua, cogió una toalla y ¿qué hizo? (Léelo en Juan 13:5)
Imagínate al Maestro haciendo el trabajo de un criado porque ninguno de los discípulos había sido tan amable de pensar en los demás. Ni siquiera se les había ocurrido coger el manto a su Maestro. Todos aceptaron en silencio y medio avergonzados de que el Maestro les lavara los pies con cariño y sin regañarles.
• Encuentra las siete diferencias entre los dos dibujos
Jesús lavó los pies de todos los discípulos hasta que le llegó el turno a Pedro. Pedro había comprendido que Jesús estaba haciendo el trabajo de un siervo. Y le pareció mal. ¿Qué le dijo? (Léelo en Juan 13:6). Un maestro no debía hacer eso y Pedro no iba a dejar que Jesús le lavara los pies. Jesús insistió. Le dijo que se dejara lavar los pies que luego le explicaría por qué lo hacía. Pero Pedro era un cabezota. (Lee la primera parte de Juan 13:8). ¡No, no y no! ¡Ese era el trabajo de un esclavo y no de un Maestro! Así que Jesús se puso muy serio y le regañó.
—Si no te dejas lavar los pies no puedes participar de esta cena ni de nada que tenga que ver conmigo. No podrás ser mi seguidor (ver la segunda parte de Juan 13:8)
Con esa respuesta, Pedro se tranquilizó. Se dio cuenta de debía respetar la decisión de Jesús.
¿Y tú que hubieras hecho? ¿Hubieras dejado que Jesús te lavara los pies? Jesús quería enseñarles una gran lección a sus discípulos antes de irse al cielo. Ellos no paraban de discutir porque todos querían ser el primero en el reino de Dios y Jesús quería demostrarles que todos somos iguales a los ojos de Dios.
Lee Juan 13:14-16. Jesús les está diciendo: —Aquí no hay siervos ni señores. Todos vosotros sois siervos de los demás porque esa es vuestra tarea, ayudar a los que os necesiten, cuidar los unos de los otros. Aquí nadie es más importante que el que está sentado a vuestro lado.
• Jesús habló de ser siervos. Hoy en día diríamos que debemos ser humildes. ¿Sabes qué significa ser humildes? Con la ayuda de tus padres colorea los carteles que describen a personas humildes.
Algunos niños quieren participar en el rito de la Santa Cena, porque para ellos tiene simplemente un significado de comer un trocito de pan, beber un poquito de zumo e imitar lo que hacen los mayores.
Sería conveniente que los padres explicaran a sus hijos la importancia de este rito y, cuando ellos lo hayan comprendido realmente, los dejen participar, sin importarles tanto la edad como su nivel de comprensión. En la Santa Cena pueden participar personas adventistas y no adventistas; todas aquellas personas que han aceptado a Jesús como nuestro Salvador.
Mientras comían, Jesús bendijo el pan sin levadura, lo partió y lo repartió entre sus discípulos. Luego dijo unas palabras que sonaron muy extrañas. (Léelas en Mateo 26:26).
Jesús ya les había dicho que él era el «Pan de vida» (ver Juan 6:35,48). Todos necesitamos pan, necesitamos comida para mantenernos vivos. Pues de la misma manera, la vida de Jesús nos da a todos nosotros la vida eterna.
Luego hizo lo mismo con la copa de mosto. (Lee en Mateo 26:28 qué significaba aquella bebida)
Hasta ese momento, los israelitas sacrificaban corderos en el Templo para pedir el perdón de sus pecados. Ese era el pacto que Dios había hecho con los seres humanos desde el principio del mundo, desde el primer sacrificio de Adán y Eva: cuando pequéis, sacrificad un cordero. Ahora Jesús, el Cordero de Dios, iba a entregar su vida para el perdón de los pecados. El cordero sacrificado era un símbolo de lo que iba a pasar. Ahora Jesús lo iba a hacer de verdad. A partir de entonces, comenzaría un nuevo pacto. Ya no harían falta más símbolos de corderos sacrificados. Ahora, cuando peques, solo tienes que pedir perdón a Jesús.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Los adventistas, y otros cristianos, recordamos mediante un culto especial la cena de Jesús con sus discípulos. Primero comenzamos con un lavamiento de pies. Cuando nos lavamos los pies los unos a los otros seguimos el ejemplo de Jesús y obedecemos su palabra: «Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también lo hagáis» (Juan 13:15).
Pero no solo eso. Con el lavamiento de pies recordamos que ninguno de nosotros es mayor que el otro, que en el reino de Dios todos somos siervos, que todos debemos ayudar y dejar que nos ayuden. Eso es humildad. Y por eso lo llamamos «Rito de Humildad». Cuando le lavamos los pies a otra persona, si estamos enfadados con ella, le pedimos perdón. Cuando nos lavamos los pies le decimos a todas las personas del mundo que Jesús es una persona humilde que vino a demostrarnos que la mejor forma de ser felices es amar y servir a otros.
Después se prepara pan sin levadura que representa a Jesús. Se bendice y cada persona coge un trocito y lo come. Cuando comemos el pan sin levadura reconocemos que Jesús es nuestro «Pan de vida», que él nos da la vida eterna. Luego preparamos unos vasitos con mosto. También se bendice y cada persona coge un vasito y lo bebe. El mosto simboliza la sangre, la vida de Jesús que limpia nuestros pecados y los perdona. Simboliza que queremos que Jesús nos salve. La Santa Cena no tiene ningún valor mágico. No nos vamos a convertir de repente en buenos cristianos por lavarnos los pies, por tomar el pan y beber el mosto. Lo hacemos para recordar que Jesús es nuestro Mesías, que entregó su vida para salvarnos, y que algún día vendrá a buscarnos. Entonces podremos tener una Santa Cena especial con él, y celebraremos que ya no habrá más pecado. (Lee Mateo 26:25).
«Y después de irme y de preparaos un lugar vendré otra vez para llevaros conmigo, para que vosotros estéis en el mismo lugar en donde yo voy a estar».
(Juan 14:3, Dios Habla Hoy)
Durante toda la cena de la Pascua Jesús estuvo muy serio. Tenía muchas cosas que decir a sus discípulos y poco tiempo. Jesús sabía que Judas había pactado con los sacerdotes y fariseos una trampa para que fuera detenido. Pero Jesús seguía amando a Judas y todavía quería darle una última oportunidad para que hiciera lo correcto y rompiera el pacto que había hecho con los sacerdotes.
