El gato de Maite
Maite es mi pequeña hija de 5 años. El tiempo se le hizo tan eterno en esta cuarentena que se aburrió de ver televisión. Entre sus ideas fugaces, tomó la caja de beneficios del gobierno y le armó una casita a su gato Estrellita, quien la miraba a lo lejos como sabiendo lo que venía. Maite sujetó a su gata entre los brazos, la dejo dentro de la caja con agua y comida, además de unos juguetes. Fue muy considerada ella. Por su parte, la gata ya resignada se quedó quieta, como si la estuviese acechando un perro gigante, y funcionó al amén del juego. Todo iba bien dependiendo de donde lo mirásemos, tan así que la gata, no menos hábil y ya abrumada por el juego, aprovechó un descuido de Maite y, de un salto a una velocidad comparable a la de un jet privado, estaba en los techos mirando al cielo y recordándonos que está hecha para ser libre. Por mi parte descuidé una risa disimulada y pensé “por fin terminó el confinamiento”. Leandro Andrés Ampuero Nilo
Cuando el aislamiento nos une | 113