Dentro de mi guarida
Todos nos alejamos un viernes trece. Qué ironía que me encanten las películas de terror y que nuestras vidas se hayan transformado en un film de este peculiar género del cine, desde esa fecha. Las puertas se cerraron en nuestras narices y está prohibido abrirlas, por lo que me tuve que crear una rutina. Ejercicio: sudar y apenas respirar se ha convertido en el enemigo de mi ansiedad e inquietud. Cuando mi cuerpo sufre, mis músculos se tensan y mi corazón se acelera. Casi se me olvida que han pasado cuatro meses. Estudiar: es difícil concentrarse. ¿Dónde quedó nuestro futuro? Supongo que sólo a mi cerebro le encanta la idea de ojear mis lecturas obligatorias. Comer: mientras yo como, otros pasan hambre. Tomar agua: se supone que mantiene mi organismo funcionando. Y si estoy todo el día sentada, ¿igual lo necesitaré? Leer: escapar de la realidad. Tocar guitarra: me gustaría ser experta, usar la terraza como escenario y cantarles a mis vecinos. Quizás la música es lo único que nos mantiene cuerdos. Ver televisión: no las noticias porque me duele el estómago y el pecho… qué se puede hacer salvo ver películas sobre cómo cantan los del grupo “La máquina de hacer pájaros”. 152 | Historias confinadas