• Finalmente, el área propuesta tendría el beneficio potencial, argumentaban, de ser presentada como una “zona con un uso sustentable de los recursos naturales en materia turística”. Cómo veremos más adelante ni los sitios Ramsar, ni las ANP, ni el turismo han podido garantizar eso. Una simulación muy bien orquestada entre gobierno y académicos, y una forma efectiva de tener territorios reservados, plenos de biodiversidad que pueden posteriormente comodificarse en beneficio de los grandes capitales, como revisamos más adelante. Resulta a todas luces una motivación poderosa la cantidad de superficie que se pretendía colocar bajo declaración Ramsar, y el que coincidentemente concurriera con el impulso de las políticas de carbono azul, es decir, una creciente demanda para incluir ecosistemas de humedales para el pago de bonos de captura de dióxido de carbono atrapado en humedales y ecosistemas costeros y en los cuerpos de agua, y que la oportunidad de tener áreas bajo control de una instancia “amigable” para sus intereses, podrían haber resultado en una motivación poderosa para que centros de investigación, organizaciones no gubernamentales y gobiernos locales se involucraran y motivaran abiertamente para ir incrementando cada vez más la superficie a comprometer unilateralmente. Como tema de investigación adicional, una de las perspectivas delineadas por Luisa Falcón y su equipo activó nuestras alarmas: ella y los demás actores involucrados declaran en su propuesta: “…Posibles beneficios a partir de la investigación y desarrollo biotecnológico de las asociaciones bacterianas en los estromatolitos (bacterias degradadoras de contaminantes)…” Eso es bioprospección. En los últimos 30 años el desarrollo biotecnológico a partir de piezas del genoma de procariontes y arqueanos, muchos de los cuales se han encontrado en estromatolitos alrededor del mundo, le han redituado a compañías biotecnológicas y a investigadores sin escrúpulos, ganancias impensables a partir de porciones de material genético de la biodiversidad, con beneficio únicamente para ellos, a través del proceso de obtención de patentes. Esto sería a todas luces, un potencial conflicto de intereses de dimensiones estratosféricas si estos actores que promueven la delimitación de instrumentos de protección donde se localiza este tipo de recursos, estuvieran realizando bioprospección / biopiratería. A fin de evitar parecer conspiranóicos y arriesgarnos a descrédito, decidimos profundizar más sobre ese tema en la investigación más adelante, en esta colección (Ver Patentando la naturaleza, más adelante, en el tomo III: Promotores y sus conflictos de intereses). El planteamiento para Ramsar tenía esquemas incompletos de sustentabilidad, carencia de datos para establecer indicadores y se delineó sin idea del respeto que debían tener para la propiedad del territorio – comunitaria o privada – y el conocimiento tradicional y actividades de los pueblos indígenas y las comunidades locales que venían históricamente desarrollando geográfica, histórica y culturalmente dentro de su propuesta. Su iniciativa, que empezó con solo 5,893 hectáreas incluía la laguna, el estero de Chac y los humedales entre ambos y terminó proponiendo 97,591 hectáreas (un incremento del 1653%), donde se incorporaba el Parque Nacional Arrecifes de Xcalak, el Santuario del Manatí, Bahía de Chetumal, que en conjunto conformaban el 71% de la propuesta, y el restante 29% en áreas “no protegidas” como Laguna de Bacalar (Hernández-Arana, et al, 2015)56. En ningún momento los propietarios legales de los territorios colindantes, los pobladores y usuarios de los ecosistemas, fueron incluidos en las negociaciones o siquiera consultados.
¿Por qué establecer un sitio Ramsar? La respuesta es sencilla: porque es una especie de fast track para ANP. Las estrategias de declaratoria de sitios Ramsar han sido durante muchos años formas casi garantizadas para que grupos, ajenos a las comunidades locales, pudieran colocar un instrumento proteccionista encima de un 56
Hernández-Arana, H. A., Vega-Zepeda, A., Ruíz-Zárate, M. A., Falcón-Alvarez, L. I., López-Adame, H., Herrera-Silveira, J., & Kaster, J. (2015). Transverse coastal corridor: from freshwater lakes to coral reefs ecosystems. In Biodiversity and conservation of the Yucatán Peninsula (pp. 355-376). Springer, Cham.
24