Capítulo IV
Capítulo VIII. Prevalencia del acoso y de la violencia escolar entre iguales en estudiantes de secundaria de Baja California. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), reveló que, de 24 países, México es el país con el ambiente escolar más violento en el nivel de secundaria. Y por su parte, la Procuraduría General de la República señaló que, en México, 1 de cada 6 niños que se suicida, lo hace debido al bullying; de la misma manera, precisó que el 67% de estudiantes homosexuales sufre de bullying; que 8 de cada 10 alumnos sufren bullying y que el 23% de los padres desconoce esta problemática (Ayala Carrillo, 2015). (Cuevas et al., 2018, p. 16). Lejos de menguar con el tiempo, este escenario se ha acentuado. Datos generados por la ONG International Bullying sin Fronteras posicionan en 2020 a México en primer lugar en acoso escolar, seguido de EU, España, China y Japón (Agencia Noti Press, 2020; Sánchez, 2020; Senado de la República, 2019). En lo que mundialmente 1 de cada 3 niños sufre de acoso escolar, en nuestro país 7 de cada 10 niños es víctima de bullying según la Unicef (Sánchez, 2020). México cuenta con más de 40 millones de estudiantes en nivel básico, de los que el bullying afecta a más del 50 por ciento, alrededor de 28 millones de niños tanto de escuelas privadas como públicas, según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). (Sánchez, 2020, s.p.) Según Vega-Cauich (2019), uno de cada cinco estudiantes mexicanos recibe o realiza bullying o cyberbullying. Esta situación afecta a los infantes y jóvenes que la padecen (Gómez, 2013) de forma física —sobre todo en los recesos (Tresgallo, 2011) y en los pasillos (Castro-Morales, 2011) —, pero, más que nada, los perturba psicológicamente. Estos suelen sufrir distintos trastornos que, además “se constituyen en factores negativos para el aprendizaje” (Navas, 2012, p. 24), por lo que se trata también de un fenómeno socioeducativo (Gómez, 2013). Entre ellos se han descrito la baja autoestima (Tobalino-López, Dolorier-Zapata, Villa-López, y Menacho, 2017; CastroMorales, 2011; Cabezas, 2011) (debido al proceso de victimización, desprecio y acoso que y genera un autoconcepto negativo, explica Piñuel, s.f.a), bajo rendimiento escolar, depresión (por la indefensión generada por el acoso continuado y la consiguiente distimia (ver Piñuel, s.f.b), agresividad (Tobalino-López et al., 2017), pesadillas, aislamiento, insomnio, ansiedad, irritabilidad y casos severos de estrés postraumático. Piñuel (s.f.a, s.p.) explica, además, que “Los daños psicológicos suelen aparecer de manera lenta y paulatina. El proceso de repetición y acumulación de esas conductas hostiles genera, al cabo de un tiempo, la indefensión aprendida y la destrucción de la resistencia psicológica del niño victimizado” Y añade que a esto se suman los diagnósticos incorrectos que habitualmente se hacen sobre estas víctimas, como lo son las fobias escolares, el llamado “Síndrome de retorno al colegio”, debido a los ataques de pánico que se producen al regreso de las vacaciones o fiestas; problemas de adaptación al colegio, bipolaridad o ciclotimia (dados los altibajos en el estado de ánimo) y trastornos de personalidad” (Piñuel, s.f.a, s.p.), entre otros. Con respecto al grado cursado, como ya planteábamos, de acuerdo con estudios realizados, el acoso escolar es más intenso en el nivel de secundaria, según constató la psicóloga Bertha Gil Guzmán, encargada del área psicológica de los pacientes menores de edad en tratamiento en el Hospital de Salud Mental de Tijuana (Bueno, 2018). De hecho, en México se estima que “18.8 millones de estudiantes de secundaria y media superior, han sido víctimas de acoso escolar alguna vez” (La Jornada Baja California, 2019).
Situación en Baja California En el caso de nuestro estado, los reportes revisados indican que “La violencia y el acoso escolar se ha incrementado en los últimos siete años; pues tres de cada 10 estudiantes han sufrido alguna agresión, señaló Jesús Alfredo Pérez, fundador de la Sociedad de Ciencias Forenses en Baja California” (Garibay, 2019, s.p.). También Rodríguez y Cantú (2019) realizaron entrevistas a 26,051 alumnos y 731 docentes para indagar sobre el clima y violencia escolar en las primarias y secundarias de Baja California, y sus principales hallazgos apuntaron a que los estudiantes son víctimas de agresiones por parte de sus compañeros de salón, así como el hecho de que la apreciación que tienen pupilos y docentes sobre el fenómeno de la violencia difiere, siendo los estudiantes los que la perciben con mayor frecuencia. En el año 2014, Fragoso (2015) señalaba que Mexicali ocupaba el primer lugar en índice de bullying del estado “de acuerdo con la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (ECOPRED), elaborada conjuntamente por la Secretaría de Gobernación y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)” (s.p.), en tanto “un 37.3 por ciento de estudiantes cuyas edades se ubican entre los 12 y los 18 años fueron víctimas de alguna conducta delictiva o de maltrato por parte de sus compañeros de escuela” (s.p.). Según este estudio, en 2014, las entidades más peligrosas (focos rojos) a nivel nacional eran Mexicali (37.3) y Nuevo Laredo (36.7), seguidas de La Paz (34.4) y de Tijuana (33.4). En la ciudad de Tijuana, Avilés, Zonana y Anzaldo (2012) realizaron una encuesta a 321 estudiantes de una escuela secundaria pública, donde el 28 por ciento refirieron acoso escolar con diferencias por sexo en tanto:
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