Mientras estaban cenando, ¿qué noticia dio a sus discípulos? (Lee Juan 13:21) Todos los discípulos reaccionaron horrorizados. Todos estaban seguros de su amor al Maestro. Nadie sospechaba que uno de sus compañeros hubiera pensado en hacer una cosa tan horrible. Pensaron que tal vez alguno de los que estaban allí cometería un error y sin querer haría algo que pondría en peligro a Jesús. Pero Pedro y Juan no se quedaron conformes. Pedro le hizo señas a Juan y este le preguntó directamente a Jesús. (Lee la respuesta de Jesús en Juan 13:26)
Los discípulos no entendían nada, pero Judas se dio cuenta de que Jesús lo sabía. El Maestro sabía lo que estaba tramando y a pesar de ello le dio la oportunidad de arrepentirse hasta el último momento. Pero Judas, en cuanto terminó de comer, salió del aposento donde estaban cenando y se fue.
• Completa el crucigrama.
HORIZONTALES
1. El malo de esta historia.
2. El discípulo más cabezota.
3. Lo que estaban haciendo mientras hablaban.
4. El discípulo mejor amigo de Jesús.
5. Lugar donde cenaban.
VERTICALES
1. El maestro.
2. La fiesta que estaban celebrando.
3. Los amigos de Jesús
Después de cenar, Jesús y los discípulos cantaron una canción y se fueron paseando al Monte de los Olivos. Mientras caminaban Jesús les recordó que, aunque iba a morir, también iba a resucitar. Así que no debían preocuparse demasiado. ¿Qué ocurriría después de la resurrección? (Lee Mateo 26:32).
Jesús ya los estaba citando para encontrarse con ellos de nuevo en Galilea. Pero Pedro no le escuchaba. Se había quedado con la idea de que uno de los discípulos lo iba a entregar a los sacerdotes y que los demás dejarían de confiar en Jesús, se apartarían y lo abandonarían. Pero eso no entraba dentro de su cabeza. Todos amaban a Jesús y él, Pedro, el que más. Tan seguro estaba de su amor que ¿qué le respondió? (Lee la orgullosa respuesta de Pedro en Mateo 26:33).
Jesús conocía el corazón de Pedro. Sabía que su amor era sincero, pero también sabía que, en situaciones difíciles, muchas veces hasta el más fuerte puede hacer cosas que no quiere hacer. Por eso Jesús con mucho cariño le anunció lo que sucedería esa misma noche. (Léelo en Mateo 26:34)
• Para descubrir lo que Jesús le dijo coloca las palabras del dibujo en los espacios que le correspondan.
Pero Pedro, muy seguro de sí mismo, le aseguró a Jesús que eso nunca ocurriría (ver Mateo 26: 35)
Durante las siguientes horas Jesús quiso volver a recordar a los discípulos lo que ya les había explicado durante los tres años y medio que habían vivido juntos (toda la conversación está registrada en Juan 14 al 17). Durante esta semana estudiaremos alguna de esas enseñanzas.
Lo primero era empezar por una buena noticia. (Lee Juan 14:1-3).
Jesús no solo les había anticipado que iba a morir y a resucitar. También les había dicho que tendría que volver al cielo durante algún tiempo. La razón de que tuviera que volver al cielo no era otra que la de preparar su segunda venida.
Cuando Jesús regrese ya tendrá todo listo para que podamos vivir con él para siempre. Por eso no debemos tener miedo (ver Juan 14:27). Debemos seguir confiando, aunque algunas veces las cosas se pongan difíciles (ver Juan 16:33) Por ello también les pide que hasta que llegue el día de su segunda venida se mantengan unidos animándose unos a otros y recordándole a él (ver Juan 17:21)
• Colorea los globos de los consejos de Jesús a sus discípulos. ¿Sirven estos consejos para ti también?
Jesús les pidió a los discípulos algo muy importante. Puedes leerlo en Juan 14:15. Les dijo que, si de verdad lo amaban, harían caso de todos los consejos que les había dado.
Jesús no se cansaba de repetir el mismo consejo para que los discípulos nunca dejaran de recordarlo. (Lee Juan 15: 14): «Si de verdad sois mis amigos, haced lo que os digo, lo que os mando».
• ¿A qué se refería Jesús? Separa las palabras que se han juntado, escríbelas, y lo descubrirás. (Juan 15:12)
Ahora que Jesús se iba a ir sabía que lo que más necesitaban era cuidarse los unos a los otros. Y no se refería solo al grupo de los que estaban allí reunidos. ¿Cuántas veces había enseñado Jesús que debemos amar a nuestro prójimo? Y Jesús repite cómo nos debemos de querer: «Como yo os he amado».
¿Por qué debemos intentar seguir estos consejos de Jesús? Juan 15:11).
Dios desea nuestra felicidad, una felicidad completa. Pero para que nuestra felicidad sea completa debemos rodearnos de personas felices. Es imposible ser feliz viendo lo desgraciadas que son otras personas. Cuando nos amamos los unos a los otros de la misma forma que Jesús nos ama intentaremos que todos los que nos rodean tengan una vida más feliz. ¿Cómo? Siendo amables, solidarios, comprensivos, pacientes, ayudadores, simpáticos… Siendo como era Jesús.
La mayoría de los niños han visto el dibujo de la paloma que representa al Espíritu Santo, pero no es una paloma. Ellos entienden que hay un Padre en el cielo que es Dios, y su hijo que vino a la tierra a salvarnos que es Jesús, pero al hablarles del Espíritu Santo nos hacen preguntas difíciles de contestar. ADAPTAD LAS EXPLICACIONES A LA EDAD.
El Espíritu Santo es otra persona igual que Dios y que Jesús. Los tres trabajan juntos, por eso decimos que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo forman un solo Dios.
Al Espíritu Santo no lo ha visto nadie, pero notamos su efecto en nuestra forma de pensar, de hacer y de amar (es como el aire que no lo vemos, pero sentimos sus efectos).
Ahora Jesús está en el cielo, pero envió al Espíritu Santo para ayudarnos y darnos consuelo; para guiarnos y avisarnos de peligros; para decirnos lo que es verdad; para darnos sentimientos de paz y felicidad; para decirnos que cosas estamos haciendo mal y qué cosas hacemos bien.
