Tarjeta bip
Un día mi tarjeta bip ya no tuvo valor, estaba cargada pero no la podía usar para dirigirme al colegio donde durante 25 años hice clases. Era verdad estaba confinada en un departamento con mi marido, mis dos hijas adultas y además un computador desconocido en mi vida laboral. Así en el confinamiento comencé a impartir clases online sin saber como ingresar a la plataforma. Primero, vi muchos tutoriales, que no podía retener tan información, mi vida había cambiado, lo que siempre había realizado durante años ya no servía. Entre llanto y desesperación comencé a conectarme, mis colegas jóvenes fueron mis mejores guías. Los días comenzaron a ser más largos realizando planificaciones y vídeos interminables, pero aprendiendo las nuevas tecnologías. También a través de la cámara he sido una contenedora emocional de esos pequeños ojitos transparente que me esperan día a día. Paralelo vida familiar sin ver a personas amadas durante meses, ver la miseria y egoísmo de muchos. Pero debo decir que no ha sido fácil, pero soy fuerte, estoy sana y tengo mucha esperanza que todo saldrá bien. Solo puedo decir que extrañó los recreos en el colegio. 136 | Historias confinadas