INNOVAR CON SENTIDO
2.
En el mundo de la escuela se está produciendo un cambio importante. La misión tradicional de la escuela ha sido enseñar contenidos, principalmente conceptuales. Para poder alcanzar este objetivo, la escuela se ha organizado más o menos adecuadamente. La arquitectura escolar, la organización, el modelo de gestión, el rol asignado al profesorado y un largo etcétera responden a esta misión, a este paradigma, propios de la era industrial. La escuela enseñaba. Si los alumnos aprobaban, continuaban su trayectoria y, si no, abandonaban la escuela por diferentes puertas diseñadas para drenar el sistema. Ahora empieza a estar claro que la misión de la escuela ha cambiado. Ahora el objetivo no es solo enseñar contenidos, sino que todos los alumnos aprendan conceptos, habilidades, valores, competencias. Este cambio es bastante radical, más de lo que pudiera parecer a primera vista. Estamos ante un nuevo paradigma que ha de sustituir al anterior para cerrar la crisis. Todos los elementos que se citaban antes –la arquitectura escolar, la organización, el modelo de gestión, el rol asignado al profesorado, etc.– han de cambiar en función de las nuevas metas, del nuevo paradigma. Hay que diseñar un sistema para la innovación que vaya más allá de las iniciativas individuales desarticuladas y proporcione un armazón que articule las formas de innovar en la enseñanza y el aprendizaje. De lo contrario, tendremos un sistema saturado de innovaciones en marcha, sin una estrategia que las encuadre en un plan general de mejora. El resultado, según McIntosh (2016), es un mar lleno de islas de excelencia pero sin posibilidad de viajar entre ellas y, mucho menos, de unirlas al continente. ¿Cómo unir estas islas de excelencia en un proyecto realmente significativo? Una transformación significativa y sostenible debe partir de un gran relato, de una utopía que oriente las expectativas de la comunidad educativa, que incorpore a todos en una tarea común. Como explica Ruiz Tarragó (2011): INNOVAR CON SENTIDO
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