1826, los persas del congreso nonato
da inflexible y autoritario, no se debía entronizar inmediatamente a su heredero, sino que había que dejar pasar un tiempo para que el vacío de poder provocase un caos que el pueblo rechazaría y terminaría pidiendo a gritos el retorno de un tirano. “Persas peruanos” ha habido no sólo en 1826, la llamada al dictador y al Ejército es algo que ha sido inculcado en nuestra educación. Los funestos eventos con que comenzamos el siglo XXI es una prueba irrefutable. El 1º de mayo de 1826 atendiendo el pedido de “los persas”, Bolívar dio por terminado el Congreso pidiendo una revisión del censo y de los poderes de los Colegios Electorales. Apenas 32 días duró el Congreso de 1826 que no pasó de sus Juntas Preparatorias. ¡Viva la dictadura!, gritaron “los persas”. Hasta ahora la democracia peruana no ha podido acallar los ecos.
5.- BOLIVAR: EL “IMPERATOR”. En mayo de 1826, a pesar de ejercer un poder absoluto en Bolivia y Perú, no todas las cartas que tenía Bolívar le eran favorables. En Venezuela, Páez conspiraba abiertamente para independizar su país de Colombia, y en Colombia, el vicepresidente Santander, a cargo del gobierno en ausencia del Libertador, iba encontrando apoyos para defenestrar a Bolívar y quedarse él definitivamente en el poder. Por otro lado, el silencio de La Mar, retirado en Guayaquil, era desesperante, solamente su presencia creaba inquietud en Ecuador y esperanzas en el Perú. Bolívar no podía seguir en el país sin el riesgo de perder su poder en el Norte, origen de su legalidad y fuerza en el Perú y Bolivia, como lo confirmaba las fuerzas de ocupación colombianas. Si Santander triunfara lo primero que haría sería ordenar el regreso de las tropas colombianas, sin ellas Bolívar no se podía sostener. Frente a esos malos augurios, Bolivia le ofrecía la oportunidad para resolver todos sus problemas. La segura aprobación por aclamación de la Constitución Vitalicia, nombrándolo Presidente Vitalicio, era el modelo que Bolívar
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