Un día
Un día te despiertas y tu metro cuadrado ya no existe, es compartido con tu alrededor, y deja de ser un metro: ahora es una casa en donde sientes lo que siente el otro. Un día te despiertas y compartes el aliento, el desgaste, la alegría, la emoción, la angustia y la incertidumbre. Un día te despiertas y no estás solo, tu rincón de soledad y cobijo, de profunda intimidad, es compartido. Ahora observas miradas por todas partes, caminas por tu casa y sientes el roce de los que te rodean. Un día te despiertas y el desayuno por la mañana ya no es contra el tiempo, ya no corres a la micro, ya no llegas cansado a casa y te apuras en conciliar el sueño, el día ya no pasa de prisa. El tiempo ya no juega contigo como tu enemigo. Ahora las horas pasan lentas, algunas las disfrutas y otras parecen un tormento. Te das cuenta de que 24 horas al día dejan espacio para experimentar 24 emociones y sensaciones diferentes, de las cuales 25 serán compartidas. La compañía en momentos parece ser molesta y las paredes generan la sensación de estar cada vez más cerca. Pero estás ahí, mirando a los ojos de los que te acompañan, aferrándote a lo mismo, que claramente es desconocido. Y estas ahí, escuchado las versiones de millones de personas en todo el mundo, y te enfrentas a la realidad. No estás 82 | Historias confinadas