Soñar
Despierto cansado y con sueño, como si hubiera dormido dos horas, cuando en realidad fueron 10. Intento sumergirme en mis pensamientos mientras me pierdo en el mosaico de mi pared, pero incluso eso es difícil bajo el bullicio de las peleas de mi casa y los balazos de las otras. Salgo al patio y veo a mi vecina con una olla y su hijo jugando con una ramita entre el denso frío, ambos esperando su turno en la sede de al lado para poder comer. Mientras tomamos once se escuchan petardos y se corta la luz: “¡trae las velas!”, me grita mi mamá desesperada bajo los gritos de la gente suplicando por ayuda, mientras se oyen las sirenas de la represión. No queda otra que acostarnos e intentar dormir mientras se siente la tensión en el ambiente. Ojalá pudieran entender que la gente necesita comer. Miro la hora, son las tres de la madrugada y pienso mientras veo el humo en la ventana desvaneciéndose. Cierro mis ojos mientras se humedecen y me pregunto: ¿cuándo se acabará? Despierto y aún no acaba. Quizás dormir es mi excusa para poder soñar otra realidad donde no exista el sufrimiento y el aislamiento. Veo el techo mientras me convenzo de que soy adicto a soñar. Kevin Nicolás Vergara Navarrete 112 | Historias confinadas