El sábado en la mañana
Hoy es un día especial, es EL día. Me excita, asusta, se me hace un nudo en el centro del estómago de sólo pensar en lo que se viene. Llaves en el bolsillo derecho. ¡Listo! Billetera en el trasero. ¡Listo! Me arreglo la mascarilla, la pruebo, que no salga el aire, soplo una vez, fuuuu, –mira que hay unas que no escudan ná de ná– pongo mi mano en frente de la boca, fuuuu; protegido. ¡Listo! Desempaño los lentes con cuidado; movimientos circulares. Los pongo en la punta de mi nariz. Inclino la cabeza hacia abajo un poco, por sobre los lentes medio turbios, condensados por mi propio aliento, reviso el salvoconducto en la pantalla. El salvoconducto –el tan cotidiano, común y corriente, frecuente y habitual salvoconducto– que ni siquiera sé qué significa en español, “Permiso Temporal Individual - Compras insumos básicos” dice. ¡Listo! Pongo el celu de vuelta en el bolsillo izquierdo. ¡Listo! Chequeo las llaves en el derecho, el celu en el izquierdo y la billetera en el trasero de nuevo sólo por si acaso; otro de esos tantos TOCs que a uno lo acompañan desde siempre y que hasta hace poco aprendí que se llamaban así. ¡Listo! 76 | Historias confinadas