Ahora que Jesús se iba a ir al cielo los discípulos tenían miedo de seguir solos. ¿Y si lo hacían mal? ¿Quién les diría como hacer las cosas? Tenían la sensación de que todavía tenían mucho por aprender. Pero Jesús los tranquiliza. Él no va a dejarlos solos. ¿Quién vendría después de Jesús? (Lee Juan 14:26).
• Con las letras marcadas con una estrella podrás componer el nombre que Jesús le dio al Espíritu Santo. Jesús le da este nombre porque sabía que los discípulos estarían tristes después de la separación.
Alguien que consuela es una persona que hace que la pena y la tristeza sean menos duras. Una persona que consuela te da ánimos y te ayuda a mejorar.
El Espíritu Santo les ayudaría a continuar el trabajo de Jesús en esta tierra. Y cuando tuvieran dudas sobre lo que Jesús les había enseñado, el Espíritu Santo les recordaría lo que habían aprendido de la mano de Jesús.
Pero el trabajo del Espíritu Santo sería mucho mayor. Sería un trabajo en la mente y en el corazón de las personas. El trabajo del Espíritu Santo consiste en convencernos, en demostrarnos, no solo que existe el pecado y que hacemos las cosas mal. También nos da la alegría de que la salvación es por medio de Jesús. Y la demostración de que Jesús ha realizado nuestra salvación es que él está en el cielo con el Padre, de nuevo. Y también nos tranquilizará porque sabremos que el príncipe de este mundo, el tirano, el malvado Satanás, ya ha sido juzgado y condenado y llegará un momento en el que ya no podrá hacer más daño.
Por otra parte, a Jesús le hubiera gustado poder enseñarles muchas más cosas a sus discípulos, pero todavía no estaban lo suficientemente preparados para comprenderlas (ver Juan 16:12). Pero conforme ellos estuvieran preparados, el Espíritu Santo podría enseñarles cada vez más. El Espíritu Santo es el que nos guía para que conozcamos cada vez un poquito más las enseñanzas de Jesús, hasta que él regrese.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Para terminar Jesús hizo una preciosa oración llena de cariño hacia sus discípulos.
Jesús pide a su Padre que cuide y bendiga a ese pequeño grupo con el que había convivido los últimos tres años y medio. Habían pasado muchas cosas juntos. Se habían reído y habían llorado. Habían hecho milagros y también habían cometido muchos errores.
Jesús estaba contento por ellos. ¿Por qué? (Lee Juan 17:8). Aquel grupo de personas eran la demostración de que había valido la pena convertirse en ser humano y llegar a ese momento: ellos creían que Jesús era el Mesías prometido, el Hijo de Dios que les podía dar la vida eterna.
Ahora Jesús pedía una protección especial para ellos. (Lee Juan 17:15). Jesús sabía que Satanás los atacaría para que no continuaran el trabajo de Jesús. Pero Dios es más poderoso y con su protección nada tenemos que temer. Pero no solo oró por sus discípulos. ¿A quién recordó en esta oración? (Lee Juan 17:20)
En esos momentos Jesús también pensaba en ti y en mí. Pensaba en todas las personas que a lo largo de la historia hemos creído en Jesús porque ese grupo pequeño de discípulos contó lo que habían visto, lo que habían oído y lo que habían vivido con Jesús. Jesús también oró por ti.
Normalmente siempre que hablamos dejamos lo más importante para el final, para que se recuerde mejor. (Lee cómo terminó Jesús su oración en Juan 17:26)
más importante para Jesús, que su amor permanezca en nuestros corazones para poder compartirlo con los demás.
• Escribe una oración, con tus padres, agradeciendo todo lo que Jesús ha hecho por vuestra familia.
«No os durmáis; orad para que podáis resistir la prueba que se acerca. Vosotros estáis dispuestos a hacer lo bueno, pero no podéis hacerlo con vuestras propias fuerzas».
Cuando terminaron de hablar, Jesús y sus discípulos salieron del aposento y salieron de la ciudad. Jesús necesitaba tranquilidad para orar. Cuando llegó a Getsemaní pidió a sus discípulos que se quedaran en un lugar mientras él se alejaba un poco. Pero, para no quedarse solo, pidió a Pedro, a Santiago y a Juan que lo acompañaran. Entonces comenzó a sentirse muy mal. Estaba tremendamente triste y angustiado (ver Mateo 26:37). Por eso les pidió que le hicieran compañía y oraran con él.
Jesús sabía que iba a morir dentro de pocas horas y por eso estaba tan angustiado. Sabía que iba a sufrir y a nadie le gusta que le hagan daño. A Jesús tampoco. Pero lo más terrible era que él no lo merecía. Jesús nunca había pecado. Nunca había hecho nada malo. Jesús no merecía morir.
(Mateo
Hablad con vuestros hijos de cómo se sienten cuando son castigados sin tener la culpa de algo. Jesús sabía que iba a recibir un castigo injusto, pero ni aun así se enfadó, protesto ni se quejó. Además, esa angustia era producida también por la responsabilidad que pesaba sobre Jesús. De esas últimas horas dependía la salvación de la humanidad entera. De las decisiones que tomara Jesús dependía el que tú y yo pudiéramos tener vida eterna.
• Encuentra a Jesús y a sus tres discípulos en el huerto de Getsemaní
Jesús oraba angustiado. Él no quería morir. No quería sufrir. Pero sabía que si quería salvarnos del pecado y de la muerte tenía que demostrar su amor, incluso que estaba dispuesto a morir por nosotros. Entonces podría darnos vida eterna.
Mientras Jesús oraba a su Padre para que le diera fuerzas, ¿qué hacían sus discípulos? (Lee Mateo 26:43).
Por tres veces Jesús miró a sus discípulos buscando un poco de compañía, de consuelo y de apoyo, pero las tres veces los encontró dormidos. Todavía no eran conscientes de lo que iba a ocurrir.
Pero Jesús no estuvo solo. (Lee Lucas 22:43 para saber quién acompañó a Jesús en esos momentos)
¿Has pedido alguna vez un favor muy importante a algún amigo? ¿Te ha ayudado? ¿Cómo te sentirías si no lo hubiera hecho? Piensa las respuestas para explicarlas en la clase de escuela sabática. Aunque las personas nos fallen cuando más las necesitamos. Podemos estar seguros de que Dios nunca nos abandona y que sus ángeles están a nuestro alrededor dispuestos a ayudarnos.
