Distancia social
Durante la cuarentena me he reencontrado con recuerdos que creía haber sepultado. Pienso en él. No le he visto desde que me fui de la casa. ¿Cuánto habrá pasado? Unos 10 años. Ni siquiera sé si está vivo. Hoy soñé con ese día y con su mirada llorosa cuando me lo confesó. Pensé en todo lo que me había enseñado desde pequeño. Que los hombres deben ser masculinos, fuertes y que nunca deben llorar. Todo me pareció una mentira. Nuestra vida. Su matrimonio. Su carrera en el ejército, la cual decidí seguir a modo de honra. Cuando mi mamá murió nuestra relación se quebró. No podía aguantar el silencio cuando tomábamos once. Mi papá sentado a la cabecera de la mesa, yo a la derecha y en frente de mí, el puesto vacío de mi mamá. Detrás de la silla, la puerta de daba a mi pieza. La misma pieza en donde mi papá me sacó la cresta después de verme jugar con las muñecas de mi prima cuando tenía seis años. Mi mamá le rogó que parara y él solo decía que no iba a tener un hijo maricón. Ese día lloré hasta quedarme dormido, sin emitir un sollozo. Las lágrimas no estaban permitidas. Habían pasado cinco años desde la muerte de mi mamá. Como cada año, le prendimos una velita y vimos fotos antiguas. Después, nos sentamos a tomar once. Sonó la puerta. “Hijo, quiero que conozcas a alguien”. Entró. Me saludó Cuando el aislamiento nos une | 31