Capítulo IX 2.
Habilidades metacognitivas; muestran un amplio nivel de planificación, seleccionan la información que les será útil para definir un problema y diseñan estrategias para resolverlo. Son más reflexivos y menos impulsivos en sus pensamientos y actuaciones. 3. Actitud hacia el aprendizaje; muestran gran curiosidad ante una tarea, aburrimiento y desinterés ante tareas simples o repetitivas, y persisten en la tarea hasta que llegan al final. 4. Habilidades relacionadas con el lenguaje; hablan antes de lo habitual, utilizan un lenguaje complejo, hacen buen uso de metáforas y elaboración de historias, logran captar la ironía y el sentido del humor. 5. Son muy creativos; poseen una gran imaginación y fantasía, su pensamiento es muy flexible y aporta nuevas soluciones a los problemas. 6. Habilidades sociales; son sensibles a las necesidades y sentimientos de otras personas, muestran capacidad de liderazgo, son responsables y poseen un desarrollado sentido moral y de justicia. 7. Características emocionales; desarrollan el autoconcepto antes de lo habitual y se reconocen como “distintos” a los demás, su alta persistencia a la tarea les hace ser perfeccionistas, y fijarse metas muy altas. Asimismo, los autores señalaron la importancia de recordar que, ni todos los alumnos sobresalientes tienen que poseer estos rasgos, ni estos rasgos tienen que darse de la misma forma ni en la misma medida.
Impacto educativo Es importante reconocer que, si bien en el campo educativo se ha tratado de dar una respuesta adecuada para los alumnos con Aptitudes Sobresalientes, los avances han sido insuficientes. En este sentido, podemos mencionar algunos programas que se han propuesto con la intención de atender a esta población. En 1982, a través de la Dirección General de Educación Especial, surgió el Programa Capacidades y Aptitudes Sobresalientes (CAS), de la Secretaría de Educación Pública (SEP), con la intención de efectuar investigaciones que permitieran caracterizar a la población sobresaliente de edad escolar. En el periodo de 1989 a 1994, dentro del marco del Programa para la Modernización Educativa, se estableció como uno de los objetivos para la educación especial, consolidar el Programa de Atención a Alumnos con Capacidades y Aptitudes Sobresalientes (CAS) (Valadez & Betancourt, 2004). En la década de los noventa los servicios de Educación Especial se implementaron mediante dos modalidades de atención: Centros de Atención Múltiple -CAM- y Unidades de Servicios de Apoyo a la Educación Regular USAER-. El personal que conformaba la atención del programa CAS, pasó a formar parte de las Unidades de Servicio de Apoyo a la Escuela Regular (USAER), lo que ocasionó que los alumnos sobresalientes dejaran de recibir el servicio que hasta entonces se les ofrecía, debido a que se dio prioridad a los alumnos con necesidades educativas especiales asociadas con alguna discapacidad. Fue hasta el año 2002 que se volvió a retomar su atención, con el Programa Nacional de Educación 2001-2006, donde uno de sus objetivos fue establecer lineamientos para la atención de los alumnos sobresalientes, mediante el diseño de un modelo educativo (SEP, 2006). Como parte del Programa de Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa (PFEEIE), en el 2003, se desarrolló el Proyecto de investigación e innovación: un modelo de intervención educativa para los alumnos con aptitudes sobresalientes, que se puso en marcha en el ciclo escolar 2006-2007, sin contar con un reporte oficial de los beneficios logrados. En mayo de 2008, surgió el programa Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), con el propósito de impulsar una transformación para favorecer la calidad educativa, en el que se volvió a considerar la atención a niños con aptitudes sobresalientes y talentos específicos, a través de programas, para favorecer su plena inclusión educativa (SEP, 2010). Por otro lado, a través del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), se implementó el programa “Niñas y niños talento” con el objetivo de que las niñas, los niños y los jóvenes sobresalientes tuvieran acceso a una formación integral, a través del desarrollo de sus habilidades culturales, científicas y deportivas. Dicho programa se orientó a niñas, niños y jóvenes de 6 a 15 años de edad con promedio mínimo de 9.0, que estudiaran en escuelas primarias y secundarias públicas ubicadas en el Distrito Federal y que radicaran en la Ciudad de México (Gaceta Oficial del Distrito Federal, 2013). Cabe señalar el problema que representa igualar a los alumnos sobresalientes con la obtención de altas calificaciones escolares. En el año 2016, se impulsó un importante proceso de reorientación y reorganización del Modelo Educativo y sus políticas, en el cual se estableció en el artículo 41 de la Ley General de Educación, que la Educación Especial tiene como propósito identificar, prevenir y eliminar las barreras que limitan el aprendizaje y la participación plena y efectiva en la sociedad de las personas con discapacidad, con dificultades severas de aprendizaje, de conducta o de comunicación, así como de aquellas con aptitudes sobresalientes (SEP, 2016). Bajo este panorama, se puede observar que, si bien, las propuestas educativas antes señaladas, representan avances para la atención de alumnos con aptitudes sobresalientes, hasta el momento no se ha logrado cumplir plenamente con lo que se plantea en los mismos, por lo que la atención a los alumnos con aptitudes sobresalientes sigue representado un desafío para el Sistema Educativo Nacional. Un ejemplo de ello es que, de acuerdo con las cifras nacionales y oficiales publicadas por la Secretaría de Educación Pública (SEP, 2017), en el ciclo escolar 20152016 había 36.3 millones de estudiantes en todos los niveles educativos. Si consideramos que Sattler (2003) y Gargiulo 120