Número 8
La última dríade Alba G.
Callejas
La vista que dejaba atrás era más desoladora aún... CUANDO ABRIÓ LA PUERTA LATERAL del aerodeslizador y salió al exterior, todos los medidores de radiación de su traje mostraban unos niveles inusualmente bajos. Tanto que Elienne se animó a quitarse el casco y dejarlo en el interior de la nave, después se acomodó su cortísimo cabello violáceo. Nunca habían terminado de gustarle aquellos incómodos trajes estancos. Comenzó a recorrer aquel sector infecto del mundo que no era lo que
había sido. El suelo polvoriento, agrietado y mustio hacía años que no veía una gota de agua. De las plantas que antes habían poblado aquella sección del bosque no quedaban más que resecos tallos pajizos y los árboles aún se erguían, ennegrecidos, alzando sus poderosas ramas hacia el cielo. Con todo, el aspecto del entorno era tremendamente desolador… Sobre todo para alguien como ella, que tanto había vivido y amado en el seno de la naturaleza. 85