El Callejón de las Once Esquinas
Dónde van los patos en invierno Yolanda Gil Jaca Tú solo observas... NO SABES qué te ocurre. Rezas. Como aprendiste en la iglesia. No comprendes que, habiendo ayudado a tanta gente, ahora no puedas ayudarte a ti mismo. Pero esas voces te dicen que lo hagas. No, te lo exigen. Hazlo, hazlo, él sabe dónde van los patos en invierno. No quieres hacerlo. Tú también eres músico y le admiras. Caminas por Nueva York, sin rumbo. Hasta que el azar te lleva a toparte con James Taylor. Lo empujas contra la pared, le cuentas que tienes proyectos musicales y que vas a contárselos a John, que estará muy interesado. Pero qué puede decirte ese mediocre. Lo dejas ir. Vuelves al hotel. Pasas la noche en un duermevela. Te metes de todo, quieres dejar de oírlas. Cuando las primeras luces del alba entran en la habitación te das una ducha. Dejas tus cosas allí, excepto el vinilo de Double Fantasy. Ya volverás a recogerlas. O no. Te diriges al edificio Dakota. Allí lo encontrarás, quieres hablar con él. Necesitas que te lo diga, dónde van los patos en invierno. Así apaciguarás las voces. De camino entras en una librería y compras un ejemplar de El guardián entre el centeno y escribes «Esta es mi declaración» en la primera página. «Para Holden Caulfield de Holden Caulfield», firmas. Ya no eres Mark David Chapman. Esa persona dejó de existir hace unos dos años, cuando comenzaste a oírlas. 30