EL MÉTODO
VENTANALES • UNIVERSIDAD CASA GRANDE • AÑO X No 18
esco la ´ s tico
y su incidencia en la enseñanza
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enseñanza en las universidades desde la Baja Edad Media hasta la Edad Moderna. Ha sido retomado desde el siglo XIX hasta la actualidad por los neoescolásticos, quienes desde el siglo XX se denominan neotomistas “expandiéndose por todo el mundo, arrojando resultados muy positivos” (Uriarte, 2019, párr. 27). La aplicación del método escolástico permite desarrollar competencias y habilidades cognitivas muy elevadas académicamente, sobre todo produce, crea e innova ideas al defender intelectualmente su propia tesis, negando con argumentos válidos la postura contraria, puesto que, al ser la estructura de la argumentación el ataque, la defensa y el contraataque, se rechaza “la disputa ociosa, el verbalismo, el uso sofista del lenguaje o el acaloramiento dialéctico” (Vergara, 2018, párr. 16).
Bruner (citado en Aravena, 2011), en su primera antinomia, postula, por un lado, que la formación que se le da a los jóvenes permite la reproducción ideológica y el mantenimiento de la cultura que se desea conservar; y, por otro lado, que la educación es un instrumento para la realización individual que incide críticamente sobre el entorno.
El método escolástico El término “escolástico” proviene del latín scholasticus, que traducido es “el que enseña o estudia en la escuela” (Cortés & Martínez, 1991, citado en La escolástica, s. f.; párr. 1). Fue muy empleado en la
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Precisamente, en esto último radica la importancia de la aplicación del método escolástico como recurso pedagógico en el nivel de pregrado, pues, aunque muchos docentes universitarios se esmeren continuamente en la aplicación de nuevos métodos, estrategias y técnicas de enseñanza, la mayoría de sus estudiantes someten su participación en clases a la obtención de una nota o calificación para aprobar el año lectivo y, finalmente, conseguir su título universitario (Passailague, 2019). Esto se debe a que, aunque tengan la información al alcance de un clic y, a pesar de haber transitado, de la cultura del libro a la del internet, “son generaciones más superficiales, con menos capacidades cognitivas y con peores resultados académicos” (González, 2018, párr. 35).