VENTANALES • UNIVERSIDAD CASA GRANDE • AÑO X No 18
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La filósofa Esther Díaz (2020) escribió hace unos meses el artículo Nostalgia de la carne. Comenta que hay tareas de centauros, refiriéndose al hecho de ser docente y artista a la vez, y señala que se dan situaciones paradójicas, pues se debe moldear una materia sin contar con ella, es decir, “hacemos como qué, pero nos está faltando el qué” (párr. 7). Esa ausencia a la que se refiere ella es algo de lo que somos intuitivas, pero efectivamente conscientes, debido a las cursadas virtuales; más aún cuando se trata de trabajar con la materia ‘cuerpo’ y este se ve reducido a imágenes, fijas o en movimiento, pero imágenes, finalmente, que están ocupando el lugar de la presencia. A pesar de ello, más que ahondar aquí en la condición ineludible de lo presencial y el convivio en las artes escénicas, y sus variantes pedagógicas, este breve texto se remite al esbozo de ciertas estrategias con las cuales se viene desarrollando un trabajo con, desde y hacia el movimiento de los cuerpos con intencionalidad escénica, proveniente de la acumulación de experiencias en cruce, entre la práctica del arte y la docencia. Una primera consideración, trazada ya desde el syllabus como primera herramienta, es la del uso del campus virtual como entorno de aprendizaje, así como las sesiones vía Zoom, la mensajería instantánea, las tutorías y el registro audiovisual de las clases; con el fin de prevenir y solventar ausencias justificadas o fallas tecnológicas. Para el caso, y como un primer ejemplo, se recurrió a la herramienta de cápsula sonora, o pódcast, para la ejecución asincrónica de una práctica guiada de técnica de
COLABORACIÓN
reinventar pautas, revertir rutinas y escuchar al otro como estrategia pedagógica
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