Número 8
Predestinación Damaris
Gassón
Cuánto sería odiado por ello...
USÉ PARTE de lo que me pagaron para comprar esta soga con la que me voy a ahorcar, cuidando de hacer un nudo corredizo que no me permita tratar de respirar al último momento en el que posiblemente el pánico me inunde, pues estoy decidido. Si me tocó hacer el papel del traidor, al menos conservaré la dignidad de quitarme la vida con mis propias manos. Sin embargo, en este juicio en el que resulto culpable y verdugo considero que de ningún modo se me hizo justicia. Lo que hice debía ser hecho, ninguno de los otros habría podido, no tenían el valor, y él no confiaba lo suficiente en ellos como para encargárselo. «Está escrito» la frase y explicación que se me dio una y otra vez para todos los acontecimientos extraños e inauditos en el tiempo en que acompañé al Hijo del Hombre por pueblos y caminos. Lo que no saben es que era yo el que procuraba el hospedaje y los alimentos mientras él y los otros se entregaban a sus arrebatos, yo el que trataba de conseguir información para que el Maestro no se expusiera a represalias o burlas, yo el que le imploraba no entrar en antros de perdición, ahí donde precisamente él quería buscar a las ovejas extraviadas, yo el que mejor entendía sus parábolas, y el que temblaba de miedo ante el porvenir de ese hombre al que amaba con todo mi corazón. 153