El Callejón de las Once Esquinas
El intruso
Silvia
Amezcua
Desde entonces son los cielos encapotados los que cuentan nuestra historia... EL DÍA QUE EMPECÉ a despedirme de ti escribí el principio de esta historia. Un triste golpe de efecto, si tenemos en cuenta que la idea me venía rondando la cabeza desde hacía lustros. Sin cuaderno ni teclado, en aquel lugar al que nunca he vuelto, la necesidad de verter palabras deshizo el nudo que oprimía la parte interna de mi garganta. Más que uno fueron varios los nudos que me liberaron, ataduras inconexas, profundas, complejas. Un día alguien me dijo: «Debes llorar más, desahogarte.» Hoy me encuentro aquí, sobre este escritorio, llorando palabras. La nuestra fue una historia cualquiera convertida en música para nuestros oídos, pero sin vuelco sinfónico. Sin más detalles, no nos interesaba la utopía de lo nuestro. Siempre lo vivimos como al82