• Escribe un Sí o un NO al lado de la frase y descubrirás, con la ayuda de tus padres, si eres un buen amigo.
• Me alegro cuando estoy con mis amigos.
• Me alegro cuando mi amigo está triste.
• Me alegro cuando mi amigo está alegre.
• Me alegro cuando mi amigo saca una buena nota o recibe un regalo.
• Perdono a mis amigos.
• Pido perdón a mis amigos cuando les hago daño.
• Me pongo triste cuando mi amigo está triste.
• Me da lo mismo si mi amigo estudia o no.
• Ayudo a mi amigo a ser mejor.
• Apoyo, ayudo y defiendo a mi amigo cuando sea necesario.
• Me burlo de mi amigo.
• No hago o digo nada que moleste a mi amigo.
• Comparto con mi amigo con alegría.
• Soy amable con mi amigo.
• Soy grosero con mi amigo.
Jesús levantó la mirada. De repente se comenzaron a oír voces que subían por el camino. Se veían muchas antorchas entre los árboles. Entonces Jesús despertó a todos sus discípulos. Venían a detenerle.
¿Quiénes llegaron hasta donde estaba Jesús y sus discípulos? (Lee Juan 18:3).
Cuando los soldados y la gente que iba con ellos llegaron hasta donde estaba Jesús, Judas se acercó a Jesús como para saludarlo y lo besó. Esa era la señal que había pactado con los sacerdotes y los fariseos. Ahora los soldados sabían a quién tenían que llevar preso.
Entonces Jesús, valientemente, se adelantó, no se escondió. Les dijo que él era Jesús de Nazaret (ver Juan 18:4,5)
Pero algo extraño sucedió en ese momento. Lee también el Juan 18:6 y sabrás qué sucedió. Luego Jesús les pidió una cosa a los soldados. (Léelo en Juan 18:8).
• Ordena las palabras y sabrás qué les dijo. Después búscalas en la sopa de letras.
Jesús les dijo que se dejaría atrapar, pero que dejaran irse a sus discípulos. Hasta el último momento, Jesús siempre pensaba en cuidar de los demás.
La Biblia no explica el porqué se cayeron los que venían a buscar a Jesús. Ellen White, en El Deseado de todas las gentes, nos da una respuesta: cómo el poderoso ángel que había acompañado a Jesús se colocó entre Jesús y la gente. El resplandor del ángel les daba la oportunidad de aceptar que estaban ante el Hijo de Dios, pero no quisieron arrepentirse y dejar ir a Jesús.
Pero los discípulos estaban dispuestos a defender a Jesús y a luchar por él. El primero, Pedro. Él fue el primero en atacar. (Ni te imaginas lo bruto que era: lee Juan 18:10). Eso no era lo que Jesús quería. Y Pedro se llevó una buena regañina. (Léela en Mateo 26:52,53). Jesús nunca había usado la violencia y no iba a utilizarla ahora. Tenía que demostrar que era un Dios de paz y amor hasta el último momento. Y luego para sorpresa de todos se acercó a Malco, le tocó la oreja y la oreja volvió a estar en su sitio. No le dolía, no había sangre (ver Lucas 22:51).
¿Recuerdas que Jesús, en el Sermón del Monte, había dicho «amad a vuestros enemigos»? Pues Jesús, ahora estaba amando a ese enemigo que venía a apresarlo y se lo demostró siendo amable con Malco, aunque Malco habñia sido malo con él. Luego, cuando los discípulos vieron que los soldados apresaban a Jesús y que no se podían defender, ¿qué hicieron? (Lee Marcos 14:50)
Una vez que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa del sumo sacerdote, Caifás. Allí lo interrogarían para poder demostrar que Jesús había hecho algo tan malo que merecía la muerte. Como sabían que Jesús no había hecho nada malo ¿qué pensaban hacer? (Lee Mateo 26:59).
Poco les importaba la verdad o la mentira. Estaban dispuestos a condenar a muerte a Jesús fuera como fuera.
Al final, Caifás pensó en acusarlo de blasfemia. La blasfemia es cuando alguien insulta a Dios. Desde tiempos de Moisés, a las personas que insultaban a Dios se les castigaba con la muerte (ver Levítico 24:16). Así que Caifás debía intentar que Jesús dijera algo ofensivo para Dios delante de todos los sacerdotes y fariseos.
Caifás le preguntó directamente si él era el Hijo de Dios. Cuando Jesús contestó que sí todos se pusieron furiosos. Nadie podía decir que uno mismo era Dios. ¡Eso era un insulto para Dios! Pero más furiosos todavía se pusieron cuando Jesús les dijo que iba a ir al cielo a estar a la derecha de Dios y que volvería por segunda vez. (Lee Mateo 26:64)
¡Esa era la respuesta que necesitaban! Ya tenían una razón para matar a Jesús. A partir de ese momento comenzaron a tratar fatal a Jesús. Lo insultaban, se burlaban de él y hasta lo maltrataron.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Pedro y Juan pudieron seguir a Jesús desde lejos. Cuando lo llevaron al palacio de Caifás entraron sin llamar la atención. En cuanto Pedro entró por la puerta, la portera se lo quedó mirando. ¿Qué le dijo? (Lee Juan 18:17). La portera lo había visto, tal vez en el Templo, cuando Jesús predicaba. Pero Pedro se asustó y le dijo que él no era discípulo de Jesús. Otra de las personas que estaban junto al fuego también se fijó en él:
—¿Tú no eres uno de los discípulos de Jesús?
Y Pedro, avergonzado volvió a decir:
—¡Que no! ¡Que no lo conozco!
Pero allí cerca había un pariente de Malco, al que hacía un rato le había cortado la oreja. Estaba completamente seguro de que ese era Pedro, el discípulo de Jesús que había atacado a su pariente (ver Juan 18:26)
Esta vez Pedro no fue muy educado. (Lee Mateo 26:74). Pensó que si empezaba a decir palabrotas y a insultar les convencería de que no era discípulo de Jesús.
Estaba amaneciendo. Y en ese momento cantó un gallo. ¿Qué recordó Pedro al oír el canto del gallo? (Lo sabrás si lees Mateo 26:75)
¡Cuánta razón había tenido Jesús! Tanto presumir, tanto presumir y ¡había fallado a su Maestro!
