Línea 3
Se sentó frente a mí en un vagón del metro, respetando la distancia reglamentaria. Llevábamos nuestras mascarillas puestas y me fijé en sus ojos que eran lo único que podía ver. La tela ocultaba su boca, el invierno disimulaba su silueta bajo capas de ropa y una parka escondía sus cabellos dentro del gorro. Se nos había dicho que no nos tocáramos, que mantuviéramos la distancia y habláramos sólo cuando fuese estrictamente necesario. ¿Está permitido enamorarse en tiempos de pandemia? Quería acercarme, pero no podía. Quería hablarle, pero estaba algo lejos. Se dio cuenta de que la miraba y sus ojos se fijaron en los míos. Esbocé una sonrisa que se ahogó en la oscuridad de mi tapabocas y reconocí el eco de mi gesto en la flexión de sus mejillas. Podría haberla amado, pero cuando se bajó en la estación Chile España, supe que la había perdido para siempre, porque cuando me la encuentre de nuevo, ya sin cuarentena, sin virus, en medio de la primavera o a inicios del verano, con el cabello suelto, un vestido fresco y la sonrisa libre, aunque se siente a mi lado y me sonría, no voy a poder reconocerla. Cristián Samuel Caicedo Córdova
Cuando el aislamiento nos une | 45