El forastero
Cierto día, un desconocido me visitó y amablemente me preguntó: —¿Trabajas en el río Rojo de Vida? —Sí, también es mi hogar. —Entonces debes conocer muy bien estas tierras, pues el río de vida llega a cada rincón del territorio. —Efectivamente. —Soy un viajero, vengo de zonas remotas, he visitado muchos puertos y en este puerto debo llegar a las dos torres. ¿Serías tan gentil de llevarme allá a través del río Rojo de Vida? —¿Las dos torres? —dije extrañado, pues no entendí a qué se refería. Sonrió y amigablemente dijo: —Ustedes las llaman pulmones. Ante tal amabilidad del forastero, no me pude negar, así que acepté. —¿Cuál es tu ocupación? —me preguntó. —Soy un guardián, mi tarea es proteger el territorio. Me llaman Glóbulo Blanco. —¡Por supuesto, por eso vives en el río de vida y eliminas invasores nocivos! —Y tu ocupación, ¿cuál es? —le pregunté. 164 | Historias confinadas