Lucas cuenta que Jesús también escuchó el canto del gallo y que buscó con la mirada a Pedro (ver Lucas 22: 61). Jesús no estaba enfadado. Sabía el dolor que había en el corazón de Pedro y lo miró con dulzura y amor. Jesús no se lo tenía en cuenta.
• Ayuda al dibujante a completar el dibujo siguiendo los puntos desde el 1 hasta el 72.
Caifás quería condenar a muerte a Jesús, pero él no podía hacerlo. El único que podía hacerlo era el gobernador romano. Así que llevaron a Jesús al palacio del gobernador para que ordenara su muerte.
Judas había estado observando desde lejos. Había vendido a Jesús por 30 monedas de plata y quería ver qué ocurría. Posiblemente estaba esperando que Jesús hiciera un milagro y se escapara. O mejor aún, que hiciera un milagro que lo convirtiera en el rey de los judíos. Él se quedaba con el dinero y Jesús seguía libre.
Pero cuando vio que Jesús seguía estando preso y era condenado a muerte, se puso muy triste. Se dio cuenta de que había hecho algo muy malo. Así que fue con su dinero y quiso devolverlo. Les dijo a los sacerdotes que ya no quería que se llevaran a Jesús, que cogieran el dinero y que soltaran a su Maestro.
Pero los sacerdotes no quisieron escucharle y se rieron de él en su cara. Ya era demasiado tarde para echarse atrás (ver Mateo 27:3,4)
Judas se desesperó. ¿Cómo podía haber cometido un pecado tan grave? En ese momento pensó que Jesús no podría perdonarle, que Dios no lo perdonaría nunca. La culpabilidad no le dejaba pensar con claridad. ¿Qué hizo Judas entonces? (Lee su trágica decisión en Mateo 27:5)
Lee Isaías 55:7 y 1 Juan 1:9. Vuestros hijos no deben quedarse nunca con la sensación de que han hecho algo tan malo como para que vosotros no podáis perdonarlos, o peor todavía, que Dios no los perdone. Deben comprender que por muy equivocados que estemos o por mucho daño que hayamos hecho, Jesús siempre estará dispuesto a perdonarnos, como lo hizo con Pedro. Solo debemos arrepentirnos y pedirle perdón. Judas vivió con Jesús, pero no descubrió su gran amor. Hablad y vivid de tal forma para que vuestros hijos puedan experimentar vuestro amor incondicional y el de Dios.
«El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos».
(Juan 15:13, Dios Habla Hoy)
• Los gobernantes judíos arrestaron a Jesús y lo llevaron ante el gobernador romano para que lo juzgara. Ordena las letras y sabrás el nombre de este gobernador:
¿De que acusaron a Jesús? La respuesta la encontrarás la respuesta en Lucas 23:1,2.
¡Eso era mentira! Jesús nunca quiso hacer nada violento, ni siquiera cuando le detuvieron. Había dicho a los sacerdotes, hacía solo unos días, que debían pagar sus impuestos; y sí que él había dicho que era el Mesías, pero ser el Mesías no era ser el rey del país.
Pilato se dio cuenta que Jesús era inocente, pero como no quería enemistarse con los dirigentes judíos lo envió a que lo juzgara otro rey: el rey Herodes. Cuando Herodes se enteró de que le traían a Jesús de Nazaret, se puso muy contento. ¿Por qué? ¿Para qué quería ver a Jesús? (Léelo en Lucas 23:8)
Lo único que Herodes quería de Jesús es que le hiciera algún milagro como si de un espectáculo de magia se tratara. Y le fastidió mucho que Jesús no quisiera hablarle. Así que lo mandó de vuelta al palacio de Pilato. Pero antes, para reírse de Jesús, lo vistió con un mando muy bonito, como si fuera la capa de un rey y se lo llevaron a golpes y empujones.
Al hablarles a vuestros hijos sobre el sufrimiento de Jesús, no les enseñéis imágenes extremas, donde la sangre y el dolor físico de Jesús se utilice como un espectáculo. Habladles del amor que nos tiene a cada uno de nosotros para soportar ese dolor.
Cuando llegó al palacio del gobernador, había en la puerta una multitud de seguidores de los sacerdotes y fariseos que gritaba e insultaba a Jesús. Pedían a gritos su muerte. Pilato no encontraba una razón para condenar a muerte a Jesús. Pero quería caer bien a la gente y ser amigo de los dirigentes judíos. Entonces se le ocurrió una idea. Había una costumbre que era que, durante la fiesta de la Pascua, se perdonaba a un prisionero y se lo dejaba libre (ver Mateo 27:15).
Pilato les daría a elegir a qué preso dejaban libre. Eligió a Jesús y a otro preso llamado Barrabás. Barrabás había sido detenido por organizar una revuelta y matar a una persona. Estaba condenado a morir crucificado esa misma tarde (ver Marcos 14:7).
La gente podía elegir a quien perdonar. A Jesús, que no había hecho nada malo, o a Barrabás, que era un asesino. (Lee en Mateo 27: 20, 21 la respuesta de la multitud que estaba a las puertas del palacio)
¡Pilato no se lo podía creer! ¿Tanto odiaban a ese hombre que no había cometido ningún crimen? Pilato intentó hacerles entrar en razón, pero los dirigentes judíos le dieron un poderoso argumento: si no ejecutas a Jesús le diremos al César que eres un traidor porque apoyas a un rey que no es el emperador romano (ver Juan 19:12). Entonces soltó a Barrabás y ordenó que Jesús fuera crucificado.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Los soldados golpearon a Jesús. Luego lo llevaron hasta una colina fuera de las murallas de Jerusalén que llamaban Gólgota o Calvario. Era el lugar en el quelos romanos mataban a los criminales más peligrosos. Junto a Jesús llevaron a dos ladrones que también habían sido condenados a muerte. Cuando los habitantes de Jerusalén se enteraron de que habían detenido a Jesús y que había sido condenado a muerte salieron a las calles. ¿Cómo reaccionaron? (Lee Lucas 23:26-27). Lucas nos explica que un hombre que se llamaba Simón ayudó a llevar la cruz de Jesús y que mucha gente y mujeres buenas lo acompañaban en el camino llorando de tristeza. Incluso en esos momentos Jesús habló con ellas para consolarlas y les dijo que no lloraran por él. Piensa qué te hubiera gustado hacer para ayudar a Jesús en esos momentos. Jesús nos dice que cuando ayudamos a alguien que está sufriendo es como si lo ayudáramos a él. Seguro que conoces a algún amigo, compañero de colegio, familiar…, que lo está pasando mal. ¿Qué puedes hacer para ayudarle?
• Escribe al lado de cada persona qué harías para ayudar a esa persona.
Es muy importante que les expliques a tus hijos que no todos los judíos querían matar a Jesús. Muchos de los judíos eran sus seguidores y por eso después de su resurrección se hicieron cristianos. Algunos no se separaron del lado de Jesús hasta que murió, otros tuvieron miedo de que los mataran también a ellos y se escondieron. Los dirigentes judíos sabían que los seguidores de Jesús eran muchos por eso lo juzgaron por la noche. Mamá
No tiene amigos
La abuelita está triste
Volved a reflexionar con vuestros hijos sobre el alcance del perdón de Jesús. Si Jesús es capaz de perdonar a los que lo están matando, si Jesús es capaz de perdonar a un criminal que se arrepiente en el último momento de su vida, ¿cómo no puede perdonarnos a nosotros, si murió precisamente para eso, para que su vida sin pecado cubra nuestra vida llena de errores y maldades?
Cuando colgaron a Jesús y a los dos ladrones en sus cruces, Jesús hizo una oración. (Puedes leerla en Lucas 23:34). Hasta para las mismas personas que lo estaban matando tuvo unas palabras de amor.
Viendo cómo se portaba Jesús, uno de los ladrones se dio cuenta de que Jesús era verdaderamente el Hijo de Dios. A lo mejor lo había escuchado predicar, y seguramente sabría que había hecho muchos milagros. En esos momentos se dio cuenta de que había sido terriblemente malvado y le pidió algo a Jesús. (Léelo en Lucas 23:42).
• Esa misma petición es la que deberíamos hacerle a Jesús todos los cristianos ¿Sabes cuál es? Coloca las vocales I y E en el lugar adecuado y tendrás la respuesta.
Jesús le contestó que él también estaría en la Tierra Nueva con todos los que le aman. Jesús es capaz de perdonar hasta las cosas más malvadas. No libró al ladrón de la muerte porque esa era la consecuencia de sus crímenes, pero le perdonó sus pecados y resucitará cuando él regrese.
Cuando tú desobedeces a tus padres y juegas con el fuego, y te quemas, tus padres no pueden evitarle la quemadura, pero sí que te perdonan y vuelven a confiar en que la próxima vez serás obediente.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
«J_sús, acu_ rdat _ d _ m _ cuando v _ngas _ n tu r _ _ no»
La vida de Jesús se estaba agotando. Las fuerzas le fallaban. Las personas que miraban desde lejos no podían hacer nada por el Maestro. A partir del mediodía el cielo se oscureció. Dios estaba mandando una señal en el cielo, pero los dirigentes judíos no quisieron reconocer que eso era una señal de Dios.
Como a las tres de la tarde, las fuerzas de Jesús no aguantaron más y en medio de un grito, murió. En ese momento la tierra tembló. Hubo un terremoto que sintieron todos los habitantes de Jerusalén, judíos o paganos (ver Mateo 27:51). También se rompió el velo del Templo.
¿Cómo era posible que después de tantas señales los dirigentes judíos no creyeran en Jesús? Sabían cómo su nacimiento había sido anunciado por los mismos ángeles. Juan el Bautista había dicho que era el Hijo de Dios. Habían escuchado sus enseñanzas y habían visto sus milagros. Habían vivido la oscuridad y el terremoto y ahora lo más valioso de sus ritos y ceremonias religiosas, el velo, estaba en el suelo del Templo. Ni siquiera por eso creyeron. Pero la historia estaba a punto de empezar de nuevo.
Jesús murió por todas las personas del mundo y nos salvó del pecado. Al dar su vida, podemos estar seguros de que, cuando Jesús vuelva, el pecado y la muerte no existirán más. Ahora, cuando nos morimos, como le dijo a Lázaro, solo estamos durmiendo. Cuando una persona muere, es como cuando te vas a dormir una noche y te despiertas por la mañana. Pero la mañana del día del regreso de Jesús, los que hayan muerto despertarán para vivir para siempre en la Tierra Nueva. Eso es lo que le pidió el ladrón crucificado a Jesús.
«Por eso, aunque estábamos muertos por culpa de nuestros pecados, él nos dio vida al resucitar a Cristo. Nos hemos salvado gracias al amor de Dios».
(Efesios 2:5, Traducción en Lenguaje Actual)
Algunas veces quedan impresionados y hacen preguntas sobre por qué tuvo que sufrir y morir Jesús. Sed cuidadosos a la hora de responder a sus respuestas y aprovechad la ocasión para hablar no solo de la muerte sino también de la vida de Jesús, de su gran amor y de cómo nos cuida y nos defiende desde el cielo.
lguna vez has recibido un gran regalo a pesar de que no lo merecías? ¿Cómo te sentiste?
Dios nos ha dado el regalo más grande que existe en el mundo, ¿sabes qué es? Es el poder vivir para siempre en el mundo más bonito que hayas podido imaginar. ¿Sabes por qué? Porque nos ama.
¿Crees que nos merecíamos ese regalo? Desde que Adán y Eva decidieron desconfiar de Dios y escuchar las mentiras de Satanás, todos los seres humanos hemos pecado. Tú también te portas mal de vez en cuando, ¿verdad? Y al final la consecuencia del pecado es la muerte. Pero a Dios no le gusta nada de lo que es malo, ni la muerte, ni la enfermad, ni el sufrimiento. Por eso Jesús quiso venir a este mundo, a demostrarnos cómo debemos vivir para ser felices y no le importó morir para que nosotros pudiéramos vivir.
Cuando Jesús murió demostró todo su amor hacia los seres humanos. Pero además iba a demostrar también el gran poder que tiene sobre la muerte. Esta semana vamos a estudiar que Jesús no permaneció muerto. Jesús volvió a vivir, resucitó. Jesús demostró que es más fuerte que la muerte y el pecado. Y si él puede vencer a la muerte, seguro que puede darnos a ti y a mí la vida eterna.
¿Quieres tener como amigo al ser más poderoso del universo? Acepta el regalo de Jesús: sé su amigo y vivirás para siempre en la Tierra Nueva.
Si recuerdas, Jesús murió alrededor de las tres de la tarde. Los condenados a muerte eran enterrados en algún lugar fuera de la ciudad, sin cuidado, sin tumba y sin funeral. Pero había un hombre que no quería que Jesús fuera enterrado de cualquier manera. Se llamaba José y era amigo de Jesús. Fue a ver a Pilato para pedirle que le dejara enterrar a Jesús y Pilato le dio permiso (ver Mateo 27:57,58).
José se enteró de que había un sepulcro nuevo excavado en roca muy cerca de Jerusalén. Así que, sin perder más tiempo, compró el sepulcro para llevar allí el cuerpo de Jesús.
Cuando Nicodemo lo supo, llevó los perfumes que se necesitaban para preparar el cuerpo (ver Juan 19:39). Algunas de las mujeres que se habían quedado al lado de Jesús hasta su muerte, como María Magdalena y otra María, también acompañaron a José y a Nicodemo (ver Mateo 27:61 y Lucas 23:55)
Se acercaba la puesta del sol y estaba a punto de comenzar el sábado. Todos tenían que respetar las leyes que los fariseos habían impuesto sobre el sábado, así que solo les dio tiempo a envolver el cuerpo de Jesús con una sábana, dejarlo en el sepulcro y hacer rodar sobre la entrada una gran piedra. Tendrían que esperan a la mañana del domingo para arreglar el cuerpo de Jesús, para que se conservara durante más tiempo.
Pero los sacerdotes y fariseos estaban todavía preocupados. Ellos escucharon cuando Jesús dijo que iba a resucitar a los tres días. Le habían visto hacer tantos milagros que sabían perfectamente que Jesús podría resucitar.
Entonces fueron a ver a Pilato con otra petición. (Puedes leerla en Mateo 27:64). Fíjate qué malos eran. Le dijeron a Pilato que si el cuerpo de Jesús desaparecía no era porque hubiera resucitado, sino porque los discípulos lo podían robar y decir que había resucitado.
Pilato, ya un poco harto de ellos, mandó poner una guardia de soldados junto al sepulcro. Y para que no hubiera ninguna duda de que nadie abría la entrada, sellaron la piedra.
Se puso el sol y comenzó el sábado. Todos volvieron a sus casas impresionados por lo que habían vivido durante todo el día. Necesitaban descansar. Y en aquel sepulcro cerrado y vigilado descansaba también Jesús.
• El texto que acabas de leer habla de algunos personajes, búscalos y colócalos en el lugar correcto.
Aquel fue el sábado más amargo de la vida de los discípulos. Habían visto cómo hacían sufrir a su Maestro y cómo lo mataban. Estaban tristes, muy tristes y tenían miedo. La tristeza, el cansancio y el miedo no dejan pensar. Llevaban muchas horas sin dormir. Estaban escondidos por miedo a que los sacerdotes y fariseos quisieran matarlos, como lo habían hecho con Jesús. No podían salir a las calles de Jerusalén porque todo el mundo los podía reconocer. Solo podían pensar en que Jesús estaba muerto. Estaban tan tristes y preocupados que no podían recordar las palabras que Jesús les había dicho en la cena del último jueves. (Tú puedes recordarlas leyendo Juan 16:20,22). Tampoco podían recordar que en varias ocasiones Jesús les había avisado de que lo iban a matar pero que resucitaría después de tres días. (Lee Marcos 8:31). Ni siquiera podían recordar todos los milagros que Jesús había hecho y que ellos mismos también habían podido hacer gracias al poder de Dios. Lo único que recordaban era que habían huido y lo habían dejado solo.
Enseñad a vuestros hijos a manejar los sentimientos de culpabilidad y explicadles la importancia del perdón para liberarse de ella. Todos nos equivocamos y podemos fallar a las personas de queremos y a Dios, como lo hicieron los discípulos. Eso no significa que no los amemos. Cuando perdonamos y nos sentimos perdonados nos reconciliamos con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con Dios.
Mientras amanecía el domingo, las mujeres del grupo de Jesús ya se habían levantado. Prepararon los aceites y perfumes que había comprado Nicodemo para arreglar el cuerpo de Jesús y comenzaron a caminar hacia el sepulcro. Mientras estaban de camino, el suelo tembló. ¡Otro terremoto! ¡Vaya susto! Pero en cuanto pasó, continuaron caminando.
Los soldados que estaban haciendo guardia delante del sepulcro también lo sintieron y se despertaron. Pero ellos sí vieron qué había causado ese terremoto. ¿Qué ocurrió? (Lee Mateo 28:2-4). Los soldados salieron huyendo.
Al poco rato, llegaron las mujeres y se encontraron con el sepulcro abierto y vacío y un ángel sentado a la entrada, esperándolas. ¿Qué noticia tenía para ellas?
(Lee Mateo 28:5,6). Las mujeres sorprendidas y muy contentas por la noticia fueron corriendo a ver a los hombres.
Pedro y Juan, no se lo creían. Salieron corriendo hacia el sepulcro. Cuando entraron, se encontraron el sepulcro vacío. Solo estaban las sábanas con las que habían envuelto el cuerpo de Jesús. En ese momento, se dieron cuenta de lo ciegos que habían estado por culpa de la tristeza y del miedo. En ese momento creyeron que Jesús había resucitado (ver Juan 20:8,9).
Los discípulos volvieron a casa, pero junto al sepulcro se quedó María Magdalena. Ella no había visto a los ángeles y no sabía que Jesús había resucitado, solo sabía que el sepulcro estaba vacío.
Cuando ella entró en el sepulcro vio a dos personas sentadas. María no se dio cuenta de que eran ángeles y se puso a llorar. ¿Por qué lloraba? (Lee Juan 20:13). Ella creía que habían robado el cuerpo.
Cuando fue a salir del sepulcro, se encontró con otra persona que también le preguntó que porqué lloraba. María, pensando que era el cuidador del cementerio, le pidió por favor: que le devolviera el cuerpo de Jesús.
Los ojos de María estaban tan llenos de lágrimas que no pudo distinguir que era Jesús el que le estaba hablando. Pero cuando Jesús dijo su nombre: «¡María!», lo reconoció enseguida. (¡Qué sorpresa! Lee Juan 20:16,17)
¿Te imaginas la alegría de María? Solo acertó a decir: «¡Maestro!».
¿Te imaginas lo feliz que estaba al haberlo visto? ¡Y estaba vivo otra vez! Con una felicidad que no le cabía en el corazón corrió para decírselo a los demás discípulos.
Versiones de la Biblia utilizadas: Dios Habla Hoy, Traducción en Lenguaje Actual, Reina Valera Contemporánea, Reina Valera 2000. (http://www.biblegateway.com)
BIBLIOGRAFÍA GENERAL:
• BADENAS, Roberto. Para conocer al Maestro en sus parábolas. Editorial Safeliz, 2002.
• MA XWELL, Arturo S. Las bellas historias de la Biblia. Interamericana, 1965, 10 tomos.
• THOMAS, Jerry D. Las 28 creencias fundamentales para mí. Editorial APIA. Junio 2007.
• VV.AA. Comentario Bíblico Adventista. Editorial ACES. http://www.ellenwhitebooks.com/comentario/
• VV.AA. Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo Día http://iglesiaadventistaagape.org/Documents/Diccionario % 20B % C3 % ADblico % 20Adventista % 20del % 20
Séptimo%20D%C3%ADa%20parte1.pdf
• WHITE, Ellen G.
• El Deseado de todas las gentes. Editorial ACES. Varias ediciones.
• Palabras de vida del gran maestro. Editorial ACES. Varias ediciones.
• El discurso maestro de Jesucristo. Editorial ACES. Varias ediciones.
LECCIÓN 1. HABLANDO DE FRUTOS
• Lucas 13:6-9; Gálatas 5:22-24;
• Palabras de vida del gran Maestro, capítulo 17 «Aliento en las dificultades».
LECCIÓN 2. Y LÁZARO DESPERTÓ.
• Juan 11:1-53.
• El Deseado de todas las gentes, capítulo 58.
LECCIÓN 3. DOS HOMBRES RICOS.
• Mateo 19:16-30; Marcos 10:17-31; Lucas 18:18-30; 19:1-10;
• El Deseado de todas las gentes, capítulo 57; páginas 552-556.
LECCIÓN 4. JESÚS EN JERUSALÉN
• Mateo 21:1-11; Marcos 11:1-11; Lucas 19:28-44; Juan 12:12-43;
• El Deseado de todas las gentes, capítulo 63.
LECCIÓN 5. UN REGALO DE AGRADECIMIENTO.
• Mateo 21:12-17; 26:6-11; Marcos 11:15-19; 14:3-9; Lucas 19:45-48; Juan 12:1-8;
• El Deseado de todas las gentes, capítulos 62-65.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
LECCIÓN 6. ¿CUÁNDO PASARÁN ESAS COSAS?
• Mateo 24:1-44; Marcos 13; Lucas 21
• El Deseado de todas las gentes, capítulo 69.
LECCIÓN 7. LA BODA DEL PRÍNCIPE.
• Mateo 22:1-14; 25:31-46; Lucas 14:15-24
• El Deseado de todas las gentes, capítulo 70.
• Para conocer al Maestro en sus parábolas, cap. 13, 25.
LECCIÓN 8. “SÍ, PERO NO; NO, PERO SÍ”.
• Mateo 21:28-31; Éxodo 20:1-17.
• Para conocer al Maestro en sus parábolas, cap. 21.
LECCIÓN 9. LA CENA EN UN APOSENTO ALTO.
• Mateo 26:17-30; Marcos 14:12-26; Lucas 22:7-30; Juan 13:4-20.
• El Deseado de todas las gentes, capítulos 71-72.
LECCIÓN 10. ÚLTIMOS CONSEJOS.
• Mateo 26:21-35; Marcos 14:18-30; Lucas 22:21-38; Juan 13:21-38; 14-17.
• El Deseado de todas las gentes, capítulos 72-73.
LECCIÓN 11. JESÚS ES DETENIDO.
• Mateo 26:31-75; Marcos 14:27-72. Lucas 22:39-62. Juan 18:1-27.
• El Deseado de todas las gentes, capítulos 74-75.
LECCIÓN 12. AMAR HASTA MORIR.
• Mateo 27:1-56; Marcos 15:1-41; Lucas 23:1-49; Juan 18:28-40; 19:1-37.
• El Deseado de todas las gentes, capítulos 77-79.
• Graham Maxwell: Can God be trusted? capítulo 8 (https://speakingwellofgod.org/item/can-god-be-trusted)
LECCIÓN 13. ¡JESÚS ESTÁ VIVO!
• Mateo 27:57-66; 28:1-15; Marcos 15:42-47; 16:1-11; Lucas 23:50-56; 24:1-12;
• Juan 19:38-42; 20:1-18.
• El Deseado de todas las gentes, capítulos 80-82.
• Graham Maxwell: Can God be trusted? capítulo 8 (https://speakingwellofgod.org/item/can-god-be-trusted)
Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús es el material para 6 a 9 años de la serie Mi Biblia, mi tesoro. El currículo Mi Biblia, mi tesoro ha sido escogido por voto de la XXI Asamblea de la Unión Adventista Española para ser utilizado en las clases de escuela sabática infantil de todas las iglesias del territorio de esta Unión durante el quinquenio 2022-2027.
Este material impreso se puede conseguir por suscripción anual a la Editorial Safeliz a través de las librerías de iglesia. Aquellas iglesias que ya utilizaban este material deberán realizar la suscripción anual de escuela sabática a la Editorial Safeliz.
Para cualquier consulta podéis dirigiros a:
Departamento MIAF+ de la UAE (mjroth@adventista.es) o
Sección Infantil de Aula7activa (infantil.aula7activa@gmail.com)
A Dios por todos los milagros que hemos visto y vivido a lo largo de la elaboración de este material.
A todas aquellas personas que con sus ánimos, su tiempo y su aportación económica han contribuido al proyecto. Sin ellos habría sido imposible llegar hasta aquí.
A las iglesias de Lleida y Madrid-Alenza, cuna y desarrollo del proyecto.
A la UAE y al departamento MIAF+ y a los delegados de la XXI Asamblea de la Unión Adventista Española por la confianza depositada en este trabajo.
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Te invitamos a comenzar una aventura junto a tus hijos con la Biblia como escenario. Cada semana descubrirás un nuevo tesoro en forma de historia bíblica en el que siempre estará Jesús, tu amigo y compañero de juegos y aprendizaje.
Usa el material como mejor se adapte a vuestra dinámica familiar y a la madurez de tu hijo pero intenta dedicarle un ratito todos los días.
Y, sobre todo, disfruta de estos momentos, pasadlo bien, divertíos y dejad que Jesús forme parte de vuestra vida.